Javier Marías rechaza Premio Nacional
La dignidad de un escritor
Por: Redacción Cultura
Cultura |El Espectador, 25 Oct 2012 - 10:23 pm
El escritor español, al no aceptar el galardón otorgado por el Ministerio de Cultura, adujo que no quería dinero ni honores que provinieran del erario.
“Estoy
siendo coherente con lo que siempre he dicho, que nunca recibiría un premio
institucional. Si hubiera estado el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) en
el poder, hubiera hecho lo mismo”, fueron las primeras palabras del escritor
español Javier Marías para explicar su no aceptación del Premio Nacional de
narrativa que le otorgó ayer el Ministerio de Cultura.
Marías
convocó a una rueda de prensa en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde
dijo: “Me parece recordar que la decisión de no aceptar invitaciones del
Ministerio de Cultura o del Instituto Cervantes fue a partir de 1995. Creo que
ese año hubo un Salón de París en el que España era país invitado. Recuerdo que
hubo listas de invitados. Asistí a ese salón invitado por el Ministerio de
Cultura francés. Por aquel entonces pensé que no quería verme involucrado en
eso, en esas polémicas. Aquí se politiza todo. Fui pensando que no debía
aceptar ningún premio. Lo fui madurando. En 1998 acepté el de la Comunidad de
Madrid. Dudé, pero era un premio sin mucha repercusión y era de mi ciudad
natal. Luego, decidí que no aceptaría ningún otro premio de carácter oficial o
institucional”.
Marías,
hijo del filósofo Julián Marías, quien padeció la represión del régimen
franquista por sus posturas republicanas, publicó en 1970 su primera novela,
Los dominios del lobo. En 1972 publicó Travesía del horizonte y en 1978 El monarca
del tiempo. En los años 80 publicó El hombre sentimental y Todas las almas. En
1994 escribió Mañana en la batalla piensa en mí (título tomado de un verso de
Shakespeare, al igual que Corazón tan blanco), que recibió numerosos premios en
Europa y América. El año pasado se editó Los enamoramientos, una novela
detectivesca que, al decir de los críticos, plantea problemas filosóficos y
éticos. La historia, relatada en primera persona, fue traducida a 18 idiomas,
vendió más de 100.000 ejemplares y fue la obra elegida por el jurado del
Ministerio para otorgarle a Marías. el premio.
En
algunos de los apartes de su explicación, ayer, Marías aclaró que mantenía su
postura “prescindiendo de quién gobierna, me da igual que sea el PSOE o el PP
(Partido Popular). Decidí que no iba a prestarme en modo alguno a que se
dijera: este ha sido favorecido, le han invitado mucho al Cervantes, ha hecho
carrera gracias a ayudas estatales. De lo que digo podrían ser testigos mis
compañeros de la RAE (Real Academia Española de la Lengua, una de las
instituciones que tiene derecho a presentar candidatos al premio Cervantes),
que el año pasado recuerdo que en una votación inicial me propusieron para el
Cervantes; ante esa perspectiva, intervine y les dije que agradecía su
confianza, pero les rogaba que se abstuvieran de poner mi nombre, porque si me
lo hubiesen dado no lo podría aceptar”.
Más
adelante agradeció al jurado que lo eligió para el premio y contó que cuando lo
llamaron para informarle la noticia, también le contaron que uno de los
miembros del jurado creía que él iba a rechazar el premio. “Aún así,
consideraron que no era asunto suyo y que tenían que premiar el libro más
merecedor, según ellos”. El escritor explicó que “al principio, en otras
épocas, habría sido motivo de alegría (el reconocimiento), es algo halagador
que una novela que hayas escrito, con mucha inseguridad, sea reconocida; pero
no he tenido duda a la hora de pensar que, como he expresado varias veces, no
lo aceptaría. Tampoco quería asimilarme; recuerdo que ha habido autores siempre
muy alejados del poder, que se habían manifestado así, no voy a hacer nombres,
y sin embargo, cuando se les dio un premio nacional lo aceptaron. En este país
hay poca memoria para lo que conviene; la gente puede cambiar de opinión, me
parece bien; pero me parecería inconsecuente que con mi postura de estos años
de pronto hoy, por un premio con cantidad apreciable de dinero, ahora ya sí.
