martes, 8 de julio de 2014

Javier Marías / Woody Allen / Fobias en las grandes metrópolis



Javier Marías / Woody Allen
FOBIAS EN LAS GRANDES METRÓPOLIS

Abismos psicológicos, fobias en las grandes metrópolis: leitmotiv de sus obras. Javier Marías y Woody Allen se prescriben a sí mismos una estricta normalidad. ¿Excentricidades, incluso neurosis? ¡De eso nada!

Cuando un autor se recluye para escribir un nuevo libro se necesita una muy buena razón para apartarlo de su clausura. Con Javier Marías bastaron exactamente dos palabras para sacarlo de un pequeño pueblo de la provincia española de Soria y llevarlo a París: Woody Allen. El director americano, quien como cada otoño viaja por Europa, quiso citarse con el escritor de éxito para conversar para la revista Vogue en la capital de Francia ("mi segunda patria"). Un discreto escenario para el primer encuentro personal de ambos: Una habitación del Hotel "Le Bristol" en la Rue du Faubourg Saint-Honoré. Woody Allen lleva un pullover de cachemir beige, unos pantalones marrones decentemente estampados y sus inevitables gafas de pasta negra. Javier Marías viste una americana en la que lleva una insignia con la efigie de William Shakespeare, su gran ejemplo. Los dos toman sitio en un sofá.


JAVIER MARÍAS: Me siento a la izquierda, soy zurdo y como tal tengo esa costumbre natural.

WOODY ALLEN: Perfecto. Oigo muy bien con el oído izquierdo, con el derecho oigo mal. Todavía recuerdo mi trabajo con un cámara sueco que trabajaba para Ingmar Bergman. Tenía problemas con el oído izquierdo, yo los tenía con el derecho. Nos pasamos toda la película dando vueltas buscando la postura en la que los dos nos pudiéramos comunicar.

JAVIER MARÍAS: Antes de empezar me gustaría ofrecerle algunos de mis libros. Los puede tirar a la basura o regalárselos a alguien.

WOODY ALLEN: ¡Yo nunca tiraría un libro! Incluso le prometo que voy a leerlos todos. Leo constantemente y, como no sé francés, aquí no veo la televisión, sino que paso mucho tiempo en la habitación leyendo. Además, todavía me esperan algunos viajes en avión.

JAVIER MARÍAS: ¿Puede usted leer en los aviones? Yo no. Antes siempre llevaba un periódico cuando volaba, pero entonces empezaron mis angustias porque no veía lo que pasaba a mi alrededor.

WOODY ALLEN: Yo disfruto con la lectura encima de las nubes. Al despegar me agarro al libro como si fuera un amuleto de la suerte. En cambio, me mareo cuando leo en un coche.

JAVIER MARÍAS: Yo creo que eso es muy normal.

WOODY ALLEN: Muchos amigos míos, durante los viajes en coche, estudian guiones, periódicos, libros gruesos o desarrollan algún proyecto. Tampoco entiendo como lo consiguen.

JAVIER MARÍAS: Ayer por la tarde vi en el hotel su última película La maldición del escorpión de Jade en vídeo. La encuentro muy divertida. Tengo curiosidad por saber si tuvo en cuenta una película de los 60 que adoro, The Manchurian Candidate. También hay escenas en las que realizan sesiones de hipnosis, pero con cartas.

WOODY ALLEN: No. Me inspiraron filmes anteriores, de los años 30 y 40. La hipnosis estaba muy de moda, aunque para mí sólo fue un pretexto para divertirme. Sin embargo, recuerdo bien The Manchurian Candidate. Cuando se estrenó en Estados Unidos obtuvo sólo un éxito moderado, pero a lo largo de los años se ha convertido en un clásico. John Frankenheimer, el director, fue uno de los grandes de su generación.

JAVIER MARÍAS: También me gustó mucho otra de sus películas Siete Días de Mayo, ciencia-ficción con un trasfondo político, que retrata una especie de golpe político en Estados Unidos.

