Ambrose
Bierce
DICCIONARIO
DEL DIABLO
A
Abandonado, s. y adj. El que
no tiene favores que otorgar. Desprovisto de fortuna. Amigo de la verdad y el
sentido común.
Abdicación, s. Acto mediante
el cual un soberano demuestra percibir la alta temperatura del trono.
Abdomen, s. Templo del
dios Estómago, al que rinden culto y sacrificio todos los hombres auténticos.
Las mujeres sólo prestan a esta antigua fe un sentimiento vacilante. A veces
ofician en su altar, de modo tibio e ineficaz, pero sin veneración real por la
única deidad que los hombres verdaderamente adoran. Si la mujer manejara a su
gusto el mercado mundial, nuestra especie se volvería graminívora.
Aborígenes, s. Seres de
escaso mérito que entorpecen el suelo de un país recién descubierto. Pronto
dejan de entorpecer; entonces, fertilizan.
Abrupto, adj. Repentino,
sin ceremonia, como la llegada de un cañonazo y la partida del soldado a quien
está dirigido. El doctor Samuel Johnson, refiriéndose a las ideas de otro
autor, dijo hermosamente que estaban "concatenadas sin abrupción".
Absoluto, adj.
Independiente, irresponsable. Una monarquía absoluta es aquella en que el
soberano hace lo que le place, siempre que él plazca a los asesinos. No quedan
muchas: la mayoría han sido reemplazadas por monarquías limitadas, donde el
poder del soberano para hacer el mal (y el bien) está muy restringido; o por
repúblicas, donde gobierna el azar.
Abstemio, s. Persona de
carácter débil, que cede a la tentación de negarse un placer. Abstemio total es
el que se abstiene de todo, menos de la abstención; en especial, se abstiene de
no meterse en los asuntos ajenos.
Absurdo, s. Declaración
de fe en manifiesta contradicción con nuestra opiniones. Adj. Cada uno de los
reproches que se hacen a este excelente diccionario.
Aburrido, adj. Dícese del
que habla cuando uno quiere que escuche.
Academia, s. Escuela
antigua donde se enseñaba moral y filosofía. Escuela moderna donde se enseña el
fútbol.
Accidente, s.
Acontecimiento inevitable debido a la acción de leyes naturales inmutables.
Acéfalo, adj. Lo que se
encuentra en la sorprendente condición de aquel cruzado que, distraído, tironeó
de un mechón de sus cabellos, varias horas después de que una cimitarra
sarracena, sin que él lo advirtiera, le rebanara el cuello, según cuenta
Joinville.
Acorde, s. Armonía.
Acordeón, s. Instrumento
en armonía con los sentimientos de un asesino.
Acreedor, s. Miembro de
una tribu de salvajes que viven más allá del estrecho de las Finanzas; son muy
temidos por sus devastadoras incursiones.
Acusar, v.t. Afirmar la
culpa o indignidad de otro; generalmente, para justificarnos por haberle
causado algún daño.
Adagio, s. Sabiduría deshuesada para dentaduras débiles.
Adherente, s. Secuaz que
todavía no ha obtenido lo que espera.
Adivinación, s. Arte de
desentrañar lo oculto. Hay tantas clases de adivinación como variedades
fructíferas del pelma florido y del bobo precoz.
Administración, s. En política,
ingeniosa abstracción destinada a recibir las bofetadas o puntapiés que merecen
el primer ministro o el presidente. Hombre de paja a prueba de huevos podridos
y rechiflas.
Admiración, s.
Reconocimiento cortés de la semejanza entre otro y uno mismo.
Admitir, v. t. Confesar.
Admitir los defectos ajenos es el deber más alto que nos impone el amor de la
verdad.
Admonición, s. Reproche
suave o advertencia amistosa que suele acompañarse blandiendo un hacha de
carnicero.
Adoración, s. Testimonio
que da el Homo Creator de la sólida construcción y elegante acabado del Deus
Creatus. Forma popular de la abyección que contiene un elemento de orgullo.
Adorar, v t. Venerar de
modo expectante.
Aflicción, s. Proceso de
aclimatación que prepara el alma para otro mundo más duro.
Aforismo, s. Sabiduría
predigerida.
Africano, s. Negro que
vota por nuestro partido.
Agitador, s. Estadista que
sacude los frutales del vecino... para desalojar a los gusanos.
Agua de arroz, s. Bebida
mística usada secretamente por nuestros novelistas y poetas más populares para
regularizar la imaginación y narcotizar la conciencia. Se la considera rica en
obtusita y letargina y debe ser preparada en una noche de niebla por una bruja
gorda de la Ciénaga Lúgubre.
Aire, s. Sustancia
nutritiva con que la generosa Providencia engorda a los pobres.
Alá, s. El Supremo
Ser Mahometano por oposición al Supremo Ser Cristiano, Judío, etc.
Alba, s. Momento en
que los hombres razonables se van a la cama. Algunos ancianos prefieren
levantarse a esa hora, darse una ducha fría, realizar una larga caminata con el
estómago vacío y mortificar su carne de otros modos parecidos. Después
orgullosamente atribuyen a esas prácticas su robusta salud y su longevidad;
cuando lo cierto es que son viejos y vigorosos no a causa de sus costumbres
sino a pesar de ellas. Si las personas robustas son las únicas que siguen esta
norma es porque las demás murieron al ensayarla.
Alianza, s. En política
internacional la unión de dos ladrones cada uno de los cuales ha metido tanto
la mano en el bolsillo del otro que no pueden separarse para robar a un
tercero.
Alma, s. Entidad
espiritual que ha provocado recias controversias. Platón sostenía que las almas
que en una existencia previa (anterior a Atenas) habían vislumbrado mejor la
verdad eterna, encarnaban en filósofos. Platón era filósofo. Las almas que no
habían contemplado esa verdad animaban los cuerpos de usurpadores y déspotas.
Dionisio I, que amenazaba con decapitar al sesudo filósofo, era un usurpador y
un déspota. Platón, por cierto, no fue el primero en construir un sistema
filosófico que pudiera citarse contra sus enemigos; tampoco fue el último. "En
lo que atañe a la naturaleza del alma" dice el renombrado autor de
Diversiones Sanctorum, "nada ha sido tan debatido como el lugar que ocupa
en el cuerpo. Mi propia opinión es que el alma asienta en el abdomen, y esto
nos permite discernir e interpretar una verdad hasta ahora ininteligible, a
saber: que el glotón es el más devoto de los hombres. De él dicen las
Escrituras que «hace un dios de su estómago». ¿Cómo entonces no habría de ser
piadoso, si la Divinidad lo acompaña siempre para corroborar su fe? ¿Quién
podría conocer tan bien como él el poder y la majestad a que sirve de
santuario? Verdadera y sobriamente el alma y el estómago son una Divina
Entidad; y tal fue la creencia de Promasius, quien, no obstante, erró al
negarle inmortalidad. Había observado que su sustancia visible y material se
corrompía con el resto del cuerpo después de la muerte, pero de su esencia
inmaterial no sabía nada. Esta es lo que llamamos el Apetito, que sobrevive al
naufragio y el hedor de la mortalidad, para ser recompensado o castigado en
otro mundo, según lo haya exigido en éste. El Apetito que groseramente ha
reclamado los insalubres alimentos del mercado popular y del refectorio
público, será arrojado al hambre eterno, mientras aquel que firme, pero
cortésmente, insistió en comer caviar, tortuga, anchoas, paté de foi gras y
otros comestibles cristianos, clavará su diente espiritual en las almas de esos
manjares, por siempre jamás, y saciará su divina sed en las partes inmortales
de los vinos más raros y exquisitos que se hayan escanciado aquí abajo. Tal es
mi fe religiosa, aunque lamento confesar que ni Su Santidad el Papa, ni su
Eminencia el Arzobispo de Canterbury (a quienes imparcial y profundamente
reverencio) me permiten propagarla".
Almirante, s. Parte de un
buque de guerra que se encarga de hablar, mientras el mascarón de proa se
encarga de pensar.
Altar, s. Sitio donde
antiguamente el sacerdote arrancaba, con fines adivinatorios, el intestino de
la víctima sacrificial y cocinaba su carne para los dioses. En la actualidad,
el término se usa raramente, salvo para aludir al sacrificio de su tranquilidad
y su libertad que realizan dos tontos de sexo opuesto.
Ambición, s. Deseo
obsesivo de ser calumniado por los enemigos en vida, y ridiculizado por los
amigos después de la muerte.
Ambidextro, adj. Capaz de
robar con igual habilidad un bolsillo derecho que uno izquierdo.
Amistad, s. Barco lo
bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso
de tormenta.
Amnistía, s. Magnanimidad
del Estado para con aquellos delincuentes a los que costaría demasiado
castigar.
Amor, s. Insania
temporaria curable mediante el matrimonio, o alejando al paciente de las
influencias bajo las cuales ha contraído el mal. Esta enfermedad, como las
caries y muchas otras, sólo se expande entre las razas civilizadas que viven en
condiciones artificiales; las naciones bárbaras, que respiran el aire puro y
comen alimentos sencillos, son inmunes a su devastación. A veces es fatal,
aunque más frecuentemente para el médico que para el enfermo.
Ancianidad, s. Epoca de la
vida en que transigimos con los vicios que aún amamos, repudiando los que ya no
tenemos la audacia de practicar.
Anécdota, s. Relato
generalmente falso. La veracidad de las anécdotas que siguen, sin embargo, no
ha sido exitosamente objetada: Una noche el señor Rudolph Block, de Nueva York,
se encontró sentado en una cena junto al distinguido crítico Percival Pollard.
Señor Pollard --dijo--, mi libro Biografía de una Vaca Muerta, se ha publicado
anónimamente, pero usted no puede ignorar quién es el autor. Sin embargo, al
comentarlo, dice usted que es la obra del Idiota del Siglo. ¿Le parece una
crítica justa?
--Lo siento mucho, señor
--respondió amablemente el critico--, pero no pensé que usted deseara realmente
conservar el anonimato.
El señor W.C. Morrow, que
solía vivir en San José, California, acostumbraba escribir cuentos de fantasmas
que daban al lector la sensación de que un tropel de lagartijas, recién salidas
del hielo, le corrían por la espalda y se le escondían entre los cabellos. En
esa época, se creía que merodeaba por San José el alma en pena de un famoso
bandido llamado Vásquez, a quien ahorcaron allí. El pueblo no estaba muy bien
iluminado y de noche la gente salía lo menos posible de su casa. Una noche particularmente
oscura, dos caballeros caminaban por el sitio más solitario dentro del ejido,
hablando en voz baja para darse coraje, cuando se tropezaron con el señor J.J.
Owen, conocido periodista:--¡ Caramba Owen! --dijo uno--. ¿Qué le trae por aquí
en una noche como ésta? ¿No me dijo que este era uno de los sitios preferidos
por el ánima de Vásquez? ¿No tiene miedo de estar afuera?
--Mi querido amigo
--respondió el periodista con voz lúgubre-- tengo miedo de estar adentro. Llevo
en el bolsillo una de las novelas de Will Morrow y no me atrevo a acercarme
donde haya luz suficiente para leerla.
El general H.H. Wolherspoon,
director de la Escuela de Guerra del Ejército, tiene como mascota un babuino,
animal de extraordinaria inteligencia aunque nada hermoso. Al volver una noche
a su casa el general descubrió con sorpresa y dolor que Adán (así se llamaba el
mono, pues el general era darwinista) lo aguardaba sentado ostentando su mejor
chaquetilla de gala.
--¡Maldito antepasado!
--tronó el gran estratega-- ¿Qué haces levantado después del toque de queda? ¡Y
con mi uniforme! Adán se incorporó con una mirada de reproche, se puso en
cuatro patas, atravesó el cuarto en dirección a una mesa y volvió con una
tarjeta de visita: el general Barry había estado allí y a juzgar por una
botella de champán vacía y varias colillas de cigarros, había sido amablemente
atendido mientras esperaba. El general presentó excusas a su fiel progenitor y
se fue a dormir. Al día siguiente se encontró con el general Barry, quien le
dijo:--Oye viejo, anoche al separarme de ti olvide preguntarte por esos
excelentes cigarros. ¿Dónde los consigues? El general Wotherspoon sin dignarse
responder se marchó.
--Perdona por favor --gritó
Barry corriendo tras él--Bromeaba por supuesto. Anda, si no había pasado quince
minutos en tu casa y ya me di cuenta que no eras tú.
Anormal, adj. Que no
responde a la norma. En cuestiones de pensamiento y conducta ser independiente
es ser anormal y ser anormal es ser detestado. En consecuencia, el autor
aconseja parecerse más al Hombre Medio que a uno mismo. Quien lo consiga
obtendrá la paz, la perspectiva de la muerte y la esperanza del Infierno.
Antiamericano, adj. Perverso,
intolerable, pagano.
Antipatía, s. Sentimiento
que nos inspira el amigo de un amigo.
Año, s. Período de
trescientos sesenta y cinco desengaños.
Apelar, v. i. En
lenguaje forense, volver a poner los dados en el cubilete para un nuevo tiro.
Apetito, s. Instinto
previsor implantado por la Providencia como solución al problema laboral.
Aplauso, s. El eco de una
tontería. Monedas con que el populacho recompensa a quienes lo hacen reír y lo
devoran.
Apóstata, s. Sanguijuela
que tras penetrar en el caparazón de una tortuga y descubrir que hace mucho que
está muerta, juzga oportuno adherirse a una nueva tortuga.
Arado, s. Implemento
que pide a gritos manos acostumbradas a la pluma.
Árbol, s. Vegetal alto,
creado por la naturaleza para servir de aparato punitivo, aunque por deficiente
aplicación de la justicia la mayoría de los árboles sólo exhiben frutos despreciables,
o ninguno. Cuando está cargado de su fruta natural, el árbol es un benéfico
agente de la civilización y un importante factor de moralidad pública. En el
severo Oeste y en el sensitivo Sur de Estados Unidos, su fruta (blanca y negra
respectivamente) satisface el gusto público, aunque no se coma, y contribuye al
bienestar general, aunque no se exporte. La legítima relación entre árbol y
justicia no fue descubierta por el juez Lynch (quien, a decir verdad, no lo
consideraba preferible al farol o la viga del puente), como lo prueba este
pasaje de Morryster, quien vivió dos siglos antes: Encontrándome en ese país,
fui llevado a ver el árbol Ghogo, del que mucho oyera hablar; pero como yo
dijese que no observaba en él nada notable, el jefe de la aldea en que crecía
me respondió de este modo:--En este momento el árbol no da fruta, pero cuando
esté en sazón, veréis colgar de sus ramas a todos los que han ofendido a Su
Majestad el Rey. Asimismo me explicaron que la palabra "Ghogo"
significaba en su lengua lo mismo que "bandido" en la nuestra. (Viaje
por Oriente.)
Ardor, s. Cualidad que
distingue al amor inexperto.
Arena, s. En política,
ratonera imaginaria donde el estadista lucha con su pasado.
Aristocracia, s. Gobierno de
los mejores. (En este sentido la palabra es obsoleta, lo mismo que esa clase de
gobierno). Gentes que usan sombreros de copa y camisas limpias, culpables de
educación y sospechosos de cuenta bancaria.
Armadura, s. Vestimenta
que usa un hombre cuyo sastre es un herrero.
Arquitecto, s. El que traza
los planos de nuestra casa y planea el destrozo de nuestras finanzas.
Arrepentimiento, s. Fiel servidor
y secuaz del Castigo. Suele traducirse en una actitud de enmienda que no es
incompatible con la continuidad del pecado.
Arruinar, v. t. Destruir.
Específicamente, destruir la creencia de una doncella en la virtud de las
doncellas.
Arsénico, s. Especie de
cosmético a que son afectas las mujeres y que, a su vez, las afecta
grandemente.
Arzobispo, s. Dignatario
eclesiástico un punto más santo que un obispo.
Asilo, s. Todo lo que
asegura protección a alguien en peligro: Moisés y Josué establecieron seis
ciudades de asilo --Beze, Golan, Ramoth, Kadesh, Schekem y Hebrón-- donde el
homicida involuntario podía refugiarse al ser perseguido por los familiares de
la víctima. Este 18 admirable recurso proveía al matador de un saludable
ejercicio, sin privar a los deudos de los placeres de la caza; así, el alma del
muerto era debidamente honrada con prácticas similares a los juegos fúnebres de
la primitiva Grecia.
Asno, s. Cantante
público de buena voz y mal oído. En Virginia City, Nevada, le llaman el Canario
de Washoe; en Dakota, el Senador; y en todas partes, el Burro. Este animal ha
sido amplia y diversamente celebrado en la literatura, el arte y la religión de
todas las épocas y pueblos; nadie inflama la imaginación humana como este noble
vertebrado. En realidad, algunos (Ramasilus, lib II, de Clem., y C. Stantatus
de Temperamente) sospechan si no es un dios; y como tal sabemos que fue adorado
por los etruscos y, si hemos de creer a Macrobius, también por los eupasios. De
los únicos dos animales admitidos en el Paraíso Mahometano junto con las almas
de los hombres, uno es la burra de Balaam, otro el perro de los Siete
Durmientes. Esta es una distinción muy grande. Con lo que se ha escrito sobre
esta bestia, podría compilarse una biblioteca de gran esplendor y magnitud, que
rivalizara con la del culto shakespeariano y la literatura bíblica. En términos
generales puede decirse que toda la literatura es más o menos asnina.
Astucia, s. Cualidad que
distingue a un animal o persona débil de otro fuerte. Acarrea a su poseedor
gran satisfacción intelectual, y gran adversidad material. Un proverbio
italiano dice: "EI peletero consigue más pieles de zorro que de
burro".
Audacia, s. Una de las
cualidades más evidentes del hombre que no corre peligro.
Ausente, adj.
Singularmente expuesto a la mordedura de la calumnia; vilipendiado;
irremediablemente equivocado; sustituido en la consideración y el afecto de los
demás.
Ausentista, adj. Dícese del
propietario lo bastante precavido para alejarse del territorio de sus
exacciones.
Australia, s. País situado
en los Mares del Sur, cuyo desarrollo industrial y comercial, se ha visto
increíblemente demorado por una funesta disputa entre geógrafos sobre si es un
continente o una isla.
Autoestima, s. Evaluación
errónea.
Autoevidente, s. Evidente para
uno mismo y para nadie mas.
Averno, s. Lago por el
cual los antiguos entraban en las regiones infernales. El erudito Marcus
Ansello Scrutator sostiene que de ahí deriva el rito cristiano del bautismo por
inmersión. Lactancio, sin embargo, ha demostrado que esto es un error.
Avestruz, s. Ave de gran
tamaño, a quien la naturaleza (sin duda en castigo de sus pecados) negó ese
dedo posterior en el que tantos naturalistas piadosos han visto una prueba
manifiesta de un planeamiento divino. La ausencia de alas que funcionen no es
un defecto, porque, como se ha señalado ingeniosamente, el avestruz no vuela.
Ayer, s. Infancia de
la juventud, juventud de la madurez, el pasado entero de la ancianidad.
B
Baal, s. Antigua
deidad muy venerada bajo distintos nombres. Como Baal era popular entre los
fenicios; como Belus o Bel tuvo el honor de ser servido por el sacerdote
Berosus, quien escribió la célebre crónica del Diluvio; como Babel, contó con
una torre parcialmente erigida a su gloria, en la Llanura de Shinar. De Babel
deriva la expresión "blablá". Cualquiera sea el nombre con que se lo
adora, Baal es el dios Sol. Como Belzebú, es el dios de las moscas, que son
engendradas por los rayos solares en el agua estancada.
Baco, s. Cómoda deidad
inventada por los antiguos como excusa para emborracharse.
Bailar, v. i. Saltar a
compás de una música alegre, preferiblemente abrazando a la esposa o la hija
del vecino. Hay muchas clases de bailes, pero todos los que requieren la
participación de ambos sexos tienen dos cosas en común: son notoriamente
inocentes y gustan mucho a los libertinos.
Baño, s. Especie de
ceremonia mística que ha sustituido al culto religioso. Se ignora su eficacia
espiritual.
Barba, s. El pelo que
suelen cortarse los que justificadamente abominan de la absurda costumbre china
de afeitarse la cabeza.
Barómetro, s. Ingenioso
instrumento que nos indica qué clase de tiempo tenemos.
Basilisco, s. Cocatriz.
Especie de serpiente empollada en el huevo de un gallo. El basilisco tenía un
mal ojo y su mirada era letal. Muchos infieles niegan la existencia de este
ser, pero Semprello Aurator vio y tuvo en sus manos uno que había sido cegado
por un rayo por haber fatalmente contemplado a una dama de alcurnia a quien
Júpiter amaba. Más tarde Juno devolvió la vista al reptil y lo escondió en una
cueva. Nada está tan bien atestiguado por los antiguos como la existencia del
basilisco, pero los gallos han dejado de poner.
Bastonada, s. Arte de
caminar sobre madera sin esfuerzo. (Recuérdese que bastonada es una especie de
tormento que consiste en golpear con un bastón las plantas de los pies.)
Batalla, s. Método de
desatar con los dientes un nudo político que no pudo desatarse con la lengua.
Bautismo, s. Rito sagrado
de tal eficacia que aquel que entra en el cielo sin haberlo recibido, será
desdichado por toda la eternidad. Se realiza con agua, de dos modos: por
inmersión o zambullida, y por aspersión o salpicadura. Si la inmersión es mejor
que la aspersión, es algo que los inmergidos y los asperjados deben resolver
consultando la Biblia y comparando sus respectivos resfríos.
Bebé, s. Ser deforme,
sin edad, sexo ni condición definidos, notable principalmente por la violencia
de las simpatías y antipatías que provoca en los demás, y desprovisto él mismo
de sentimientos o emociones. Ha habido bebés famosos, por ejemplo, el pequeño
Moisés, cuya aventura entre los juncos indudablemente inspiró a los hierofantes
egipcios de siete siglos antes su tonta fábula del niño Osiris, salvado de las
aguas sobre una flotante hoja de loto.
Beber, v. t. e. i.
Echar un trago, ponerse en curda, chupar, empinar el codo, mamarse,
embriagarse. El individuo que se da a la bebida es mal visto, pero las naciones
bebedoras ocupan la vanguardia de la civilización y el poder. Enfrentados con
los cristianos, que beben mucho, los abstemios mahometanos se derrumban como el
pasto frente a la guadaña. En la India cien mil británicos comedores de carne y
chupadores de brandy con soda subyugan a doscientos cincuenta millones de
abstemios vegetarianos de la misma raza aria. ¡Y con cuánta gallardía el
norteamericano bebedor de whisky desalojó al moderado español de sus
posesiones! Desde la época en que los piratas nórdicos asolaron las costas de
Europa occidental y durmieron, borrachos, en cada puerto conquistado, ha sido
lo mismo: en todas partes las naciones que toman demasiado pelean bien, aunque
no las acompañe la justicia.
Belladona, s. En italiano,
hermosa mujer; en inglés, veneno mortal. Notable ejemplo de la identidad
esencial de ambos idiomas.
Belleza, s. Don femenino
que seduce a un amante y aterra a un marido.
Benefactor, s. Dícese del
que compra grandes cantidades de ingratitud, sin modificar la cotización de
este artículo, que sigue al alcance de todos.
Beso, s. Palabra
inventada por los poetas para que rime con "embeleso".Se supone que
designa, de un modo general, una especie de rito o ceremonia que expresa un
buen entendimiento, pero este lexicógrafo desconoce la forma en que se realiza.
Bestia, s. Miembro de la
dinastía reinante en las letras y la vida. La tribu de los Bestias llegó con
Adán, y como era numerosa y fuerte, infestó el mundo habitable. El secreto de
su poder es su insensibilidad a los golpes; basta hacerles cosquillas con un
garrote para que se rían con una perogrullada. Originariamente los Bestias
procedían de Beocia, de donde los desalojó el hambre, pues su estupidez
esterilizó las cosechas. Durante algunos siglos infestaron Filistea, y por eso
a muchos de ellos se les llama filisteos hasta hoy. En la época turbulenta de
las Cruzadas salieron de allí y se extendieron gradualmente por Europa,
ocupando casi todos los altos puestos de la política, el arte, la literatura,
la ciencia y la teología. Desde que un pelotón de Bestias llegó a Norteamérica
en el Mayflower, junto con los Padres Peregrinos, (o Pilgrim Fathers fundaron
la primera colonia de Nueva Inglaterra, origen de los Estados Unidos.); su
proliferación por nacimiento, inmigración y conversión ha sido rápida y
constante. Según las estadísticas más dignas de crédito, el número de Bestias
adultos en los Estados Unidos es apenas menor de treinta millones, incluyendo a
los estadísticos. El centro intelectual de la raza está en Peoria, lllinois,
pero el Bestia de Nueva Inglaterra es el más escandalosamente moral.
Bigamia, s. Mal gusto que
la sabiduría del futuro castigará con la trigamia.
Blanco, adj. Negro.
Boca, s. En el hombre,
puerta de entrada al alma; en la mujer, vía de salida del corazón.
Boda, s. Ceremonia por
la que dos personas se proponen convertirse en una, una se propone convertirse
en nada, y nada se propone volverse soportable.
Bolsillo, s. Cuna de los
nativos, tumba de la conciencia. En la mujer, este órgano falta; en consecuencia,
actúa sin motivo, y su conciencia, desprovista de sepultura, queda siempre
viva, confesando los pecados de otros.
Botánica, s. Ciencia de
los vegetales, comestibles o no. Se ocupa principalmente de las flores, que
generalmente están mal diseñadas, tienen colores poco artísticos y huelen mal.
Boticario, s. Cómplice del
médico, benefactor del sepulturero, proveedor de los gusanos del cementerio.
Brahma, s. Creador de
los hindúes, que son preservados por Vishnu y destruidos por Siva; división del
trabajo más prolija que la que encontramos en las divinidades de otras
naciones. Los abracadabrenses, por ejemplo, son creados por el Pecado,
mantenidos por el Robo y destruidos por la Locura. Los sacerdotes de Brahma,
como los de Abracadabra, son hombres santos y sabios, que jamás incurren en una
maldad.
Bruja, s. (1) Mujer fea
y repulsiva en perversa alianza con el demonio. (2) Muchacha joven y hermosa,
en perversa alianza con el demonio.
Brujería, s. Antiguo
prototipo de la influencia política. Gozaba, sin embargo, de menos prestigio, y
a veces era castigada con la tortura y la muerte. Augustine Nicholas cuenta que
un pobre campesino acusado de brujería fue sometido a tortura para que
confesara. Tras los primeros castigos, el pobre admitió su culpa, pero preguntó
ingenuamente a sus verdugos si no era posible ser un brujo sin saberlo.
Bruto, s. Ver Marido.
Bueno, adj. Sensible,
señora, a los méritos de este autor. Advertido, señor, de las ventajas de que
lo dejen solo.
Bufón, s. Antiguamente,
funcionario adscripto a la corte de un rey, cuya función consistía en divertir
a los cortesanos mediante actos y palabras ridículas, cuyo absurdo era
atestiguado por sus abigarradas vestiduras. Como el rey, en cambio, vestía con
dignidad, el mundo tardó varios siglos en descubrir que su conducta y sus
decretos eran lo bastante ridículos como para divertir no sólo a su corte sino
a todo el mundo. Al bufón se le llamaba comúnmente "tonto"
("fool"), pero los poetas y los novelistas se han complacido siempre
en representarlo como una persona singularmente sabia e ingeniosa. En el circo
actual, la melancólica sombra del bufón de la corte deprime a los auditorios
más modestos con los mismos chistes con que en su época de esplendor
ensombrecía los marmóreos salones, ofendía el sentido del humor de los
patricios y perforaba el tanque de las lágrimas reales.
C
Caaba, s. Piedra de
gran tamaño ofrecida por el arcángel Gabriel al patriarca Abraham, que se
conserva en La Meca. Es posible que el patriarca le haya pedido al arcángel un
pedazo de pan.
Cabezas Redondas, s. Miembros del
partido parlamentario en la guerra civil inglesa, llamados así por su costumbre
de usar el cabello corto, mientras que sus enemigos, los Caballeros, los
llevaban largos. Había otras diferencias entre ellos, pero la moda en el
peinado constituía la causa fundamental de sus reyertas. Los Caballeros eran
realistas porque su rey, un individuo indolente, prefería dejarse crecer el
pelo antes que lavarse el cuello. Los Cabezas Redondas, en su mayoría barberos
y fabricantes de jabón, consideraban eso como un insulto a su profesión; es
natural que el cuello del monarca fuese el objeto de su particular indignación.
Hoy, los descendientes de los beligerantes se peinan todos igual, pero las
brasas del odio encendido en aquel antiguo conflicto siguen ardiendo bajo las
cenizas de la cortesía británica.
Cabo, s. Hombre que
ocupa el último peldaño de la escalera militar; cuando un cabo cae en combate,
el golpe es menor.
Cagada de mosca, s. Prototipo de
la puntuación. Observa Garvinus que los sistemas de puntuación usados por los
distintos pueblos que cultivan una literatura, dependían originalmente de los
hábitos sociales y la alimentación general de las moscas que infestaban los
diversos países. Estos animalitos, que siempre se han caracterizado por su
amistosa familiaridad con los autores, embellecen con mayor o menor
generosidad, según los hábitos corporales, los manuscritos que crecen bajo la
pluma, haciendo surgir el sentido de la obra por una especie de interpretación
superior a, e independiente de, los poderes del escritor. Los "viejos
maestros" de la literatura, --es decir los escritores primitivos cuya obra
es tan estimada por los escribas y críticos que usan luego el mismo idioma--
jamás puntuaban, sino que escribían a vuelapluma sin esa interrupción del
pensamiento que produce la puntuación. (Lo mismo observamos en los niños de
hoy, lo que constituye una notable y hermosa aplicación de la ley según la cual
la infancia de los individuos reproduce los métodos y estadios de desarrollo
que caracterizan a la infancia de las razas.). Los modernos investigadores, con
sus instrumentos ópticos y ensayos químicos, han descubierto que toda la
puntuación de esos antiguos escritos, ha sido insertada por la ingeniosa y
servicial colaboradora de los escritores, la mosca doméstica o "Musca
maledicta". Al transcribir esos viejos manuscritos, ya sea para apropiarse
de las obras o para preservar lo que naturalmente consideraban como
revelaciones divinas, los literatos posteriores copian reverente y
minuciosamente todas las marcas que encuentran en los papiros y pergaminos, y
de ese modo la lucidez del pensamiento y el valor general de la obra se ven
milagrosamente realzados. Los autores contemporáneos de los copistas, por
supuesto, aprovechan esas marcas para su propia creación, y con la ayuda que
les prestan las moscas de su propia casa, a menudo rivalizan y hasta sobrepasan
las viejas composiciones, por lo menos en lo que atañe a la puntuación, que no
es una gloria desdeñable. Para comprender plenamente los importantes servicios
que la mosca presta a la literatura, basta dejar una página de cualquier
novelista popular junto a un platillo con crema y melaza, en una habitación
soleada, y observar cómo el ingenio se hace más brillante y el estilo más
refinado, en proporción directa al tiempo de exposición.