Habría sido indecente por mi parte”.
Al
final de su charla, Javier Marías recordó que “Thomas Bernhard hablaba de lo
horroroso que era recibir los premios, y de las ceremonias de entrega. Decía
que los había aceptado por dinero y que estaba bien. Pero, aún así, decía:
‘¿Cómo se me ocurrió aceptar el Premio Nacional?’. Pensando también en él,
prefiero no aceptarlo y no ser considerado un especie de abanderado oficial. Y
con esto no quiero decir que todos los que lo han recibido antes lo sean. La
mayoría es gente independiente. Pero es un galardón que, en este país, prefiero
no tener”.
Marías dice “no quiero” a Cultura
El escritor madrileño rechaza el Premio Nacional de Narrativa por su novela ‘Los enamoramientos’ Ya había dicho y escrito que no deseaba recibir recompensas institucionales
Lo había dicho y escrito en varias ocasiones: “No recibiré ningún premio institucional”. Solo le faltaba a Javier Marías cumplir con su palabra. Y ayer lo hizo. Al escritor y académico de la RAE, la noticia de que había ganado el Premio Nacional de Narrativa por su novela Los enamoramientos (Alfaguara) no le cayó demasiado bien. O le cayó a la perfección para eso, para cumplir con lo dicho y escrito. Consecuencia lógica de todo ello, rechazó educada pero tajantemente el galardón, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y con una cuantía económica de 20.000 euros que, ahora, se quedarán en la necesitada hucha ministerial.
Una sorpresa más que le depara la novela de la que Javier Marías (Madrid, 1951) aún se siente inseguro y con dudas. A pesar de que ha tenido el favor del público y de la crítica y que ya han sido vendidos sus derechos a más de veinte idiomas. Pero él cree que debe ser consecuente y coherente con su actitud de los últimos años. Una postura de rechazo al premio que aunque tiene una razón clara, está rodeada de otras tres. Las desveló, poco a poco, desde las seis de la tarde en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, a donde llegó vestido de negro y camisa blanca, tras andar unos veinte minutos desde su céntrica casa bajo un cielo plomizo en tregua con la llovizna.
Una vez en el salón Ramón Gómez de la Serna, y frente a medio centenar de periodistas, Marías sacó del bolsillo de la chaqueta una hoja blanca doblada en cuadro partes. La desdobló y empezó a leer los motivos con voz clara y templada:
“Ante la noticia de que mi novela Los enamoramientos ha sido distinguida con el Premio Nacional de Narrativa de este año, quisiera agradecer profundamente, antes de nada, la gentileza y la generosidad de los miembros del jurado por haberla tenido en tanta consideración.
Al ser este un galardón institucional, oficial y estatal, otorgado por el Ministerio de Cultura, no me es posible, sin embargo, aceptarlo. Lamentaría que esta postura mía se viera como un desdén hacia nadie. No lo es. Se trata solamente de una cuestión de consecuencia. Es decir, de mi deseo de ser consecuente.
Desde hace muchos años no he aceptado ninguna invitación de los institutos Cervantes, ni del Ministerio de Cultura, ni siquiera de las Universidades públicas o de Televisión Española. Durante todo este tiempo he esquivado a las instituciones del Estado, independientemente de qué partido gobernara, y he rechazado toda remuneración que procediera del erario público. (...) Y en verdad lamento no poder aceptar lo que en otras épocas habría sido tan sólo motivo de alegría".
Terminada la lectura llegaron las preguntas y las respuestas. Recordó el escritor y académico que es una decisión coherente con otras porque este año ya rechazó un premio oficial, que no reveló, dotado con 15.000 euros (“Este año ya he rechazado dos premios con un total de 35.000 euros. No sé si estoy siendo muy sensato”). E hizo otra confesión: el año pasado pidió a sus colegas académicos de la RAE que barajaban su nombre como candidato al Premio Cervantes que no lo hicieran. Y cuando uno de los tomos de su trilogía de Tu rostro mañana sonó para el Nacional de Narrativa, le dijo a su editora que no lo recibiría. Una postura que tiene clara desde 1995.