WOODY ALLEN: ¿Sabía usted que hay otra película de Frankenheimer, que yo no he visto nunca, y que está en relación con los acontecimientos del 11 de septiembre en Manhattan? En Domingo Negro del año 1977 unos terroristas sobrevolaban en globo un estadio y amenazaban las vidas de los espectadores. Por cierto, ¿cómo ha reaccionado la gente en España a los trágicos atentados?

JAVIER MARÍAS: Estamos, naturalmente, horrorizados y bajo un "shock", y todo eso a pesar de que la población ya está acostumbrada al terrorismo.

WOODY ALLEN: ¿Cómo puede uno acostumbrarse a algo así? Se refiere a los separatistas vascos...

JAVIER MARÍAS: Exactamente. ETA asesina desde hace más de 30 años. Ya llevan más de 1000 personas asesinadas una a una, y esto es quizás más terrible que asesinar en masa. Cada vez se nos para la vida durante un instante, cada vez se repite la misma rabia, las mismas ceremonias fúnebres. Una vez los terroristas pusieron una bomba en unos grandes almacenes y las víctimas fueron mayoritariamente amas de casa. Uno de mis mejores amigos, el escritor y filósofo Fernando Savater, recibe amenazas. Tiene que protegerse constantemente con guardaespaldas. Este año no va a poder dar clases en la universidad, es demasiado peligroso.

WOODY ALLEN: ¿Tiene prejuicios contra los vascos?

JAVIER MARÍAS: No, él mismo es vasco. Sus propios compatriotas lo están presionando. Él defiende la libertad en lo que escribe. Cuando se afirma que los intelectuales ya no se comprometen, no me queda más remedio que reírme. Algunos se comprometen tanto que reciben serias amenazas. Yo me doy por satisfecho escribiendo algún artículo de vez en cuando.

WOODY ALLEN: ¿Y cuál es el objetivo de ETA? ¿Son racionales, específicos o más bien arbitrarios?

JAVIER MARÍAS: Más bien específicos. No utilizan armas químicas y tampoco perpetran atentados suicidas. Sus ataques son generalmente a políticos o policías, pero a veces también a gente que no tiene una gran importancia pública. El año pasado asesinaron a un vendedor que había salido elegido en el consistorio.

WOODY ALLEN: Y todo eso es porque quieren la independencia, ¿verdad?

JAVIER MARÍAS: Sí. Si todos los vascos la quisieran no habría problemas, pero a la mayoría no les importa.

WOODY ALLEN: Eso es interesante. Pero lo peor de todo eso es que la vida de una persona no tiene valor para ellos. En Estados Unidos la gente está en alerta. Hace muchos años que se especula sobre posibles ataques terroristas y cuando ha ocurrido, nadie estaba preparado. A mí no me ha sorprendido...

JAVIER MARÍAS: ¡Pero además de una forma tan brutal! Me sorprende que esté usted aquí en Europa y no con los suyos.

WOODY ALLEN: Me gusta demostrar que la vida debe continuar normalmente tras un hecho tan insensato. Lo peor de todo es que esto no sólo ha afectado a los neoyorquinos, sino a gente de todas las culturas y religiones. Pero lo único que puedo hacer es repetir una vez más que, para sobrellevar un "shock" de esas dimensiones, la vida debe continuar. Trabajar, ir al teatro, practicar deportes... Y en mi caso hacer películas y no pensar en que es posible que en suelo americano nunca más vayan a ocurrir cosas extravagantes, divertidas o tranquilizadoras.

JAVIER MARÍAS: Volviendo a La maldición del escorpión de Jade, lo que usted deseaba era realizar, más que una comedia con las habituales intrigas, una comedia romántica. ¿Es usted un romántico?

WOODY ALLEN: Soy más bien realista. Es cierto que me atrae el glamour de los años 40 y también que durante la guerra había un espíritu muy romántico en Nueva York. Más tarde, a la ciudad la cambiaron las drogas y a Gershwin lo sustituyeron la televisión, el rock y el pop.