Cagatintas, s. Funcionario
útil que con frecuencia dirige un periódico. En esta función está estrechamente
ligado al chantajista por el vínculo de la ocasional identidad; en realidad el
cagatintas no es más que el chantajista bajo otro aspecto, aunque este último
aparece a menudo como una especie independiente. El cagatintismo es más
despreciable que el chantaje, así como el estafador es más despreciable que el
asaltante de caminos.
Caimán, s. Cocodrilo de
América, superior, en todo, al cocodrilo de las decadentes monarquías del Viejo
Mundo. Herodoto dice que, el Indus es, con una excepción, el único río que
produce cocodrilos; estos, sin embargo, parecen haberse trasladado al Oeste, y
haber crecido con los otros ríos.
Calamidad, s. Recordatorio
evidente e inconfundible de que las cosas de esta vida no obedecen a nuestra
voluntad. Hay dos clases de calamidades: las desgracias propias y la buena
suerte ajena.
Camello, s. Cuadrúpedo
("Palmipes Jorobidorsus") muy apreciado en el negocio circense. Hay
dos clases de camellos: el camello propiamente dicho y el camello impropiamente
dicho. Este último es el que siempre se exhibe.
Camino, s. Faja de
tierra que permite ir de donde uno está cansado a donde es inútil ir.
Candidatear, s. Someter a
alguien al más elevado impuesto político. Proponer una persona adecuada para
que sea enlodada y abucheada por la oposición.
Candidato, s. Caballero
modesto que renuncia a la distinción de la vida privada y busca afanosamente la
honorable oscuridad de la función pública.
Cangrejo, s. Pequeño
crustáceo parecido a la langosta, aunque menos indigerible. En este animalito
está admirablemente figurada y simbolizada la sabiduría humana; porque así como
el cangrejo se mueve sólo hacia atrás, y sólo puede tener una mirada
retrospectiva, no viendo otra cosa que los peligros ya pasados, así la
sabiduría del hombre no le permite eludir las locuras que asedian su marcha,
sino únicamente aprender su naturaleza con posterioridad.
Caníbal, s. Gastrónomo de
la vieja escuela, que conserva los gustos simples y la dieta natural de la
época preporcina.
Cáñamo, s. Planta con
cuya corteza fibrosa se hacen collares, que suelen usarse al aire libre en una
ceremonia precedida de oratoria; el que se pone uno de esos collares, deja de
tener frío.
Cañón, s. Instrumento
usado en la rectificación de las fronteras.
Capacidad, s. Conjunto de
dotes naturales que permiten realizar una pequeña parte de las ambiciones más
mezquinas que distinguen a los hombres capaces de los muertos. En último
análisis, la capacidad consiste, por lo general, en un alto grado de
solemnidad. Es posible, sin embargo, que esta notable cualidad sea apreciada a
justo título; ser solemne, no es tarea fácil.
Capital, s. Sede del
desgobierno. Lo que provee el fuego, la olla, la cena, la mesa, el cuchillo y
el tenedor al anarquista, quien sólo contribuye con la desgracia antes de la
comida.
Carcaj, s. Vaina
portátil en que el antiguo estadista y el abnegado aborigen transportaban su
argumento más liviano.
Carnada, s. Preparado que
hace más apetitoso el anzuelo. La belleza es la mejor de las carnadas.
Carne, s. Segunda
Persona de la Trinidad secular.
Carne de gusano, s. Producto
terminado del que somos la materia prima. Contenido del Taj Mahal, el Monumento
a Napoleón y el Grantarium. La estructura que la alberga suele sobrevivirle,
aunque también ella "ha de irse con el tiempo". Probablemente la
tarea más necia que puede ocupar a un ser humano es la construcción de su
propia tumba; el propósito solemne que lo anima en tales casos acentúa por
contraste la previsible futilidad de su empresa.
Carnívoro, adj. Dícese del
que cruelmente acostumbra devorar al tímido vegetariano, a sus herederos y
derechohabientes.
Carro fúnebre, s. Cochecito de
niños de la muerte.
Cartesiano, adj. Relativo a
Descartes, famoso filósofo, autor de la célebre sentencia "Cogito, ergo
sum", con la que pretende demostrar la realidad de la existencia humana.
Esa máxima podría ser perfeccionada en la siguiente forma: "Cogito,
cogito, ergo cogito sum" ("Pienso que pienso, luego pienso que
existo"), con lo que se estaría más cerca de la verdad que ningún filósofo
hasta ahora.
Casa, s. Estructura
hueca construida para habitación del hombre, la rata, el escarabajo, la
cucaracha, la mosca, el mosquito, la pulga, el bacilo y el microbio. "Casa
de corrección": lugar de recompensa por servicios políticos o personales.
"Casa de Dios": edificio coronado por un campanario y una hipoteca.
"Perro Guardián de la Casa": bestia pestilente encargada de insultar
a los transeúntes y aterrar a los visitantes. "Sirvienta de la Casa":
persona joven, del sexo opuesto, a quien se emplea para que se muestre
variadamente desagradable e ingeniosamente desalineada en la situación que el
bondadoso Dios le ha dado.
Castigo, s. Lluvia de
fuego y azufre que cae sobre los justos e igualmente sobre los injustos que no
se han protegido expulsando a los primeros.
Celo, s. Cierto
desorden nervioso que afecta a los jóvenes e inexpertos. Pasión que precede a
una prosternación.
Celoso, adj.
Indebidamente preocupado por conservar lo que sólo se puede perder cuando no
vale la pena conservarlo.
Cementerio, s. Terreno
suburbano aislado donde los deudos conciertan mentiras, los poetas escriben
contra una víctima indefensa y los lapidarios apuestan sobre la ortografía. Los
siguientes epitafios demuestran el éxito alcanzado por estos juegos olímpicos:
"Sus virtudes eran tan notorias que sus enemigos, incapaces de pasarlas
por alto, las negaron, y sus amigos, refutados por ellas en sus vidas
insensatas, las arguyeron por vicios. Esas virtudes son aquí conmemoradas por
su familia, que las compartió." "Aquí en la tierra nuestro amor
prepara. Un lugarcito a la pequeña Clara. Que todos compadezcan nuestro duelo Y
el arcángel Gabriel la lleve al cielo."
Cenobita, s. Hombre que
piadosamente se encierra para meditar en el pecado; y que para mantenerlo
fresco en la memoria, se une a una comunidad de atroces pecadores.
Centauro, s. Miembro de
una raza de personas que existió antes que la división del trabajo alcanzara su
grado actual de diferenciación, y que obedecían la primitiva máxima económica.
"A cada hombre su propio caballo". El mejor fue Quirón, que unía la
sabiduría y las virtudes del caballo a la rapidez del hombre.
Cerbero, s. El perro
guardián del Hades, que custodiaba su entrada, no se sabe contra quién, puesto
que todo el mundo, tarde o temprano, debía franquearla, y nadie deseaba
forzarla. Es sabido que Cerbero tuvo tres cabezas, pero algunos poetas le
atribuyeron hasta un centenar. El profesor Graybill, cuyo erudito y profundo
conocimiento del griego da a su opinión un peso enorme, ha promediado todas
esas cifras, llegando a la conclusión de que Cerbero tuvo veintisiete cabezas;
juicio que sería decisivo si el profesor Graybill hubiera sabido: a) algo de
perros y b) algo de aritmética.
Cerdo, s. Ave notable
por la uníversalidad de su apetito, y que sirve para ilustrar la universalidad
del nuestro. Los mahometanos y judíos no favorecen al cerdo como producto
alimenticio, pero lo respetan por la delicadeza de sus costumbres, la belleza
de su plumaje y la melodía de su voz. Esta ave es particularmente apreciada
como cantante: una jaula llena, puede hacer llorar a más de cuatro. El nombre
científico de este pajarito es Porcus Rockefelleri. El señor Rockefeller no
descubrió el cerdo, pero se lo considera suyo por derecho de semejanza.
Cerebro, s. Aparato con
que pensamos que pensamos. Lo que distingue al hombre contento, con
"ser" algo del que quiere "hacer" algo. Un hombre de mucho
dinero, o de posición prominente, tiene por 32 lo común tanto cerebro en la
cabeza que sus vecinos no pueden conservar el sombrero puesto. En nuestra
civilización y bajo nuestra forma republicana de gobierno, el cerebro es tan
apreciado que se recompensa a quien lo posee eximiéndolo de las preocupaciones
del poder.
Cerradura, s. Divisa de la
civilización y el progreso.
Cetro, s. Bastón de
mando de un rey, signo y símbolo de su autoridad. Originariamente era una maza
con que el soberano reprendía a su bufón y vetaba las medidas ministeriales,
rompiendo los huesos a sus proponentes.
Cimitarra, s. Espada curva
de extremado filo en cuyo manejo ciertos orientales alcanzan extraordinario
virtuosismo, como ilustra el incidente que narraremos, traducido del japonés de
Shushi Itama, famoso escritor del siglo trece: Cuando el gran GichiKuktai era
Mikado, condenó a la decapitación a Jijiji Ri, alto funcionario de la Corte.
Poco después del momento señalado para la ceremonia, ¡cuál no sería la sorpresa
de Su Majestad al ver que el hombre que debió morir diez minutos antes, se
acercaba tranquilamente al trono! --¡Mil setecientos dragones!-- exclamó el
enfurecido monarca--. ¿No te condené a presentarte en la plaza del mercado,
para que el verdugo público te cortara la cabeza a las tres? ¿Y no son ahora
las tres y diez?--Hijo de mil ilustres deidades --respondió el ministro
condenado--, todo lo que dices es tan cierto, que en comparación la verdad es
mentira. Pero los soleados y vivificantes deseos de Vuestra Majestad han sido
pestilentemente descuidados. Con alegría corrí y coloqué mi cuerpo indigno en
la plaza del mercado. Apareció el verdugo con su desnuda cimitarra,
ostentosamente la floreó en el aire y luego, dándome un suave toquecito en el
cuello, se marchó, apedreado por la plebe, de quien siempre he sido un
favorito. Vengo a reclamar que caiga la justicia sobre su deshonorable y
traicionera cabeza. --¿A qué regimiento de verdugos pertenece ese miserable de
negras entrañas?--Al gallardo Nueve mil Ochocientos Treinta y Siete. Lo
conozco. Se llama SakkoSamshi. --Que lo traigan ante mí --dijo el Mikado a un
ayudante, y media hora después el culpable estaba en su Presencia. --¡Oh,
bastardo, hijo de un jorobado de tres patas sin pulgares! --rugió el soberano--
¿Por qué has dado un suave toquecito al cuello que debiste tener el placer de
cercenar? --Señor de las Cigüeñas y de los Cerezos--respondió, inmutable, el
verdugo--, ordénale que se suene las narices con los dedos. Ordenólo el rey.
Jijiji Ri sujetóse la nariz y resopló como un elefante. Todos esperaban ver
cómo la cabeza cercenada saltaba con violencia, pero nada ocurrió. La ceremonia
prosperó pacíficamente hasta su fin. Todos los ojos se volvieron entonces al
verdugo, quien se había puesto tan blanco como las nieves que coronan el
Fujiyama. Le temblaban las piernas y respiraba con un jadeo de terror. --¡Por
mil leones de colas de bronce! --gritó-- ¡Soy un espadachín arruinado y
deshonrado! ¡Golpeé sin fuerza al villano, porque al florear la cimitarra la
hice atravesar por accidente mi propio cuello! Padre de la Luna, renuncio a mi
cargo. Dicho esto, agarró su coleta, levantó su cabeza y avanzando hacia el
trono, la depositó humildemente a los pies del Mikado.
Cínico, s. Miserable
cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser.
Los escitas acostumbran arrancar los ojos a los cínicos para mejorarles la
visión.
Circo, s. Lugar donde
se permite a caballos, "ponies" y elefantes contemplar a los hombres,
mujeres y niños en el papel de tontos.
Cita, s. Repetición
errónea de palabras ajenas.
Clarinete, s. Instrumento
de tortura manejado por un ejecutor con algodón en los oídos. Hay instrumentos
peores que un clarinete: dos clarinetes.
Cleptómano, s. Ladrón rico.
Clérigo, s. Hombre que se
encarga de administrar nuestros negocios espirituales, como método de favorecer
sus negocios temporales.
Clio, s. Una de las
Nueve Musas. La función de Clio era presidir la Historia. Lo hizo con gran
dignidad. Muchos de los ciudadanos prominentes de Atenas ocuparon asientos en
el estrado cuando hablaban los señores Jenofonte, Herodoto y otros oradores
populares.
Cobarde, adj. Dícese del
que en una emergencia peligrosa piensa con las piernas.
Cociente, s. Número que
expresa la cantidad de veces que una suma de dinero perteneciente a una persona
está contenida en el bolsillo de la otra; la cifra exacta depende de la
capacidad del bolsillo.
Col, s. Legumbre
familiar comestible, similar en tamaño e inteligencia a la cabeza de un hombre.
La col deriva su nombre del príncipe Colius, que al subir al trono nombró por
decreto un Supremo Consejo Imperial formado por los ministros del gabinete
anterior y por las coles del jardín real. Cada vez que una medida política de
Su Majestad fracasaba rotundamente, se anunciaba con toda solemnidad que varios
miembros del Supremo Consejo habían sido decapitados, y con esto se acallaban
las murmuraciones de los súbditos.
Cola, s. Parte del
espinazo de un animal que ha trascendido sus limitaciones naturales para llevar
una existencia independiente en un mundo propio. Salvo en el estado fetal, el
hombre carece de cola, privación cuya conciencia hereditaria se manifiesta en
los faldones de la levita masculina y la "cola" del vestido femenino,
así como en una tendencia a adornar esa parte de su vestimenta donde debería
estar -- indudablemente estuvo alguna vez-- la cola. Esta tendencia es más
observable en la hembra de la especie, en quien ese sentimiento ancestral es
fuerte y persistente. Los hombres coludos que describe Lord Monboddo son, según
se cree ahora, el producto de una imaginación extraordinariamente susceptible a
influencias generadas en la edad dorada de nuestro pasado piteco.
Comer, v. .i. Realizar
sucesivamente (y con éxito) las funciones de la masticación, salivación y
deglución.
--Me encontraba en mi salón,
gozando de la cena...--dijo un día BriSavarin, comenzando una anécdota.
--¡Qué! --interrumpió
Rochebriant-- ¿Cenando en el salón?-- Le ruego observar, señor, --explicó el
gran gastrónomo--, que yo no dije que estaba cenando, sino gozando de la cena.
Había cenado una hora antes.
Comercio, s. Especie de
transacción en que A roba a B los bienes de C, y en compensación B sustrae del
bolsillo de D dinero perteneciente a E.
Comestible, adj. Dícese de
lo que es bueno para comer, y fácil de digerir, como un gusano para un sapo, un
sapo para una víbora, una víbora para un cerdo, un cerdo para un hombre, y un
hombre para un gusano.
Complacer, v. t. Poner los
cimientos para una superestructura de imposiciones.
Cómplice, s. El que con
pleno conocimiento de causa se asocia al crimen de otro; como un abogado que
defiende a un criminal, sabiéndolo culpable. Este punto de vista no ha merecido
hasta ahora la aprobación de los abogados, porque nadie les ofreció honorarios
para que lo aprobaran.
Comprometido, adj. Provisto de
un aro en el tobillo para sujetar la cadena y los grilletes.
Compromiso, s. Arreglo de
intereses en conflicto que da a cada adversario la satisfacción de pensar que
ha conseguido lo que no debió conseguir, y que no le han despojado de nada
salvo lo que en justicia le correspondía.
Compulsión, s. La elocuencia
del poder.
Condolerse, v.r. Demostrar
que el luto es un mal menor que la simpatía.
Conferencista, s. Alguien que
le pone a usted la mano en su bolsillo, la lengua en su oído, y la fe en su
paciencia.
Confidente, s. Aquél a quien
A confía los secretos de B, que le fueron confiados por C.
Confort, s. Estado de
ánimo producido por la contemplación de la desgracia ajena.
Congratulaciones, s. Cortesía de
la envidia.
Congreso, s. Grupo de hombres
que se reúnen para abrogar las leyes.
Conocedor, s. Especialista
que sabe todo acerca de algo, y nada acerca de lo demás. Se cuenta de un viejo
ebrio que resultó gravemente herido en un choque de trenes; para revivirlo, le
vertieron un poco de vino sobre los labios. "Pauillac, 1873",
murmuró, y expiró.
Conocido, s. Persona a
quien conocemos lo bastante para pedirle dinero prestado, pero no lo suficiente
para prestarle. Grado de amistad que llamamos superficial cuando su objeto es
pobre y oscuro, e íntimo cuando es rico y famoso.
Consejo, s. La más
pequeña de las monedas en curso.
Conservador, adj. Dícese del
estadista enamorado de los males existentes, por oposición al liberal, que
desea reemplazarlos por otros.
Cónsul, s. En política
americana, persona que no habiendo podido obtener un cargo público por elección
del pueblo, lo consigue del gobierno a condición de abandonar el país.
Consultar, v.l. Requerir la
aprobación de otro para tomar una actitud ya resuelta.
Controversia, s. Batalla en
que la saliva o la tinta reemplazan al insultante cañonazo o la desconsiderada
bayoneta.
Convencido, adj. Equivocado
a voz en cuello.
Conventillo, s. Fruto de una
flor llamada Palacio.
Convento, s. Lugar de
retiro para las mujeres que desean tener tiempo libre para meditar sobre el
vicio de la pereza.
Conversación, s. Feria donde
se exhibe la mercancía mental menuda, y donde cada exhibidor está demasiado
preocupado en arreglar sus artículos como para observar los del vecino.
Corazón, s. Bomba
muscular automática que hace circular la sangre. Figuradamente se dice que este
útil órgano es la sede de las emociones y los sentimientos: bonita fantasía que
no es más que el resabio de una creencia antaño universal. Sabemos ahora que
sentimientos y emociones residen en el estómago y son extraídos de los
alimentos mediante la acción química del jugo gástrico. El proceso exacto que
convierte el bistec en un sentimiento (tierno o no, según la edad del animal);
las sucesivas etapas de elaboración por las que un emparedado de caviar se
transmuta en rara fantasía y reaparece convertido en punzante epigrama; los
maravillosos métodos funcionales de convertir un huevo duro en contrición
religiosa o una bomba de crema en suspiro sensible: todas estas cosas han sido
pacientemente investigadas y expuestas con persuasiva lucidez por Monsieur
Pasteur. (Ver también mi monografía "Identidad Esencial de los Afectos
Espirituales con Ciertos Gases Intestinales Liberados en la Digestión"
págs. 4 a 687). En una obra titulada según creo Delectatio Demonorum (Londres
1873) esta teoría de los sentimientos es ilustrada de modo sorprendente; para
más información se puede consultar el famoso tratado del profesor Dam sobre
"El amor como producto de la Maceración Alimentaria".
Coronación, s. Ceremonia de
investir a un soberano con los signos externos y visibles de su derecho divino
a ser volado hasta el cielo por una bomba.
Corrector de pruebas, s. Malhechor que
nos hace escribir tonterías. Afortunadamente el linotipista las vuelve
ininteligibles.
Corporación, s. Ingenioso
artificio para obtener ganancia individual sin responsabilidad individual.
Corsario, s. Político de
los mares.
Costumbre, s. Cadena de los
libres.
Cremona, s. Violín de
alto precio fabricado en Connecticut.
Cristiano, s. El que cree
que el Nuevo Testamento es un libro de inspiración divina que responde
admirablemente a las necesidades espirituales de su vecino. El que sigue las
enseñanzas de Cristo en la medida que no resulten incompatibles con una vida de
pecado.
Crítico, s. Persona que
se jacta de lo difícil que es satisfacerlo, porque nadie pretende satisfacerlo.
Cruz, s. Antiguo
símbolo religioso cuya significación se atribuye erróneamente al más solemne
acontecimiento en la historia de la Cristiandad, pero que en realidad es
anterior en milenios. Muchos la han creído idéntica a la "crux
ansata" del viejo culto fálico, pero su origen se ha rastreado mucho más
lejos, hasta los ritos de los pueblos primitivos. En nuestros días tenemos la
Cruz Blanca, símbolo de castidad y la Cruz Roja, emblema de benévola
neutralidad en tiempos de guerra.
Cuadro, s.
Representación en dos dimensiones de un aburrimiento que tiene tres.
Cuartel, s. Edificio en
que los soldados disfrutan de parte de lo que profesionalmente despojan a
otros.
¿Cui bono? (Expresión latina). ¿De qué me serviría, "a mí"?
Cupido, s. El llamado
dios del amor. Esta creación bastarda de una bárbara fantasía fue
indudablemente infligida a la mitología para que purgara los pecados de sus
dioses. De todas las concepciones desprovistas de belleza y de verdad, esta es
la más irracional y ofensiva. La ocurrencia de simbolizar el amor sexual
mediante un bebé semiasexuado, de comparar los dolores de la pasión con
flechazos, de introducir en el arte este homúnculo gordito para materializar el
sutil espíritu y la sugestión de una obra, todo esto es digno de una época que,
después de darlo a luz, lo abandonó en el umbral de la posteridad.
Curiosidad, s. Reprensible
cualidad de la mente femenina. El deseo de saber si una mujer es, o no, víctima
de esa maldición, es una de las pasiones más activas e insaciables del alma
masculina.
D
Datario, s. Alto
dignatario de la Iglesia Católica Romana, que tiene la importante función de
estampar sobre las bulas papales las palabras "Datum Romae". Goza de
un sueldo principesco y de la amistad de Dios.
Deber, s. Lo que nos
impulsa inflexiblemente en la dirección del lucro, por la vía del deseo.
Deber, v. t. Tener (y
conservar) una deuda. Antiguamente la palabra no significaba deuda sino
posesión; en la mente de muchos deudores existe todavía una gran confusión
entre ambas cosas. (En inglés "to owe" (deber, adeudar) y "to
own" (poseer) se pronuncian de modo parecido).
Debilidad, s. Facultad
innata de la mujer tiránica que le permite dominar al macho de la especie,
sujetándolo a su voluntad y paralizando sus energías rebeldes.
Decálogo, s. Serie de diez
mandamientos: número suficiente para permitir una selección inteligente de los
que se quiere observar.
Decidir, v. t. Sucumbir a
la preponderancia de un grupo de influencias sobre otro grupo de influencias.
Defeccionar, v. i. Cambiar
bruscamente de opinión y pasarse a otro bando. La defección más notable de que
haya constancia es la de Saulo de Tarso, quien ha sido severamente criticado
como tránsfuga por algunos de nuestros periódicos políticos.
Degenerado, adj. Menos
admirable que sus antepasados. Los contemporáneos de Homero eran notables
ejemplos de degeneración; hacían falta diez de ellos para alzar una roca o
promover un motín que cualquier héroe de la guerra troyana habría alzado o
promovido con facilidad.
Degradación, s. Una de las
etapas del progreso moral y social que lleva de la humilde condición privada al
privilegio político.
Dejeuner, s. El desayuno
de un norteamericano que ha estado en París. Hay varias pronunciaciones.
Delegado, s. Pariente de
un funcionario. El delegado es, por lo general, un bello joven con una corbata
roja y un intrincado sistema de telarañas que bajan de su nariz a su
escritorio. Cuando el ordenanza lo golpea accidentalmente con la escoba, despide
una nube de polvo.
Deliberación, s. Acto de
examinar el propio pan para saber de qué lado tiene manteca.
Dentista, s.
Prestidigitador que nos pone una clase de metal en la boca y nos saca otra
clase de metal del bolsillo.
Dependiente, adj. Dícese del
que confía en la generosidad de otro cuando no puede abusar de sus temores.
Derecho, s. Autoridad
legítima para ser, hacer o tener; verbigracia el tener derecho a ser rey, hacer
trampas al prójimo o tener el sarampión.
Desagravio, s. Reparación
sin satisfacción. Entre los anglosajones, el súbdito que se creía ofendido por
el rey, y demostraba la ofensa, podía azotar una imagen de bronce del ofensor
con una vara que luego era aplicada a su espalda desnuda. Este rito era
oficiado por el verdugo, lo que garantizaba que el ofendido eligiese una vara
de tamaño razonable.
Desgracia, s. Enfermedad
que se contrae al exponerse a la prosperidad de un amigo.
Desmemoria, s. Don que
otorga Dios a los deudores, para compensarlos por su falta de conciencia.
Desobedecer, s. Celebrar con
una ceremonia apropiada la madurez de una orden.
Desobediencia, s. Borde
plateado de una nube de servidumbre.
Desposada, s. Mujer que
tiene a su espalda una brillante perspectiva de felicidad.
Desprecio, s. Sentimiento
que experimenta un hombre prudente ante un enemigo demasiado temible para
hacerle frente sin peligro.
Destino, s. Justificación
del crimen de un tirano; pretexto del fracaso de un imbécil.
Desvencijado, adj.
Perteneciente a cierto orden arquitectónico también llamado Americano Normal.
La mayoría de los edificios públicos de los Estados Unidos pertenecen al Orden
Desvencijado. Los recientes agregados a la Casa Blanca de Washington pertenecen
a Theodórico orden eclesiástica de los dorios... Son muy hermosos y cuestan un
centenar de dólares por ladrillo.
Detener, v. t. Arrestar a
alguien acusado de conducta insólita. "Dios hizo el mundo en seis días y
se detuvo el séptimo" (Versión No Autorizada de la Biblia)
Devoción, s. Reverencia
por el Ser Supremo basada en su presunta semejanza con el hombre.
Deuda, s. Ingenioso
sustituto de la cadena y el látigo del negrero.
Día, s. Período de
veinticuatro horas en su mayor parte desperdiciado. Se divide en el día
propiamente dicho y la noche o día impropiamente dicho; el primero se consagra
a los pecados financieros y la segunda a los otros pecados. Estas dos clases de
actividad social se complementan.
Diafragma, s. Tabique
muscular que separa los trastornos del tórax de los trastornos intestinales.
Diagnóstico, s. Pronóstico de
enfermedad que realiza el médico tomando el pulso y la bolsa del paciente. ( En
inglés hay un juego de palabras: "the patient's pulse and purse")
Diamante, s. Mineral que
suele encontrarse debajo de un corset. Soluble en solicitato de oro.
Diana, s. Señal que se
da a los soldados dormidos para que dejen de soñar con campos de batalla, se
levanten y pongan en fila las narices para ver si falta alguna.
Diario íntimo, s. Registro
cotidiano de aquellos episodios de la vida que uno puede contarse a si mismo
sin sonrojo.
Diccionario, s. Perverso
artificio literario que paraliza el crecimiento de una lengua además de
quitarle soltura y elasticidad. El presente diccionario, sin embargo, es una
obra útil.
Dictador, s. Mandatario de
un país que prefiere la pestilencia del despotismo a la plaga de la anarquía.
Difamar, v. t. Atribuir
maliciosamente a otro vicios que no hemos tenido la oportunidad ni la tentación
de practicar.
Difamar, v. t. Decir
mentiras sobre otro. Decir verdades sobre otro.
Digestión, s. Conversión de
vituallas en virtudes. Cuando el proceso es imperfecto, nacen vicios en lugar
de virtudes. De esta circunstancia infiere maliciosamente el doctor Jeremiah
Blenn que las damas son las que más sufren de dispepsia.
Diluvio, s. El primero y
más notable de los experimentos de bautismo, que lavó todos los pecados (y los
pecadores) del mundo.
Dinero, s. Bien que no
nos sirve de nada hasta que nos separamos de él. Indicio de cultura y pasaporte
para una sociedad elegante. Posesión soportable.
Diplomacia, s. Arte de
mentir en nombre del país.
Discriminar, v. t. Señalar
los aspectos en que una persona o cosa es, si cabe, más criticable que en
otros.
Disculparse, v. i. Sentar las
bases para una ofensa futura.
Discusión, s. Método de
confirmar a los demás en sus errores.
Disimular, v. t. e i. Poner
camisa limpia al carácter.
Distancia, s. Único bien
que los ricos permiten conservar a los pobres.
Disuadir, v. t. Proponer a
otro un error mucho más grande que el que está por cometer.
Diversión, s. Cualquier
clase de entretenimiento cuyas incursiones se detienen, por simple tristeza, a
corta distancia de la muerte.
Dolor, s. Estado de
ánimo ingrato, que puede tener una base física, o ser puramente mental y
causado por la felicidad ajena.
Doncella, s. Joven del
sexo desagradable, de conducta imprevisible y opiniones que incitan al crimen.
El género tiene una amplia distribución geográfica: se encuentra a la doncella
dondequiera se la busque, y se la deplora dondequiera se la encuentre. No es
totalmente ingrata a la vista ni (prescindiendo de su piano y de sus ideas)
insoportable al oído, aunque en punto a belleza es netamente inferior al arco
iris, y en lo que toca a su parte audible no admite comparación con el canario,
que por añadidura es más portátil. Dos veces, adv. Una vez de más.