Los motivos
El revuelo causado por la decisión de ayer en todos los medios de comunicación y en las redes sociales que apoyaban y aplaudían su decisión, incluso sin saber los motivos, sorprendió a Marías. Varios miembros del jurado se han mostrado sorprendidos. Marcos Giralt Torrente, ganador el año pasado por Tiempo de vida dice que “con esto Marías contribuye a devaluar uno de los pocos premios que, con equivocaciones o aciertos, no están vinculados a en España a intereses editoriales”.
Para el autor de Los enamoramientos las sensaciones son contradictorias, primero por que es un halago y segundo porque no cree que deba ni pueda recibir un galardón oficial: “Sería una sinvergonzonería por mi parte aceptar ahora un premio cuando he estado tantos años diciendo que no lo recibiría. No quiero prestarme a estar involucrado en cualquier tipo de sospecha o de recibir favores. Es una actitud consecuente. Sería indecente aceptarlo”.
Preguntado sobre si había algún motivo político en su postura, él que ha sido tan crítico con el gobierno de Rajoy y con los recortes a la Cultura, Javier Marías dijo: “No exactamente. Mi postura viene de antiguo y no tiene que ver con quien gobierne. El Estado no tiene que darme nada por ejercer mi tarea de escritor que es algo que he elegido yo por propia iniciativa”. Pero dos segundos después reconoció: “Quizá este momento, por toda la situación política, añade otro motivo más para mi decisión”.
¿Y por que no aceptarlo como reivindicación positiva y donar el dinero? “Hubiera sido demagógico. Ellos sabrán qué hacer con el dinero, o darlo a las bibliotecas públicas, cuyo presupuesto es cero”.
Apareció, entonces, un tercer motivo: Su padre. El hecho de que Julián Marías, gran ensayista que falleció a los 91 años, nunca recibió el premio de Ensayo, por lo cual considera que no debe ni puede recibirlo él tampoco. Así lo recordó en un artículo de junio de 2011 en su columna de El País Semanal. Un momento emotivo en el que evocó a grandes autores españoles que nunca recibieron premios, como Juan Benet, Jaime Gil de Biedma o Juan García Hortelano. No olvidó a aquellos autores contemporáneos a los que también los premios han sido esquivos como Eduardo Mendoza o Enrique Vila-Matas. Eso no significa, aclaró Marías, que los galardones oficiales no hayan reconocido a importantes autores como el Cervantes a Juan Marsé o Rafael Sánchez Ferlosio (“que está más allá del bien y del mal”), o el Nacional a Antonio Muñoz Molina.
La votación
La posibilidad de que Javier Marías rechazara el Premio Nacional de Narrativa sobrevoló ayer por la mañana la reunión de los 11 miembros del jurado, formado por personalidades del mundo de las letras. “Todo el mundo dio por supuesto que lo aceptaría, pero alguien preguntó qué pasaría si no era así”, recordaron varios jueces del galardón. La respuesta a esa posibilidad llegó de parte de las dos representantes de Cultura (que cuenta con voz, pero sin voto): “Marías sólo rechaza los viajes subvencionados”. Se trataba de la presidenta del jurado -la directora general de Políticas e Industrias Culturales y del Libro, Teresa Lizaranzu-, y la vicepresidenta -la subdirectora general de Promoción del Libro, la Lectura y las Letras Españolas, Mónica Fernández. Sí hubo un debate, pero los miembros del jurado y fuentes del Ministerio aseguran que la decisión final se adoptó teniendo en cuenta “solo criterios estrictamente literarios”. Poco antes del mediodía, la novela de Marías ganaba por mayoría.
Este nuevo capítulo de la vida de Los enamoramientos empezó hace un par de semanas. Fue cuando los miembros del jurado recibieron un correo electrónico del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en el que se les pedía que sugirieran dos novelas candidatas, “excepcionalmente tres”. El número final de candidatos fue “de entre 15 y 20 nombres”. La decisión final se dio ayer en un salón de la quinta planta de la subsecretaría de Estado de Cultura en su sede de la Plaza de las Cortes, de Madrid. Alrededor de una mesa se inició una ronda de votaciones con sobre cerrado en la que se fueron dejando fuera candidatos. En total fueron ocho votaciones. “Primero se vota a cinco nombres, luego a cuatro, luego tres y luego dos. En cada una de esas votaciones fueron cayendo candidatos, en la primera tanda quien tenía cero o solo un voto, en la siguiente los que solo tenían cero, uno, o dos votos, y así sucesivamente. Al final quedaron dos nombres. Las dos o tres novelas finales eran muy buenas”. Y ganó Los enamoramientos.
