en medio de la muerte
Por SERGIO VILLAMIZAR D.
Colprensa
Día a día, Thomas Lynch se encarga de enterrar a sus amigos, vecinos, compañeros de colegio, de iglesia, y claro, uno que otro enemigo. Una tarea que heredó de su padre y que realiza desde hace 25 años en una pequeña funeraria en Milford, Michigan, Estados Unidos.
Reconoce que no es un trabajo agobiante, que no le absorbe mucho tiempo al día. Al contrario, pasan los días y no llega cliente alguno. Pero no son días perdidos, Lynch los utiliza para escribir poesía, actividad que realiza desde hace más de 20 años y por la cual se ha dado a conocer entre los amantes de los versos en inglés.
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Pero también ensayos, aunque en este tipo de trabajos su labor es más reciente, como The Undertaking, con el cual ganó el premio "American Book Award" en 1997, y que acaba de ser publicado en Colombia bajo el título El enterrador.
Son reflexiones sobre la vida dentro de su trabajo, donde la muerte y el dolor están presentes en cada momento, que ha acumulado, no sólo en sus dos décadas y media al frente de la funeraria, sino de las largas horas de charla con su ya desaparecido padre, a quien también le prestó sus servicios.
De ahí, en medio de objetos oscuros, ha creado sus poemas y sus ensayos, que son interrumpidos cuando alguien, en su pequeña población de sólo siete mil habitantes, fallece.
Fue tal el impacto de su primer ensayo (en Norteamérica ya había publicado uno más Bodies in Motion and at Rest), que el año pasado realizaron una serie de televisión, Six Feet Under, con la cual Warner Channel logró altos índices de audiencia.
Colprensa dialogó vía telefónica con Thomas Lynch, quien ya prepara el lanzamiento de su tercer libro de ensayos.
Entre la vida y la muerte
—De El enterrador usted dice que es un ensayo sobre la vida desde el oficio fúnebre.
—Para hablar de la vida hay que hablar de la muerte y viceversa.
En El enterrador se presentan hilos narrativos muy cercanos entre las dos cosas, y aunque la muerte aparenta ser el tema de mi libro, creo que la vida es el tema primordial.
—Una de las cosas que más ha impactado a los lectores de sus ensayos es el humor y la naturalidad de su vida entre los muertos.
—Al principio, cuando se publicó por primera vez el libro, había cierta distancia, dudas por parte de la crítica, pero luego fue acogido por los lectores, simplemente, con el tiempo, las personas empezaron a entender que es tan natural la vida como la muerte. Es un simple cambio más, de tantos que tiene el ser humano.
—En occidente, los servicios fúnebres son un rito que casi nadie quiere realizar ¿Por qué y cómo exalta esa labor?
—Hemos olvidado, supongo, que un buen llanto es como la risa, siempre es mejor estando acompañados. Así es en este oficio, debemos estar presentes, junto a las personas, en tiempos difíciles, como en la pérdida y la muerte. Eso tiene gran significado para ellos. Es parte del sentido común de la humanidad y a lo que he dedicado mi vida. Realmente no hay frialdad en mi trabajo.
—¿El trabajo fúnebre es una ocupación depresiva?
—Por supuesto que el comportamiento que uno debe tener ante personas que están pasando por la pérdida de un ser querido, puede ser desafiante. Pero cuando se entiende que el duelo es la otra cara de la moneda del amor, me doy cuenta que soy un testigo privilegiado de lo mejor de nuestra especie.
—¿Qué cambiaría del trabajo fúnebre?
—Mi deseo es que el mercado mortuorio entre a lo sublime y se aleje de lo ridículo, porque ahora hay más énfasis en los accesorios, pero poco en la verdadera esencia.
—El escritor Richard Ford dijo alguna vez que: "La importancia de una muerte se mide por la significación de la vida que ha interrumpido" ¿Qué tiene que decir al respecto?
—Pienso que la muerte es como los signos de puntuación, los cuales le dan significado a una frase, un texto o un párrafo. Así pasa con la muerte, que revitaliza la vida. Nosotros somos mortales, todo termina, como las oraciones que finalizan con un signo de interrogación, otras con un signo de admiración o con un punto final. Pero todas, siempre con un signo, como la vida siempre finaliza con la muerte.
—¿Cuáles son las características que debe tener un buen enterrador?
—Debe ser bueno para escuchar, el elevarse y ayudar a levantar el ánimo a las personas. Ayuda tener un buen traje negro, un buen sentido del humor, misterio y gratitud, además de honestidad, pero sobretodo amor a este trabajo.
—Hay personas que consideran que el humor y la comedia no pueden ir junto a temáticas como las que usted maneja en El enterrador ¿Qué piensa de eso?
—Los que piensan así no viven en un mundo real. Muchos lloran en las bodas y ríen en los funerales. Siempre será igual, algo contradictorio.
—Con el tiempo ¿qué tanto ha cambiado este trabajo y el rito funerario?
—Ahora se tienen más y más servicios "conmemorativos", a los cuales se invitan a los amigos y familiares del difunto. Claro, a todos menos al muerto. Es como ir a una boda sin la novia o a un bautismo sin el bebé. Algo ilógico. Creo que hemos perdido nuestras raíces étnicas, religiosas y culturales, de modo que, cada vez que muere un ser amado, el comercio fúnebre lo que hace es retornarnos al dolor, sólo por el dinero.
Del libro a la TV
—Una exitosa serie de televisión basó su guión en El enterrador. Como escritor ¿cómo logró desprenderse de su trabajo literario para que se convirtiera en un producto televisivo?
—Dicho proyecto necesitó mi asesoría, pero fue sólo eso. Quedé complacido con el producto final y orgulloso de que una de mis obras la hubiera trabajado Alan Ball (productor de televisión estadounidense), quien hizo un gran trabajo en "Six feet under", como se llamó la serie. Estoy muy complacido que mi trabajo haya inspirado algo de él.
Como me escribió alguna vez el propio Ball al terminar la serie: "Finalmente entiendo qué has estado consiguiendo en tu trabajo, una vez pones una persona muerta en la habitación, puedes hablar sobre cualquier cosa".
—¿Qué distancia existe entre su poesía y su trabajo en el ensayo?
—La poesía me parece esencial, no sólo en mí, sino en cualquier escritor. La poesía es la leche de la madre de la literatura. Nunca habría escrito prosa si no hubiera leído ni escrito poesía.
—¿Qué es lo positivo y lo negativo de estar en constante contacto con la muerte?
—Te da una mayor apreciación de la vida, el amor y la bondad de un ser humano hacia otro.
Claro, en otros momentos la tristeza puede ser ciertamente abrumadora, porque en este trabajo los extremos son constantes.
—Como el ser humano ¿los libros también cuentan con un tiempo de vida?
—La vida de los libros es tan larga como su relación con los lectores. Mis libros han tenido buena vida, pues ahora tienen nuevos lectores en países como Colombia, donde antes no podían leerme.
—Para Thomas, el poeta, ¿qué es la muerte?
—Para los escritores, la sensación de dejar un testimonio es muy importante. Todo lo que siempre quise fue dejar algo para que mis hijos me entiendan mejor, les ayude con su problemática, a entender su propia vida. Cuando muera, quizás mis libros sobrevivan.
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