Dragón, s. Soldado que
une el arrojo a la calma en proporciones tan iguales, que avanza a pie y huye a
caballo.
Dramaturgo, s. Dícese del
que adapta obras del francés.
Druidas, s. Sacerdotes de
una antigua religión céltica, que no desdeñaban la humilde ofrenda del
sacrificio humano. En la actualidad se sabe muy poco de los druidas y de su fe.
Plinio dice que su religión, originada en las Islas Británicas, se extendió
hacia el este hasta Persia. César afirma que los que deseaban estudiar sus
misterios iban a Britania. El propio César fue a Britania, pero no parece haber
obtenido una posición muy elevada en la Iglesia Druídica, a pesar de su talento
en materia de sacrificios humanos. Los druidas practicaban sus ritos en los
bosques, y no sabían nada de hipotecas eclesiásticas, ni del sistema de abono
pago a un reclinatorio del templo. Eran, en suma, paganos e inclusive, según un
distinguido prelado de la iglesia anglicana, disidentes.
Duelo, s. Ceremonia
solemne previa a la reconciliación de dos enemigos. Para cumplirla
satisfactoriamente, hace falta gran habilidad; si se practica con torpeza,
pueden sobrevenir las más imprevistas y deplorables consecuencias. Hace mucho
tiempo, un hombre perdió la vida en un duelo.
E
Economía, s. Compra del
barril de whisky que no se necesita por el precio de la vaca que no se tiene.
Educación, s. Lo que revela
al sabio y esconde al necio su falta de comprensión.
Ecuanimidad, s. Disposición
de soportar ofensas con humilde compostura, mientras se madura un plan de
venganza.
Efecto, s. El segundo de
dos fenómenos que ocurren siempre en el mismo orden. Se dice que el primero,
llamado Causa, genera al segundo. Sería igualmente sensato, para quien nunca
hubiera visto un perro persiguiendo un conejo, afirmar que el conejo es la
causa del perro.
Egoísta, s. Persona de
mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.
Egoísta, adj. Sin
consideración por el egoísmo de los demás.
Ejecutivo, s. Rama del
gobierno que hace cumplir los deseos del legislativo hasta que el poder
judicial los declara nulos y sin efecto. Damos a continuación un extracto de un
viejo libro titulado "El Selenita Perplejo" (Pfeiffer & Co.,
Boston, 1803): Selenita.--Entonces, cuando vuestro Congreso ha aprobado una
ley, ¿va inmediatamente a la Suprema Corte para que dictamine si es
constitucional? Terráqueo.--¡Oh no! la ley no necesita la aprobación de la
Suprema Corte. A veces pasan años antes de que un abogado la objete en nombre
de su cliente. Si el presidente la aprueba, entra en vigor en el acto.
Selenita-- Ah, el poder ejecutivo
es parte del legislativo. ¿Y la policía también debe aprobar los edictos que
hace cumplir? Terráqueo.-- Todavía no... En términos generales, sin embargo,
todas las leyes exigen la aprobación de aquellos a quienes se proponen
reprimir.
Selenita.-- Ya veo. La
sentencia de muerte no es válida hasta que no la firma el asesino.
Terráqueo.-- Amigo mío, usted
exagera. No somos tan coherentes.
Selenita-- Pero este sistema
de mantener una costosa maquinaria judicial que sólo se pronuncia sobre la
validez de las leyes mucho después de que han empezado a ejecutarse, y sólo en
el caso de que un ciudadano particular las someta a la Corte, ¿no provoca una
gran confusión? Terráqueo-- Así es, en efecto.
Selenita-- ¿Por qué entonces
no hacer convalidar las Ieyes por la Suprema Corte, antes que por el
presidente? Terráqueo-- Porque ese sistema no tiene precedente.
Selenita-- ¿Qué es un
precedente? Terráqueo-- Algo que ha sido definido por trescientos juristas a
razón de tres volúmenes cada uno. ¿Cómo podríamos saberlo? Elector, s. El que
goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros.
Electricidad, s. Fuerza
causante de todos los fenómenos naturales a los que no se puede atribuir otra
causa. Es la misma cosa que el rayo, y su famosa tentativa de fulminar al
doctor Franklin es uno de los más pintorescos incidentes en la carrera de ese
hombre grande y bueno. La memoria del doctor Franklin es justamente venerada,
sobre todo en Francia, donde recientemente se exhibió una efigie de cera que lo
representaba, con esta conmovedora reseña de su vida y sus servicios a la
ciencia: Monsieur Franklin, inventor de la electricidad. Este ilustre sabio,
después de realizar varios viajes alrededor del mundo, murió en las Islas
Sandwich y fue devorado por los salvajes, sin que jamás se recuperase de él un
solo fragmento. La electricidad parece destinada a jugar un papel
importantísimo en las artes y la industria. El problema de su aplicación
económica a ciertos fines aún no está resuelto pero se ha probado que impulsa
un tranvía mejor que un pico de gas, y da más luz que un caballo.
Elegía, s. Composición
en verso, donde sin emplear ninguno de los métodos del humorismo, el autor
intenta producir en la mente del lector la más profunda depresión. El ejemplo
inglés más célebre empieza más o menos así: El perro anuncia el moribundo día,
La grey mugiendo hacia el redil se aleja, A casa el sabio el lento paso guía Y
el mundo a mis estupideces deja. (Parodia de la "Elegía en un Cementerio
de Aldea", de Thomas Gray, que en la traducción castellana de Miralla
dice: La esquila toca el moribundo día, la grey muriendo hacia el redil se
aleja, A casa el labrador sus pasos guía, Y el mundo a mí y a las tinieblas
deja.)
Elíseo, s. País
imaginario y encantador que los antiguos neciamente creían habitado por las
almas de los buenos. Esta fábula ridícula y maliciosa fue barrida de la
superficie de la tierra por los primeros cristianos: ¡que sus almas sean
felices en el Cielo!
Elocuencia, s. Arte oral de
persuadir a los tontos de que lo blanco es blanco. Incluye el don de hacer
creer que cualquier color es blanco.
Elogio, s. Tributo que
pagamos a realizaciones que se parecen a las nuestras sin igualarlas.
Emancipación, s. Cambio por el
que un esclavo trueca la tiranía de otro por el propio despotismo.
Embalsamar, v. t. Defraudar
a la vegetación, aprisionando los gases de que se alimenta. Embalsamando sus
muertos y, en consecuencia, perturbando el equilibrio natural entre vida animal
y vegetal, los egipcios convirtieron un país fértil y poblado en otro estéril e
incapaz de alimentar a sus escasos habitantes. El moderno sistema de entierro
en un ataúd metálico es un paso en la misma dirección, y más de un hombre
muerto que, a estas horas, convertido en árbol, debería estar ornando el parque
del vecino, o enriqueciendo su mesa en forma de rabanitos, se ve condenado a
una larga inutilidad. Si sobrevivimos y esperamos un poco, conseguiremos
aprovecharlo, pero entretanto la violeta y la rosa languidecen por falta de un
mordisco de su "glutoeus maximus".
Embuste, s. Mentira que
no ha cortado los dientes. La mayor aproximación a la verdad de un mentiroso
consuetudinario en el perigeo de su órbita excéntrica.
Emoción, s. Enfermedad
postrante causada por el ascenso del corazón a la cabeza. A veces viene
acompañada de una copiosa descarga de cloruro de sodio disuelto en agua,
proveniente de los ojos.
Empalamiento, s. Enfermedad
postrante causada por el ascenso del arma que permanece fija en la herida.
Esto, sin embargo es inexacto, empalar es, propiamente, dar muerte
introduciendo en el cuerpo de la víctima, que está sentada, una estaca recta y
puntiaguda. Era una forma común de castigo en muchas naciones de la antigüedad,
y sigue estando en boga en China y otras partes de Asia. Hasta comienzos del siglo
xv fue extensamente empleada para catequizar a herejes y cismáticos. Wolecraft
la llama el "banquillo del arrepentimiento", y entre el vulgo se
decía jocosamente que el empalado "cabalgaba el caballo de una sola
pata". Ludwig Salzmann nos informa que en el Tibet el empalamiento se
considera el castigo más apropiado de los crímenes contra la religión; y aunque
en China se usa a veces para penar delitos seculares, casi siempre se reserva
para casos de sacrificio. Pero al que en la práctica sufre el empalamiento le
importa poco establecer qué clase de disidencia, civil o religiosa, le vale
semejante incomodidad; aunque indudablemente experimentaría cierta satisfacción
si pudiera contemplarse transfigurado en gallo de veleta sobre la cúpula de la
Verdadera Iglesia.
Empujón, s. Una de las
dos cosas que llevan al éxito, especialmente en política. La otra es el tirón.
Encomio, s. Una clase
especial (aunque no particular) de mentira.
Entendimiento, s. Secreción
cerebral que permite a quien la posee distinguir una casa de un caballo,
gracias al tejado de la casa. Su naturaleza y sus leyes han sido
exhaustivamente expuestas por Locke, que cabalgó una casa, y por Kant, que
vivió en un caballo.
Entrañas, s. Estómago,
corazón, alma y otros intestinos. Muchos investigadores eminentes no clasifican
el alma como una entraña, pero el agudo y prestigioso observador Dr. Gunsaulus
está convencido de que nuestra parte inmortal es ese misterioso órgano llamado
spleen. Por lo contrario, el profesor Garret P. Servis sostiene que el alma del
hombre es esa prolongación de la médula espinal o de su nocola; y para probar
su teoría, señala confiadamente el hecho de que los animales con cola carecen
de alma. Frente a ambas teorías, lo mejor es suspender el juicio dando crédito
a las dos.
Entusiasmo, s. Dolencia de
la juventud, curable con pequeñas dosis de arrepentimiento y aplicaciones
externas de experiencia.
Envidia, s. Emulación
adaptada a la capacidad más ruin.
Epicúreo, s. Adversario de
Epicuro, filósofo abstemio que, sosteniendo que el placer debía ser la meta
principal del hombre, no perdió el tiempo en gratificar sus sentidos.
Epigrama, s. Dicho breve y
agudo, en prosa o en verso, que a menudo se caracteriza por su acrimonia, y a
veces, por su sabiduría. He aquí algunos de los epigramas más notables del
erudito e ingenioso doctor Jamrach Holobom:
Conocemos mejor nuestras
necesidades que las ajenas.
Servirse a sí mismo, es
economía administrativa.
En cada corazón humano hay un
tigre, un cerdo, un asno, y un ruiseñor.
La diversidad de los
caracteres, se debe a lo desigual de su actividad.
Existen tres sexos: los
hombres, las mujeres y las muchachas.
La belleza en las mujeres y
la distinción en los hombres se parecen en que el irreflexivo las toma por una
prueba de sinceridad.
En el amor, las mujeres se
avergüenzan menos que los hombres.
Tienen menos de qué
avergonzarse.
Cuando un amigo te toma
afectuosamente ambas manos, estás a salvo; puedes vigilárselas.
Epitafio, s. Inscripción
que, en una tumba, demuestra que las virtudes adquiridas por la muerte tienen
un efecto retroactivo.
Ermitaño, s. Persona cuyos
vicios y locuras no se ejercen en sociedad.
Escarabajo, s. Insecto
sagrado de los antiguos egipcios. Presuntamente simbolizaba la inmortalidad y
el hecho de que sólo Dios supiera por qué, le daba su peculiar santidad. Es
posible que la costumbre de incubar sus huevos en una hoja de estiércol le haya
granjeado el favor del clero, y que algún día le procure devoción similar entre
nosotros. Es cierto que el escarabajo norteamericano es un escarabajo inferior,
pero el sacerdote norteamericano también es inferior.
Escarificación, s. Forma de
penitencia practicada por los devotos medievales. El rito se efectuaba a veces
con un cuchillo, a veces con un hierro caliente, pero (dice Arsenius Asceticus)
siempre era aceptable si el penitente no se ahorraba dolor ni mutilación
inofensiva alguna. La escarificación, como otras groseras penitencias, ha sido
actualmente reemplazada por la beneficencia. La fundación de una biblioteca o
un donativo a una universidad, infligen al penitente, según se dice, un dolor
más agudo y perdurable que el cuchillo o el hierro, y son, pues, un medio más
seguro de alcanzar la gracia. Como método penitencial, empero, tiene dos graves
inconvenientes: el bien que hace y la mácula de la justicia.
Escriba, s. Escritor
profesional de opiniones antagónicas a las nuestras.
Escrituras, s. Los sagrados
libros de nuestra santa religión, por oposición a los escritos falsos y
profanos en que se fundan todas las otras religiones.
Espalda, s. Parte del
cuerpo de un amigo que uno tiene el privilegio de contemplar en la adversidad.
Espejo, s. Plano vítreo
sobre el que aparece un efímero espectáculo dado para desilusión del hombre. El
rey de Manchuria tenía un espejo mágico, donde el que miraba, veía, no su
imagen, sino la del rey. Cierto cortesano que durante mucho tiempo había gozado
del favor real y en consecuencia se había enriquecido más que cualquier otro
súbdito, dijo al monarca: "Dame, te lo ruego, tu maravilloso espejo, para
que cuando me encuentre apartado de tu augusta presencia pueda, a pesar de
todo, rendir homenaje ante tu sombra visible, postrándome día y noche ante la
gloria de tu benigno semblante, cuyo divino esplendor nada supera, ¡Oh Sol
Meridiano del Universo!".Halagado por el discurso, el rey ordenó que el
espejo fuese llevado al palacio del cortesano. Pero un día en que fue a
visitarlo sin anuncio previo, encontró al espejo en un cuarto lleno de basura,
nublado por el polvo y cubierto de telarañas. Esto lo encolerizó tanto, que
golpeó el espejo con el puño, rompiendo el cristal y lastimándose cruelmente.
Más enfurecido aún con esta desgracia, ordenó que el ingrato cortesano fuera
arrojado a la cárcel, y que el espejo fuese reparado y conducido a su propio
palacio. Y así se hizo. Pero cuando el rey volvió a mirarse en el espejo, no
vio su imagen, como antes, sino la figura de un asno coronado, con una venda
sangrienta en una de las patas: que era lo mismo que siempre habían visto los
autores del artificio, y los meros espectadores, sin atreverse a comentarlo.
Tras recibir esa lección de sabiduría y caridad, el rey puso en libertad al
cortesano, hizo instalar el espejo en el respaldo del trono y reinó largos años
con justicia y humildad. Y al morir mientras dormía sentado en el trono, toda
la corte vio en el espejo la luminosa figura de un ángel, que sigue allí hasta
hoy.
Espiar, v. i. Escuchar
secretamente un catálogo de los crímenes y vicios de otro, o de uno mismo.
Erudición, s. Polvillo que
cae de un libro a un cráneo vacío.
Esotérico, adj. Abstruso en
forma muy particular, y consumadamente oculto. Las filosofías antiguas eran de
dos clases: "exotéricas", o sea aquellas que los propios filósofos
podían comprender en parte; y "esotéricas", o sea las que nadie podía
comprender. Estas últimas son las que han afectado más profundamente el
pensamiento moderno y las que han tenido mayor aceptación en nuestro tiempo.
Eterno, adj. Dícese de
lo que dura para siempre. Es con mucha timidez que me atrevo a ofrecer esa
breve y elemental definición, pues no ignoro la existencia de un enorme volumen
del ex obispo de Worcester titulado "Definición Parcial de la Palabra
Eterno, Tal Como se Usa en la Versión Autorizada de las Santas
Escrituras". Este libro gozó antaño de mucho prestigio en el seno de la
Iglesia Anglicana, y creo que todavía se lo estudia con placer para el
intelecto y provecho para el alma.
Etnología, s. Ciencia que
estudia las distintas tribus del Hombre: por ejemplo, ladrones, asaltantes,
estafadores, burros, lunáticos, idiotas y etnólogos.
Eucaristía, s. Fiesta
sagrada de la secta religiosa de los Teófagos. En esta secta surgió una vez una
infortunada disputa acerca de lo que comían. Dicha controversia ha causado ya
la muerte a quinientas mil personas, sin que la cuestión se haya aclarado.
Evangelista, s. Portador de
buenas nuevas, particularmente (en sentido religioso) las que garantizan
nuestra salvación y la condenación del prójimo.
Excentricidad, s. Método de
distinción tan vulgar que los tontos lo usan para acentuar su incapacidad.
Excepción, s. Cosa que se
toma la libertad de diferir de las otras cosas de su clase, como un hombre
honesto, una mujer veraz, etc. "La excepción prueba la regla", es un
dicho que está siempre en boca de los ignorantes, quienes la transmiten como los
loros de uno a otro, sin reflexionar en su absurdo. En latín, la expresión
"Exceptio probat regulam" significa que la excepción "pone a
prueba" la regla y no que la confirma. El malhechor que vació a esta
excelente sentencia de todo su sentido, substituyéndolo por otro diametralmente
opuesto, ejerció un poder maligno que parece ser inmortal.
Exceso, s. En moral,
indulgencia que hace cumplir, mediante penas apropiadas, la ley de la
moderación.
Exceso de trabajo, s. Peligrosa
enfermedad que afecta a los altos funcionarios que quieren ir de pesca.
Exhortar, v. t. En materia
religiosa, poner la conciencia de otro en asador y dorarla hasta que su
incomodidad se manifieste en un tono pardo de nuez.
Exiliado, s. El que sirve
a su país viviendo en el extranjero, sin ser un embajador.
Éxito, s. El único
pecado imperdonable contra nuestros semejantes.
Experiencia, s. Sabiduría que
nos permite reconocer como una vieja e indeseable amistad a la locura que ya
cometimos.
Expulsión, s. Remedio
eficaz para la enfermedad de la charlatanería. Muy usado también en casos de
extrema pobreza.
Extinción, s. Materia prima
con que la teología creó el estado futuro.
Extremidad, s. Rama de un
árbol o pierna de una mujer norteamericana.
Extremo, s. La posición
más alejada, en ambas direcciones del interlocutor.
F
Famoso, adj.
Notoriamente miserable.
Fanático, adj. Dícese del
que obstinada y ardorosamente sostiene una opinión que no es la nuestra.
Fantasma, s. Signo
exterior e invisible de un temor inferior. Para explicar el comportamiento
inusitado de los fantasmas, Heine menciona la ingeniosa teoría según la cual
nos temen tanto como nosotros a ellos. Pero yo diría que no tanto, a juzgar por
las tablas de velocidades comparativas que he podido compilar a partir de mi
experiencia personal. Para creer en los fantasmas, hay un obstáculo
insuperable. El fantasma nunca se presenta desnudo: aparece, ya envuelto en una
sábana, ya con las ropas que usaba en vida. Creer en ellos, pues, equivale no
sólo a admitir que los muertos se hacen visibles cuando ya no queda nada de
ellos, sino que los productos textiles gozan de la misma facultad. Suponiendo
que la tuvieran, ¿con qué fin la ejercerían? ¿por qué no se da el caso de que
un traje camine solo sin un fantasma adentro? Son preguntas significativas, que
calan hondo y se aferran convulsivamente a las raíces mismas de este
floreciente credo.
Faro, s. Edificio
elevado sobre una playa, donde el gobierno mantiene un farol y un recomendado
político.
Favor, s. Breve prólogo
a diez volúmenes de exacción.
Fe, s. Creencia sin
pruebas en lo que alguien nos dice sin fundamento sobre cosas sin paralelo.
Fealdad, s. Don de los
dioses a ciertas mujeres que pueden ser virtuosas sin ser humildes.
Felicidad, s. Sensación
agradable que nace de contemplar la miseria ajena.
Felón, s. Persona de
más empuje que discreción, que al aprovechar una oportunidad ha elegido mal sus
cómplices.
Ferrocarril, s. El principal
entre los medios mecánicos que nos permiten alejarnos de donde estamos hacia
donde no estaremos mejor.. El optimista lo prefiere por su rapidez.
Fiador, s. Tonto que
poseyendo bienes propios se hace responsable de los que otro confía a un
tercero. Felipe de Orleans, queriendo designar para un alto cargo a uno de sus
favoritos --un noble disoluto--, le preguntó qué garantía podía ofrecer.
"No necesito fiador" --repuso el noble-- "puesto que puedo daros
mi palabra de honor". Divertido, preguntó el Regente: "eso, ¿cuánto
vale?" Repuso el noble: "Señor, vale su peso en oro".
Fidelidad, s. Virtud que
caracteriza a los que están por ser traicionados.
Fiesta, s. Celebración
religiosa generalmente caracterizada por la glotonería y la ebriedad, que suele
realizarse para honrar a alguien que se distinguió por ser un santo y un
abstemio. En la liturgia católica hay fiestas móviles y fijas, pero los
celebrantes se quedan invariablemente fijos a la mesa, hasta que se han
saciado. En su estadio primitivo, estos entretenimientos asumían la forma de
festividades en honor de los muertos; fueron celebradas por los griegos con el
nombre de "Nemesia", y también por los aztecas y los incas, y en
tiempos modernos son populares entre los chinos; aunque se cree que los muertos
de la antigüedad, como los de hoy, comían poco. Entre las numerosas fiestas de
los romanos, se encontraban las "Novemdiale", que según Tito Livio,
se celebraban cada vez que llovían piedras del cielo.
Filántropo, s. Anciano
caballero, rico y generalmente calvo, que ha aprendido a sonreír mientras su
conciencia le roba los bolsillos.
Filibustero, s. Pirata de
poco bordo, cuyas anexiones, carecen del mérito santificante de la magnitud.
Filisteo, s. Aquel cuya
mente es producto de su medio, y cuyos pensamientos y sentimientos están
dictados por la moda. A veces es culto, a menudo próspero, generalmente limpio
y siempre solemne.
Filosofía, s. Camino de
muchos ramales que conduce de ninguna parte a la nada.
Finanzas, s. Arte o
ciencia de administrar ingresos y recursos para la mayor conveniencia del
administrador.
Fisonomía, s. Arte de
determinar el carácter de otro por las semejanzas y diferencias entre su rostro
y el nuestro, que es el criterio de la excelencia.
Folletín, s. Obra
literaria, generalmente una historia que no es verdadera y que se prolonga
insidiosamente en varios números de un periódico o una revista. Cada entrega
suele venir precedida de un "resumen de lo publicado", para los que
no la han leído, pero sería más necesario un "resumen de lo que
sigue", para los que no piensan leerlo. Lo mejor sería un resumen de todo.
El difunto James F. Brown estaba componiendo un boletín para un semanario en
colaboración con un genio cuyo nombre no ha llegado a nosotros. Trabajaban, no
conjunta sino alternativamente: una semana Brown escribía un capítulo, a la
semana siguiente escribía su amigo, y de este modo pensaban seguir hasta el fin
de los tiempos. Infortunadamente se enemistaron, y un lunes por la mañana,
cuando Brown leyó el periódico para poder continuar la historia, descubrió que
esta había sido interrumpida de un modo calculado para sorprenderlo y herirlo.
Su colaborador había embarcado a todos los personajes del relato en un buque y
los había hundido en lo más profundo del Atlántico.
Folklore, s. Sabiduría
popular que abarca mitos y supersticiones. En la obra de Baring Gould, Curiosos
Mitos de la Edad Media, el lector encontrará el camino recorrido por muchos de
ellos, a través de diversos pueblos y en líneas convergentes hacia un común
origen en la remota antigüedad. Uno de los más generales y antiguos de esos
mitos es el de "Alí Babá y los Cuarenta Rockefellers".
Fonógrafo, s. Juguete
irritante que devuelve la vida a ruidos muertos. Forma pauperis, (expresión
latina). "En carácter de pobre", forma de presentación ante un juez
que permite a éste fallar sin remordimiento contra quien carece de dinero para
pagar un abogado.
Fotografía, s. Cuadro
pintado por el sol sin previo aprendizaje del arte. Es algo mejor que el
trabajo de un apache, pero no tan bueno como el de un indio
"cheyenne".
Frenología, s. Ciencia de
alivianar el bolsillo a través del cráneo. Consiste en localizar y explotar el
órgano con que uno es un tonto.
Frontera, s. En Geografía
política, línea imaginaria entre dos naciones que separa los derechos
imaginarios de una, de los derechos imaginarios de la otra.
Funeral, s. Ceremonia
mediante la que demostramos nuestro respeto por los muertos enriqueciendo al
sepulturero, y refirmamos nuestra congoja mediante gastos que ahondan nuestros
gemidos y duplican nuestras lágrimas.
Futuro, s. Época en que
nuestros asuntos prosperan, nuestros amigos son leales y nuestra felicidad está
asegurada.
G
Ganso, s. Ave que
suministra plumas para escribir que, gracias a un proceso oculto de la
naturaleza, están impregnadas, en distinta medida, de la energía intelectual y
el carácter del ganso, de suerte que al ser entintadas y deslizadas
mecánicamente sobre un papel por una persona llamada "autor", resulta
una transcripción bastante exacta de los pensamientos y sentimientos del ave.
Las diferencias entre un ganso y otro, tal como se manifiestan a través de este
ingenioso método, son considerables. Muchos gansos sólo poseen facultades
triviales e insignificantes, pero otros son, en realidad, grandes gansos.
Gárgola, s. Desagüe
saledizo en los tejados de los edificios medievales, que por lo común tiene la
forma de una grotesca caricatura de un enemigo personal del arquitecto o del
propietario. Esto ocurría sobre todo en las iglesias y edificios eclesiásticos,
cuyas gárgolas ofrecían una verdadera "galería de delincuentes"
formada por los herejes y disidentes locales. A veces, al entrar en funciones
un nuevo deán y un nuevo capítulo, las viejas gárgolas eran reemplazadas por
otras, más estrechamente relacionadas con los resentimientos privados de los
nuevos titulares.
Gato, s. Autómata
blando e indestructible que nos da la naturaleza para que lo pateemos cuando
las cosas andan mal en el círculo doméstico.
Genealogía, s. Estudio de
nuestra filiación hasta llegar a un antepasado que no tuvo interés en averiguar
la suya.
Generosidad, s. Liberalidad
del que tiene mucho al permitir que quien no tiene nada, se procure todo lo que
pueda. Se afirma que una sola golondrina devora diez millones de insectos por
año. Me parece un ejemplo notable de la generosidad con que el Creador provee a
la subsistencia de sus criaturas.
Henry
Ward Beecher.
Generoso, adj. Originariamente, esta palabra significaba noble por nacimiento, y
se aplicaba rectamente a una gran multitud de personas. Ahora significa noble
por naturaleza y va cayendo en desuso.
Geógrafo, s. Sujeto que
puede explicarnos de primera intención la diferencia entre lo que está fuera
del mundo y lo que está adentro.
Geología, s. Ciencia de la
corteza terrestre, que sin duda incluirá la del interior del globo cuando un
charlatán salga de un pozo. Las formaciones geológicas del planeta ya
observadas son: el Primario, o inferior, que está formado por rocas, huesos de
mulas empantanadas, cañerías de gas, herramientas de mineros, viejas estatuas
desnarigadas, doblones y antepasados. El Secundario está constituido
principalmente por gusanos colorados y topos. El Terciario comprende vías
férreas, pavimentos, hierbas, víboras, botines enmohecidos, botellas de
cerveza, latas de tomates, ciudadanos intoxicados, basura, anarquistas e
imbéciles.
Glotón, s. Persona que
escapa a los riesgos de la moderación incurriendo en dispepsia.
Gnóstico, s. Miembro de
una secta de filósofos que tratan de fusionar a los primitivos cristianos con
los platónicos. Los primeros no quisieron entrar en conversaciones, y la
combinación falló, con gran fastidio de los promotores.
Gnu, s. Animal
sudafricano, que en su forma domesticada se parece a un caballo, un búfalo y un
ciervo. En estado salvaje, se parece a un rayo, un terremoto y un ciclón.
Gobierno monárquico, s. Gobierno.
Gota, s. Nombre que da
el médico al reumatismo de un paciente rico.
Gracias, s. Tres bellas
diosas, Aglaia, Thalia y Euphrosyne, que servían gratuitamente a Venus. No
costaba nada mantenerlas, porque comían muy poco y se vestían según el tiempo,
con la brisa que soplaba en ese momento.
Gramática, s. Sistema de
trampas cuidadosamente preparadas en el camino por donde el autodidacto avanza
hacia la distinción.
Gravitación, s. Tendencia de
todos los cuerpos a acercarse unos a otros con fuerza proporcional a la
cantidad de materia que contienen; la cantidad de materia que contienen se
determina por la tendencia a acercarse unos a otros. Bello y edificante ejemplo
de cómo la ciencia, después de hacer de A la prueba de B, hace de B la prueba
de A.
Guerra, s. Subproducto
de las artes de la paz. Un período de amistad internacional es la situación
política más amenazadora. El estudioso de la historia que no ha aprendido a
esperar lo inesperado, puede perder la esperanza de cualquier revelación. La
máxima, "En tiempo de paz prepara la guerra" tiene un significado más
profundo de lo que parece; quiere decir, no sólo que todas las cosas terrestres
tienen un fin, que el cambio es la única ley inmutable y eterna, sino que el
terreno de la paz está sembrado con las semillas de la guerra y favorece su
germinación y crecimiento.
Cuando Kubla Khan decretó su
"majestuoso palacio de placeres", es decir cuando hubo paz en Xanadú
y gordos festines, sólo entonces, "oyó a lo lejos Antiguas voces que
anunciaban guerra." (Las dos citas pertenecen a "Kubla Khan", poema
inconcluso de Coleridge.) Coleridge era no sólo un gran poeta, sino un hombre
sabio, y no en vano recitó esta parábola. Necesitamos menos "manos
tendidas por encima de los mares", y algo más de esa desconfianza
elemental que constituye la seguridad de las naciones. La guerra se complace en
venir como un ladrón en la noche; y la noche está hecha de promesas de amistad
eterna.