Los delegados del Ministerio pidieron no divulgar la noticia y esperar un par de horas, para dar tiempo a comunicar al ganador e informar al ministro José Ignacio Wert. Pero, poco antes de la una de la tarde, EL PAÍS dio la exclusiva en su edición digital. Luego, antes de la hora de la comida, una delegada del ministerio habló con Marías, quien le explicó los motivos por los cuales declinaba el premio. Silencio. Poco después de las tres de la tarde, EL PAIS anunciaba otro vuelco en la noticia al anunciar que Marías rechazaba el galardón. El teléfono del escritor no dejaba de sonar con múltiples felicitaciones unas por el premio, otras por rechazarlo y unas cuantas por los dos. Las redes sociales empezaron a hacer lo mismo.
Hacia las cinco y media, Javier Marías, atravesó andando el centro, subió a la quinta planta del Círculo de Bellas Artes, y entró en la sala Ramón Gómez de la Serna donde contó la alegría y la pena por no aceptar el premio para Los enamoramientos. Es su novela número 11, o 13 si se cuentan de manera individual los tomos de su trilogía Tu rostro mañana. Precisamente esta es la novela que él considera la mejor de su obra, y junto a ella otras como Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí y Negra espalda del tiempo. “Pero el propio autor es el peor juez de lo que hace”.
Casi una hora después de preguntas, la sala quedó vacía y ante la pregunta de si su decisión de ayer podía ser negativa para posibles nuevos premios internacionales, Marías insistió en que no porque su posición es sobre los premios oficiales en España. En total, él ya ha recibido una veintena de galardones nacionales e internacionales. La penúltima distinción simbólica es que este otoño ha entrado a formar parte de la selecta colección de Modern Classics de la editorial británica Penguin.
¿Y esta decisión de rechazar premios oficiales en España no afectaría a una posible candidatura al Nobel, donde su nombre suele aparecer en las quinielas y apuestas? “La Academia sueca, que yo sepa, no tiene ningún motivo para concederme el premio. Y no tengo que preocuparme por algo que no va a suceder”.
* Con información de Antonio Fraguas
Entre la tristeza y la sorpresa
ANTONIO FRAGUAS
Las 11 “destacadas personalidades del ámbito de las letras” que el Ministerio de Cultura designó como miembros del jurado para fallar ayer el ganador del Premio Nacional de Narrativa no podían sospechar que el escritor madrileño Javier Marías, galardonado por su novela Los enamoramientos (Alfaguara), fuera a rechazar la distinción.
Marcos Giralt, que formó parte del jurado en calidad de ganador de este mismo galardón el año pasado por su novela Tiempo de vida, siguió en vídeo el final de la rueda de prensa que Marías ofreció ayer por al tarde en Madrid. Giralt expresó su decepción por vía telefónica: “Con esto contribuye a devaluar uno de los pocos premios que, con equivocaciones y aciertos, no están vinculados en España a intereses editoriales. Siento tristeza por quien podía haberlo ganado en su lugar”.
“Respetando las razones por las que los pueda rechazar, me parecería más útil que hubiese aceptado el premio y destinado el dinero a la caridad o a una organización que represente su desacuerdo político. Los miembros del jurado no representan a ningún Gobierno. Los representantes del Gobierno tienen voz pero no voto. El dinero se lo da el Estado, pero el premio se lo da un jurado”, ha añadido Giralt.