JAVIER MARÍAS: Yo tampoco soy romántico. Siempre he pensado que, si se tiene dinero, es mejor vivir solo que en pareja. Nunca me he casado y considero que he hecho lo correcto. No creo que pueda vivir con nadie nunca más. Lo aterrador no es tanto que tengas que dar explicaciones de adónde vas o de por qué llegas a las tres de la mañana a casa, sino el tener siempre un testigo de las cosas más insignificantes. Por ejemplo, cuando te tumbas en el suelo en verano, porque se está más fresco, o cuando lo único que haces durante dos horas es mirar al techo... Entonces la esposa pregunta si te encuentras bien. O cuando veo tres partidos de fútbol seguidos, cosa que me gusta mucho, tendría siempre mala conciencia porque no aprovecho "mejor" el tiempo.

WOODY ALLEN: Sí, siempre tiene uno que explicar por qué lo que uno está haciendo no es nada malo. ¿Tiene miedo de que se lo expliquen a terceras personas?

JAVIER MARÍAS: No, no es tanto por eso, es más bien porque se lo puedan echar a uno en cara.

WOODY ALLEN: Eso lo entiendo. Cuando vives con alguien, esa persona te conoce perfectamente, con todas tus excentricidades. Pero yo no me caliento más la cabeza con esas cosas. Tengo muchas manías que ya se notan tras dos días viviendo conmigo.

JAVIER MARÍAS: ... y que seguramente son inofensivas...

WOODY ALLEN: ¡Ah, sí, absolutamente! Pero sé que son simples excentricidades y, aún así, no voy a dejar de hacerlas. Por ejemplo, no puedo ducharme si el desagüe está en el centro del plato de ducha, porque no me gusta que el agua caiga directamente al desagüe. Y, en las comidas, no puedo soportar el chirrido que hace cuchillo en el plato cuando alguien corta algo (se tapa los oídos). ¡Me saca de mis casillas!

JAVIER MARÍAS: Quizás ya no vea ahora la situación igual que antes, pero sólo con la idea de tener una cita y que haya otra persona que no vaya a estar lista a tiempo, me parece todo absurdo.

WOODY ALLEN: Yo tengo ahora una familia, ese es un cambio muy bonito. Cuando me voy a dormir ya no disfruto teniendo una cama grande para mí solo. Hay otra persona y nuestras dos hijas lo alborotan todo. Tuve un piso para mí solo durante diez años. Las ventajas: te vas a dormir cuando quieres, apagas la luz cuando te va bien. Hasta que no tuve casi 40 años, siempre dejaba la luz encendida, porque tenía miedo a la oscuridad.

JAVIER MARÍAS: Naturalmente, se olvida uno voluntariamente de sus libertades. Yo, personalmente, no estoy ya dispuesto a eso. Algo así se puede ver en sus películas: las personas que se quieren nunca son felices viviendo juntos. Por cierto, los diálogos de La maldición del escorpión de Jade son espléndidos.

WOODY ALLEN: ¿Los diálogos? Recuerdo todavía películas de mi infancia, películas con Katherine Hepburn y Claudette Colbert. Los diálogos eran vertiginosos, entre el hombre y la mujer había una especie de animadversión tan profunda que parecía increíble que al final se amasen. En la vida real todo es diferente. De un odio tan intenso no puede salir nunca una buena relación, por mucho humor que ambas partes le pongan.

JAVIER MARÍAS: En la vida real no piensa uno en lo magnífico del diálogo, sino en las palabras terribles que se han pronunciado y que seguramente a uno de los dos le han dolido en lo más profundo. En cualquier caso, usted trata relativamente bien a las mujeres en sus películas. Hace muchas bromas con ellas.

WOODY ALLEN: ¡Adoro a la mujeres! Son más responsables que los hombres e incluso los superan en muchos aspectos. Las mujeres han cambiado mi vida. Cuando empecé a salir con mujeres de una cultura e inteligencia superiores a las mías y con más iniciativa que yo, fue cuando intenté superarlas. Entonces comencé a devorar libros, museos y conciertos. He crecido entre mujeres: yo era, junto con mi padre, el único ser masculino en una familia dominada más bien por mujeres. Tenía una hermana, primas, siete tías. Pienso raramente en términos masculinos, sólo cuando el tema está relacionado conmigo. Mi madre era quien cortaba el bacalao. Me compró una máquina de escribir porque esperaba que con ella iba a mejorar en la escuela. Pero en lugar de utilizarla para hacer los deberes, empecé a escribir chistes y a enviarlos a periódicos. Tenía 15 años y me busqué un pseudónimo: Woody Allen en lugar de Allen Konigsberg, porque sonaba más "artístico".