Guillotina, s. Máquina que
hace que un francés se encoja de hombros con buen motivo. En su gran obra sobre
"Líneas Divergentes de la Evolución Racial", el erudito profesor
Brayfugle argumenta que el predominio de ese gesto entre los franceses
demuestra que descienden de la tortuga, y que es una simple supervivencia de la
costumbre de replegar la cabeza al interior del caparazón. Me desagrada
discordar con autoridad tan eminente, pero en mi opinión (detalladamente
expuesta en mi obra Emociones Hereditarias, Libro 11, capítulo xi), el
encogimiento de hombros es una base demasiado débil para fundamentar una teoría
tan importante, puesto que antes de la Revolución, el gesto era desconocido. No
dudo que tiene una relación directa con el terror que inspiró la guillotina
cuando su uso estaba en auge.
H
Hábeas Corpus, s. Recurso
judicial que permite sacar a un hombre de la cárcel cuando lo han encerrado por
el delito que no cometió, y no por los que realmente cometió.
Hábitos sacerdotales, s. p. l. Traje
abigarrado que usan los payasos de la Corte Celestial.
Hablar, v. i. Ser
indiscreto sin ser tentado, a partir de un impulso sin propósito.
Hada, s. Ser de formas
diversas y variados dones que habitaba antiguamente los prados y los bosques.
Tenía hábitos nocturnos y era afecta a la danza y al robo de niños. Los
naturalistas sostienen que las hadas se han extinguido en la actualidad, aunque
un clérigo anglicano vio tres en las proximidades de Colchester, en 1855, al
atravesar un parque después de cenar con el dueño de un castillo. El
espectáculo lo sobresaltó de tal modo, que sólo pudo dar un relato incoherente.
En 1807, una banda de hadas visitó un bosque, cerca de Aix, y se llevó a la
hija de un campesino que había entrado allí con un atado de ropas. Por la misma
época desapareció el hijo de un adinerado burgués, aunque más tarde regresó.
Había presenciado el rapto y perseguido a las hadas. Justinian Gaux, escritor
del siglo XIV, asegura que el poder de transformación de las hadas es tan
grande que en cierta oportunidad observó cómo una de ellas se convertía en dos
ejércitos rivales que libraban una sangrienta batalla; al día siguiente, cuando
el hada recuperó su forma original y se marchó, quedaron sobre el terreno
setecientos cadáveres que debieron enterrar los campesinos. No aclara si alguno
de los heridos sobrevivió. En tiempo de Enrique III de Inglaterra, se promulgó
una ley que condenaba a muerte a quien "matare, hiriere o mutilare"
un hada. Esa ley fue universalmente acatada.
Hades, s. El mundo
interior; residencia de los espíritus difuntos; lugar donde viven los muertos.
Entre los antiguos, el Hades no era sinónimo del Infierno, y algunos de los
hombres más respetables de la antigüedad residían allí muy cómodamente. En
rigor, los propios campos Elíseos eran parte del Hades, aunque más tarde se
trasladaron a París. Cuando la versión jacobina del Nuevo Testamento estaba en
proceso de evolución, la mayoría de los piadosos sabios ocupados en la obra,
insistieron en traducir la palabra griega Aidns como "Infierno"; pero
un concienzudo miembro de la minoría se apoderó secretamente de las actas y
tachó la objetable palabra donde quiera la encontró. En la próxima reunión, el
obispo de Salisbury, revisando la obra, se paró de un salto y exclamó, muy
excitado: "¡Señores, alguien ha abolido el infierno!" Años despues el
prelado pudo morir en paz reflexionando que (con la ayuda de la Providencia)
había realizado un aporte útil e inmortal al inglés cotidiano.
Halo, s. En sentido
lato, anillo luminoso que rodea un cuerpo astronómico; frecuentemente se lo
confunde con la "aureola" o "nimbo", fenómeno bastante
similar que usan a modo de tocado los santos y las divinidades. El halo es una
ilusión puramente óptica, producida, como el arcoiris, por la humedad del aire;
mientras que la aureola es conferida como signo de extraordinaria santidad, del
mismo modo que la mitra de un obispo o la tiara del papa. En el cuadro La
Natividad de Szedgkin, piadoso artista de Pesth, aparecen con el nimbo no sólo
la Virgen y el Niño, sino un asno que come heno del pesebre sagrado y que,
dicho sea en su perdurable honor, parece sobrellevar la insólita distinción con
toda la gracia de un santo.
Harmonistas, s. Secta de
protestantes, ahora extinguidos, que llegaron de Europa a comienzos del siglo
XVIII y se distinguieron por la ferocidad de sus controversias y disensiones
internas.
Hibernar, v. i. Pasar el
invierno en reclusión doméstica. Las creencias populares sobre la hibernación
de distintos animales son numerosas y raras. Muchos creen que el oso hiberna
todo el invierno y subsiste lamiéndose mecánicamente las zarpas. Se admite que
en la primavera sale de su retiro, tan flaco, que tiene que probar dos veces antes
de proyectar una sombra. Hace tres o cuatro siglos, en Inglaterra, se daba por
sentado que las golondrinas pasan el invierno entre el lado del fondo de los
arroyos, agrupadas en masas globulares. La suciedad de ese medio, al parecer,
las ha hecho desistir de semejante costumbre. En Asia Central, Sotus Escobius
descubrió toda una tribu que practica la hibernación. Algunos investigadores
creen que el ayuno de cuaresma fue originariamente una forma de hibernación a
la que la Iglesia dio significado religioso.
Híbrido, s. Diferencia
conciliada.
Hidra, s. Animal que en
los antiguos catálogos figura bajo muchos encabezamientos.
Hiena, s. Bestia
reverenciada por algunos pueblos orientales, gracias a su costumbre de saquear
los cementerios. Lo mismo hacen los estudiantes de medicina.
Hígado, s. Órgano rojo,
de gran tamaño, que la naturaleza nos da previsoramente para permitirnos ser
biliosos. Los sentimientos y emociones que asientan en el corazón --como sabe
ahora todo anatomista literario-- infestaban el hígado según creencias más
antiguas; e inclusive Gascoygne, hablando del costado emocional de la
naturaleza humana, lo llama "nuestra parte hepática". En una época se
le consideró la sede de la vida; de ahí su nombre (en ingles "liver",
vividor). Para el ganso, el hígado es un don del cielo; sin él no podría
suministrarnos el "paté de foie".
Hilo, s. Tela cuya
fabricación, cuando está hecha de cáñamo, acarrea un gran desperdicio de
cáñamo.
Hipogrifo, s. Animal, ahora
extinguido, que era mitad caballo y mitad grifo. El grifo en sí era un animal
compuesto, mitad león y mitad águila. El hipogrifo, pues, sólo era un cuarto de
águila, o sea dos dólares con cincuenta céntimos en oro. El estudio de la
zoología está lleno de sorpresas.
Hipócrita, s. El que
profesando virtudes que no respeta se asegura la ventaja de parecer lo que
desprecia.
Historia, s. Relato casi
siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi
siempre pillos o por militares casi siempre necios.
Historiador, s. Chismoso de
trocha ancha.
Hogar, amargo hogar.
Hombre, s. Animal tan
sumergido en la extática contemplación de lo que cree ser, que olvida lo que
indudablemente debería ser. Su principal ocupación es el exterminio de otros
animales y de su propia especie que, a pesar de eso, se multiplica con tanta
rapidez que ha infestado todo el mundo habitable, además del Canadá.
Homeópata, s. Humorista de
la medicina.
Homeopatía, s. Escuela de
medicina que está a mitad de camino entre la alopatía y la Ciencia Cristiana.
Esta última es muy superior a todas las otras, pues puede curar enfermedades
imaginarias, cosa que resulta imposible a las demás.
Homicidio, s. Muerte de un
ser humano por otro ser humano.
Hay cuatro clases de
homicidio: felón, excusable, justificable y encomiable, aunque al muerto no le
importa mucho si lo han incluido en una o en otra; la distinción es para uso de
abogados.
Honorable, adj. Dícese de
lo que está afligido por un impedimento en su capacidad general. En las cámaras
legislativas se acostumbra dar el título de "honorable" a todos los
miembros. V.g.: "El honorable diputado es un perro sarnoso".
Hospitalidad, s. Virtud que
nos induce a alojar y alimentar a personas que no necesitan alojamiento ni
alimento.
Hostilidad, s. Sentimiento
exacerbado de la superpoblación terrestre. Puede ser activa o pasiva. Es
activa, por ejemplo, la hostilidad de una mujer hacia sus amigas; y pasiva, la
que alberga hacia todas las demás mujeres.
Huérfano, s. Persona a
quien la muerte ha privado de la posibilidad de ingratitud filial, privación
que toca con singular elocuencia todas las cuerdas de la simpatía humana.
Cuando es joven, el huérfano es enviado a un asilo, donde cultivando
cuidadosamente su rudimentario sentido de la ubicación, se le enseña a
conservar su lugar. Luego se lo instruye en las artes de la dependencia y el
servilismo y finalmente se lo suelta para que vaya a vengarse del mundo
convertido en lustrabotas o en sirvienta.
Humanidad, s. La raza
humana, colectivamente, con exclusión de los poetas antropoides.
Humildad, s. Paciencia
inusitada para planear una venganza que valga la pena.
Humillación, s. Actitud
mental decente y habitual en presencia del dinero o el poder. Peculiarmente
apropiada en un empleado cuando se dirige a su patrón.
Humorista, s. Plaga que
habría ablandado la gélida rudeza de corazón del Faraón, incitándolo a liberar
a los hijos de Israel y a mandarlos rápidamente a su país, con sus mejores
deseos.
Huracán, s. Manifestación
atmosférica antes muy común, pero que hoy es reemplazada generalmente por el tornado
y el ciclón. El huracán goza todavía de preferencia popular en las Indias
Occidentales, y algunos marinos anticuados lo prefieren. Se usa también para
construir la cubierta superior de los vapores, pero en términos generales puede
decirse que la utilidad del huracán ha sobrevivido al huracán mismo.
Hurí, s. Atractiva
señora que habita el paraíso mahometano, alegrando las horas del buen musulmán,
cuya creencia en las huríes es síntoma de un noble descontento con su esposa
terrestre que, según él, no tiene alma. Se dice que las esposas no aprecian a
las huríes.
I
I I. Primera letra del alfabeto, primera palabra del idioma, primer
pensamiento de la mente, primer objeto del afecto; en gramática inglesa, es el
pronombre "yo". Se dice que su plural es "nosotros", pero
cómo puede existir más de un yo, es algo que resulta más claro a los 72
gramáticos que al autor de este incomparable diccionario. La concepción de dos
yoes es difícil, pero magnífica. El uso franco aunque elegante del
"yo" distingue a un buen escritor de uno malo; éste lo asume como un
ladrón que quiere esconder el botín bajo la capa.
Idiota, s. Miembro de
una vasta y poderosa tribu cuya influencia en los asuntos humanos ha sido
siempre dominante. La actividad del Idiota no se limita a ningún campo especial
de pensamiento o acción, sino que "satura y regula el todo". Siempre
tiene la última palabra; su decisión es inapelable. Establece las modas de la
opinión y el gusto, dicta las limitaciones del lenguaje, fija las normas de la
conducta.
Ignorante, s. Persona
desprovista de ciertos conocimientos que usted posee, y sabedora de otras cosas
que usted ignora.
Ilusión, s. Madre de una
respetabilísima familia, que incluye al Entusiasmo, el Afecto, la Abnegación,
la Fe, la Esperanza, la Caridad y muchos otros vástagos igualmente virtuosos.
Ilustre, adj.
Favorablemente situado para recibir las flechas de la malicia, la envidia y la
calumnia.
Imaginación, s. Depósito de
mercaderías que poseen en común los poetas y los mentirosos.
Imbecilidad, s. Especie de
inspiración divina o fuego sagrado que anima a los detractores de este
diccionario.
Imparcial, adj. Incapaz de
percibir promesa de ventaja personal en la adhesión a uno de los bandos de una
controversia, o en la adopción de una entre dos ideas en conflicto.
Impenitencia, s. Estado de
ánimo intermedio, en el tiempo, entre el pecado y el castigo.
Impiedad, s. Irreverencia
del prójimo hacia mis dioses.
Imposición, s. Acto de
bendecir o consagrar imponiendo las manos: ceremonia común a muchos sistemas
eclesiásticos, pero que es realizada con máxima sinceridad por la secta de los
Ladrones.
Impostor, s. Rival que
también aspira a los honores públicos.
Imprevisión, s. Satisfacción
de las necesidades de hoy con las rentas de mañana.
Impunidad, s. Riqueza.
Inadmisible, adj. Que no
merece ser considerado. Dícese de ciertos testimonios que los jurados son
incapaces de apreciar, y que en consecuencia los jueces rechazan, aun en
procedimientos de los que son los únicos árbitros. La evidencia de oídas es
inadmisible, porque la persona a quien se cita no ha prestado juramento y no
puede ser interrogada por el tribunal; no obstante, la evidencia de oídas sirve
diariamente de fundamento a las más importantes acciones, militares, políticas,
comerciales y de cualquier otra clase. No existe en el mundo una
religión que no se funde en la evidencia de oídas. La revelación es evidencia
de oídas; que las Escrituras sean la palabra de Dios, es cosa que sabemos
solamente por el testimonio de hombres muertos hace mucho tiempo, cuya identidad
no está claramente establecida y que no prestaron ningún tipo de juramento.
Según las reglas de la evidencia judicial ninguna de las afirmaciones de la
Biblia sería admisible ante un tribunal. Tampoco podría probarse que la batalla
de Blenheim se libró, que existió Julio César, que hubo un
imperio asirio. En cambio, y puesto que los archivos judiciales constituyen
evidencia admisible, puede probarse fácilmente que han existido poderosos y
perversos magos que fueron un azote para la humanidad. La evidencia
(confesiones inclusive) que sirvió para condenar y ejecutar por hechiceras a
ciertas mujeres, no tenía fallas; aun hoy es inatacable. Las decisiones
judiciales fundadas en ella eran justas dentro de la lógica y la ley. Nada está
mejor probado ante un tribunal que los cargos de brujería que llevaron
a tantos a su muerte. Si las brujas no existieran, el testimonio humano y la
razón humana carecerían igualmente de valor.
Inauspiciosamente, adv. De manera
poco promisoria, por ser desfavorables los auspicios. Antes de emprender
cualquier acción importante, los romanos acostumbraban obtener de los augures
algún dato sobre el probable resultado; uno de los métodos de adivinación más
dignos de confianza consistía en observar el vuelo de las aves, y los pronósticos
que de ahí surgían se llamaban auspicios. Periodistas y algunos lexicógrafos
dan a la palabra el sentido de "patrocinio" o "dirección",
verbigracia: "Las celebraciones se realizaron bajo los auspicios de la
Antigua y Venerable Orden de Ladrones de Cadáveres" o "Los festejos
fueron auspiciados por los Caballeros del Hambre".
Incompatibilidad, s. En el
matrimonio, semejanza de gustos, en particular el gusto por la dominación. La
incompatibilidad, sin embargo, puede asumir la forma de una pacífica madre de
familia que vive a la vuelta de la esquina. Se conocen algunas
incompatibilidades con bigote.
Incompatible, adj. Incapaz de
existir en presencia de otra cosa. Dos cosas son incompatibles cuando el mundo
del ser tiene espacio suficiente para una, pero no para las dos: por ejemplo,
la poesía de Walt Whitman y la misericordia de Dios con el hombre. Las palabras
"Señor, somos incompatibles" reemplazan con ventaja a la vulgar
expresión "Vaya a bañarse; si lo veo de nuevo, lo mato".
Inconducta, s. Infracción de
la ley que posee menos dignidad que la felonía y no autoriza el ingreso en la
mejor sociedad criminal.
Incubo, s. Miembro de
una raza de demonios extraordinariamente impúdicos que, aunque no del todo
extinguidos, han conocido mejores noches. Para una descripción completa de los
"incubi" y los "succubi" (y también de las
"incubae" y las "succubae"), consultar el Liber Demonorum
de Protassus (Paris, 1328), donde hay muchas informaciones curiosas que
estarían fuera de lugar en un diccionario destinado a servir de texto en las
escuelas públicas. Víctor Hugo relata que en las Islas del Canal de la Mancha,
el propio Satanás (sin duda tentado más que en otros sitios por la belleza de
las mujeres) suele hacerse el íncubo, con gran alarma y escándalo de las buenas
señoras que, en términos generales, quieren ser fieles a sus votos
matrimoniales. Cierta dama acudió al párroco para averiguar cómo podría, en la
oscuridad, distinguir al osado intruso de su marido. El santo varón le aconsejó
tocarle la frente para ver si llevaba cuernos; Hugo es lo bastante descortés
como para insinuar sus dudas sobre la eficacia del método.
Indice, s. Dedo que se
usa generalmente para señalar a los malechores.
Indecisión, s. Factor
principal del éxito, porque como dice Sir Thomas Brewbold, "sólo hay una
manera de no hacer nada, y muchas maneras de hacer algo, y entre estas una sola
es la correcta; de ahí que el indeciso que se queda quieto tiene menos
probabilidades de equivocarse que quien se lanza a la acción". --Su rápida
decisión de atacar --le dijo cierta vez el general Grant al general Gordon
Granger-- fue admirable. Sólo tuvo usted cinco minutos para decidirse. --Si,
señor --respondió el victorioso subordinado--, es importante saber lo que debe
hacerse en una emergencia. Cuando no sé si atacar o retirarme, jamás vacilo:
tiro al aire una moneda. --¿Quiere decir que eso es lo que acaba de hacer?--
Si, mi general, pero le ruego no reprenderme. Desobedecí a la moneda.
Indefenso, adj. Incapaz de
atacar.
Independiente, adj. En
política, enfermo de autorrespeto. Es término despectivo.
Indigestión, s. Enfermedad
que el paciente y sus amigos suelen tomar por profunda convicción religiosa e
interés en la salvación de la humanidad. Como dijo el sencillo Piel Roja del
desierto: "Yo bien no reza; gran dolor barriga, mucho Dios".
Indiscreción, s. Culpa de las
mujeres.
Indultar, v. t. Remitir
una pena y devolver al acusado a una vida criminal. Agregar a la fascinación
del crimen la tentación de la ingratitud.
Ineficaz, adj. Dícese de
lo que no está calculado para favorecer nuestros intereses.
Infiel, adj. y s.
Dícese, en New York, del que no cree en la religión cristiana; en
Constantinopla, del que cree. Especie de pillo que no reverencia adecuadamente
ni mantiene a teólogos, eclesiásticos, papas, pastores, canónigos, monjes,
mollahs, vudús, hierofantes, prelados, obíes, abates, monjas, misioneros,
exhortadores, diáconos, frailes, hadjis, altos sacerdotes, muecines,
brahamanes, hechiceros, confesores, eminencias, presbíteros, primados,
prebendarios, peregrinos, profetas, imanes, beneficiarios, clérigos, vicarios,arzobispos, obispos,
priores, predicadores, padres, abadesas, calógeros, monjes mendicantes, curas,
patriarcas, bonzos, santones, canonesas, residenciarios, diocesanos, diáconos,
subdiáconos, diáconos rurales, abdalas, vendedores de hechizos, archidiáconos,
jerarcas, beneficiarios, capitularios, sheiks, talapoins, postulantes,
escribas, gurús, chantres, bedeles, fakires, sacristanes, reverendos,
revivalistas, cenobitas, capellanes, mudjoes, lectores, novicios, vicarios,
pastores, rabís, ulemas, lamas, derviches, rectores, cardenales,prioresas, sufragantes,
acólitos, párrocos, sulíes, muftis y pumpums.
Infralapsario, s. El que se
atreve a creer que Adán no tenía necesidad de pecar, si no quería; por oposición
a los supralapsarios que sostienen que su caída estaba decretada desde el
comienzo. A los infralapsarios se les llama a veces supralapsarios, sin que
ello altere la importancia o lucidez de sus opiniones sobre Adán.
Injusticia, s. De todas las
cargas que soportamos o imponemos a los demás, la injusticia es la que pesa
menos en las manos y más en la espalda.
Inferiae, s (latín). Entre
los griegos y los romanos, sacrificios propiciatorios de los Dei Manes, o almas
de los héroes muertos. Los piadosos antiguos no pudieron inventar dioses
suficientes para satisfacer sus necesidades espirituales, y debieron recurrir a
un número de deidades de relleno que fabricaban con los materiales menos
promisorios. Fue mientras sacrificaba un buey al espíritu de Agamenón que
Laiaides, sacerdote de Áulide, se vio favorecido por la aparición del espectro
de ese ilustre guerrero, quien le narró proféticamente el nacimiento de Cristo
y el triunfo del cristianismo, dándole además una reseña rápida, pero
pasablemente completa, de los acontecimientos hasta el reinado de San Luis. El
relato terminó abruptamente en ese punto, debido al desconsiderado canto de un
gallo, que obligó al espectral Rey de Hombres a volver al trote al Hades. Esta
historia tiene 78 un delicado sabor medieval, y como no se ha podido rastrear
su origen más allá del padre Brateille, piadoso aunque oscuro escritor de la
Corte de San Luis, probablemente no nos equivocaremos si la consideramos
apócrifa, aunque monseñor Capel piense otra cosa.
Influencia, s. En política,
un quo ilusorio que se da a cambio de un quid sustancial.
Infortunio, s. Especie de
fortuna que siempre llega.
Ingenio, s. Sal con que
el humorista americano arruina su cocina intelectual, al omitirla.
Ingenuidad, s. Seductora
cualidad que alcanzan las mujeres mediante largo estudio e intensa práctica con
sus admiradores varones, que de buena gana la confunden con el sencillo candor
de sus hijos.
Ingrato, s. El que recibe
un beneficio de otro, o es objeto de una caridad cualquiera.
Injuria, s. Ofensa que
sigue en gravedad a un desdén.
Inmigrante, s. Persona
inculta que piensa que un país es mejor que otro.
Inmoral, adj. Impráctico.
Todo lo que resulta poco práctico para los hombres, llega a ser considerado
perverso e inmoral. Si las nociones humanas del bien y del mal tuvieran otra
base que la utilidad; si se originaran, o pudieran originarse, de otro modo; si
las acciones tuvieran en sí mismas un carácter moral independiente de sus
consecuencias; entonces toda la filosofía sería una mentira, y la razón una
enfermedad de la mente.
Innato, adj. Natural,
inherente, como las ideas innatas, que poseemos al nacer, porque nos fueron
dadas antes de venir al mundo. La doctrina de las ideas innatas es una de las
más admirables creencias de la filosofía, siendo ella misma una idea innata y
por lo tanto irrefutable, aunque Locke neciamente creyó "ponerle un ojo en
compota". Al número de las ideas innatas ya clasificadas, debemos agregar
la creencia en nuestra capacidad para dirigir un diario, en la grandeza de nuestro
país, en la superioridad de nuestra civilización, en la importancia de nuestros
asuntos personales y en el interés que nuestras enfermedades presentan para los
demás.
Inscripción, s. Una cosa
escrita sobre otra cosa. Hay muchas clases de inscripciones, pero en general
están destinadas a conmemorar la fama de alguna persona ilustre y transmitir a
épocas distantes el recuerdo de sus servicios y virtudes. A esta clase de
inscripciones, pertenece el nombre de John Smith, escrito a lápiz sobre el
monumento a Washington. He aquí algunos ejemplos de inscripciones recordatorias
en lápidas (ver Epitafio). Mi cuerpo yace en el suelo Mas el alma subió al
cielo; Pero el Día llegará Y mi cuerpo se alzará Para que del cielo goce. 1812.
Ella sufrió sin queja su dolencia Fue inútil el auxilio de la ciencia; La
muerte de pesares la libró; Con su esposo en el Cielo se reunió. "Aquí
yace Jeremías Arbol. Fue abatido el 9 de mayo de 1862 a los 27 años, 4 meses y
12 días. Indígena."
Insensible, adj. Dotado de
gran fortaleza para soportar los males que aquejan a los demás. Cuando le
dijeron a Zenón que uno de sus enemigos había muerto, se lo vio profundamente
conmovido. --¡Qué! --exclamó uno de sus discípulos-- ¿Lloras la muerte de un
enemigo?--Ah, es cierto --repuso el gran estoico-- Pero deberías verme sonreír
ante la muerte de un amigo.
Insignias, s. Distintivos,
joyas y trajes de órdenes antiguas y venerables como: los Caballeros de Adán;
los Visionarios del Divino Blablá; la Antigua Orden de los Modernos
Trogloditas; la Liga de la Santa Farsa; la Dorada Falange de los Falangistas
Marsupiales; la Gentil Sociedad de Vagabundos Expurgados; la Mística Alianza de
Exquisitos Regalianos; las Damas y Caballeros del Perro Amarillo; la Oriental
Orden de los Hijos de Occidente; La Orfandad de los Insufribles; los Guerreros
de Arco Largo; los Guardianes de la Gran Cuchara de Cuerno; la Banda de
Bestias; la Impenitente Orden de Azotadores de Esposas; la Sublime Legión de
Conspicuos Rimbombantes; los Adoradores del Santuario Galvanoplástico; los
Inaccesibles Resplandecientes; los Jenízaros del Pavorreal; la Gran Cábala de
Sedentarios; la Fraternidad de los Verrugosos; la Cooperativa del Candelero;
los Discípulos Militantes de la Fe Oculta; los Caballeros Defensores del Perro
Doméstico; los Guardianes de la Letrina Mística; la Misteriosa Orden del
Manuscrito Indescifrable; Los Monarcas del Mérito y el Hambre; los Prelados de
la Bañera y la Espada.
Insurrección, s. Revolución
fallida. Fracaso de opositores que pretenden reemplazar un gobierno malo por
otro desastroso.
Intemperie, s. Lugar donde
ningún gobierno ha podido cobrar impuestos. Su función principal es inspirar a
los poetas.
Intención, s. Conciencia
del predominio que un grupo de influencias ejerce en nuestro espíritu sobre
otro grupo de influencias. Efecto cuya causa es la inminencia, real o supuesta,
de un acto involuntario.
Intérprete, s. El que
permite a dos personas de distinto idioma comprenderse, repitiendo a cada una
lo que convendría al intérprete que dijera la otra.
Interregno, s. Período
durante el cual una monarquía es gobernada por un lugar aún tibio en el
almohadón de un trono. La experiencia de permitir que ese lugar se enfríe ha
dado generalmente malos resultados, en virtud del entusiasmo que despliegan,
para volver a calentarlo, numerosas personas dignas.
Intimidad, s. Relación a
que son providencialmente arrastrados los necios a fin de destruirse.
Inventor, s. Persona que
construye un ingenioso ordenamiento de ruedas, palancas, y resortes, y cree que
eso es civilización.
Ira, s. Enojo de
grado y cualidad superiores que corresponde a personajes encumbrados y a
ocasiones importantes: como "la ira de Dios", "los días de
ira", etc. Los antiguos consideraban sagrada la ira de los reyes y de los
sacerdotes, porque generalmente podía manifestarse a través de un dios. Los
griegos frente a Troya fueron tan hostigados por Apolo, que saltaron de la
sartén de la ira de Crises al fuego de la cólera de Aquiles, aunque Agamenón,
el único ofensor, no resultó asado ni quemado. Inmunidad parecida gozó David
cuando incurrió en la cólera de Yahveh por censar a su pueblo, del que setenta
mil pagaron la pena con sus vidas. En la actualidad Dios es Amor y los
censistas pueden cumplir su trabajo sin temor al desastre.
Irreligión, s. La más importante
entre las grandes creencias de este mundo.
J
J. una consonante en ingles, pero algunas naciones la usan como
vocal, lo que es el colmo del absurdo. Su forma original, que ha sido apenas
modificada, era la de la cola de un perro apaleado; en realidad, no era una
letra, sino un signo que representaba al verbo latino "jacere",
"tirar", porque la cola de perro asume esa forma cuando le tiran una
piedra. Tal es el origen de esta letra, según lo ha explicado el prestigioso
Dr. Jocolpus Bumer, de la Universidad de Belgrado, quien divulgó sus
conclusiones sobre el tema en una obra de tres volúmenes en cuarto y se suicidó
al enterarse de que en el alfabeto romano la J no tenía cola.
Jábega, s. Red
barredera. Para atrapar peces se hace con una malla gruesa y ruda; las mujeres
se atrapan más fácilmente mediante un tejido singularmente delicado que lleva,
a modo de plomada, pequeñas piedras talladas.
Jineta, s. En el
ejército, insignia que permite distinguir a un oficial del enemigo; o sea, del
oficial de grado inmediatamente inferior que ascendería gracias a su muerte.
Juramento, s. En derecho,
solemne promesa ante Dios, que la conciencia debe cumplir so pena de perjurio.
Justicia, s. Artículo más
o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad, sus
impuestos y sus servicios personales.
Juventud, s. Período de lo
Posible, cuando Arquímedes encuentra un punto de apoyo. Casandra tiene quien la
escuche y siete ciudades compiten por el honor de mantener a un Homero
viviente.
K
Kilt, s. Traje que
suelen usar los escoceses en Norteamérica y los norteamericanos en Escocia.
Korán, s. Libro que los
mahometanos, neciamente, creen escrito por inspiración divina, pero que los
cristianos consideran una perversa impostura, contraria a las Sagradas Escrituras.
L
Ladrón, s. Comerciante
candoroso. Se cuenta de Voltaire que una noche se alojó, con algunos compañeros
de viaje, en una posada del camino. Después de cenar, empezaron a contar
historias de ladrones. Cuando le llegó el turno a Voltaire dijo:--Hubo una vez
un Recaudador General de Impuestos --y se calló. Como los demás lo alentaron a
proseguir, añadió:--Ese es el cuento.
Ladrón de cadáveres, s. El que
despoja de gusanos los sepulcros. El que provee a los médicos jóvenes lo que
los médicos viejos han provisto al enterrador. La hiena.
Lamentable, adj. Estado de
un enemigo o adversario después de un encuentro imaginario con uno mismo.
Laocoonte, s. Famosa
escultura antigua que representa a un sacerdote de ese nombre y a sus dos hijos
entre los anillos de dos monstruosas serpientes. El arte y diligencia con que
el anciano y sus muchachos sostienen a las serpientes y las obligan a realizar
su tarea constituyen una de las más nobles ilustraciones artísticas del dominio
de la inteligencia humana sobre la inercia bruta.