Darío Villanueva, secretario general de la Real Academia Española se declaraba “muy sorprendido” antes de entrar a una reunión de esa institución: “El jurado hizo lo que tenía que hacer. Hubo ocho votaciones y al final de esas votaciones se eligió a Marías por una amplia mayoría. Salí muy satisfecho del comportamiento del jurado, hubo debate no agrio pero sí intenso. Pienso que esta novela merecía este premio”. En el mismo sentido se expresó Jon Kortazar, jurado a propuesta de la Real Academia de la Lengua Vasca: “Me parece una magnífica novela que merecía el premio”.
La periodista Soledad Gallego-Díaz, miembro del jurado por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, señaló: “Los enamoramientos’ estuvo entre las favoritas desde el primer momento y la hemos elegido porque nos parecía la mejor”.
Jurado Premio Narrativa 2012
Presidenta: Doña María Teresa Lizaranzu Perinat, Directora General de Política e Industrias Culturales y del Libro. Vicepresidenta: Doña Mónica Fernández Muñoz, Subdirectora General de Promoción del Libro, la Lectura y las Letras Españolas. Vocales: Propuestos por las entidades correspondientes: A propuesta de la Real Academia Española: Don Darío Villanueva Prieto. A propuesta de la Real Academia Gallega/Real Academia Galega: Don Manuel González González. A propuesta de la Real Academia de la Lengua Vasca/Euskaltzaindia: Don Jon Kortazar Uriarte. A propuesta del Instituto de Estudios Catalanes/ Institut d'Estudis Catalans: Doña María Ángeles Vilallonga Vives. A propuesta de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE): Don José Luis Corral Lafuente. A propuesta de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE): Doña Clara Sánchez Muñoz. A propuesta de la Asociación Española de Críticos Literarios: Don José Luis Martín Nogales. A propuesta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE): Doña Soledad Gallego-Díaz Fajardo. A propuesta del Centro de Estudios de Género: Doña María Milagros Rivera Garretas. A propuesta del Ministro de Educación, Cultura y Deporte: Don Fernando Rodríguez Lafuente. Los dos últimos autores galardonados: Edición 2010: Don José Javier Cercas Mena. Edición 2011: Don Marcos Giralt Torrente. Secretaria: Doña Alicia García Molina, Jefe del Servicio de Promoción de las Letras de la Subdirección General de Promoción del Libro, la Lectura y las Letras Españolas, que actuará con voz pero sin voto.
Los premios de Marías
Premio Nonino en Italia.
Premio Fastenrath al mejor escritor del año, según los académicos.
LA ZONA FANTASMA
Cortar el revesino
JAVIER MARÍAS El País, 26 JUN 2011
He hablado de este asunto en otras ocasiones, y me disculpo por la repetición. Pero es que también los vicios españoles se repiten hasta la saciedad desde hace siglos y nadie parece dispuesto a enmendarlos. Se reconocen, pero siempre como "cosa del pasado", a la vez que quienes los condenan los reiteran infaliblemente en el presente, sin darse cuenta o con gran cinismo, en realidad no sé por qué otorgo el beneficio de la duda. Se habla, por ejemplo, de lo mal que sus contemporáneos -los colegas escritores, no los lectores- trataron a Cervantes, cuyos talento y éxito tardíos no pudieron perdonarse: recuérdese que a la publicación de la Primera Parte del Quijote su autor contaba cincuenta y siete años, que debía de ser como tener hoy setenta y cinco, y diez más cuando dio la Segunda Parte a la imprenta. Escandaliza el largo ostracismo a que fueron sometidos Clarín y su Regenta (hasta los años sesenta del siglo XX, como quien dice), o los pocos honores conferidos a Valle-Inclán en vida. Quienes los conceden ahora se rasgan las vestiduras ante los errores e injusticias de otros tiempos, y se aplican a perpetuarlos en la actualidad. Acaba de ocurrir una vez más al morir Jorge Semprún. Oigo a Javier Solana lamentarse del escaso reconocimiento habido en España a quien escribió buena parte de su obra en francés pero también buena parte en español; a quien, pese a vivir principalmente en París, nunca quiso perder su ciudadanía original y por ello no pudo ser elegido miembro de la Academia Francesa. Semprún fue español de principio a fin, y sólo los muy tontos o los muy patrioteros creen que la lengua en la que uno escribe es determinante de nada. Quienes hemos traducido sabemos que ese factor, con ser importante, es secundario; que las lenguas no son gran cosa en sí mismas: un vehículo, una herramienta para expresarse y entenderse, jamás un fin ni algo sagrado. Oigo también que, "a título póstumo", a Semprún se le ha concedido "la Orden de las Artes y las Letras" en nuestro país.