JAVIER MARÍAS: Yo también empecé a escribir de muy joven, con doce años. A mí me reprochan que en mis novelas las mujeres no salen muy bien libradas, pero lo cierto es que estoy convencido de que a las mujeres les ha tocado la peor parte. Y no me refiero a las de Afganistán o a las de países similares, sino a las de las llamadas sociedades libres. En la mayoría de los asesinatos es un hombre quien mata a una mujer. Las mujeres son más sinceras, no disimulan sus sentimientos y están más dispuestas a arriesgarse que los de nuestro sexo.

WOODY ALLEN: Yo pienso exactamente lo mismo. También creo que las mujeres son más agradables y menos agresivas. Cuando dos mujeres tienen un accidente de coche no se pegan. Si el mundo estuviera gobernado por mujeres sería más pacífico... y más divertido.

JAVIER MARÍAS: En mi casa sólo había niños. Durante la Guerra Civil, mi padre era escritor del partido republicano. Franco hizo que lo encarcelasen... fue realmente sorprendente. En circunstancias normales lo habrían matado, pero no lo hicieron. La justicia funcionó como en todas las dictaduras: quien acusaba a otro hombre no estaba obligado a probar la culpabilidad de éste, sino que era el acusado el que debía probar su inocencia.

WOODY ALLEN: Entonces lo que regía era la presunción de culpabilidad.

JAVIER MARÍAS: Exactamente. Esa era la situación en 1939, y mi padre ya no podía dar clases en la universidad. Por eso nos fuimos, un mes después de mi nacimiento, a Massachusetts. Volví unos años más tarde y, en medio del Franquismo, tuve la suerte de ir a una escuela no confesional, aunque eso estuviera prohibido en aquel tiempo. Por lo tanto crecí en un entorno liberal. Cultura se escribía en casa con mayúscula. Las habitaciones estaban repletas de libros, había tantos que yo desarrollé un odio hacia ellos porque no tenía sitio para guardar mis juguetes y mis soldados, ni para jugar con mis hermanos.

WOODY ALLEN: La obligación de demostrar la inocencia... eso es exactamente lo que sentí cuando fui por primera vez a la Unión Soviética. En cuanto llegué a la frontera me di cuenta que la probatoria era aplastante. Su "saludo" fueron preguntas en un tono de voz terrible y autoritario: "¿Lleva dinero? ¿Cuál es su profesión? ¿Tiene hijos?". De repente tiene uno el sentimiento de tener que justificar su propia integridad, que uno no ha hecho nada malo.

JAVIER MARÍAS: Exactamente así vivieron muchas personas en España entre 1939 y 1975. Hay muchas anécdotas sobre la censura de películas, por ejemplo, Mogambo de John Ford. Grace Kelly interpretaba en esa película a una mujer casada y Clark Gable, al seductor. En el doblaje español, para evitar la irrupción en el matrimonio, los hicieron interpretar el papel de hermanos, lo que fue mucho peor, porque acabó como un incesto.

WOODY ALLEN: ¿Cómo puede ser posible algo así? ¡Esa película es un clásico!

JAVIER MARÍAS: Uno de los temas centrales en sus películas es la conciencia de culpabilidad. ¿Juega usted con ella?