Lástima, s. Sensación de
inmunidad, inspirada por el contraste.
Legal, adj. Compatible
con la voluntad del juez competente.
Lenguaje, s. Música con
que encantamos las serpientes que custodian el tesoro ajeno.
Lexicógrafo, s. Individuo
pestilente que so pretexto de registrar un determinado estadio en el desarrollo
de una lengua, hace lo que puede para detener su crecimiento, quitarle
flexibilidad y mecanizar sus métodos. El lexicógrafo, después de escribir su
diccionario, se convierte en "autoridad", cuando su función es
simplemente hacer una recopilación y no dictar una ley. El natural servilismo
de la inteligencia humana, al investirlo de un poder judicial, renuncia a su
derecho a la razón y se somete a una mera crónica como si fuera un estatuto legal.
Basta, por ejemplo, que el diccionario catalogue a una palabra de buena ley
como "obsoleta" u "obsolescente", para que pocos hombres se
atrevan a usarla en adelante, por mucho que la necesiten y por conveniente que
sea. De este modo el empobrecimiento se acelera y el idioma decae. Por el
contrario, el escritor audaz y cultivado que sabe que el idioma crece por
innovación --cuando crece--, y fabrica nuevas palabras o usa las viejas en un
sentido poco familiar, encuentra pocos adeptos. Enseguida le señalan agriamente
que "eso no está en el diccionario", aunque antes de aparecer el
primer lexicógrafo (¡que Dios lo perdone!) nadie había usado una palabra que
estuviera en el diccionario. En la época de oro del idioma inglés, cuando de
labios de los grandes isabelinos brotaban palabras que formaban su propio
significado, evidente en su sonido mismo, cuando eran posibles un Shakespeare y
un Bacon, y el idioma, que hoy muere rápidamente por una punta y se renueva
despacio por la otra, crecía vigoroso y se conservaba dulce como la miel y
fuerte como un león, el lexicógrafo era una persona desconocida, y el
diccionario una obra para cuya creación el Creador no lo había creado.
Libertad, s. Uno de los
bienes más preciosos de la Imaginación, que permite eludir cinco o seis entre
los infinitos métodos de coerción con que se ejerce la autoridad. Condición
política de la que cada nación cree tener un virtual monopolio. Independencia.
La distinción entre libertad e independencia es más bien vaga, los naturalistas
no han encontrado especímenes vivos de ninguna de las dos.
Libertino, s. El que ha
corrido tras el placer con tanto ardor, que tuvo la desgracia de pasarlo de
largo.
Libro de recortes, s. Libro editado
por un tonto con las tonterías que se dicen sobre él.
Ligas, s. Bandas
elásticas destinadas a impedir que una mujer salga de sus medias y devaste el
país.
Lío, s. Salario de la
coherencia.
Lira, s. Antiguo
instrumento de tortura. Hoy la palabra se usa figuradamente con el sentido de
facultad poética.
Litigante, s. Persona que
está por entregar la piel con la esperanza de conservar los huesos.
Lobisón, s. Lobo que fue
una vez, o es a veces, un hombre. Todos los lobisones tienen un carácter
maligno, pues han asumido una forma bestial para gratificar un apetito bestial;
pero algunos, transformados por artes de brujería, son tan humanos como lo
permite su gusto adquirido por la carne humana. En cierta oportunidad, unos
campesinos bávaros capturaron un lobo, lo ataron por la cola a un poste y como
era de noche, se fueron a dormir. A la mañana siguiente, el lobo había
desaparecido. Muy perplejos, consultaron al cura local, quien les dijo que el
cautivo era indudablemente un lobisón, y que había reasumido su forma humana
durante la noche. --La próxima vez que atrapéis un lobo --dijo el buen hombre--
encadenadlo por la pata, y a la mañana siguiente encontraréis un luterano.
Loco, adj. Dícese de
quien está afectado de un alto nivel de independencia intelectual; del que no
se conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y acción que los conformantes
han establecido observándose a sí mismos; del que no está de acuerdo con la
mayoría; en suma, de todo lo que es inusitado. Vale la pena señalar que una
persona es declarada loca por funcionarios carentes de pruebas de su propia cordura.
Por ejemplo, el ilustre autor de este Diccionario no se siente más convencido
de su salud mental que cualquier internado en un manicomio, y --salvo
demostración en contrario-- es posible que en vez de la sublime ocupación a que
cree dedicar sus facultades, esté golpeando los puños contra los barrotes de un
asilo y afirmando ser Noé Webster, (autor del diccionario Webster) ante la
inocente delectación de muchos espectadores desprevenidos.
Locuacidad, s. Dolencia que
vuelve al paciente incapaz de contener la lengua cuando uno quiere hablar.
Locura, s. Ese "don
y divina facultad" cuya energía creadora y ordenadora inspira el espíritu
del hombre, guía sus actos y adorna su vida.
Locomaquia, s. Guerra en que
las armas son palabras y las heridas, pinchazos en la vejiga natatoria de la
autoestima; especie de lucha en que al vencedor se le niega la recompensa de la
victoria porque el vencido es inconsciente de su derrota.
Longevidad, s. Prolongación
poco común del temor a la muerte.
Lord, s. En la
sociedad norteamericana, turista inglés de rango superior al de un viajante de
comercio. La palabra "Lord", que significa Señor, se usa también a
veces como título del Supremo Hacedor; pero en esto prima la lisonja sobre la
reverencia.
Luminaria, s. El que arroja
luz sobre un tema; verbigracia, un secretario de redacción cuando no escribe
sobre ese tema.
Lunario, s. Habitante de
la luna. No debe confundirse con el lunático, que es habitado por la luna. Los
lunarios han sido descritos por Luciano, Locke y otros observadores, que no se
han puesto mayormente de acuerdo. Bragellos, por ejemplo, afirma que son
anatómicamente idénticos al hombre, mientras que el profesor Newcomb asegura
que se parecen más a los tribeños de Vermont.
Lunes, s. En los países
cristianos, el día que sigue al partido de béisbol.
LL.D. ras que designan el título de "Legumastuciorum Doctor",
o sea erudito en leyes, provisto de astucia legal.( significa, en realidad,
"Legum Doctor", doctor en Leyes.). Pero esta derivación resulta
sospechosa si se tiene en cuenta que antiguamente el título se abreviaba ££.d.
(Libras y peniques) , y era conferido solamente a caballeros adinerados.
Actualmente, la Universidad de Columbia considera la posibilidad de crear otro
título para clérigos, en lugar del antiguo D.D. (significa "Divinitatis
Doctor", doctor en teología) o "Damnator Diaboli". El nuevo
honor será conocido como "Sanctorum Custus", y se escribirá $$ cts.
El reverendo John Satán ha sido propuesto como primer destinatario del título.
Lógica, s. Arte de
pensar y razonar en estricta concordancia con los límites e incapacidades de la
incomprensión humana. La base lógica es el silogismo, que consiste en una
premisa mayor, una menor y una conclusión, por ejemplo: "Mayor":
Sesenta hombres pueden realizar un trabajo sesenta veces más rápido que un solo
hombre. ."Menor": Un hombre puede cavar un pozo para un poste en
sesenta segundos. "Conclusión": Sesenta hombres pueden cavar un pozo
para un poste en un segundo. Esto es lo que puede llamarse el silogismo
matemático, con el cual, combinando lógica y matemática, obtenemos una doble
certeza y somos dos veces benditos.
M
Macho, s. Miembro del
sexo insignificante. El macho de la especie humana es generalmente conocido
(por la mujer) como Simple Hombre. El género tiene dos variedades: buenos
proveedores y malos proveedores.
Macrobiano, s. Olvidado de
los dioses que alcanza una edad muy avanzada. La historia nos da numerosos
ejemplos, desde Matusalén hasta el Old Parr, pero algunos casos notables de
longevidad son menos conocidos. Un campesino calabrés llamado Coloni vivió
tanto que llegó a tener un vislumbre de la paz universal. Scanavius dice que
conoció a un obispo tan viejo que era capaz de recordar una época en que
colgarlo hubiera sido una injusticia. En 1566, un tejedor de Bristol,
Inglaterra, declaró que había vivido quinientos años, y que en todo ese tiempo
jamás había dicho una mentira. En nuestro país también hay un caso de
longevidad (macrobiosis). El senador Chauncey Depew es tan viejo que se ha
vuelto inteligente. El Director de The American, periódico neoyorquino, tiene
una memoria que se remonta a la época en que era un pillo, aunque no se remonta
al hecho mismo de que era un pillo. El presidente de los Estados Unidos nació
hace tanto tiempo que muchos de los amigos de su juventud han escalado altas
posiciones políticas y militares sin el concurso de méritos personales.
Magia, s. Arte de
convertir la superstición en moneda contante y sonante. Hay otras artes que
sirven al mismo fin, pero el discreto lexicógrafo no las nombra.
Magnético, adj. Dícese de
lo que sufre la influencia del magnetismo.
Magnetismo, s. Lo que ejerce
influencia sobre algo magnético. Estas dos definiciones están condensadas de la
obra de un millar de eminentes hombres de ciencia, que han arrojado sobre el
tema una luz deslumbrante, con indecible progreso del conocimiento humano
Magnífico, adj. Dotado de
esplendor o grandeza superiores a los que el espectador está habituado; por
ejemplo, las orejas de un asno para un conejo, o la gloria de una luciérnaga
para un simple gusano.
Magnitud, s. Tamaño. Como
la magnitud es puramente relativa, nada es grande y nada es pequeño. Si todo lo
que compone el universo aumentara su tamaño en un millar de diámetros, nada
sería más grande que antes, pero si una sola cosa permaneciera igual, todas las
otras serían más grandes de lo que fueron. Para un intelecto familiarizado con
la relatividad de la magnitud y la distancia, los espacios y las masas del
astrónomo no serían más impresionantes que las del microscopista. Al fin y al
cabo, nadie nos asegura que el universo visible no sea una pequeña parte de un
átomo, con sus iones componentes, flotando en el fluido vital (o en el éter
luminífero) de un vasto animal. Posible mente las menudas criaturas que pueblan
los corpúsculos de nuestra propia sangre experimenten la emoción debida al
contemplar las impensables distancias que los separan.
Majestad, s. Condición y
titulo de rey, considerados con justo desprecio por los Muy Eminentes Grandes
Maestres, Grandes Cancilleres, e lmperiales Potentados de las antiguas y
honorables órdenes de la América republicana.
Malechor, s. El principal
factor en el progreso de la raza humana.
Malthusiano, adj. Relativo a
Malthus y sus doctrinas. Malthus creía en la necesidad de limitar artificialmente
la población, pero descubrió que eso no podía hacerse hablando. Uno de los
exponentes más prácticos del malthusianismo fue Herodes de Judea, aunque todos
los militares famosos han participado de esas ideas.
Malla (de baile). prenda del vestuario teatral destinada a reforzar con una
particular publicidad el entusiasmo general del agente de prensa. Durante algún
tiempo, la atención del público se desvió de esta prenda para concentrarse en
la negativa de Miss Lillian Russell a usarla. Se hicieron muchas conjeturas
sobre sus motivos, hasta que una actriz rival, Pauline Hall, sugirió --dando
muestras de notable ingenio y reflexión-- que la naturaleza no había dotado a
Miss Russell de bellas piernas. El intelecto masculino no pudo aceptar esa
teoría, pero la mera idea de que existiera una pierna femenina defectuosa era
tan prodigiosamente original que figuró entre las mayores hazañas de la
especulación filosófica. Es extraño que en toda esta controversia nadie haya
pensado en atribuir a "pudor" la actitud de Miss Russell. La
naturaleza de ese sentimiento no es muy bien comprendida en la actualidad, e
incluso es difícil decir con el vocabulario que nos queda, de qué se trata.
Recientemente, sin embargo, ha resucitado el estudio de las artes perdidas, y
algunas de ellas se han recuperado. Esta es una época de renacimientos, y cabe
esperar que el primitivo "rubor" sea rescatado de su escondite entre
las tumbas de la antigüedad y devuelto al escenario en alas de un silbido.
Mamíferos, s. Familia de
vertebrados cuyas hembras, en estado natural, amamantan a su cría, pero cuando
se vuelven civilizadas e inteligentes la dan a la nodriza o usan el biberón.
Mamón, s. Dios de la
religión que predomina en el mundo. Su templo principal se halla en la santa
ciudad de Nueva York.
Maná, s. Alimento dado
milagrosamente a los israelitas en el desierto. Cuando no lo recibieron más, se
afincaron y labraron la tierra, fertilizándola, por regla general, con los
cadáveres de sus primitivos ocupantes.
Manes, s. Partes
inmortales de los griegos y romanos que morían.
Experimentaban un sordo
malestar hasta que los cuerpos de donde habían exhalado se quemaban y
enterraban. Después de esto, tampoco lograban sentirse particularmente felices.
Maniqueísmo, s. Antigua
doctrina persa según la cual hay guerra incesante entre el Bien y el Mal.
Cuando el Bien abandonó la lucha, los persas se pasaron a la oposición
victoriosa.
Mano, s. Instrumento
singular que se usa al extremo de un brazo humano, y que por lo general se
encuentra metida en un bolsillo ajeno.
Maquinación, s. Método
empleado por nuestros enemigos para anular nuestro declarado y honroso esfuerzo
por hacer lo justo.
Marido, s. El que
después de cenar debe encargarse de lavar el plato.
Mártir, s. Alguien que
avanza hacia una muerte deseada siguiendo el camino de la menor repugnancia.
Más, adj. Grado
comparativo de demasiado.
Masonería, s. Orden de
ritual secreto, grotescas ceremonias y extravagantes ropas, a la que, tras su
fundación por los artesanos de Londres bajo el reinado de Carlos II, han
adherido los muertos de los pasados siglos, en incesante retroceso. Actualmente
abarca todas las generaciones del hombre, de Adán acá, y está reclutando
distinguidos adeptos entre los habitantes precreacionales del Caos y del Vacío.
Informe. La orden fue creada en diferentes épocas por Carlomagno, Julio César,
Ciro, Salomón, Zoroastro, Confucio, Thotmés y Buda. Sus
emblemas y símbolos se han encontrado en las catacumbas de París y Roma, en las
piedras del Partenón y la Gran Muralla China, entre los templos de Karnak y
Palmira, y en las pirámides egipcias. El descubridor fue siempre un masón.
Matar, v. t. Crear una
vacante sin designar un sucesor.
Matrimonio, s. Condición o
estado de una comunidad formada por un amo, un ama y dos esclavos, todos los cuales
suman dos.
Mausoleo, s. La última y
más divertida locura de los ricos.
Mayonesa, s. Uno de los
aderezos que usan los franceses en lugar de la religión del estado.
Maza, s. Bastón que en
la función pública denota autoridad. Su forma, que es la de un pesado garrote,
indica su propósito primitivo, que era calmar a los disidentes.
Meandro, s. Curva
sinuosa. Toma su nombre de un río situado unas ciento cincuenta millas al sur
de Troya, que cambia de curso para no oír a griegos y troyanos jactarse de sus
hazañas.
Medalla, s. Pequeño disco
de metal que se da en premio de virtudes, hazañas o servicios más o menos
auténticos. A Bismarck le dieron una medalla por rescatar valerosamente a una
persona que se ahogaba. Cuando le preguntaron el significado de la medalla,
respondió: "A veces salvo vidas". Otras veces hacía lo contrario.
Médico, s. Alguien a
quien lanzamos nuestras súplicas cuando estamos enfermos, y nuestros perros
cuando nos hemos curado.
Mendaz, adj. Aficionado
a la retórica.
Mendigar, v. t. Pedir algo
con intensidad proporcional a la creencia de que no será otorgado.
Mendigo, s. El que ha
confiado en la ayuda de los amigos.
Menor, adj. Menos
objetable.
Mente, s. Misteriosa
forma de la materia segregada por el cerebro. Su principal actividad parece consistir
en el esfuerzo por determinar su propia naturaleza, tentativa que parece fútil,
puesto que la mente, para conocerse, no dispone de otra cosa que sí misma.
Metralla, s. Argumento que
el futuro prepara en respuesta a las demandas del socialismo americano.
Metrópoli, s. Baluarte del
provincialismo.
Mesmerismo, s. Nombre dado
al Hipnotismo antes que empezara a vestir con elegancia, tuviera carruaje e
invitara a cenar a la Incredulidad.
Mi, n. Caso objetable del pronombre personal de primera persona, que
tiene tres casos: dominativo, objetable y opresivo. Cada uno de ellos es los
otros dos.
Milagro, s.
Acontecimiento inexplicable y extraño al orden natural, como ganar con un póker
de ases y un rey contra un póker de reyes y un as.
Milenio, s. Feriado de mil
años a cuyo término se clavará la tapa, con todos los reformistas adentro.
Ministro, s. Agente de un
poder superior con una responsabilidad inferior. En diplomacia, funcionario
enviado a un país extranjero como encarnación visible de la hostilidad de su
soberano por ese país. El principal requisito para ser ministro es un grado de
plausibilidad en la mentira apenas inferior al de un embajador.
Mío, adj. Lo que me
pertenece, siempre que pueda apropiármelo.
Misericordia, s. Daga que en
la guerra medieval usaba el infante para recordar a un caballero desmontado por
su cabalgadura que él también era mortal.
Misericordia, s. Virtud que
aman los delincuentes sorprendidos.
Miss, s. Título con
que marcamos a las mujeres solteras para indicar que están disponibles en el
mercado. Miss, Misses (Mrs.), y Mister (Mr.) me parecen las tres palabras más
desagradables de la lengua inglesa, tanto por su sonido como por su sentido.
Las dos primeras son una corrupción de "Mistress" y la tercera de
"Master". Mientras los demás títulos han sido abolidos en nuestro
país, estos sobreviven para complicarnos la vida. Si fuera indispensable
conservarlos, deberíamos ser coherentes y encontrar uno que designe
al hombre soltero. Me atrevo a sugerir la palabra Mush ( abreviada Mh., (Mush
significa harina de maíz).
Mitad, s. Una de las
dos partes en que una cosa puede dividirse o considerarse dividida. En el siglo
XIV teólogos y filósofos discutieron acaloradamente si la Omnisciencia podía
partir un objeto en tres mitades; y el piadoso padre Aldrovinus rogó
públicamente en la catedral de Rouen porque Dios demostrara la afirmativa de la
proposición en alguna forma notable e inconfundible (preferiblemente, si le
pluguiera, en el cuerpo de ese empedernido blasfemador, Manutius Procinus, quien
sostenía la negativa). Procinus, sin embargo, fue preservado
para morir de una mordedura de serpiente.
Mitología, s. Conjunto de
creencias de un pueblo primitivo relativas a su origen, héroes y dioses, por
oposición a la historia verdadera, que inventa más tarde.
Moda, s. Déspota a
quien los sabios ridiculizan y obedecen.
Mojigata, s. Celestina que
se oculta a espaldas de su conducta.
Molécula, s. Ultima e
indivisible unidad de la materia. Se distingue del corpúsculo, que también es
la última e indivisible unidad de la materia, por una semejanza más estrecha
con el átomo que es, asimismo, la última e indivisible unidad de la materia.
Las tres grandes teorías científicas de la estructura del universo son la
molecular, la corpuscular y la atómica. Una cuarta postula, con Haeckel, la
condensación o precipitación de la materia a partir del éter, cuya existencia
es probada por esa condensación o precipitación. La corriente actual del
pensamiento científico se inclina hacia la teoría de los iones. El ión difiere de
la molécula, el corpúsculo y el átomo en el hecho de ser un ión. Una quinta
teoría es sostenida por los idiotas, pero es dudoso que ellos sepan algo más
sobre la materia que los otros.
Momia, s. Egipcio
antiguo, usado antaño como remedio en todas las naciones civilizadas y que
ahora provee al arte de un excelente pigmento. También resulta cómoda en los
museos para satisfacer la vulgar curiosidad que distingue al hombre de los
animales inferiores.
Mónada, s. Ultima e
indivisible unidad de la materia (ver Molécula). Según Leibniz, y en la medida
en que él parece dispuesto a ser comprendido, la mónada tiene cuerpo sin
volumen, y mente sin manifestación; Leibniz la reconoce gracias a la facultad
innata de la reflexión y ha fundado sobre la mónada una teoría del universo,
que ella soporta sin resentimiento, porque es una dama. Pequeña como es, la
mónada contiene todas las potencialidades necesarias para convertirse en un
filósofo alemán de primera categoría. No confundir la mónada con el microbio o
el bacilo; pertenece a una especie muy diferente, como lo demuestra un buen
microscopio al no poder detectarla.
Monarca, s. Persona que
se ocupa de reinar. Antiguamente el monarca era el único amo, como lo indica la
etimología de la palabra y como aprendieron, a costa de sí mismos, muchos
súbditos. En Rusia y Oriente el Monarca retiene todavía una considerable
influencia en los asuntos públicos y en el destino final de las cabezas
humanas, pero en Europa Occidental la administración pública corre por cuenta
de los ministros, mientras el monarca reflexiona sobre el destino de su propia
cabeza.
Mono, s. Animal
arbóreo que se instala en los árboles genealógicos.
Monosilábico, adj. Dícese del
idioma compuesto de palabras de una sola sílaba, para uso de bebes literarios
que nunca se cansan de expresar, mediante un adecuado gugu, el placer que les
causa ese alimento insípido. Las palabras monosilábicas son por lo común
sajonas, es decir el idioma de un pueblo bárbaro, desprovisto de ideas que sólo
puede experimentar sentimientos y emociones elementales.
Monseñor, s. Alto título
eclesiástico, en cuyas ventajas no reparó el fundador de nuestra religión.
Monumento, s. Estructura
destinada a conmemorar algo que no necesita conmemoración o no puede ser
conmemorado. Como dijo el poeta. "Los huesos de Agamenón son ofrecidos en
espectáculo, mientras su regio monumento yace en ruinas". Pero la fama de
Agamenón no es afectada por eso. La costumbre monumentaria alcanza sus
"reductiones ad absurdum" en los monumentos "a los muertos
desconocidos", que perpetúan la memoria de aquellos que no han dejado
memoria.
Moral, adj. Conforme a
una norma de derecho local y mudable. Cómodo.
Dícese que existe en el Este
una cadena de montañas y que a un lado de ella ciertas conductas son inmorales,
pero que del otro lado son tenidas en alta estima; esto resulta muy ventajoso
para el montañés, porque puede bajar ora de un lado, ora del otro, y hacer lo
que le plazca, sin ofensa.
("Meditaciones de
Gooke").
Muerto, adj. Dícese de
lo que ha concluido el trabajo de respirar; de lo que ha acabado para todo el
mundo; de lo que ha llevado hasta el fin una enloquecida carrera; y de lo que
al alcanzar la meta de oro, ha descubierto que era un simple agujero.
Mujer, s. Animal que
suele vivir en la vecindad del Hombre, que tiene una rudimentaria aptitud para
la domesticación. Algunos de los zoólogos más viejos le atribuyen cierta
docilidad vestigial adquirida en una antigua época de reclusión, pero los
naturalistas del postfeminismo, que no saben nada de esa reclusión, niegan
semejante virtud y declaran que la mujer no ha cambiado desde el principio de
los tiempos. La especie es la más ampliamente distribuida de todas las bestias
de presa; infecta todas las partes habitables del globo, desde las dulces
montañas de Groenlandia hasta las virtuosas playas de la India. El nombre que
se le da popularmente (mujer lobo) es incorrecto, porque pertenece a la especie
de los gatos. La mujer es flexible y grácil en sus movimientos, especialmente
Ia variedad norteamericana (Felis pugnans), es omnívora, y puede enseñársele a
callar.
Mulato, s. Hijo de dos
razas, que se avergüenza de ambas.
Multitud, s. Muchedumbre.
Fuente de sabiduría y virtud políticas. En una república, objeto de adoración
del estadista. "En una multitud de consejeros está la sabiduría",
dice el proverbio. Si muchos hombres de igual sabiduría individual resultan más
sabios que cualquiera de ellos, debe ser que adquieren ese exceso de sabiduría
por el simple hecho de reunirse. ¿De dónde viene? Evidentemente, de ninguna parte.
Lo mismo valdría decir que una cadena de montañas es más alta que las montañas
individuales que la componen. Una multitud es tan sabia
como el más sabio de sus miembros, siempre que éste sea obedecido; de lo
contrario es tan necia como el más necio entre ellos.
Murmurar, v. t. Decir cómo
encuentra uno a otro cuando el otro no puede encontrarlo a uno.
Mustang, s. Caballo
indócil de las planicies occidentales. En la sociedad británica, esposa
norteamericana de un noble inglés.
N
Nacimiento, s. Primero y más
terrible de todos los desastres. Sobre su naturaleza, hay distintas opiniones.
Cástor y Pólux nacieron de un huevo. Pallas, de un cráneo. Galatea, de un
bloque de piedra, Peresilis, autor del siglo X, asegura que brotó del suelo
donde un sacerdote había derramado agua bendita. Es sabido que Arimaxus surgió
de un agujero hecho por un rayo en la tierra. Leucomedón era hijo de una
caverna en el Monte Etna, y yo personalmente he visto a un hombre salir de una
bodega.
Nariz, s. Ultimo puesto
avanzado de la cara. Getius, cuyos escritos son anteriores a la era del humor,
observó que todos los grandes conquistadores tienen grandes narices, y pensó
que la nariz era el órgano de la sujeción. Se ha observado que la nariz de
alguien nunca se siente tan feliz como cuando está metida en los asuntos de
otro; de aquí infieren algunos fisiólogos que la nariz carece del sentido del
olfato.
Néctar, s. Bebida que
consumían los dioses en los banquetes olímpicos. El secreto de su preparación
se ha perdido, pero los modernos habitantes de Kentucky creen saber cuál era su
ingrediente principal.
Negativa, s. Acción de no
dar lo que se pide; verbigracia, cuando una anciana solterona niega su mano a
un pretendiente rico y buen mozo; un concejal, una concesión importante a una
corporación; un sacerdote, la absolución a un rey impenitente; etcétera. Las
negativas se gradúan en una escala descendente de finalidad, a saber: 1a
negativa absoluta, la negativa condicional, la negativa de sondeo y la negativa
femenina, que algunos casuistas llaman negativa afirmativa.
Negro, s. "Piece
de résistance" en el problema político norteamericano. Los republicanos lo
representan por la letra n y llegan a la siguiente ecuación: "Supongamos
que n = hombre blanco". La fórmula, sin embargo, parece dar un resultado
insatisfactorio.
Nepotismo, s. Práctica que
consiste en designar a la propia abuela para un cargo público, por el bien del
partido.
Newtoniano, adj.
Perteneciente a la filosofía del universo inventada por Newton, quien descubrió
que una manzana siempre termina por caer al suelo, aunque no pudo explicar por
qué. Sus sucesores y discípulos han progresado tanto que son capaces de decir
cuándo.
Nihilista, s. Ruso que
niega la existencia de todo, menos de Tolstoi. El jefe de esta escuela es
Tolstoi.
Niñez, s. Período de la
vida humana intermedio entre la idiotez de la primera infancia y la locura de
la juventud, a dos pasos del pecado de la adultez, y a tres del remordimiento
de la ancianidad.
Nirvana, s. En la
religión budista, estado de aniquilamiento agradable, otorgado a los sabios,
particularmente a los que son lo bastante sabios para comprenderlo.
Noble, s. Invención
provista por la naturaleza para que las doncellas norteamericanas adineradas y
ambiciosas puedan incurrir en distinción social y padecer la "high
life".
No Combatiente, s. Un cuáquero
muerto.
Notoriedad, s. Fama de
nuestro adversario en la lucha por un cargo público. El tipo de renombre más
accesible y aceptable para la mediocridad. Escala de jacob que conduce a un
escenario de vodevil, con ángeles que suben y bajan.
Noúmeno, s. Lo que
existe, por oposición a lo que, meramente pareciendo existir, recibe el nombre
de fenómeno. El noúmeno es bastante difícil de localizar; sólo puede ser
aprehendido mediante un proceso de razonamiento... que es un fenómeno. No
obstante, el descubrimiento y exposición del noúmeno abre un amplio campo para
lo que llama Lewis "la interminable variedad y excitación del pensamiento
filosófico". ¡Viva pues el noúmeno!
Novela, s. (En inglés,
romance, novela de aventuras más o menos fantásticas. por oposición a
"novel", novela realista ). Cuento inflado. Especie de composición
que guarda con la literatura la misma relación que el panorama guarda con el
arte. Como es demasiado larga para leer de un tirón, las impresiones producidas
por sus partes sucesivas son sucesivamente borradas, como en un panorama. La
unidad, la totalidad del efecto, es imposible porque aparte de las escasas
páginas que se leen al final, todo lo que queda en la mente es el simple
argumento de lo ocurrido antes. La novela realista es al relato fantástico lo
que la fotografía es a la pintura. Su principio básico, la verosimilitud,
corresponde a la realidad literal de la fotografía, y la ubica dentro del
periodismo; mientras que la libertad del relato fantástico no tiene más límites
que la imaginación del narrador. Los tres principios esenciales del arte
literario son imaginación, imaginación e imaginación. El arte de escribir
novelas, en la medida en que pudo llamarse arte, ha muerto hace mucho en todo
el mundo, salvo en Rusia, donde es nuevo. Paz tengan sus cenizas... algunas de
las cuales aún se venden mucho.
Novela fantástica, s. Obra de
ficción que no rinde pleitesía al Dios de las Cosas que Son. En la novela, el
pensamiento del escritor está atado a la verosimilitud, como un caballo al
palenque, pero en la novela fantástica se pasea a voluntad por todo el reino de
la imaginación, libre, sin ley, sin rienda ni freno. Nuestro novelista es una
pobre criatura (como diría Carlyle), un simple reportero. Puede inventar los
personajes y la trama, pero no imaginar algo que no pueda ocurrir, aunque toda
su narración sea una candorosa mentira. Por qué se impone esta dura condición y
"arrastra a cada paso una cadena cada vez más larga", que él mismo ha
forjado, es algo que tratará de explicarnos en diez volúmenes, sin iluminar en
absoluto su negra y absoluta ignorancia en la materia. Hay grandes novelas,
porque grandes escritores han desperdiciado su talento para escribirlas, pero
lo cierto es que la ficción más fascinante que existe sigue siendo "Las
mil y Una Noches".
