miércoles, 12 de julio de 2000

El enigma Graham Greene continúa descifrándose


Graham Green y Catherine Walston


El enigma Graham Greene continúa descifrándose

El libro cuenta cómo el escritor dejó su país en 1966 .
Según el autor de la biografía, Graham Greene descubrió cómo su amigo Kim Philby, jefe de los servicios secretos, trabajaba para Moscú.


GUILLEM BALAGUE
4 DE ENERO DE 1997


LIVERPOOL.- ¿Hay todavía espacio en las librerías para una nueva biografía de Graham Greene? En los últimos dos años, tras la publicación de los dos primeros volúmenes de Norman Sherry sobre la vida del escritor británico y tras el libro más controvertido y menos respetuoso de Michael Shelden, W. J. West está convencido de que todavía quedan cosas por decir sobre el autor de El tercer hombre.
En marzo, la editorial Weidenfeld publicará la nueva biografía de West, más de 300 páginas con «nuevo material sobre las razones por las cuales Greene se vio obligado a marchar de su país para vivir en el extranjero en 1966», además de la revelación de una «nueva novia», según afirma el propio biógrafo.
Aunque el escritor se reservará el último dato hasta la publicación del libro, West detallará la razón por la cual Greene abandonó el Reino Unido, a donde tan sólo regresó muy ocasionalmente durante los últimos veinticinco años de su vida. Al parecer, el novelista fue la víctima de una trampa elaborada por un asesor fiscal inglés que residía en Suiza y que tenía conexiones con la Mafia de Hollywood.
Más de 700 cartas de su amigo y también escritor Headley Chase, encontradas en Londres y subastadas recientemente, revelan que ambos fueron engañados por el asesor financiero. Chase conoció a Greene en Hollywood en los años cuarenta, en donde ambos escribían guiones para películas.
ADIOS AL ESPIONAJE.- La biografía -que lleva por nombre La búsqueda de Graham Greene y será publicada por Weidenfeld & Nicholson- revela además el motivo del abandono de su labor como espía. El escritor inglés supo que Kim Philby, su amigo y jefe en el MI6 -los servicios secretos británicos- trabajaba para el KGB soviético.
Su rechazo a seguir colaborando con el MI6, justo cuando Philby le ofrecía un ascenso, dice tanto de su lealtad al amigo como de su instinto de espía: Greene averiguó el doble trabajo de Kim Philby quince años antes de que fuera descubierto por sus superiores y tuviera que abandonar el Reino Unido para establecerse en la Unión Soviética.
West defiende que Harry Lime, uno de los grandes antihéroes del cine británico, tenía una identidad secreta. Greene, que escribió el cuento primero y luego el guión de El tercer hombre, basó el villano interpretado por Orson Welles en Philby y en Chase, cuyo nombre verdadero era René Raymond.
El escritor inglés reinició su amistad con Philby tras recibir, a finales de los setenta, una postal suya desde Moscú que tan sólo decía «A nuestro hombre en la Habana».
Durante los siguientes años, el autor de El poder y la gloria y El americano impasible se reencontró con su amigo con la intención de conocer los detalles de su traición al Reino Unido.
Greene, cuenta West, comenzó a obsesionarse con el espionaje desde el momento en que un profesor de su escuela le forzó a seguir y denunciar en secreto el comportamiento de sus compañeros, un trabajo que le creó un remordimiento que no le abandonó el resto de sus días.
Desde su muerte en 1991, el escritor británico ha recibido tantos elogios como reprobaciones. ¿Era Graham Greene uno de los grandes?, se preguntan la casi media docena de biografías publicadas en esta década. Las idas y venidas de su reputación ha sido uno de los temas más seguidos por académicos y comentaristas culturales.
CLASICO Y POPULAR.- En vida, Greene estaba considerado como uno de los más importantes escritores del siglo, al enlazar estereotipos populares con otros procedentes de la literatura clásica. La palabra Greeneland se creó para describir el mundo de duda moral y conflicto creado por su conversión al catolicismo.
Sin embargo, existía la tendencia crítica y académica a despreciar la popularidad y el talento literario de Graham Greene, tendencia que pareció mayoritaria tras su muerte.
Hoy, en todo caso, la hora oscura parece pasada, como confirman el aumento de ventas de sus novelas. Incluso en el mundo universitario, Greene parece recuperar cierto respeto. Recientemente, el Boston College norteamericano se gastó más de 200 millones de pesetas en la compra de sus papeles.
El novelista Malcolm Bradbury está convencido de que el autor de El americano impasible disfrutó jugando con la falta de estima hacia su obra. «Graham Greene no quiso ser un gran escritor a la manera del grupo de Bloomsbury y resistió siempre los intentos de intelectualizar su trabajo. Greene comenzó a escribir cuando el ser autor estaba de moda y era algo importante. Sin embargo, rechazó ese concepto y prefirió la popularidad que le daba su papel de outsider y de persona enigmática».




Perenne objeto de deseo biográfico

Hace casi tres años, tras la publicación de las biografías de Norman Sherry y Michael Shelden, los dos escritores se dedicaron a lanzarse puñetazos por escrito en varios medios de comunicación. La guerra fue continuada por otros expertos en Greene y uno de ellos llegó a enviar por correo a otro una amenaza de muerte. El estudio serio de Sherry, su biógrafo más respetado, fue eclipsado por la historia alternativa de Shelden, que descubría la homosexualidad oculta del novelista. West no está convencido de la veracidad de la hipótesis gay. «Nadie va a poder encontrar un sólo amante de Greene. No existen», afirma el biógrafo. La resurrección de Greene, tras unos años dominados por las críticas, se ha traspasado al mundo de la pantalla grande. Oliver Stone corre el riesgo de irritar a los puristas cuando este año termine su versión de El tercer hombre, traspasado al Berlín moderno. La cinta iniciará una recuperación de guiones del novelista, incluidos El americano impasible y El final de la aventura. La única novela intocable de Greene sigue siendo A burnt-out case, la historia de una leprosería en Africa.



EL MUNDO




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