WOODY ALLEN: De alguna forma sí, aunque yo no he crecido con ese sentimiento. No llevábamos la vida de una familia judía tradicional a pesar de que siempre recibíamos avisos de que pertenecíamos a una minoría perseguida y a pesar de que eso siempre jugó un papel importante en mi vida. Yo creo que la culpabilidad es un término social para las personas, algo moral más que personal. Yo he crecido con todas las libertades imaginables dentro de la clase social media baja. Entonces el ambiente en la sociedad americana era muy bueno. Del horror de la Guerra Mundial recibí muy poco, era demasiado joven para percibir la magnitud de la tragedia. Me acuerdo, sobre todo, de algunos soldados y marineros apuestos que se despedían de sus chicas besándolas para ir a convertirse en héroes de películas.

JAVIER MARÍAS: ¿La cultura jugó en su casa un papel importante?

WOODY ALLEN: En mi casa no se leían libros, nunca íbamos al teatro y tampoco teníamos tocadiscos. Pero como todo judío, mis padres sabían que la cultura era importante y me animaron mucho. Ya de pequeño me interesé por el teatro y, para horror de mi madre, tocaba el clarinete toda la tarde. Todavía recuerdo la alegría que sentí cuando abrieron el primer cine en mi barrio. Todos íbamos al cine. El cine lo era todo para nosotros, un mundo para soñar, un mundo que daba alas a nuestra fantasía.

JAVIER MARÍAS: En España teníamos cine de sesión continua. Así que podíamos llegar cuando una película ya había empezado. Entonces intentabas imaginar lo que podía haber pasado y luego no tenía nada que ver con la realidad.

WOODY ALLEN: Me pregunto qué es más importante en nuestro siglo: la realidad o la ficción. Para mí el mundo de la imaginación fue siempre más tentador y más auténtico que la realidad. Quizás se deba a que yo soy producto de un tiempo de privaciones, en las películas lo más bonito era lo que había en ellas. Se interpretaban en teatros, en palacios, y las estrellas eran más atractivas que las personas reales.

JAVIER MARÍAS: Sí, la ficción ayuda a sobrellevar la realidad. Yo creo en una verdad que tiene algo de imaginaria al mismo tiempo. Uno tiene que jugar con su fantasía, sino no se llega a vivir completamente. Además, una persona imaginativa siempre es inmune a todo tipo de sorpresas.

WOODY ALLEN: Yo soy exactamente igual de inseguro que hace 20 ó 30 años. El trabajo con la ficción me ha salvado la vida muchísimas veces. A veces la gente me pregunta: "¿Por qué haces una película tras otra, eres adicto al trabajo?" Yo sé que a mí me va mejor preocuparme por lo que va a pasar en el segundo acto que preocuparme por lo que voy a hacer cuando tenga noventa años, en mi familia todos serán muy viejos. Los problemas dramatúrgicos me dan muchos dolores de cabeza, pero a la vez me apartan de los grandes problemas irresolubles de la vida.

JAVIER MARÍAS: Yo escribo cuando quiero, cuando tengo ganas, no tengo una rutina. No llevo una vida demasiado ordenada.

WOODY ALLEN: Pues para mí todo funciona bajo un plan determinado. Cada año hago una película. En primavera hago el guión, entonces me voy de vacaciones y en otoño se rueda, pero el éxito nunca me ha supuesto una obligación. En el trabajo la libertad es muy importante para mí, es la condición sine qua non. Si a la gente le gusta lo que hago, perfecto, pero si no les gusta, también.

JAVIER MARÍAS: Yo también he hecho siempre lo que he querido realmente.

WOODY ALLEN: En el fondo mi estilo de vida es bastante corriente y está lleno de rituales. Antes de conocerme la gente piensa a menudo "¿Ah, será él?" Pero entonces se dan cuenta de que soy simplemente un hombre de clase social media baja. Me comporto amablemente con los demás. Por las mañanas me despierto por mí mismo tras haber dormido siete horas, desayuno y me ducho. Cada día doy un paseo a pie de media hora hasta el estudio y trabajo desde hace años con la misma gente. Cuando vuelvo a casa toco el clarinete. Voy a ver partidos de baloncesto y al cine. Muy normal.