Noviembre, s. Décimoprimer
duodécimo del tedio.
O
O bien,modo, adv. O mal.
Observatorio, s. Lugar donde
los astrónomos disuelven en conjeturas las adivinanzas de sus predecesores.
Obsoleto, adj. Lo que ya
no usan los tímidos. Se aplica principalmente a las palabras. La palabra que
cualquier diccionario califica como obsoleta se convierte en objeto de terror
para el escritor necio, pero si es una palabra buena y no tiene equivalente
moderno igualmente bueno, la usará el buen escritor. En realidad, la actitud de
un escritor hacia las palabras "obsoletas" es un índice de su
capacidad literaria tan bueno como cualquier otro, salvo el carácter de su
obra.
Obstinado, adj. Inaccesible
a la verdad, tal como se manifiesta en el esplendor y la fuerza de nuestras
creencias. El prototipo popular de la obstinación es la mula, animal muy
inteligente.
Ocasional, adj. Dícese de
lo que nos aflige con mayor o menor frecuencia. No es el caso de los
"versos ocasionales", que nos afligen con regularidad --y con más
crueldad que otras clases de versos-- en los aniversarios y otras
celebraciones.
Occidente, s. Parte del
mundo situada al oeste (o al este) de Oriente. Está habitada principalmente por
Cristianos, poderosa subtribu de los Hipócritas, cuyas principales industrias
son el asesinato y la estafa, que disfrazan con los nombres de
"guerra" y "comercio". Esas son también las principales
industrias de Oriente.
Océano, s. Extensión
acuática que ocupa dos tercios del mundo hecho para el hombre, que casualmente
carece de branquias.
Ociosidad, s. Granja modelo
donde el diablo experimenta las semillas de nuevos pecados y promueve el
crecimiento de los vicios básicos.
Odio, s. Sentimiento
cuya intensidad es proporcional a la superioridad que lo provoca.
Ofensivo, adj. Lo que
produce emociones o sensaciones desagradables, como el avance de un ejército
hacia su enemigo.
--¿Usted cree que el enemigo
ha usado una táctica ofensiva? -- preguntó el rey.
--¡Por cierto!--replicó el
general defraudado-- ¡Los malditos no han querido salir de su trinchera!
Oleaginoso, adj. Aceitoso,
resbaladizo, escurridizo. Disraeli en cierta oportunidad describió los modales
del obispo Wilberforce como "untuosos, oleaginosos, saponíficos". A
partir de entonces el buen prelado fue conocido como Sam el Jabonoso. Para cada
hombre, existe en el vocabulario una palabra capaz de pegársele como una
segunda piel. Sus enemigos no tienen más que encontrarla.
Olímpico, adj. Relativo a
una montaña de Tesalia, antaño habitada por los dioses, y ahora depósito de
diarios amarillos, botellas de cerveza y destripadas latas de sardinas que
atestiguan la presencia del turista y de su apetito.
Olvido, s. Estado en que
los malos cesan de luchar y los tristes reposan. Eterno basurero de la fama.
Cámara fría de las más altas esperanzas.. Lugar donde los autores ambiciosos
reencuentran sus obras sin orgullo, y a sus superiores sin envidia. Dormitorio
desprovisto de reloj despertador.
Ópera, s. Espectáculo
que representa la vida en otro mundo cuyos habitantes no tienen más idioma que
el canto, más movimiento que el ademán y más postura que la actitud. Toda
actuación teatral es simulación y la palabra simulación deriva de simio, o
mono; pero en la ópera el actor toma por modelo al Simia audibilis (o
Pithecanthropos stentor), es decir al mono que aúlla.
Opio, s. Puerta que no
está cerrada con llave en la prisión de la Identidad. Conduce al patio de la
cárcel.
Oponer, v. Ayudar con obstrucciones y objeciones.
Oportunidad, s. Ocasión favorable
para atrapar un desengaño.
Oposición, s. En política,
el partido que impide que el gobierno se desenfrene, desjarretándolo. El rey de
Ghargarou, que había estado en el extranjero para estudiar la ciencia del
gobierno, designó a un centenar de sus súbditos más gordos miembros de un
parlamento que debía legislar sobre la recaudación de impuestos. A cuarenta de
ellos los nombró Partido de la Oposición y dispuso que su Primer Ministro los
instruyera cuidadosamente en la tarea de oponerse a toda iniciativa regia. Sin
embargo, el primer proyecto puesto a votación fue aprobado por
unanimidad. Muy descontento, el rey lo vetó, informando a los miembros de la
Oposición que si volvían a hacer eso, pagarían con la cabeza. En el acto, los
cuarenta opositores se hicieron el harakiri.
--¿Y ahora? --preguntó el
rey-- Es imposible mantener las instituciones liberales sin un partido de
Oposición.
--Esplendor del Universo
--replicó el Primer Ministro--, es cierto que esos perros de las tinieblas ya
no tienen sus credenciales, pero no todo está perdido. Confía el asunto a este
gusano del polvo. Seguidamente el Primer Ministro hizo embalsamar y rellenar de
paja los cadáveres de los opositores de Su Majestad y los clavó a las bancas
legislativas. En lo sucesivo, cada ley fue aprobada con cuarenta votos en
contra, y la nación prosperó. Pero un día el ejecutivo remitió un proyecto de
impuesto a las verrugas y fue derrotado, porque a nadie se le
había ocurrido clavar también a sus bancas a los legisladores oficialistas...
Esto enfureció tanto al rey, que el Primer Ministro fue ejecutado, el
parlamento disuelto con una batería de artillería, y el gobierno del pueblo,
por el pueblo, para el pueblo desapareció de Ghargarou para siempre.
Optimismo, s. Doctrina o
creencia de que todo es hermoso, inclusive lo que es feo; todo es bueno,
especialmente lo malo; y todo está bien dentro de lo que está mal. Es sostenida
con la mayor tenacidad por los más acostumbrados a una suerte adversa. La forma
más aceptable de exponerla es con una mueca que simula una sonrisa. Siendo una
fe ciega, no percibe la luz de la refutación. Enfermedad intelectual, no cede a
ningún tratamiento, salvo la muerte. Es hereditaria, pero afortunadamente no es
contagiosa.
Optimista, s. Partidario de
la doctrina de que lo negro es blanco. En cierta oportunidad un pesimista pidió
auxilio a Dios. Ah --dijo Dios--, tú quieres que yo te devuelva la esperanza,
la alegría.
--No --replicó el
pesimista--. Me bastaría si crearas algo que las justificara.
--El mundo ya está todo creado
--repuso Dios--, pero te olvidas de algo: la mortalidad del optimista.
Oratoria, s. Conspiración
entre el lenguaje y la acción para defraudar al entendimiento. Tiranía atenuada
por la taquigrafía.
Ordenado, adj. Sujeto al
orden, como un sedicioso colgado de un farol.
Ostra, s. Molusco
viscoso que los hombres civilizados tienen la audacia de comer sin quitarle las
entrañas. Las valvas suelen darse a los pobres.
P
Paciencia, s. Forma menor
de la desesperación, disfrazada de virtud.
Pagano, s. Ser
descarriado que incurre en la locura de adorar lo que puede ver y sentir.
Palacio, s. Residencia
bella y costosa, particularmente la de un gran funcionario. La residencia de un
alto dignatario de la Iglesia se llama palacio; la del fundador de su religión
se llamaba pajar o pesebre. El progreso existe.
Palillos de incienso. Pajuelas que queman los chinos, en el ejercicio de sus payasadas
paganas, imitando ciertos ritos sagrados de nuestra santa religión.
Palma, s. Arbol. Una de
sus variedades más difundidas y más asiduamente cultivadas es la "palma
pruriginosa" (Palma hominis). Este noble vegetal exuda una especie de goma
invisible, que puede detectarse aplicando a la corteza una moneda de oro o de
plata. El metal se adhiere con notable tenacidad. Los frutos de la palma
pruriginosa son tan amargos e insatisfactorios, que un porcentaje considerable
suelen regalarse en forma de "beneficencia".
Pandemonium, s. Literalmente,
Lugar de Todos los Demonios. La mayoría de ellos han ido a refugiarse en la
política y las finanzas, y el lugar se usa ahora como salón de conferencias del
Reformador Vocinglero. Cuando son perturbados por su voz, los antiguos ecos
clamorean apropiadas respuestas que halagan mucho su orgullo.
Panegírico, s. Elogio de una
persona que tiene las ventajas del dinero o del poder; o que ha tenido la
deferencia de morirse.
Pantalón, s. Prenda que
cubre la parte inferior del adulto civilizado de sexo masculino. Es de forma
tubular y no posee goznes en los puntos de flexión. Se supone que fue inventado
por un humorista.
Panteísmo, s. La doctrina
de que todo es Dios, por oposición a la doctrina de que Dios es todo.
Pantomima, s.
Representación teatral en que se narra una historia sin hacer violencia al
lenguaje. Es la forma menos desagradable de acción dramática.
Pañuelo, s. Pequeño
cuadrado de seda o de hilo, que se usa para varias funciones innobles alrededor
de la cara, y resulta especialmente útil en los velatorios para resaltar la
ausencia de lágrimas. El pañuelo es de invención reciente; nuestros
antepasados, que no lo conocían, usaban la manga. Cuando Shakespeare lo
introduce en "Otelo", incurre en un anacronismo: Desdémona se
limpiaba la nariz con las faldas, mientras que el doctor Walker y otros
reformadores de nuestros días lo hacen con los faldones de la levita --prueba de que las
revoluciones a veces retroceden.
Paraíso, s. Lugar donde
los malvados cesan de perturbarnos hablando de sus asuntos personales, y los
buenos escuchan con atención mientras exponemos los nuestros.
Pasado, s. Pequeña
fracción de la eternidad de la que tenemos un leve y lamentable conocimiento.
Una línea móvil llamada Presente lo separa de un período imaginario llamado
Futuro. Estas dos grandes porciones de la Eternidad una de las cuales borra
continuamente a la otra, son eternamente distintas. Una está oscurecida por la
pena y el desengaño, la otra iluminada por la prosperidad y la alegría. El
Pasado es la región de los sollozos, el Futuro, el reino del canto. En uno se
acurruca la Memoria, vestida con un sayal, la cabeza cubierta de ceniza,
musitando plegarias penitenciales; en la luz solar del otro vuela la Esperanza
llamándonos a los templos del éxito y los pabellones del placer. Sin embargo,
el Pasado es el Futuro de ayer, el Futuro es el Pasado de mañana. Son una misma
cosa: el conocimiento y el sueño.
Pasaporte, s. Documento que
se inflige traidoramente a un ciudadano que sale de su país, denunciándolo como
extranjero y exponiéndolo al ultraje y la reprobación.
Pasatiempo, s. Artificio
para la representación de "misterios" en que el principal actor es
trasladado al cielo. En los Estados Unidos, el patíbulo es notable por la
cantidad de personas que escapan a él.
Patriota, s. El que
considera superiores los intereses de la parte a los intereses del todo.
Juguete de políticos e instrumento de conquistadores.
Patriotismo, s. Basura
combustible dispuesta a arder para iluminar el nombre de cualquier ambicioso.
En el famoso diccionario del doctor Johnson, el patriotismo se define como el
último recurso de un pillo. Con el respeto debido a un lexicógrafo ilustre,
aunque inferior, sostengo que es el primero.
Pavo, s. Ave de gran
tamaño cuya carne, al ser comida en ciertos aniversarios religiosos, tiene la
singular propiedad de testimoniar devoción y gratitud.
Paz, s. En política
internacional, época de engaño entre dos épocas de lucha.
Peatón, s. Para un
automóvil, parte movediza (y audible) del camino.
Pedigré, s. Parte
conocida del camino que conduce de un antepasado arbóreo con una vejiga
natatoria, a un descendiente urbano con un cigarrillo.
Peligro, s. Bestia
salvaje que el hombre desprecia cuando está dormida, y de la que huye cuando
despierta.
Pena capital, s. Castigo de
cuya justicia y eficacia dudan muchas personas dignas, inclusive los asesinos.
Pérdida, s. Privación de
lo que teníamos, o de lo que no teníamos. Así, se dice de un candidato
derrotado que "perdió la elección"; o del eminente poeta Gilder que
"perdió la chaveta".
Peregrino, s. Viajero a
quien se toma en serio. Padre Peregrino: aquél que abandonó Europa en 1620
porque no lo dejaban cantar salmos con la nariz, y viajó en pos de ese órgano
hasta Massachussetts, donde pudo personificar a Dios según los dictados de su
conciencia.
Pereza, s. Injustificada
dignidad de modales en una persona de baja categoría.
Perfección, s. Estado o
cualidad imaginarios que se distinguen de lo real por un elemento llamado
excelencia. Atributo de los críticos. El director de una revista inglesa
recibió una carta que criticaba sus opiniones y su estilo, firmada
"Perfección". Rápidamente garabatea al pie: "No estoy de acuerdo
con usted" y se la remitió a Matthew Arnold.[escritor inglés (1822-1888)
definió la cultura como la busca de la perfección]
Peripatético, adj. Que camina
de aquí para allá. Relativo a la filosofía de Aristóteles quien, al exponerla,
caminaba de un lado a otro, para eludir las objeciones de sus discípulos.
Precaución innecesaria, ya que ellos ignoraban el tema tanto como él.
Perogrullada, s. Elemento
fundamental y gloria insigne de la literatura popular. Un pensamiento que ronca
en palabras que humean. Sabiduría de un millón de necios en boca de un tonto.
Sentimiento fósil en roca artificial. Moraleja sin fábula. Todo lo que es
mortal de una verdad fenecida. Pocillo de moralina y leche. Rabadilla de un
pavo real desplumado. Medusa que se marchita al borde del mar del
pensamiento.Cacareo que sobrevive al huevo. Epigrama desecado.
Perorata, s. Explosión de
un cohete oratorio. Encandila, mas para un observador de nariz apropiada, su
rasgo distintivo es el olor de las distintas clases de pólvora con que ha sido
preparada.
Perro, s. Especie de
Divinidad adicional o suplementaria, destinada a recibir el excedente del
fervor religioso del mundo. Este Ser Divino, en algunas de sus encarnaciones
más pequeñas y sedosas, ocupa en el corazón de la Mujer el lugar a que ningún
hombre aspira. El Perro es una supervivencia, un anacronismo. No trabaja, ni
hila, pero Salomón en toda su gloria jamás yació todo el día en una estera,
engordando al sol, mientras su amo trabajaba para poder comprar un ocioso meneo
de la cola salomónica y una mirada de tolerante reconocimiento
Perseverancia, s. Virtud
interior que permite al mediocre alcanzar un éxito sin gloria.
Pesimismo, s. Filosofía
impuesta al observador por el desalentador predominio del optimista, con su
esperanza de espantapájaros y su abominable sonrisa.
Piano, s. Utensilio de
salón para domar al visitante impenitente.
Se hace funcionar deprimiendo
las teclas y el espíritu de los oyentes.
Picota, s. Artificio
mecánico para infligir distinción personal, prototipo del moderno periódico
dirigido por personas de austera virtud y vida intachable.
Piel roja, s. Indio
norteamericano cuya piel no es roja, al menos por afuera.
Pillo, s. Tonto
considerado bajo otro aspecto. Hombre cuyas cualidades, preparadas para la
exhibición como una caja de fresas en un mercado --las mejores arriba-- han
sido abiertas del lado que no corresponde. Un caballero al revés.
Pintura, s. Arte de
proteger de la intemperie superficies planas, y de exponerlas a los críticos.
Piratería, s. Comercio sin
los pañales de la fantasía, tal como Dios lo hizo.
Pirronismo, s. Antigua
filosofía, que toma el nombre de su inventor.
Predicaba una absoluta
incredulidad en todo, salvo el pirronismo. Esa última incredulidad ha sido
agregada por sus expositores modernos.
Placer, s. La forma
menos detestable del tedio.
Plaga, s. En la
antigüedad, castigo colectivo infligido a los inocentes para iluminar a sus
gobernantes, como en el caso muy conocido de Faraón el Inmune. Las plagas que
nos azotan hoy no son felizmente otra cosa que la manifestación casual de una
Naturaleza perversa, pero insensata.
Plagiar, s. Asumir el
pensamiento o el estilo de otro escritor, a quien uno jamás ha leído.
Plagio, s. Coincidencia
literaria entre una prioridad carente de mérito y una posterioridad honorable.
Planear, v t. Preocuparse
por el mejor método de conseguir un resultado casual.
Platónico, adj. Relativo a
la filosofía de Sócrates. Amor platónico es el nombre que dan los tontos al
afecto entre una incapacidad y una helada.
Plebeyo, s. Romano
antiguo que en la sangre de su país no manchaba nada más que las manos. A
diferencia del patricio, que era una solución saturada.
Plebiscito, s. Votación
popular para establecer la voluntad del amo.
Pleito, s. Máquina en la
que se entra en forma de cerdo y se sale en forma de salchicha.
Plenipotenciario, adj. Provisto de
plenos poderes. Un ministro plenipotenciario es un diplomático a quien se
otorga absoluta autoridad con la condición de que nunca la ejerza.
Pleonasmo, s. Ejército de
palabras que escolta a un sargento de pensamiento.
Plomo, s. Metal pesado,
de color gris azulado, que se usa mucho para dar estabilidad a los amantes
livianos, particularmente a los que aman mujeres ajenas. El plomo es también
muy útil como contrapeso de un argumento tan sólido que inclina la balanza de
la discusión hacia el lado del adversario. Un hecho interesante en la química
de la controversia internacional, es que en el punto de contacto de dos
patriotismos, el plomo se precipita en grandes cantidades.
Pluma, s. Implemento de
tortura producido por un ganso, y generalmente usado por un asno. La pluma de
acero es usada por el mismo eterno Personaje.
Pobreza, s. Lima para que
claven los dientes las ratas de la reforma. El número de planes para abolirla iguala
al de reformadores que la padecen más el de filósofos que la ignoran. Sus
víctimas se distinguen por la posesión de todas las virtudes, y por su fe en
líderes que quieren conducirlas a una prosperidad donde creen que esas virtudes
son desconocidas.
Policía, s. Fuerza armada
destinada a asegurar la protección al expolio.
Poligamia, s. Capilla de
expiación provista de varios reclinatorios penitenciales, a diferencia de la
monogamia, que sólo tiene uno.
Política, s. Conflicto de
intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses públicos
en provecho privado.
Político, s. Anguila en el
fango primigenio sobre el que se erige la superestructura de la sociedad
organizada. Cuando agita la cola, suele confundirse y creer que tiembla el
edificio. Comparado con el estadista, padece la desventaja de estar vivo.
Pólvora, s. Medio que
emplean las naciones civilizadas para arreglar disputas que podrían volverse
molestas si no se las resolviera. La mayoría de los autores atribuyen la
invención de la pólvora a los chinos, aunque sin pruebas convincentes. Milton
dice que fue inventada por el diablo para dispersar a los ángeles, y esta
opinión parece sustentada por la escasez de ángeles. Además, cuenta con la
entusiasta aprobación del Honorable James Wilson, secretario de Agricultura. El
secretario Wilson se interesó en la pólvora a raíz de un incidente que ocurrió
en la granja experimental del gobierno en el distrito de Columbia. Un dia, hace
varios años, un miserable que no tenía el menor respeto por las grandes dotes
personales del secretario, le regaló un saquito de pólvora, diciéndole que eran
semillas de "Stridosus Instantaneus", cereal patagónico de gran valor
comercial y admirablemente adaptado a ese clima, y aconsejándole sembrarlo a lo
largo de un surco. El buen secretario puso manos a la obra, y ya había trazado
un continuo reguero a lo largo de un campo de diez acres, cuando le hizo volver
la cabeza un grito del generoso donante que, acto seguido, dejó caer una
cerilla sobre el extremo del reguero. El contacto con la tierra había
humedecido algo la pólvora, pero aun así el asombrado funcionario se vio
perseguido por una alta columna de fuego y humo que avanzaba ferozmente. Se
quedó un momento paralizado y mudo, pero en seguida recordó una cita previa y,
dejando todo, se ausentó con celeridad tan sorprendente que quienes lo vieron
lo tomaron por un rayo que atravesaba siete aldeas, negándose a detenerse bajo
ningún pretexto.
--Santo Dios, ¿qué es eso?
--exclamó el ayudante de un agrimensor, haciendo visera con una mano y
contemplando aquel bólido agrícola que bisecaba el horizonte visible.
--Eso --dijo el agrimensor
observando despreocupadamente el fenómeno y volviendo a centrar la atención en
su teodolito-- es el meridiano de Washington.
Populista, s. Patriota
fósil del primitivo período agrícola, que suele encontrarse en los antiguos
yacimientos de piedra jabón rojiza, en el estado de Kansas; caracterizado por
una envergadura poco común de las orejas que, según algunos naturalistas, le
permitían volar, aunque los profesores Morse y Whitney observan ingeniosamente
que, en ese caso, habría ido a otra parte. En el pintoresco idioma de la época,
del que nos han llegado algunos fragmentos, era conocido como "el problema
de Kansas. (El populismo de origen campesino tuvo cierta
fuerza en Kansas a fines del siglo pasado.)
Portátil, adj. Expuesto a
propiedad mutable merced a vicisitudes de la posesión.
Portugueses, s. Especie de
gansos nativos de Portugal. Prácticamente carecen de plumas y no son muy
comestibles, aun aderezados con ajo.
Poseso, adj. Trastornado
por un espíritu maligno, como los cerdos de Gadarene y otros críticos. La
posesión demoníaca era antaño más frecuente que ahora. Arasthus nos habla de un
campesino que era ocupado por un demonio diferente cada día de la semana, y el
domingo por dos. Se los veía a menudo, siempre caminando a su sombra, pero
finalmente fueron expulsados por el notario de la aldea, que era un santo
varón; cierto es que con ellos desapareció también el campesino, pues se lo llevaron.
Un demonio expulsado de una mujer
por el Arzobispo de Rheims corrió por las calles, perseguido por un centenar de
personas hasta llegar a campo abierto donde dio un brinco más alto que el
campanario de una iglesia y escapó convertido en pájaro. Un capellán del
ejército de Cromwell exorcisó a un soldado arrojándolo al agua, donde su
demonio salió a la superficie. No ocurrió lo mismo, infortunadamente, con el
soldado.
Positivismo, s. Filosofía que
niega nuestro conocimiento de lo Real y afirma nuestra ignorancia de lo
Aparente. Su exponente más largo es Comte; el más ancho, Mill, y el más espeso,
Spencer.
Posteridad, s. Tribunal de
apelaciones que anula el juicio de los contemporáneos de un autor popular, a
iniciativa del más oscuro de sus competidores.
Potable, s. Apto para
beber. Se dice que el agua es potable, y algunos llegan a declararla nuestra
bebida natural, aunque sólo la encuentren agradable cuando padecen de esa
dolencia recurrente llamada sed que se cura con el agua. En todas las épocas y países
(salvo los menos civilizados) el hombre ha desplegado el máximo de ingenio en
la invención de sustitutos del agua. Sostener que esta aversión general por
ella no se basa en el instinto de conservación de la raza, es ser poco
científico, y sin la ciencia somos como las culebras y los sapos.
Potro (de tormento).Implemento
argumentativo muy usado antaño para inducir a los devotos de un credo falso a
que abrazaran la fe viviente. El potro nunca tuvo mucha eficacia como señuelo
de infieles y actualmente ha caído en el desprestigio popular.
Preadánico, s. Miembro de
una raza experimental y aparentemente insatisfactoria que precedió a la
Creación y vivió en condiciones difíciles de concebir. Melsius cree que
habitaban el "Vacío" y que estuvieron a mitad de camino entre los
peces y las aves. Poco se sabe de ellos salvo que proveyeron a Caín de una
esposa y a los teólogos de una controversia.
Precedente, s. En
jurisprudencia decisión, regla o práctica previas que en ausencia de una ley
definida cobran el vigor y la autoridad que al juez se le ocurra darles, cosa
que simplifica grandemente su tarea de hacer lo que le plazca. Como hay
precedentes para todo le bastará ignorar los que contrarían su interés y
acentuar los que favorecen su deseo. La invención del precedente eleva el
proceso del nivel inferior de una ordalía fortuita a la noble condición de un
arbitraje caprichoso.
Precio, s. Valor más una
suma razonable por el desgaste que sufre la conciencia al exigirlo.
Precipitación, s. Prisa de los
torpes.
Predestinación, s. Doctrina de
que todo ocurre según un programa. No debe confundirse con la doctrina de la
predeterminación que dice que todas las cosas están programadas pero no afirma
que ocurran, pues eso está apenas implicado en otras doctrinas de las que ésta
deriva. La diferencia es lo bastante grande como para haber inundado a la
Cristiandad de tinta y no hablemos de sangre. Si uno distingue perfectamente
entre ambas doctrinas y cree con fervor en las dos puede llegar a salvarse,
salvo que ocurra lo contrario.
Predeterminación, s. Esta palabra
parece fácil de definir, pero cuando pienso que piadosos y eruditos teólogos se
han pasado largas vidas explicándola y han escrito bibliotecas enteras para
explicar sus explicaciones; cuando recuerdo que la diferencia entre
predeterminación y predestinación dividió a las naciones y originó sangrientas
batallas; que se han gastado caudales millonarios para probar y refutar su
compatibilidad con el libre albedrío y con la eficacia de la oración y de la
vida religiosa; cuando contemplo esos hechos atroces en la historia del mundo,
me quedo abrumado ante el formidable problema de esta definición, bajo los ojos
espirituales temiendo contemplar su portentosa magnitud, me descubro
reverentemente, y con toda humildad remito al lector a Su Eminencia el Cardenal
Gibbons y su Ilustrísima el obispo Potter.
Predilección, s. Etapa
preparatoria del desengaño.
Preexistencia, s. Factor no
tenido en cuenta en la creación.
Preferencia, s. Sentimiento o
estado de ánimo inducido por la creencia errónea de que una cosa es mejor que
otra.
Un filósofo antiguo estaba
convencido de que la vida no es mejor que la muerte. Un discípulo le preguntó
por qué, entonces, no se suicidaba.
--Porque la muerte no es
mejor que la vida --respondió el filósofo-- Pero es más larga.
Prehistórico, adj.
Perteneciente a un período primitivo y a un museo. Anterior al arte y práctica
de perpetuar falsedades.
Prejuicio, s. Opinión
vagabunda sin medios visibles de sostén.
Prelado, s. Dignatario
eclesiástico dotado de un grado superior de santidad y de un gordo estipendio.
Miembro de la aristocracia celestial. Caballero de Dios.
Prerrogativa, s. Derecho de un
soberano a obrar mal.
Presagio, s. Señal de que
algo ocurrirá si no ocurre nada.
Presbiteriano, s. Alguien
convencido de que todas las autoridades de la Iglesia deberían llamarse
presbíteros.
Presentable, s.
Abominablemente ataviado según la moda del lugar y la época. En Boorioboola Gha
un hombre está presentable en ocasiones de gala si lleva el abdomen pintado de
azul brillante y usa una cola de vaca; en Nueva York puede, si lo desea,
prescindir de la pintura, pero al caer la noche debe llevar dos colas hechas de
lana de oveja y teñidas de negro.
Presentación, s. Ceremonia
social inventada por el demonio para gratificar a sus siervos y atormentar a
sus enemigos. La presentación alcanza su desarrollo más perverso en los Estados
Unidos y, de hecho, guarda estrecha relación con nuestro sistema político.
Puesto que cualquier norteamericano es igual a otro norteamericano, se deduce
que cualquiera tiene el derecho de conocer a cualquiera, lo que implica el
derecho a ser presentado sin previa solicitud ni permiso. La Declaración de
Independencia debería estar redactada así: "Sostenemos que estas verdades
son evidentes de por sí: que todos los hombres son creados iguales; que el
Creador lo ha dotado de ciertos derechos inalienables; que entre ellos se
cuenta la vida, y el derecho a arruinar la vida de otro rodeándolo de
incalculables conocidos; la libertad, y en particular la libertad de presentar
unas personas a otras sin averiguar si no se conocen ya como enemigos; y la
persecución de la felicidad del prójimo mediante una jauría de
desconocidos".
Presente, s. Parte de la
eternidad que separa el dominio del desengaño del reino de la esperanza.
Presidente, s. Cerdo
engrasado en los juegos al aire libre de la política norteamericana.
Presidente, s. Figura
dominante en un grupito de hombres que son los únicos de los que se sabe con
certeza que la inmensa mayoría de sus compatriotas no deseaban que llegaran a
la presidencia.
Prevaricador, s. Mentiroso en
estado de crisálida.
Primado, s. Cabeza de una
Iglesia, especialmente de una Iglesia estatal, sostenida por contribuciones
involuntarias. El Primado de Inglaterra es el Arzobispo de Canterbury, amable y
anciano caballero que en vida ocupa el Palacio de Lambeth, y en muerte la
Abadía de Westminster. Generalmente está muerto.
Prisión, s. Lugar de
castigos y recompensas. El poeta nos asegura que: "No los muros de piedra
hacen prisiones", pero una combinación del muro de piedra, el parásito
político y el profesor de moral no es el jardín de las delicias.
Privativo, adj. En lenguaje
forense dícese de la propiedad individual de tierras, por oposición al
condominio. Algunas tribus de indios son ya bastante civilizadas para tener en
dominio privativo las tierras que antes poseían como organizaciones tribales y
que no podían vender a los blancos por abalorios y whisky de patatas.
Proboscis, s. Organo
rudimentario que usa un elefante en lugar del tenedor y el cuchillo que la
Evolución sigue negándole. Con fines humorísticos se le llama popularmente
trompa.
Procaz, adj. Dícese del
lenguaje que usan otros para criticarnos.
