sábado, 7 de marzo de 2015

Lydia Davis / El final de la historia / Reseña


Lydia Davis
EL FINAL DE LA HISTORIA
Por Israel Paredes

Conocida ante todo por su excelente faceta de escritoras de relatos, Lydia Davis publicó en 1996 El final de la historia, la que es hasta el momento su única y magnífica novela que edita ahora Alpha Decay.
A lo largo de su carrera como escritora, Davis no solo ha ido evolucionando en el terreno del relato corto, como se puede apreciar en colecciones tan magníficas como DesglosesSin apenas memoria o en la todavía inédita en castellano Can’t and Won’t, quizá uno de los trabajos más precisos al introducir los nuevos lenguajes surgidos con las nuevas tecnologías en el terreno del relato. Davis, siempre en busca de la innovación formal, ha tomado la rica herencia literaria de su país para ir adecuándola con el paso de los años, convirtiendo sus colecciones de relatos en no solo, que también, magníficas historias atentas a la cotidianidad y a aquello que subyace bajo ella, sino que además ha construido una obra en busca de los mecanismos que dan sentido y solidez a la ficción y a la narración literaria.
Este aspecto está muy presente en El final de la historia, una novela que parte de una idea muy simple y sencilla pero que va volviéndose más compleja según avanza la narración y no tanto por la trama, que no resulta nada dificultosa de seguir, sino por cómo Davis va creando una novela sobre el proceso de crear esa novela que el lector tiene entre manos. La narrador, acaso el alter ego de la propia Davis, intenta escribir una novela sobre un hombre y la relación que mantuvo con él en el pasado. Desde el presente, recuerda de manera fragmentada aquella época y evidencia la dificultad de ser fiel a esos recuerdos, buscando las palabras y las expresiones exactas para narrar, pero también cuestionándose si quizá las cosas no sucedieron exactamente como ella cree que fueron.
Exenta de sentimentalismos, el recuerdo intenta ser fehaciente, exacto, para conseguir a través de su transformación en literatura llegar a cierta verdad. Pero Davis parece fracasar, al menos así lo transmite en cada página, porque quizá la memoria es un engaño. A partir de dos momentos temporales, Davis construye una novela que es una búsqueda, una aventura literaria, también personal, porque lo que hace la narradora es evaluar ese pasado para conocer su presente. Pero en el transcurso de la escritura, lo que evidencia es todo aquello que no sabe y, lo que es peor, que aquello que pensaba que sí sabía quizá no fuera cierto, o era de otra manera, porque hay muchas maneras de acercarse a lo sucedido.
Construida a modo cíclico, con idas y venidas, Davis crea una novela de ritmo orgánico asentado en una literatura medida, tan narrativa como reflexiva, que acaba convirtiéndose en todo un tratado sobre cómo escribir una novela o, mejor dicho, sobre cómo acercarse al material del que se quiere escribir. Porque, en el fondo, El final de la historia, es una obra sobre el proceso creativo, sobre cómo dar forma ficcional o literaria a los recuerdos, concluyendo que quizá lo más importante no es tanto la fidelidad a la memoria sino la manera en que esta es trasladada en forma de palabras


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