JAVIER MARÍAS: Como ya dijo Joseph Conrad: la rutina, cuando se entiende bien, puede ayudar, sobre todo en situaciones extremas, como en un engaño amoroso o en una muerte. Para mí lo que rige es la ausencia de planes. Cada día es diferente, aunque siempre escribo. A veces, contra mi voluntad, me veo envuelto en una cierta rutina. Me gusta la noche y cada día me voy muy tarde a dormir. A pesar de eso, siempre me despierto a las cinco de la mañana o incluso antes. Además soy un fanático del orden. Me pongo de mal humor cuando algo no funciona en mi sistema. Y, al mismo tiempo, hay 
muchas cosas en la vida con las que me puedo divertir.

WOODY ALLEN: A las mujeres les gustan los hombres con sentido del humor.

JAVIER MARÍAS: La fuerza de la seducción en el hombre está en la palabra. ¿Cree en la mujer perfecta?

WOODY ALLEN: No he perfilado ninguna teoría sobre el amor. Para mí no tiene nada de intelectual. Siempre me había gustado un tipo determinado de mujer con una fisonomía determinada, como mi ex-mujer Louise o Mia (nota de la redacción: Mia Farrow, su compañera sentimental de 1980 hasta 1992). ¿A quien no le atraen las mujeres vitales, cálidas, eróticas, apacibles y generosas? Sin embargo no existen reglas. Un día apareció en mi vida Soon-Yi, una mujer como de otro planeta (ya sabe, es coreana), siglos más joven que yo. Aún así, y no sé por qué regla irracional, nuestra relación funciona. Es asombroso que funcione, pero a la vez divertido y tranquilizador. Eso es justamente lo interesante de las relaciones. Un día te paras a pensar y entiendes que eso es exactamente lo que necesitas. ¡Y eso que yo he pasado toda mi vida con actrices, que eran absolutamente diferentes!

JAVIER MARÍAS: También a mí me parece extraño como ha cambiado mi concepción de la mujer ideal con el paso del tiempo, ahora mi concepto es más abierto, últimamente he encontrado muchas mujeres perfectas. Para mí esa idea tiene mucho que ver con una cara auténtica. Con muy pocas excepciones, encuentro horrible la cirugía plástica. No tiene ninguna relación con que una persona pueda parecer atractiva o no. Su cara deja de ser real porque se eliminan las marcas de todas las buenas y malas experiencias que ha vivido.

WOODY ALLEN: Yo también lo considero muy triste. Hoy en día hay dos tendencias: la gente se opera cada vez más joven para que no se note tanto, y también lo hace una gran cantidad de hombres. Indudablemente envejecer no es algo bonito, pero operarse no es la solución. Además si una persona es atractiva o no, no tiene nada que ver con la apariencia física. Eso lo digo por propia experiencia, aunque no me hubiera importado ser físicamente como el joven Marlon Brando.

JAVIER MARÍAS: O tan elegante, apuesto y simpático como Cary Grant. Me reí mucho cuando leí que si se reencarnase le gustaría convertirse en la mejor parte de Warren Beatty. Bueno, en serio, cuando cumplí los cuarenta me marcó mucho la cuestión de la edad. Hace poco que he cumplido los cincuenta y ahora tengo otra teoría: ahora comprendo que pronto voy a pensar que para tener cincuenta años estoy bastante bien servido. Desde entonces me siento mucho mejor.

WOODY ALLEN: Una hermosa teoría.

JAVIER MARÍAS: No sé si se ha dado cuenta, pero cuando miras fotos de los años treinta, te das cuenta de que las caras de las personas era más claras y más auténticas, independientemente de su posición. Eran apariencias más personales, más individuales. Hoy en día todas las caras parecen igual, un poco deformes.

WOODY ALLEN: Yo pienso mucho en la influencia de la sociedad de masas en las personas. Hay una tendencia a abatir la individualidad. Como dijo T. S. Eliot, se están creando personas vacías que consumen y que sólo se fijan en lo superficial. Además a todos les ocurren las mismas cosas. Se habla de una sociedad "cultivada", pero ese cultivo tiene algo de obstinación, algo artificial.