Proceso, s. Investigación
formal destinada a probar y consignar por escrito el carácter intachable de
jueces, abogados y jurados. Para conseguir esto, es necesario proveer un
contraste en la persona de alguien a quien se llama defendido, prisionero o
acusado. Si el contraste queda establecido con suficiente claridad, esa persona
es sometida a un castigo suficiente para dar a los virtuosos caballeros el
reconfortante sentimiento de su inmunidad, agregado al de su mérito. En
nuestros días, el acusado es generalmente un ser humano, o un socialista, pero
en el Medioevo fueron procesados animales, peces, reptiles e insectos. Una
bestia que hubiera causado la muerte de un hombre, o practicado la brujería,
era debidamente arrestada y procesada, y si resultaba culpable, ejecutada por
el verdugo público. Los insectos que devastaban sembrados, huertas o viñedos,
eran citados ante un tribunal civil, para declarar por sí o por medio de un
abogado, y pronunciados el testimonio, el argumento y la condena, si seguían
"in contumaciam", se llevaba el caso a un alto tribunal eclesiástico,
que los excomulgaba y anatematizaba. En una calle de Toledo se arrestó, juzgó y
condenó a unos cerdos que perversamente pasaron corriendo entre las piernas del
virrey, causándole gran sobresalto. En Nápoles se condenó a un asno a morir en
la hoguera, aunque al parecer la sentencia no fue ejecutada. D'Addosio ha
extraído de los anales judiciales numerosos procesos contra cerdos, toros,
caballos, gallos, perros, cabras, etc., que según se cree contribuyeron
grandemente a mejorar la conducta y la moral de esos bichos. En 1451 se inició
causa criminal contra las sanguijuelas que infestaban ciertos estanques de
Berna, y el obispo de Lausana, aconsejado por la facultad de la Universidad de
Heidelberg, ordenó que algunos de esos "gusanos acuáticos"
comparecieran ante la magistratura local. Así se hizo, y se intimó a las
sanguijuelas, presentes y ausentes, que en plazo de tres días abandonaran los
sitios que habían infestado, so pena de "incurrir en la maldición de
Dios". Los voluminosos expedientes de esta causa célebre no dicen si las
inculpadas arrostraron ese castigo o si se marcharon en el acto de esa
inhóspita jurisdicción.
Profecía, s. Arte y
práctica de vender nuestra credibilidad con entrega diferida.
Prójimo, s. Aquél a quien
no está ordenado amar como a nosotros mismos, pero que hace todo lo posible
para que desobedezcamos.
Propiedad, s. Cualquier
cosa material, sin valor particular, que pueda ser defendida por A contra la
avidez de B. Todo lo que satisface la fiebre de posesión en unos y la defrauda
en los demás. Objeto de la breve rapacidad del hombre, y de su larga
indiferencia.
Providencial, adj. Dícese de
lo que es notoria e inesperadamente beneficioso para quien lo describe.
Prórroga, s. Suspensión de
hostilidades contra un asesino sentenciado, para que el Ejecutivo averigüe si
el crimen no fue cometido por el fiscal. Cualquier ruptura en la continuidad de
una expectativa desagradable.
Proyectil, s. Ultimo
árbitro de las disputas internacionales. Antes esas disputas se resolvían
mediante el contacto físico de los contendores, con los sencillos argumentos
que podía suministrar la rudimentaria lógica de los tiempos: la espada, la
lanza, etc. Con el aumento de la prudencia en los asuntos militares, el
proyectil se impuso cada vez más, y ahora es estimadísimo por los más valientes.
Su defecto capital es que exige atención personal en el punto de propulsión.
Prueba, s. Evidencia que
tiene un matiz más de plausibilidad que de inverosimilitud. Testimonio de dos
testigos creíbles, opuesto al de uno solo.
Publicar, v. i. En asuntos
literarios, situarse en la base de un cono de críticos.
Puerco, s. Animal
(Porcus Omnívorus) estrechamente emparentado con la raza humana por el
esplendor y vivacidad de su apetito, que, sin embargo, es menos amplio, pues
retrocede frente al cerdo.
Puerto, s. Lugar donde
los barcos que escapan a la ira de las tormentas quedan expuestos a la furia de
los aduaneros.
Q
Quiromancia, s. Método número
947 (según la clasificación de Mibleshaw) de obtener dinero con engaños.
Consiste en "leer el carácter" en las líneas de las manos. El
carácter puede realmente leerse de este modo, ya que cada mano exhibida al
quiromántico lleva escrita en sus líneas la palabra "tonto". El
engaño consiste en no decirlo en voz alta.
Quórum, s. En un cuerpo
deliberativo, número de miembros suficiente para hacer su voluntad. En el
Senado norteamericano, se forma quórum con el presidente de la Comisión de
Finanzas y un mensajero de la Casa Blanca; en la Cámara de Representantes,
bastan el presidente del cuerpo y el demonio.
R
Rabdomante, s. El que con
una varita adivinatoria busca metales preciosos en el bolsillo de un tonto.
Racional, adj. Desprovisto
de ilusiones, salvo las que nacen de la observación, la experiencia y la
reflexión.
Radicalismo, s. El
conservadorismo de mañana inyectado en los negocios de hoy.
Rana, s. Reptil de
patas comestibles. El primero que las menciona en la literatura profana, es
Homero, al relatar la guerra entre las ranas y los ratones. Los escépticos han
dudado de que Homero fuese el autor de esa obra, pero el erudito, ingenioso e
industrioso doctor Schliemann resolvió para siempre la cuestión al desenterrar
los huesos de las ranas muertas. Una de las formas de persuasión moral que se
ejercieron sobre el Faraón, a quien le gustaban en "fricassée", observó,
con verdadero estoicismo oriental, que él podía aguantar el flagelo tanto
tiempo como las ranas y los judíos; esto obligó a modificar el programa. La
rana es una cantante diligente, de buena voz, aunque mal oído. El libreto de su
ópera favorita, escrito por Aristófanes, es breve, sencillo y eficaz:
brikikixkoax; la música pertenece, al parecer, al eminente compositor Richard
Wagner.
Rapacidad, s. Previsión sin
industria. Poder ejercido económicamente.
Ratón, s. Animal cuyo
camino está sembrado de señoras desmayadas. Así como en Roma los cristianos
eran arrojados a los leones, siglos antes, en Otumwee --la más antigua y famosa
ciudad del mun do-- las mujeres herejes eran arrojadas a los ratones. EI
historiador JakakZotp, nico otumwés cuyos escritos han llegado a nosotros, dice
que esas mártires enfrentaban la muerte con mucha agitación y poca dignidad.
Inclusive pretende (llevado por la malicia del fanatismo) disculpar a los
ratones, declarando que las infortunadas mujeres perecían, algunas de fatiga,
otras rompiéndose el cuello al caer, y algunas por falta de reconstituyentes.
Pero si "la historia romana es nueve décimos de mentira", no podemos
aspirar a una proporción menor de esa figura retórica en los anales de un
pueblo capaz de crueldad tan increíble con bellas mujeres; corazón duro habla
por lengua mentirosa.
Razonable, adj. Accesible
al contagio de nuestras opiniones. Receptivo a la persuasión, la disuasión, la
evasiva.
Razonar, v.t. Pesar probabilidades en la balanza del deseo.
Realidad, s. El sueño de
un filósofo loco. Lo que queda en el filtro cuando se filtra un fantasma. El
núcleo de un vacío.
Realmente, adv.
Aparentemente, quizá; posiblemente.
Rebelde, s. El que
propone un nuevo desgobierno, sin conseguir implantarlo.
Receta, s. Adivinanza,
realizada por el médico, de lo que prolongará mejor la situación con menor daño
para el paciente.
Recluta, s. Persona que
se distingue de un civil por su uniforme, y de un soldado, por su modo de
caminar.
Recordar, v.t. Traer
nuevamente a la memoria, con algunos agregados, algo que previamente se
ignoraba.
Reconciliación, s. Suspensión de
hostilidades. Tregua armada para desenterrar a los muertos.
Reconsiderar, v. t. Buscar una
excusa para una decisión ya tomada.
Recreo, s. Clase
especial de aburrimiento que alivia una fatiga general.
Rectitud, s. Virtud sólida
que solía encontrarse entre los Pantidoodles, habitantes del sector meridional
de la península de Oque. Misioneros que volvían de allí hicieron varios tibios
intentos por introducirla en Europa, más, al parecer, la expusieron con escasa
convicción, como se desprende del único sermón conocido del piadoso obispo
Rowley, del que damos un pasaje característico: "Ahora bien, la rectitud
consiste no sólo en un santo estado de ánimo, ni siquiera en cumplir los ritos
religiosos y obedecer la letra de la ley. No basta ser piadoso y justo; es
necesario conseguir que los otros alcancen el mismo estado; y el medio justo
para ese fin es la compulsión. Porque así como mi injusticia puede hacer daño a
otro, del mismo modo la injusticia de éste puede perjudicar a un tercero, cosa
que manifiestamente debo impedir, así como evito mi propio mal. En
consecuencia, si quiero ser recto, debo impedir, por la fuerza si es necesario,
que el prójimo acometa esas injuriosas empresas de las que yo mismo, gracias a
una mejor disposición y a la ayuda del Cielo, me abstengo."
Recuento de votos, s. En política
norteamericana, nuevo tiro de dados que se acuerda al jugador contra quien
están cargados.
Redención, s. Exención de
castigo que consiguen los pecadores asesinando al Dios contra el que pecaron.
La doctrina de la Redención es el misterio fundamental de nuestra santa
religión, y quien crea en ella no perecerá, sino que gozará de vida eterna para
tratar de comprenderla.
Redundante, adj. Superfluo;
innecesario; de trop
Dijo el Sultán: "Hay
prueba, y abundante, de que este perro infiel es redundante." Y el Gran
Visir, de faz inexpresiva: "Al menos su cabeza es excesiva".
Habid Solimán
"El señor Debs es un
ciudadano redundante"
Theodore Roosevelt.
(Eugene Debs. líder
ferroviario norteamericano, candidato presidencial en 1912, perseguido por
Theodore Roosevelt. y encarcelado por Woodrow Wilson).
Referéndum, s. Ley que se
somete a voto popular para establecer el consenso de la insensatez pública.
Reflexión, s. Proceso
mental que nos da una visión más clara del pasado y nos permite eludir peligros
que no volveremos a enfrentar.
Refrán, s. Dicho vulgar,
proverbio. He aquí algunos ejemplos:
Cuida los centavos, que los
pesos se despilfarran solos.
Mejor tarde que antes de ser
invitado.
Predicar con el ejemplo es
mejor que seguirlo.
No dejes para mañana lo que
pueda hacer otro.
El que ríe menos ríe mejor.
Hablando del lobo, termina
por enterarse.
De dos males, trata de ser el
menor.
Querer es poder decir
"No quiero".
Regazo, s. Uno de los
más importantes órganos del cuerpo femenino, admirablemente previsto por la
naturaleza para el reposo de la infancia, aunque se usa principalmente en las
festividades rurales para sostener platos de pollo frío y cabezas de machos
adultos. El macho de nuestra especie tiene un regazo rudimentario,
imperfectamente desarrollado y que en modo alguno contribuye a su bienestar
sustancial.
Reina, s. Mujer que
gobierna el reino cuando hay un rey, y por medio de quien el reino es gobernado
cuando no lo hay.
Relicario, s. Receptáculo
destinado a recibir objetos sagrados, tales como fragmentos de la verdadera
cruz, costillas de santos, las orejas de la burra de Balaam, los pulmones del
gallo que incitó a Pedro al arrepentimiento, etcétera. Los relicarios son
generalmente de metal y tienen una cerradura para impedir que el contenido se
derrame y obre milagros en momentos inoportunos. Cierta vez, una pluma del
Angel de la Anunciación escapó mientras se pronunciaba un sermón en la basílica
de San Pedro y cosquilleó de tal modo en las narices de la congregación, que
todos despertaron y estornudaron tres veces, con gran vehemencia. La
"Gesta Sanctorum" refiere que un sacristán de la catedral de
Canterbury sorprendió la cabeza de San Dionisio en la biblioteca. Reprendida
por el severo custodio, respondió que estaba buscando un cuerpo de doctrina.
Este chiste de mal gusto enfureció tanto al diocesano, que el ofensor fue
públicamente anatematizado, arrojado a una fosa y reemplazado por otra cabeza
de San Dionisio, traída de Roma.
Religión, s. Hija del
Temor y la Esperanza, que vive explicando a la Ignorancia la naturaleza de lo
Incognoscible.
--¿Cuál es tu religión, hijo?
--preguntó el arzobispo de Reims.
--Perdón, monseñor. --replicó
Rochebriant-- Me siento avergonzada de ella.
--¿Entonces, por qué no te
vuelves ateo?--¡Imposible! El ateísmo me avergonzaría.
--En ese caso, señor, debería
usted convertirse al protestantismo.
Realización, s. Muerte del
esfuerzo y cuna de la repugnancia.
Reloj, s. Máquina de
gran valor moral para el hombre, que mitiga su preocupación por el futuro al
recordarle cuánto tiempo le queda.
Rematador, s. Hombre que
reafirma con un martillo que acaba de despojar una cartera con la lengua.
Renombre, s. Grado de
distinción intermedio entre la notoriedad y la fama, algo más soportable que la
primera, y un poco menos intolerable que la segunda. A veces es conferido por
una mano inamistosa y desconsiderada.
Renta, s. Patrón de
medida natural y racional de la respetabilidad.
Otros criterios comúnmente
aceptados son artificiales, arbitrarios y falaces. Porque como ha dicho con
justicia Sir Sycophas Chrysolater, "la propiedad (moneda, tierras, casas o
mercancías, o todo lo que nos pertenece por derecho para satisfacer nuestras
necesidades) así como los honores, títulos, privilegios y posición, o el
conocimiento y favor de personas respetables o capaces, no tienen otro uso y
funciones reales que el de obtener dinero. Luego, todas las cosas valen en la
medida en que favorecen ese objetivo, y sus poseedores deben asumir un rango
acorde con tal definición. En consecuencia, ni el propietario de un castillo
improductivo --por grande y antiguo que sea--, ni el que ejerce una dignidad
honoraria, ni el favorito, sin fortuna, de un rey, son estimados en un mismo
nivel con quien acrecienta diariamente su fortuna; y aquellos cuyo patrimonio
es estéril no pueden aspirar en justicia a un honor más grande que el de los
pobres e indignos".
Renunciar, v. t. Ceder un
honor a cambio de una ventaja. Ceder una ventaja a cambio de otra ventaja
mayor.
Reparación, s. Satisfacción
que se da por un mal cometido, y que se deduce de la satisfacción experimentada
al cometerlo.
Réplica, s. Insulto
prudente al contestar. Practicada por señores que tienen una repugnancia innata
por la violencia, junto con una fuerte tendencia a ofender. En una guerra de
palabras, táctica del indio norteamericano.
Réplica (artística), s. Reproducción
de una obra de arte por el artista original. Se la llama así para distinguirla
de la "copia", que está hecha por otro artista. Cuando ambas están
ejecutadas con la misma habilidad, la réplica es más valiosa, pues se supone
que es más bella de lo que parece.
Reportero, s. Periodista
que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa
en una tempestad de palabras.
Reposar, v.i. Dejar de
fastidiar.
Representante, s. Miembro de la
Cámara Baja en este mundo, sin esperanza visible de ascenso en el próximo.
Reprobación, s. En teología,
condición de un mortal sin suerte condenado antes de nacer. La doctrina de la
reprobación fue predicada por Calvino; el regocijo que ella le causaba se veía
un poco empañado por su convicción, triste y sincera, de que si bien algunos
están predestinados al infierno, otros lo están a la salvación.
República, s. Nación en
que, siendo la cosa que gobierna y la cosa gobernada, una misma, sólo hay
autoridad consentida para imponer una obediencia optativa. En una república, el
orden se funda en la costumbre, cada vez más débil, de obedecer, heredada de
nuestros antepasados que cuando eran realmente gobernados se sometían porque no
tenían otro remedio. Hay tantas clases de repúblicas como grados entre el
despotismo de donde provienen y la anarquía adonde conducen.
República, s. Entidad
administrativa manejada por una incalculable multitud de parásitos políticos,
lógicamente activos pero fortuitamente eficaces.
Réquiem, s. Misa de
difuntos que (según nos aseguran los poetas menores) entona la brisa sobre las
tumbas de sus favoritos. A veces, para variar el entretenimiento, les canta una
elegía.
Rescate, s. Compra de lo
que no pertenece al vendedor, ni puede pertenecer al comprador. Es la más
improductiva de las inversiones.
Residente, s. y adj. El que
no puede irse.
Respetabilidad, s. Fruto amoroso
de una calva y una cuenta bancaria.
Respirador, s. Aparato
ajustado sobre la nariz y la boca de un londinense para filtrar el universo
visible en su paso hacia los pulmones.
Resplandeciente, adj. Dícese de
un sencillo ciudadano norteamericano cuando se atavía como un duque en su logia
masónica, o cuando afirma su importancia en el Esquema de las Cosas como unidad
elemental de un desfile. Los Caballeros del Dominio estaban tan
resplandecientes en sus casacas de oro y terciopelo que sus patrones
difícilmente los hubieran reconocido. ("Crónicas de las Clases").
Responder, v. t. e i. Dar
respuesta, o manifestar de otro modo que se tiene conciencia de haber inspirado
un interés en lo que Herbert Spencer llama "eternas coexistencias";
fue así como Satán "achatado como un sapo" junto a la oreja de Eva
respondió al toque de la lanza del ángel. Responder por daños, es contribuir al
sostén del abogado del demandante y, de paso, a la satisfacción del propio
demandante.
Responsabilidad, s. Carga
desmontable que se traspasa fácilmente a las espaldas de Dios, el Destino, la
Fortuna, la Suerte, o el vecino. Los aficionados a la astrología suelen
descargarla en una estrella.
Restitución, s. Fundación o
sostén de universidades y bibliotecas públicas por medio de legados o
donaciones.
Restitutor, s. Benefactor;
filántropo.
Resuelto, adj. Dícese de
quien sigue obstinadamente una línea de conducta que aprobamos.
Resultado, s. Tipo
particular de desengaño. Esa clase de inteligencia que ve en la excepción la
prueba de la regla, juzga la sabiduría de un acto por su resultado. Esto es un
absurdo inmortal; la sabiduría de un acto debería juzgarse según las luces del
autor al cometerlo.
Retaguardia, s. En doctrina
militar norteamericana, parte expuesta del ejército que se encuentra más cerca
del Congreso.
Revelación, s. Libro famoso
en que el divino San Juan ocultó todo lo que sabía. La revelación corre por
cuenta de los comentaristas, que no saben nada.
Reverencia, s. Actitud
espiritual de un hombre frente a un dios, y de un perro frente a un hombre.
Revolución, s. En política,
abrupto cambio en la forma de desgobierno. Específicamente, en historia
norteamericana, reemplazo de un Ministerio por una Administración, que permitió
que el bienestar y la felicidad del pueblo progresara media pulgada por lo menos.
Las revoluciones vienen generalmente acompañadas de una considerable efusión de
sangre, pero se estima que valen la pena, sobre todo para aquellos
beneficiarios cuya sangre no corrió peligro de ser derramada. La revolución
francesa es de indudable valor para el socialista de hoy: cuando tira los hilos
que mueven su esqueleto, sus gestos infunden un terror indecible a los
sangrientos tiranos sospechados de fomentar la ley y el orden.
Rey, s. Personaje
masculino al que suele llamarse en los Estados Unidos "una cabeza
coronada", aunque nunca usa corona y por lo general no tiene cabeza digna
de ese nombre.
Rezar, v. i. Pedir que
las leyes del universo sean anuladas en beneficio de un solo peticionante,
confesadamente indigno.
Rico, adj. Dícese del
que tiene en caución, con el compromiso de rendir cuentas, los bienes de
indolentes, incapaces, pródigos, envidiosos y desafortunados. Este es el
criterio que prevalece en el hampa, donde la Fraternidad del Hombre encuentra
su desarrollo más lógico y su defensa más candorosa. Para los habitantes del
mundo intermedio, la palabra significa bueno y sabio.
Ridículo, s. y adj.
Palabra destinada a probar que la persona a quien se aplica carece de la
dignidad de carácter de quien la pronuncia. Según Shaftesbury, el ridículo es
la prueba de la verdad: afirmación ridícula, pues muchas solemnes falacias han
sobrevivido a siglos de ridículo, sin que disminuyera su aceptación popular.
Rima, s. Concordancia
de sonidos en la punta de dos versos, generalmente malos y aburridos.
Rimador, s. Poeta
considerado con indiferencia o falta de estima.
R.I.P. Abreviatura distraída de "requiescat in pace", con que
se testimonia una indolente buena voluntad hacia los muertos. Según el erudito
doctor Drigge, originariamente significaba "reductus in pulveris", o
reducido a polvo.
Riqueza, s. Don del Cielo
que significa: "Este es mi hijo bien amado, en quien he puesto toda mi
complacencia" (John D. Rockefeller). Recompensa del esfuerzo y la virtud
(J.P.Morgan). Los ahorros de muchos en las manos de uno (Eugene Debs). El
inspirado lexicógrafo lamenta no poder agregar nada de valor a estas excelentes
definiciones.
Risa, s. Convulsión
interna, que produce una distorsión de los rasgos faciales y se acompaña de
ruidos inarticulados. Es infecciosa y, aunque intermitente, incurable. La
tendencia a los ataques de risa es una de las características que distinguen al
hombre de los animales, que se muestran no sólo inaccesibles a la provocación
de su ejemplo, sino inmunes a los microbios que originariamente provocaron la
enfermedad. Si la risa puede contagiarse a los animales mediante inoculación a
partir de un ser humano, es un problema que no ha sido resuelto
experimentalmente. El doctor Meire Witchell sostiene que el carácter infeccioso
de la risa se debe a la instantánea fermentación de la saliva pulverizada, y
por lo tanto designa a esta dolencia con el nombre de "Convulsio
spargens".
Rito, s. Ceremonia
religiosa o semirreligiosa establecida por la ley, el precepto o la costumbre,
de la que se ha estrujado meticulosamente el aceite esencial de la sinceridad.
Ritualismo, s. Jardín de
Dios donde Él puede caminar en rectilínea libertad, con tal de no pisar el
pasto.
Ron, s. Bebida
ardiente que produce locura en los abstemios.
Rostrum, s. En latín,
pico de un ave o proa de un barco. En norteamericano, tribuna desde donde un
candidato expone a la turba su sabiduría, virtud y poder.
Ruido, s. Olor
nauseabundo en el oído. Música no domesticada. Principal producto y testimonio
probatorio de la civilización.
Rumor, s. Arma favorita
de los asesinos de reputaciones.
Ruso, s. Persona de
cuerpo caucásico y alma mongólica. Emético tártaro.
S
Sabbath, s. Sábado para
los judíos, domingo para los cristianos. Fiesta semanal que tiene su origen en
el hecho de que Dios hizo el mundo en seis días y fue detenido el séptimo.
Entre los judíos, la observancia de la festividad estaba ordenada por un
Mandamiento cuya versión cristiana es: "Recuerda, al séptimo día, hacer
que tu prójimo lo respete plenamente". Al Creador le pareció apropiado que
el Sabbath fuera el último día de la semana, pero los primitivos Padres de la
Iglesia opinaban de otro modo.
Sabiduría, s. Tipo de
ignorancia que distingue al estudioso.
Saciedad, s. Ese
sentimiento, señora, que uno experimentaba por el plato después de tragar su
contenido.
Sacerdotalista, s. El que cree
que un clérigo es un sacerdote. El rechazo de esta importantísima doctrina es
el desafío más audaz que han lanzado los NeoDiccionaristas al rostro de la
Iglesia Episcopólica.
Sagrado, adj. Dedicado a
un propósito religioso; provisto de un carácter divino; capaz de inspirar
pensamientos y emociones solemnes. Por ejemplo: el Dalai Lama del Tibet; el
Moogum de M'bwango; el Templo de los Monos en Ceilán; la Vaca en la India; el
Cocodrilo, el Gato y la Cebolla del antiguo Egipto; el Mufti de Moosh; el pelo
del perro que mordió a Noé, etc.
Sacramento, s. Solemne
ceremonia religiosa a la que se atribuyen diversos grados de eficacia y
significación. Roma tiene siete sacramentos, pero las iglesias protestantes,
menos prósperas, sólo pueden permitirse dos, y de inferior santidad. Algunas
sectas menores no tienen sacramentos en absoluto: ahorro vil que indudablemente
las llevará a la perdición.
Salacidad, s. Cualidad
literaria de frecuente observación en las novelas populares, especialmente las
escritas por mujeres y muchachas, que le dan otro nombre y piensan que están
ocupando un campo descuidado de las letras y recolectando una cosecha
desdeñada. Si tienen la desgracia de vivir el tiempo suficiente, las atormenta
el deseo de quemar sus gavillas.
Salamandra, s.
Originariamente, reptil que habitaba el fuego; después, inmortal antropomorfo,
igualmente pirófilo. Se cree que las salamandras se han extinguido; la última
de que tenemos noticias fue vista en Carcasonne por el padre de Belloc, quien
la exorcisó con un balde de agua bendita.
Salsa, s. Unico signo
infalible de civilización y progreso. Pueblo sin salsas, tiene mil vicios;
pueblo de una sola salsa, tiene novecientos noventa y nueve. A salsa inventada
y aceptada, corresponde vicio renunciado y perdonado.
Santo, s. Pecador
fallecido, revisado y editado. La Duquesa de Orléans refiere que aquel viejo e
irreverente calumniador, el mariscal de Villeroi, que en su juventud había
conocido a San Francisco de Sales, dijo al oír que lo consideraban un santo:
"Estoy encantado de enterarme de que Monsieur de Sales era un Santo. Le
gustaba decir groserías y solía trampear a los naipes. Por lo demás, era un
perfecto caballero, aunque un tonto".
Saquear, v.t. Tomar la propiedad de otro sin observar las reticencias decentes y
acostumbradas del robo. Efectuar un cambio de propiedad con la cándida
concomitancia de una banda militar. Apoderarse de los bienes de A y B, mientras
C lamenta la oportunidad perdida.
Sarcófago, s. Entre los
griegos, ataúd, que, estando hecho de cierta clase de piedra carnívora, tenía
la singular propiedad de devorar el cadáver colocado en su interior. El
sarcófago conocido por los modernos exequiógrafos es, generalmente, un producto
del arte del carpintero.
Sartén, s. Instrumento
de tortura usado en esa institución punitiva por excelencia, la cocina
femenina. La sartén fue inventada por Calvino, quien la usó para freír a los
bebés que morían sin bautizar. Observando un día el horrible tormento de un
vagabundo que incautamente sacó de la basura un bebé frito y lo devoró, el gran
teólogo quiso despojar a la muerte de sus terrores, introduciendo la sartén en
cada hogar de Ginebra. De ahí se extendió a todos los rincones del mundo y ha
sido de invalorable utilidad para la propagación de la sombría fe calvinista.
El obispo Potter insinúa que
la utilidad de la sartén no se limita a este mundo y que se la emplea
igualmente en el infierno.
Satanás, s. Uno de los
lamentables errores del Creador. Habiendo recibido la categoría de arcángel,
Satanás se volvió muy desagradable y fue finalmente expulsado del Paraíso. A
mitad de camino en su caída, se detuvo, reflexionó un instante y volvió.
--Quiero pedir un favor
--dijo.
--¿Cuál? --Tengo entendido
que el hombre está por ser creado. Necesitará leyes.
--Qué dices miserable! Tú, su
enemigo señalado, destinado a odiar su alma desde el alba de la eternidad, ¿tú
pretendes hacer sus leyes? --Perdón; lo único que pido, es que las haga él
mismo.
Y así se ordenó.
Sátira, s. Especie de
composición literaria en que los vicios y locuras de los enemigos del autor son
expuestos sin demasiada ternura. En los Estados Unidos, la sátira ha tenido
siempre una existencia enfermiza e incierta, porque su esencia es el ingenio
del que estamos penosamente desprovistos; el humor que tomamos por sátira es,
como todo humor, tolerante y simpático. Además, aunque los norteamericanos han
sido dotados por su Creador de abundantes vicios y locuras, suelen ignorar que
se trata de cualidades reprochables. De ahí que el autor satírico sea
considerado un villano amargado y que los gritos de cualquiera de sus víctimas,
pidiendo defensores, obtengan el apoyo nacional.
Sátiro, s. Uno de los
pocos personajes de la mitología griega cuya existencia reconoce la mitología
hebrea (Levítico, xvii,7). En un comienzo, el sátiro era un miembro de una
comunidad disoluta que rendía un tibio vasallaje a Dionisio, y que luego pasó
por muchas transformaciones y perfeccionamientos. Suele confundírsele con el
fauno, invención romana, más tardía y docente, que se parecía menos a un hombre
y más a un chivo.
Secretario de Redacción, s. Persona que
reúne las funciones judiciales de Minos, Eaco y Radamanto, pero es aplacable
con un óbolo; censor severamente virtuoso, pero tan caritativo en el fondo que
tolera las virtudes ajenas y los vicios propios; que lanza a su alrededor los
desgarradores relámpagos y los vigorosos truenos de la reprimenda, hasta
parecerse a un paquete de petardos atado a la cola de un perro; que
seguidamente murmura un dulce canto melodioso, suave como el arrullo de un asno
que entona su plegaria a la estrella vespertina. Maestro de misterios y señor
de leyes, encumbrado en el trono del pensamiento, el rostro iluminado por los
oscuros resplandores de la Transfiguración, con las piernas entrelazadas y los
carrillos inflados, el secretario de redacción derrama su voluntad sobre el
papel y lo corta en trozos de la extensión requerida. Y a intervalos, tras el
velo del templo, se oye la voz del jefe de taller, que reclama ocho centímetros
de ingenio y quince centímetros de meditación religiosa, o le ordena cortar el
chorro de la sabiduría y batir un poco de "interés humano".
Seguro, s. Ingenioso
juego de azar que permite al jugador la confortable convicción de que está
derrotando al que tiene la banca.
Agente de seguros.--Mi
estimado señor, esa es una bella casa.