No sé qué Orden es esa. Ni siquiera sabía de su existencia, y, dado que llevo cuarenta años publicando, infiero que no es codiciada y que a nadie le importa. Pero seguro que al que menos le importa es a Semprún muerto. Cada vez que se da algo póstumamente se me llevan los demonios, sobre todo si el finado ha sido longevo y ha habido tiempo de sobra para honrarlo cuando aún podía disfrutarlo. Claro que tampoco me alegran mucho esos premios que tan frecuentemente se otorgan a la edad, y no al talento, y que resultan más una humillación que un agasajo para quienes los reciben. Parece que los jurados estén refunfuñando: "Bueno, como tiene usted más de ochenta años y no se ha muerto, vamos a celebrarle lo que escribió antes de los sesenta". Porque a veces se da la circunstancia de que el octogenario en cuestión lleva ya un par de decenios sin entregar nada que valga mucho la pena. Y uno se pregunta: ¿por qué no se lo premió en su mejor época, y cuando en verdad estaba activo? Para cortarle el revesino, por utilizar una expresión de tiempos de Cervantes (significaba "interrumpir el discurso o dificultar las pretensiones de alguien"), algo a lo que España siempre ha sido aficionada, y lo continúa siendo. "¿A ver qué se va a creer este? Ya ha subido mucho, hay que frenarlo", parece ser el propósito nacional a través de los siglos.
Propósito alcanzado numerosas veces. Algunos muy buenos escritores han sido galardonados con los premios oficiales -el Cervantes, el de las Letras, el Nacional-, pero también muchos medianos y malos. En cambio se murieron sin obtener ni siquiera el último -el de menor categoría- Juan Benet, Jaime Gil de Biedma y Juan García Hortelano, y los tres eran ya sexagenarios. Lo mismo le pasó a mi padre, Julián Marías, y él murió nonagenario. Estos premios les han sido esquivos siempre a autores como Eduardo Mendoza, que ya ha cumplido los sesenta y ocho, a Félix de Azúa, que cuenta uno menos, y a Francisco Rico, con uno más; a Leopoldo María Panero y a Enrique Vila-Matas, que andan por los sesenta y tres; a Arturo Pérez-Reverte y a Luis Antonio de Villena, que tienen casi sesenta; a Soledad Puértolas y a otros de valía y obra abundante. Es llamativo que ninguno de sus libros fuera visto jamás como "el mejor del año" en narrativa, poesía, ensayo o historia, según los casos. Sé, por un testigo, que cuando Gil de Biedma rondaba ya la sesentena, se le negó un Premio Nacional con el siguiente argumento: "No estamos aquí para juvenilia". El poeta más influyente de nuestra época se murió poco después, como es sabido. Y la única vez que fui jurado de uno de esos galardones (el de las Letras, especie de "pre-Cervantes"), varios miembros se opusieron a la candidatura de Benet arguyendo que había que recompensar "primero a los viejos". Benet murió seis meses más tarde, a la edad de sesenta y cinco. Todos ignorábamos -hasta él mismo- que estuviera enfermo, pero me aventuré a discutir con aquellos miembros: "Miren, nadie sabe el orden de la muerte, y, que yo sepa, la senectud no es un mérito literario". En realidad es absurdo que en España haya tales premios, cuando este es un país al que le revienta reconocer el talento de nadie. Por eso se suele hacer póstumamente. Y si los escritores se empecinan en no morirse, como debieran, entonces se espera, al menos, a que sean gente decrépita y sin ilusiones; a que apenas puedan gastarse el dinero (si lo hay) ni sentir contento. Luego vienen las generaciones siguientes y exclaman: "Hay que ver qué ceguera tuvieron sus contemporáneos con Fulano o Mengano. Qué trato tan injusto le dieron". Mientras ellos les dan el mismo a los creadores mejores de su tiempo, y les cortan el revesino a conciencia.
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