JAVIER MARÍAS: Yo creo que eso también tiene mucho que ver con la rapidez de nuestro tiempo y con la facilidad con la que la gente se olvida de lo que no es agradable. Todo se borra y no queda nada de ello en la personalidad. En las caras de las personas faltan rasgos de decepción o desilusión.

WOODY ALLEN: Nos domina la necesidad de éxito. Entiendo que a todo el mundo le gusta ser querido, pero no por eso tenemos que ansiar el éxito tal como lo hacemos. Lo peor de todo es que las personas se avergüenzan de sus debilidades y les cuesta mucho decir que no están en su mejor momento, o quizás incluso que no son felices.

JAVIER MARÍAS: Eso tiene mucho que ver con la arrogancia. Valores como la compasión ahora son indignos. Tiene razón en lo que dice acerca del éxito. Observo siempre con un poco de desconcierto y un poco de burla esa ambición desmesurada de las sociedades capitalistas. Cuando una empresa produce ganancias inferiores a las del año anterior ya se considera como un fracaso. Cuando alguien escribe un libro de éxito pero al año siguiente no publica nada, debe temer caer en el olvido. Yo he escrito nueve libros en treinta años, ese ritmo me parece saludable. Nuestra sociedad es histérica y vive en la permanente insatisfacción.

WOODY ALLEN: Yo creo que es tremendamente optimista.

JAVIER MARÍAS: No creo en la suerte, ese concepto me parece demasiado abstracto, más bien creo en la posibilidad de ser feliz. Disfruto mucho de algunos momentos y me doy cuenta cuando se produce alguna feliz coincidencia del destino.

WOODY ALLEN: Pues yo me considero afortunado, la vida se ha portado muy bien conmigo. Soy todo lo feliz que un hombre puede ser teniendo en cuenta las limitaciones que nos han impuesto. Si pudiera cambiar la estructura de la existencia, lo haría.

JAVIER MARÍAS: ¿Se considera generoso?

WOODY ALLEN: Al ser director y actor tengo un buen sueldo con el que he podido comprar la casa de mis sueños y algunas obras de arte. Incluso he llegado a pagar a profesionales para que seleccionen los juguetes de mis hijas. A pesar de eso no estoy obsesionado con el dinero. Sí, soy generoso y no entiendo por qué algunos multimillonarios que conozco se limitan a aferrarse a su dinero. No gastan ni un céntimo de lo que tienen.
JAVIER MARÍAS: Quizás por eso son tan ricos. Piense en Rockefeller.

WOODY ALLEN: Mi padre jugaba a la lotería y soñaba con ganar una fortuna para repartirla entre los familiares. Yo comparto ese deseo: el dinero me da seguridad y la posibilidad de ayudar a otras personas. Eso es lo que hago.

JAVIER MARÍAS: Es gracioso, yo también ayudo a mis amigos cuando lo necesitan. Pero no creo que eso sea puro altruismo, sino que me ayuda a conseguir una paz interior. Cuando tenía menos que ahora, siempre pensaba que me gustaría poder sacar a otros de aprietos. Una especie de instinto protector. En el fondo soy un sentimental.

WOODY ALLEN: Yo no soy nada sentimental aunque para mí los sentimientos y los recuerdos son muy importantes. Uno de mis primeros recuerdos es el maravilloso silencio de un monasterio de Washington que visité durante una excursión con la escuela. La serena calma que allí se respiraba me resultó tan atractiva que incluso llegué a pensar en pasarme al catolicismo.

JAVIER MARÍAS: Habla de silencio y tranquilidad, pero en sus películas parece ser un fanático de las fiestas.

WOODY ALLEN: Antes, en los cumpleaños de mis padres, la casa siempre estaba llena de gente. Hoy en día odio las fiestas de la misma forma que odio los ascensores. Un partido de baloncesto me parece más divertido. Tengo el carnet de mi equipo favorito, los Knicks. Cuando estoy en un partido me divierto muchísimo, más que en el cine. El deporte te ofrece momentos de sorpresa.

JAVIER MARÍAS: ¿Qué le parece el cine actual?