Permítame que la asegure.
Propietario de la casa.--Con
placer. Pero le ruego fijar una prima anual tan baja que, llegado el momento en
que, según las tablas de su actuario, será probablemente destruida por el
fuego, yo le haya pagado mucho menos del valor de la póliza.
Agente.--¡Oh, no! No podemos
permitirnos eso, debemos fijar la prima de modo que usted haya pagado más.
Propietario.--Eso es lo que
"yo" no puedo permitirme.
Agente.--Pero observe que su
casa puede quemarse en cualquier momento. Ahí tiene la casa de Smith, por
ejemplo, que...
Propietario.--Ahórreme eso.
Yo podría citarle, en cambio, la casa de Jones, la de Robinson, que...
Agente.--¡Ahórreme
"usted" eso! Propietario.--Entendámonos. Usted pretende que yo le
pague dinero sobre la hipótesis de que algo ocurrirá antes del momento en que
usted mismo calcula que ocurrirá. En otras palabras, usted me pide que apueste
a que mi casa no durará tanto como probablemente durará, según usted.
Agente.--Pero si su casa se
quema sin seguro, será una pérdida total.
Propietario.--Perdón. Según
las tablas de su actuario lo probable es que cuando se queme yo haya ahorrado,
en concepto de primas que no le pago, una suma mayor que el valor de la póliza.
Pero supongamos que se queme, sin seguro, antes de lo que ustedes prevén. Yo no
puedo soportar esa pérdida. ¿Pero cómo la soportan ustedes, en caso de que esté
asegurada? Agente.--Ah, nos desquitamos a través de transacciones más afortunadas
con otros clientes. Virtualmente, son ellos los que pagan su pérdida.
Propietario.--Y virtualmente,
entonces, soy yo el que contribuyo a pagar las pérdidas de ellos. ¿Acaso las
casas de los demás no se pue den quemar antes de que las primas cubran el valor
de la póliza? La cosa es así: ¿ustedes pretenden sacar de sus clientes más
dinero del que les pagan, verdad? Agente.--Por supuesto. Si no fuera así...
Propietario.--...yo no les
entregaría mi dinero. Bien, pero si resulta "indudable", que la clientela
global pierde dinero, también es "probable" que un cliente individual
lo pierda. Son estas probabilidades individuales las que hacen la certeza del
conjunto.
Agente. -- No lo negaré, pero
observe las cifras de este folle...
Propietario. --¡Dios no permita!
Agente.--Usted habló de ahorrar las primas que debería pagarme.
¿Pero no es más probable que
las despilfarre? Nosotros le ofrecemos un incentivo al ahorro.
Propietario.--La disposición
de A de hacerse cargo del dinero de B no es exclusivo de los seguros, pero
ustedes, como institución caritativa, merecen estima. Dígnese aceptar ese
reconocimiento de un Meritorio Objeto.
Sello, s. Marca impresa
en ciertos documentos para atestiguar su autenticidad y autoridad. A veces se
estampa sobre cera y se agrega al papel, a veces sobre el papel mismo. El
sellado, en este sentido, es una supervivencia de la antigua costumbre de
inscribir papeles importantes con palabras o signos cabalísticos, para darles
una eficacia mágica, independiente de la autoridad que representan. En el Museo
Británico se conservan muchos papeles antiguos, en su mayoría de carácter
sacerdotal, validados por pentagramas necrománticos y otros artificios tales
como las iniciales de palabras usadas en conjuros; y en muchos casos, se
estampaban del mismo modo en que se estampan actualmente los sellos. Como así
todas las costumbres, ritos y observancias modernos, de apariencia irracional e
insensata, tienen su origen en alguna remota utilidad, resulta grato señalar un
ejemplo de insensatez antigua que con el tiempo llegó a convertirse en algo
útil. Nuestra palabra "sincero" deriva de "sine cero", sin
cera, pero los doctos no se ponen de acuerdo sobre si esto se refiere a la
ausencia de signos cabalísticos, o a la ausencia de la cera con que antaño se
ocultaba el contenido de las cartas a la curiosidad pública. Cualquiera de
estas dos opiniones servirá a quien tenga necesidad inmediata de una hipótesis.
Las iniciales L.S., que suelen agregarse a las firmas de documentos legales,
significan "locum sigilis", el lugar del sello, aunque el sello ya no
se use, y éste es un considerable ejemplo del conservatismo que distingue al
Hombre de las bestias.
Senado, s. Cuerpo de
ancianos que cumple altas funciones y fechorías.
Sepulcro, s. Lugar en que
se coloca a los muertos hasta que llegue el estudiante de medicina.
Sicofante, s. El que se
acerca a la Grandeza de bruces para que no le ordenen dar media vuelta y
recibir un puntapié. A veces es un secretario de redacción.
Silfo, s. Ser
inmaterial pero visible que habitaba el aire cuando el aire era un elemento y
no estaba fatalmente contaminado por el humo de las fábricas, las emanaciones
de las alcantarillas y otros productos de la civilización. Los silfos estaban
emparentados con los gnomos, las ninfas y las salamandras que vivían,
respectivamente, en la tierra, el agua y el fuego, elementos hoy insalubres.
Los silfos, como los pájaros del aire, eran machos y hembras, sin finalidad
aparente ya que si tenían progenie debieron anidar en lugares inaccesibles,
puesto que nadie jamás ha visto los pichones.
Silogismo, s. Fórmula
lógica (ver Lógica) que consiste en una premisa mayor, una premisa menor y una
inconsecuencia.
Símbolo, s. Algo cuya
presunta función es tipificar o representar otra cosa. Muchos símbolos son meras
"supervivencias", cosas que no teniendo ya utilidad siguen existiendo
porque hemos heredado la tendencia a fabricarlas: como las urnas funerarias
talladas en los monumentos recordatorios. Antaño eran urnas verdaderas que
contenían las cenizas de los muertos. No podemos dejar de hacerlas, pero
podemos darles un nombre que disimule nuestra impotencia.
Sirena, s. Uno de varios
prodigios musicales célebres por su vana tentativa de disuadir a Odiseo de una
vida oceánica. Figurativamente, dama de espléndida promesa, aviesa intención y
frustrante rendimiento.
Slang, s. Jerga
norteamericana. Gruñido del cerdo humano (Pignoramus intolerabilis). Lenguaje
del que pronuncia con la lengua lo que piensa con el oído y siente el orgullo
de un creador al realizar la proeza de un loro.
Sobre, s. Ataúd de un
documento; vaina de una factura; cáscara de un giro; camisón de una carta de
amor.
Sofisma, s. Método de
discusión de un adversario, que se distingue del nuestro por una hipocresía y
necedad claramente superiores. Lo usaron los últimos sofistas, secta griega de
filósofos que comenzaron por enseñar la sabiduría, la prudencia, la ciencia, el
arte, y en suma todo lo que deben saber los hombres, pero se extraviaron en un
laberinto de retruécanos y en una bruma de palabras.
Soga, s. Instrumento
que va cayendo en desuso, para recordar a los asesinos que ellos también son
mortales. Se coloca alrededor del cuello y acompaña al usuario hasta el fin de
sus días. En muchos sitios ha sido reemplazada por un artefacto eléctrico, más
complejo, que se aplica a otra parte del cuerpo; pero este sistema, a su vez,
está siendo rápidamente sustituido por un aparato llamado "sermón".
Solo, adj. En mala
compañíaSu (de ella), adj. pos. Su (de él).
Suficiente, adv. Todo lo que
hay en el mundo, siempre que a usted le guste.
Sufragio, s. Expresión de
la opinión por el voto. El derecho de sufragio (que se considera también un
privilegio y un deber) significa, tal como se interpreta comúnmente, el derecho
a votar por el hombre que ha elegido otro hombre, y es altamente apreciado. La
negativa a ejercerlo lleva el feo nombre de "incivismo". El incivil,
sin embargo, no puede ser procesado por su crimen, porque no hay acusador
legítimo. Si el acusador es en sí mismo culpable carece de peso en el tribunal
de la opinión; si no lo es, se beneficia con el crimen, ya que la abstención
electoral de A confiere mayor peso al voto de B. Por sufragio femenino se
entiende el derecho de una mujer a votar como le indica un hombre. Se funda en
la responsabilidad femenina, que es algo limitada. La mujer más ansiosa por
salir de sus faldas para asegurar sus derechos es la primera en volver a ellas
cuando se le amenaza con una tunda por usar mal de esos derechos.
Superar, v.t. Hacerse de un enemigo.
T
T, vigésima letra del alfabeto, llamada absurdamente por los griegos
"tau". En el alfabeto de donde procede el nuestro, tenía la forma del
tosco tirabuzón de la época, y cuando se tenía sola (cosa que los fenicios no
siempre podían hacer) significaba Tallegal, que el erudito doctor Brownig
traduce por "trabapies".
Tacaño, adj. El que
indebidamente quiere conservar lo que muchas personas meritorias aspiran a
obtener.
Tarifa, s. Escala de
impuestos a las importaciones destinada a proteger al productor local contra la
avidez de sus consumidores.
Tecnicismo, s. En un
tribunal inglés, un hombre llamado Home, que acusaba a un vecino de asesinato,
fue procesado por calumnias. Sus palabras exactas fueron: "Sir Thomas Holt
tomó un hacha y golpeó a su cocinero en la cabeza, de modo que una parte de la
cabeza cayó sobre un hombro, y la otra parte sobre el otro hombro". Home
fue absuelto, a indicación del tribunal; los doctos jueces declararon que sus
palabras no constituían una acusación de asesinato, ya que no afirmaban la
muerte del cocinero, y que esta era una simple inferencia.
Tedio, s. Ennui, estado
o condición en que uno está aburrido. Se han sugerido muchas fantasiosas
etimologías de la palabra, pero el sabio Padre Jape dice que deriva de una
fuente muy obvia, las primeras palabras del viejo himno latino The Deum
Laudamus. En esta derivación aparentemente natural hay algo que entristece.
Teléfono, s. Invención del
demonio que suprime algunas de las ventajas de mantener a distancia a una
persona desagradable.
Telescopio, s. Artefacto que
tiene con el ojo una relación similar a la que tiene el teléfono con el oído,
permitiendo que objetos distantes nos mortifiquen con multitud de detalles
inútiles. Afortunadamente carece de una campanilla que nos llame al sacrificio.
Temerario, adj. Insensible
al valor de nuestros consejos.
Tenacidad, s. Cierta
cualidad de la mano del hombre en su relación con la moneda corriente. Alcanza
su mayor desarrollo en las manos de la autoridad, y se considera un equipo útil
para hacer carrera en política.
Tenedor, s. Instrumento
usado principalmente para llevarse animales muertos a la boca. Antes se
empleaba para ese fin el cuchillo, y muchas personas dignas siguen
prefiriéndolo al tenedor, que no rechazan del todo, sino que usan para ayudar a
cargar el cuchillo. Que estas personas no sufran una muerte atroz y fulminante,
es una de las pruebas más notables de la misericordia de Dios con aquellos que
lo odian.
Teosofía, s. Antigua fe
que posee toda la certidumbre de la religión y todo el misterio de la ciencia:
El moderno teósofo sostiene, con los budistas, que vivimos incalculable número
de veces en esta tierra, en otros tantos cuerpos, porque una vida sola no basta
para completar nuestro desarrollo espiritual, o sea para volvernos tan buenos y
sabios como desearíamos. Ser absolutamente bueno y sabio, ésa es la perfección;
y la penetrante visión del teósofo le ha permitido observar que todo lo que
desea mejorar, eventualmente alcanza la perfección. Observadores menos
competentes pretenden exceptuar a los gatos, que nunca parecen mejores ni más
inteligentes que el año pasado. La más grande y gorda de las teósofas recientes
fue Madame Blavatsky, que no tenía gato.
Tiempo, s. El clima de
una hora. Permanente tema de conversación entre personas a quienes no interesa,
pero que han heredado la tendencia a charlar sobre él, de antepasados desnudos
y arbóreos a quienes les interesaba vivamente. El establecimiento de oficinas
meteorológicas oficiales y su persistencia en la mendacidad demuestran que aun
los gobiernos pueden ser persuadidos por los rudos antepasados de la jungla.
Tierra, s. Parte de la
superficie del globo, considerada como propiedad. La teoría de que la tierra es
un bien sujeto a propiedad privada constituye el fundamento de la sociedad
moderna, y es digna de esa sociedad. Llevada a sus consecuencias lógicas,
significa que algunos tienen el derecho de impedir que otros vivan, puesto que
el derecho a poseer implica el derecho a ocupar con exclusividad, y en realidad
siempre que se reconoce la propiedad de la tierra se dictan leyes contra los
intrusos. Se deduce que si toda la superficie del planeta es poseída por A, B y
C, no habrá lugar para que nazcan D, E, F y G, o para que sobrevivan si han
nacido como intrusos.
Tinta, s. Innoble
compuesto de tanogalato de hierro, goma arábiga y agua, que se usa
principalmente para facilitar la propagación de la idiotez y promover el crimen
intelectual. Las cualidades de la tinta son peculiares y contradictorias: puede
emplearse para hacer reputaciones y para deshacerlas; blanquearlas y
ennegrecerlas; pero su aplicación más común y aceptada es a modo de cemento
para unir las piedras en el edificio de la fama, y de agua de cal para esconder
la miserable calidad del material. Hay personas, llamadas periodistas, que han
inventado baños de tinta, en los que algunos pagan para entrar, y otros pagan
por salir. Con frecuencia ocurre que el que ha pagado para entrar, paga el
doble con tal de salir.
Tipografía, s. Pestilentes
trozos de metal, sospechosos de destruir la civilización y el progreso, a pesar
de su evidente papel en este diccionario incomparable.
Tomar, v. i. Adquirir,
frecuentemente por la fuerza, pero preferiblemente por la astucia.
Tonto, s. Persona que
satura el dominio de la especulación intelectual y se difunde por los canales
de la actividad moral. Es omnífico, omniforme, omniperceptivo, omnisciente,
omnipotente. Fue él quien inventó las letras, la imprenta, el ferrocarril, el
vapor, el telégrafo, la perogrullada y el circulo de las ciencias. Creó el
patriotismo y enseñó la guerra a las naciones, fundó la teología, la filosofía,
el derecho, la medicina y Chicago. Estableció el gobierno monárquico y el
republicano. Viene de la eternidad pasada y se prolonga hasta la eternidad
futura. Con todo lo que el alba de la creación contempló, tontea él ahora. En
la mañana de los tiempos, cantaba en las colinas primitivas, y en el mediodía
de la existencia, encabezó la procesión del ser. Su mano de abuela esta
cálidamente cobijada en el sol puesto de la civilización, y en la penumbra prepara
el nocturno plato del Hombre, moralidad de leche, y abre la cama del sepulcro
universal. Y después que todos nos hayamos retirado a la noche del eterno
olvido, él se sentará y escribirá una historia de la civilización humana.
Trabajo, s. Uno de los
procesos por los que A adquiere bienes para B.
Trabar amistad, v. i. Fabricar
un ingrato.
Tregua, s. Amistad.
Trigo, s. Cereal del
que puede extraerse un whisky tolerable, y que se usa también para hacer pan.
Los franceses tienen el mayor consumo de pan per capita, lo que es natural,
porque sólo ellos hacen un pan que se puede tragar.
Trinidad, s. En el teísmo
múltiple de ciertas iglesias cristianas, tres divinidades completamente
distintas, compatibles con una sola.
Las divinidades inferiores de
la fe politeísta, tales como demonios y ángeles, carecen de esta facultad
combinatoria, y deben procurarse individualmente su adoración y sacrificios a
que son acreedoras. La Trinidad es uno de los más sublimas misterios de nuestra
santa religión.
Al rechazarla por incomprensible,
los Unitarios demuestran no aceptar los fundamentos de la teología. En
religión, creemos solamente aquello que no comprendemos, salvo en el caso de
una doctrina ininteligible que se contradice con otra incomprensible. Siendo
así, creemos en la primera como parte de la segunda.
Triquinosis, s. Réplica del
cerdo a la porcofagia.
Moisés Mendelssohn cayó
enfermo y mandó llamar a un médico cristiano, quien rápidamente diagnosticó la
dolencia del filósofo como triquinosis, aunque con sumo tacto le dio otro
nombre.
--Usted necesita un inmediato
cambio de régimen --le dijo-- Debe comer seis onzas de cerdo día por medio.
--¿Cerdo? --aulló el
paciente-- ¡Jamás! ¡Ni tocarlo! --¿Lo dice en serio? --preguntó gravemente el
medico.
--¡Lo juro! --Bien. Entonces
trataré de curarlo.
Troglodita, s.
Específicamente habitante de las cavernas de la era paleolítica, después del
Arbol y antes del Departamento. Una famosa comunidad de trogloditas vivió con
David en la Cueva de Adullam.
Estaba formada por
"todos los que padecían desgracia, y todos los endeudados, y todos los
descontentos"; en resumen, por todos los socialistas de Judea.
Tsétsé, mosca, s. Insecto
africano (Glossina morsitans) cuya mordedura es considerada el remedio más
eficaz contra el insomnio, aunque algunos pacientes prefieren ser mordidos por
un novelista norteamericano (Mendax interminabilis).
Tumba, s. Pabellón de
la Indiferencia. Actualmente el consenso general inviste a las tumbas de cierta
santidad, pero cuando han estado ocupadas mucho tiempo, no se considera pecado
abrirlas y saquearlas; el famoso egiptólogo doctor Huggyns explica que una
tumba puede ser inocentemente "visitada" cuando su ocupante ha
terminado de oler, pues eso significa que ha exhalado toda su alma. Esta
razonable opinión es unánimemente aceptada por los arqueólogos y ha dignificado
considerablemente la noble ciencia de la Curiosidad.
Tumulto, s.
Entretenimiento popular ofrecido a los militares por espectadores inocentes.
Turba, s. En una
república, aquellos que ejercen una suprema autoridad morigerada por elecciones
fraudulentas. La turba es como el sagrado Simurg, de la fábula árabe:
omnipotente, a condición de que no haga nada.
U
Ubicuidad, s. Don o poder
de estar en todas partes en un momento dado, aunque no en todas partes en todos
los momentos, ya que esto es omnipresencia, atributo que sólo pertenece a Dios
y al éter luminífero. La Iglesia medieval no percibió claramente esta
distinción entre ubicuidad y omnipresencia, y a raíz de eso corrió mucha
sangre. Ciertos luteranos, que afirmaban la presencia del cuerpo de Cristo en
todas partes fueron llamados Ubicuitarios. Este error los condenó doblemente,
puesto que el cuerpo de Cristo sólo estápresente
en la eucaristía, aunque este sacramento puede administrarse simultáneamente en
muchos lugares. En épocas recientes, la ubicuidad no ha sido siempre bien
comprendida, ni siquiera por Sir Boyle Roach, quien sustenta que un hombre no
puede estar al mismo tiempo en dos lugares, salvo que sea un pájaro.
Ultimátum, s. En
diplomacia, exigencia final antes de acudir a las concesiones. Habiendo
recibido un ultimátum de Austria, el gabinete turco se reunió para
considerarlo.
--¡Oh! Siervo del Profeta
--dijo el Sheik del Imperial Shibuk al Mamush del Invencible Ejército--,
¿cuántos inconquistables soldados tenemos bajo las armas? Sostenedor de la Fe
--repuso el dignatario tras consultar sus apuntes--, ¡son tantos como las hojas
del bosque! --¿Y cuantos impenetrable bajeles infunden terror en el corazón de
los cerdos cristianos?--preguntó el Sheik al Imán de la Siempre Victoriosa
Marina.
--¡Oh, Tío de la Luna Llena
--fue la respuesta--, dígnate saber que son como las olas del océano, las
arenas del desierto y las estrellas del firmamento! Durante ocho horas la ancha
frente del Sheik del Imperial Shibuk permaneció arrugada en signo de profunda
meditación: estaba calculando las chances de la guerra. Al fin: --¡Hijos de los
ángeles --exclamó--, la suerte está echada! Sugeriré al Ulema del Imperial Oído
que aconseje la inacción. En nombre de Alá, se levanta la sesión.
Una vez, adv. Suficiente.
Unción, s. Aceitamiento
o engrasamiento. El rito de la extremaunción consiste en tocar con aceite
consagrado por un obispo, varias partes del cuerpo de alguien en trance de
morir. Marbury relata que después de aplicar este sacramento a cierto pérfido
noble inglés, se descubrió que el óleo no había sido apropiadamente consagrado,
y que no podía conseguirse otro. Enterado de esto, el enfermo exclamó con
ira:--¡Siendo así, maldito si me muero!--Hijo mío --respondió el sacerdote--,
eso es lo que tememos.
Ungir, v. i. Engrasar a
un rey u otro gran funcionario que ya de por sí es bastante resbaloso. Los
soberanos son ungidos por los sacerdotes del mismo modo que se engrasa bien a
los cerdos para conducir al populacho.
Unitario, s. El que niega
el dios de los Trinitarios.
Universalista, s. El que
renuncia a las ventajas del Infierno en favor de los creyentes de otra
religión.
Urbanidad, s. La forma más
aceptable de la hipocresía. Especie de cortesía que los observadores urbanos
atribuyen a los habitantes de todas las ciudades, menos Nueva York. Su
expresión más común consiste en la frase "usted perdone"; no es
incompatible con el desprecio de los derechos ajenos.
Urraca, s. Ave cuya
inclinación al robo ha sugerido a algunos la posibilidad de enseñarle a hablar.
Uso, s. Primer
persona de la Trinidad literaria, la Segunda y la Tercera son la Costumbre y la
Convención. Un escritor industrioso, imbuido de un saludable respeto por esta
Santa Triada, puede producir libros que perduren tanto como la moda.
V
Valor, s. Virtud
castrense en que se mezclan la vanidad, el deber y la esperanza del tahur.
--¿Por qué se ha detenido?
--rugió en la batalla de Chickamauga el comandante de una división, que había
ordenado una carga-- Avance en el acto, señor.
--Mi general --respondió el
comandante de la brigada sorprendido en falta--. Estoy seguro de que cualquier
nueva muestra de valor por parte de mis tropas las pondrá en contacto con el
enemigo.
Vanidad, s. Tributo que
rinde un tonto al mérito del asno más cercano.
Valla, s. En el arte
militar, basura colocada delante de un fuerte para impedir que la basura de
afuera moleste a la basura de adentro.
Vampiro, s. Demonio que
tiene la censurable costumbre de devorar los muertos. Su existencia ha sido
disputada por polemistas más interesados en privar al mundo de creencias
reconfortantes que de reemplazarlas por otras mejores. En 1640 el padre Sechi
vio un vampiro en un cementerio próximo a Florencia y lo espantó con el signo
de la cruz. Lo describe dotado de muchas cabezas y de un número extraordinario
de piernas, y no dice que lo vio en más de un lugar al mismo tiempo. El buen
hombre venía de cenar y explica que si no hubiera estado "pesado de
comida", habría atrapado al demonio contra todo riesgo. Atholston relata
que unos robustos campesinos de Sudbury capturaron un vampiro en un cementerio
y lo arrojaron en un bebedero de caballos. (Parece creer que un criminal tan
distinguido debió ser echado a un tanque de agua de rosas). El agua se
convirtió instantáneamente en sangre "y así continúa hasta el día de
hoy", escribe Atholston. Más tarde el bebedero fue drenado por medio de
una zanja. A comienzos del siglo XIV un vampiro fue acorralado en la cripta de
la catedral de Amiens y la población entera rodeó el lugar. Veinte hombres
armados con un sacerdote a la cabeza, llevando un crucifijo, entraron y
capturaron al vampiro que, pensando escapar mediante una estratagema, había
asumido el aspecto de un conocido ciudadano, lo que no impidió que lo ahorcaran
y descuartizaran en medio de abominables orgías populares. El ciudadano cuya
forma había asumido el demonio quedó tan afectado por el siniestro episodio,
que no volvió a aparecer en Amiens, y su destino sigue siendo un misterio.
Venganza, s. Roca natural
sobre la que se alza el Templo de la Ley.
Veraz, adj. Tonto e
iletrado.
Verdad, s. Ingeniosa
mixtura de lo que es deseable y lo que es aparente. El descubrimiento de la
verdad es el único propósito de la filosofía, que es la más antigua ocupación
de la mente humana y tiene buenas perspectivas de seguir existiendo, cada vez,
más activa, hasta el fin de los tiempos.
Verdugo, s. Funcionario
de la ley que cumple tareas de la mayor dignidad e importancia y padece un
desprestigio hereditario ante un populacho de antepasados criminales. En
algunos estados norteamericanos, como New Jersey, sus funciones son
desempeñadas ahora por un electricista; primer caso registrado por este autor
en que alguien pone en duda las ventajas de ahorcar a los habitantes de New
Jersey.
Verso blanco, s. Pentámetro
yámbico sin rima; el verso inglés más difícil de escribir pasablemente y, en
consecuencia, el que prefieren los que no pueden escribir pasablemente nada.
Vida, s. Especie de
salmuera espiritual que preserva al cuerpo de la descomposición. Vivimos en
diario temor de perderla; cuando se pierde, sin embargo, no se la echa de
menos. La pregunta "¿Vale la pena vivir?" ha sido muy debatida, en
particular por los que opinan que no; algunos de ellos escribieron extensos
tratados en apoyo de esa idea y, gracias a un minucioso cuidado de su salud,
disfrutaron durante muchos años los honores de una exitosa controversia.
Vidente, s. Persona, por
lo general mujer, que tiene la facultad de ver lo que resulta invisible para su
cliente: o sea, que es un tonto.
Viejo, adj. Estado de
uso que no se contradice con una incapacidad general, v.gr. "hombre
viejo". Desacreditado por el paso del tiempo y ofensivo para el gusto
popular, v.gr. "libro viejo".
Virtudes, s. p. i. Ciertas
abstenciones.
Vituperio, s. Sátira, tal
como es entendida por los necios y por todos los que tienen trabado el ingenio.
Viuda, s. Figura
patética a quien el consenso del mundo cristiano toma en broma, aunque la
ternura de Cristo por las viudas fue uno de los rasgos más marcados de su
carácter.
Voto, s. Instrumento y
símbolo de la facultad del hombre libre de hacer de si mismo un tonto y de su
país una ruina.
W
Wall Street, s. Símbolo de
pecado expuesto a la execración de todos los demonios. Que Wall Street sea una
cueva de ladrones, es una creencia con que todo ladrón fracasado sustituye su
esperanza de ir al cielo.
Washingtoniano, s. Tribeño del
Potomac que cambió las ventajas de un buen gobierno para el privilegio de
gobernarse a sí mismo. Para hacerle justicia, debe recordarse que lo hizo sin
querer.
Whhangdepootennawah, s. En el
dialecto Ojibwa, desastre; aflicción inesperada que golpea sin fuerza.
Y
Yanqui, s. En Europa, un
norteamericano. En los Estados norteños, habitante de Nueva Inglaterra. En los
estados sureños, la palabra es desconocida en su forma principal, aunque no en
su variante ¡fuera yanqui! Yugo, s. Implemento, mi estimada señora, a cuyo
nombre latino, jugum, debemos una de las palabras más esclarecedoras de nuestro
idioma: la palabra que define con precisión, ingenio y perspicacia la situación
matrimonial.
Z
Zanzibarita, s. Habitante del
Sultanato de Zanzíbar, frente a la costa oriental de Africa. Los zanzibaritas,
pueblo guerrero, son conocidos en los Estados Unidos por un amenazante
incidente diplomático que ocurrió hace unos años. El cónsul norteamericano en
la capital ocupaba una casa con frente al mar, del que estaba separado por una
playa de arena. Con gran escándalo de su familia, y a pesar de las repetidas
advertencias del propio cónsul, la gente de la ciudad insistía en usar la playa
para bañarse. Un día una mujer llegó al borde del agua, y
estaba agachada quitándose la ropa (un par de sandalias), cuando el cónsul, sin
poder ya dominar su irritación, descargó una perdigonada contra la parte más
conspicua de la intrusa. Infortunadamente para la entente cordiale que existía
entre dos grandes naciones, la bañista era la Sultana.
Zenit, s. Punto del
firmamento situado directamente sobre un hombre parado o un repollo que crece.
No se considera que un hombre en cama o un repollo en la cacerola tengan zenit,
aunque sobre este punto hubo antaño graves controversias entre los eruditos,
pues algunos sostenían que la postura del cuerpo carecía de importancia. Estos
se llamaron Horizontalistas, mientras que sus rivales fueron los Verticalistas.
La herejía Horizontalista fue finalmente aniquilada por Xanobus, rey filósofo
de Abara y Verticalista ferviente. Irrumpiendo en una asamblea de filósofos que
debatían la cuestión, arrojó una cabeza cortada a los pies de sus oponentes y
les pidió que determinaran su zenit, explicando que el cuerpo colgaba afuera,
colgado de los talones. Observando que se trataba de la cabeza de su jefe, los
Horizontalistas se apresuraron a declararse convertidos al credo que pluguiera
a la Corona, y el Horizontalismo ocupó su lugar entre las "fides
defuncti".
Zoología, s. Ciencia e
historia del reino animal, incluyendo a su reina, la Mosca Doméstica (Musca
Maledicta). Se concede universalmente que el padre de la Zoología fue
Aristóteles; el nombre de la madre, en cambio, no ha llegado hasta nosotros.
Dos de los exponentes más ilustres de esta ciencia han sido Buffon y Oliver
Goldsmith y ambos nos dicen que la vaca doméstica cambia de cuernos cada dos
años.
Zeus, s. Rey de los
dioses griegos, adorado por los romanos como Júpiter, y por los norteamericanos
como Dios, Oro, Plebe y Perro. Algunos exploradores que han tocado las playas
de América, entre ellos uno que pretende haberse internado una considerable
distancia, piensan que esos cuatro nombres representan a cuatro divinidades
separadas, pero en su inmortal obra sobre Creencias Supérstites, Frumpp insiste
en que los nativos son monoteístas, y que ninguno tiene otro dios que sí mismo,
a quien adora bajo muchos nombres sagrados.
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