lunes, 28 de noviembre de 2005

Toni Morrison derrama el dolor de la esclavitud

Toni Morrison

19ª FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE GUADALAJARA

Toni Morrison derrama el dolor de la esclavitud

La premio Nobel estadounidense lee las primeras páginas de su novela 'Beloved'


JOSÉ ANDRÉS ROJO
Guadalajara 28 NOV 2005

El inmenso dolor de la esclavitud se derramó ayer en el auditorio Juan Rulfo a través de las palabras de Toni Morrison (Lorain, Ohio, 1931). La escritora estadounidense, que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1993, leyó las primeras páginas de su novela Beloved (1987) ante un público rendido que no dejó de ovacionarla. Abrió así el salón literario de la feria. La autora de Amor, Jazz, Sula o La canción de Salomón estuvo también hace unos días en la Universidad de Guadalajara, donde leyó El hogar del extranjero, un texto en el que trató de las heridas de un mundo en el que crece el número de personas que, por la globalización, han perdido sus puntos de referencia, sus raíces, su casa.


Habitamos un mundo en el que existe el mayor movimiento de masas humanas de la historia, dijo la autora
Terminó hablando del guineano Camara Laye, que narró el viaje a África de un blanco desarraigado

La imponente presencia de Toni Morrison, su larga cabellera cenicienta, su cercanía y elegancia natural provocan de inmediato una corriente de simpatía que se refuerza, más aún aquí en México, por la temática y las preocupaciones que alimentan su obra: todo el repertorio de cuestiones humanas, pero situado en ámbitos donde existe discriminación racial, marginación, explotación, pobreza. O más concretamente, Toni Morrison da cuenta de las peripecias que padecen las mujeres afroamericanas en un mundo dominado por los blancos. La honda voz de la escritora resonó ayer en Guadalajara mientras leía los pasajes iniciales de Beloved y el terrible dolor de la esclavitud volvió a renacer, aun cuando la memoria y la culpa hayan querido borrarlo como un estigma vergonzoso de la historia de los que permitieron tamaña ignominia, tanto sufrimiento, tanto dolor.
Al terminar la lectura, y durante una rueda de prensa, la escritora respondió a diversas preguntas. Dijo no sentirse portavoz de la comunidad afroamericana, celebró el multiculturalismo, se refirió a Harold Bloom como un "hombre encantador" pero "literariamente conservador" y aprovechó para dar algún revés a su país en la guerra de Irak: "La prensa ha sido siempre un brazo del Gobierno. La televisión y la radio pertenecen a grandes empresas, que son lo mismo que el Gobierno, y tienen un enorme poder. Son quienes deciden qué vemos, qué escuchamos y qué leemos". Explicó también que no creía que Irak fuera otro Vietnam para Estados Unidos y señaló que la justificación de la guerra con el argumento de combatir el terrorismo es una falacia: "Sólo les interesa extender sus intereses".
"Hay autores que consiguen que veamos el mundo como una perla rara", había dicho la escritora mexicana Rosa Beltrán al presentar a Toni Morrison antes de su lectura. "¿Desde dónde se escribe y con qué fin?", ésa es la gran cuestión de su literatura, comentó, y señaló que ha sido "la experiencia de la negritud" el caudal que ha alimentado sus obras, que han conseguido "cambiar la forma en que esa experiencia debe ser dicha".
Poco después, Toni Morrison reveló la dureza de aquella vida leyendo un fragmento de una de sus novelas. Antes quiso contar los orígenes de Beloved."Hacia 1971, leí un periódico de mediados del siglo XIX publicado en Ohio que contaba la experiencia de una esclava que había conseguido escapar de sus amos. Viajó de Kentucky a Ohio y, cuando iba a ser detenida, quiso matar a sus tres hijos, aunque sólo lo consiguiera con uno de ellos". Después intentó quitarse también ella la vida, pero ya no fue posible. Morrison quiso penetrar en el misterio de aquel gesto desesperado, y así surgió una novela que, como explicó Rosa Beltrán, "concibe el crimen como un acto de amor". Luego resonó la honda y profunda voz de Toni Morrison y fueron apareciendo sus personajes, esa criaturas que saben que tanto su pasado como su presente resultan intolerables.
"¿Somos urbanos, cosmopolitas o simplemente solitarios?", se preguntaba Toni Morrison el pasado día 25 en su conferencia en la universidad. "¿Cómo decidimos el lugar al que pertenecemos?". De lo que habló, en definitiva, fue de la condición del extranjero, del que no tiene ya patria, del que va de un lado a otro.
Habitamos un mundo en el que, al margen de los momentos álgidos del esclavismo, existe el mayor movimiento de masas humanas de la historia, comenzó diciendo la escritora estadounidense. Es un movimiento en el que participan trabajadores, intelectuales, refugiados, inmigrantes y también ejércitos que cruzan océanos y continentes, y que se realiza a veces respetando las leyes pero también por caminos ocultos. La gente cambia de hogar, y "gran parte de ese éxodo puede ser descrito como el viaje de los colonizados hacia el mundo de los colonizadores", comentó Toni Morrison.
La globalización ha terminado por destruir el sentido de pertenencia, comentó más adelante. Habló del "colapso de los Estados nacionales bajo el peso de la economía, el capital y el trabajo transnacionales", de la conversión de la cultura de los países del Tercer Mundo en un exotismo para consumo de los países desarrollados, de la paulatina eliminación de las lenguas minoritarias, de la destrucción de la vieja separación entre lo público y lo privado, de las conductas juveniles que cada vez más no son sino el eco de lo que ofrecen las pantallas...
Finalmente, se centró en África, en la relación de los occidentales con ese continente, en sus tópicos y sus prejuicios. Se refirió a las misiones evangelizadoras que quisieron redimir del pecado a sus habitantes, de ese "continente oscuro que necesita desesperadamente la luz" (eso decían) y trató también de la mirada de los escritores: Conrad, Dinesen, Bellow, Hemingway, Camus, y otros. De la impresión que transmitieron de estar ante lo definitivamente otro, ante lo extraño.
Y terminó hablando de la obra del escritor guineano Camara Laye, que contó justamente lo contrario: el viaje a África de un blanco desarraigado que no cuenta con el apoyo de nadie y que, solo, ha de deshacer sus prejuicios, sus falsas verdades, sus mentiras. Hasta que rompe todo el blindaje emocional que desencadena el miedo y se encuentra con la verdad de ese ancho y diverso mundo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de noviembre de 2005


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