WOODY ALLEN: Absolutamente intrascendente. Nadie se interesa ya por la poesía o por la belleza. Los diálogos son o bien banales, o bien los personajes simplemente no conversan. Las imágenes no conmueven. Últimamente las únicas películas que me han gustado son europeas o asiáticas. Hollywood produce sólo películas confeccionadas: frías, carentes de estética, con mucha técnica. Además ahora se puede interpretar todo virtualmente, la única alternativa que le queda a uno está llena de puntos de vista estéticos superficiales.

JAVIER MARÍAS: La estética tiene una importancia enorme. Cuando escribo, a veces rompo una pagina cinco veces hasta que consigo algo armonioso y adecuado. Una reflexión intensa pierde toda profundidad si se expresa de una forma torpe y deslucida. ¿Se considera presumido?

WOODY ALLEN: Me gusta tener un aspecto cuidado, pero la ropa que me pongo me es indiferente. Cuando viajo llevo sólo lo esencial, me gusta viajar con equipaje ligero. Eso en las mujeres es, evidentemente, otra cosa.

JAVIER MARÍAS: Una mujer tiene que llevar faldas y zapatos de tacón. Cuando llevan pantalones no están tan atractivas. Me fijo mucho en los zapatos. Los míos me los hacen a medida en Berlín. No se puede confiar en la gente que lleva sandalias.

(Mientras posan para las fotos hablan de Ingmar Bergman y de la próxima película de Allen. Marías le enseña un libro en cuya contraportada aparece representado como el Rey Xavier I de la Isla de Redonda.)

WOODY ALLEN: ¿Es cierto eso?

JAVIER MARÍAS: Sí, pero a la vez es una prueba de como la ficción ha invadido mi vida real. Mencioné esa isla del caribe en Todas las almas y en Negra espalda del tiempo. Parece que eso le gustó tanto al gobernador, autor y editor Jon Wynne-Tyson que, tras darme las gracias, me transfirió su título. Entretanto he nombrado pares a toda una serie de personas allegadas, por ejemplo a Francis Ford Coppola...

WOODY ALLEN: ¡Qué interesante! Como ya le he prometido: voy a leer sus libros y entonces ya hablaremos.

Cristina Carrillo de Albornoz moderó el diálogo.


PERFILES

Nombre: Javier Marías
Profesión: Escritor
Breve biografía: Nació en Madrid en 1951, hijo de un filósofo. Estudió Filosofía y Letras, impartió clases en Oxford, Estados Unidos y Madrid. Es uno de los autores españoles más leídos desde que publicó su primera novela a los 20 años. Aquí irrumpió en 1996 con "Corazón tan blanco". Otras obras del maestro de refinados laberintos lingüísticos y argumentales son, por ejemplo: Mañana en la batalla piensa en mí y Vida del fantasma. Ha sido distinguido con varios premios y es, desde 1993, es Chevalier de l'Ordre des Arts et des Lettres, de Francia.
Vida privada: Vive solo en Madrid.
Credo: "Escribir no es una tortura sino un placer. No soy de los autores que siempre se quejan"

Nombre: Woody Allen
Profesión: Director, productor y actor de cine, autor.
Breve biografía: Nació en 1935 como Allen Stewart Konigsberg en Brookling, Nueva York. Su padre era trabajador eventual, su madre contable. Pronto escribió algunos "gags" para revistas y televisión. A What's new Pussycat? le siguieron más de 30 brillantes películas, satíricas y psicoanalíticas. Premiadas con un Oscar hay, entre otras: Annie Hall, Manhattan, ZeligHannah y sus hermanas
Vida privada: Ex-marido de Harlene Rosen y Louise Lasser, ex-compañero sentimental de Mia Farrow. Hoy está casado con la hija adoptiva de ambos, Soon-Yi. La pareja vive con sus hijas Bechet y Manzie Tio en Nueva York.
Credo: "Permanezco optimista: el corazón es un pequeño músculo robusto y digno de atención."




Vogue
(Edición Alemana)
Diciembre, 2001
Traducción del alemán: Isabel Moya

http://www.javiermarias.es/PAGINASDEENTREVISTAS/Traduci%97nWoodyAllen.html








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