domingo, 23 de diciembre de 2001

Marisa Paredes rueda con Jean Rochefort en Francia una sátira social entre burgueses


Marisa Paredes rueda con Jean Rochefort en Francia una sátira social entre burgueses

OCTAVI MARTI
París 23 DIC 1997


El director Alain Guesnier, un experimentado profesional de la televisión y la producción, ha elegido como protagonistas de su nuevo filme a Marisa Paredes y Jean Rochefort. Ambos ruedan Le serpent a mangé la grenouille, en las afueras de París, en la que fuera la mansión del modisto Paul Poiret. La pelicula es una coproducción, con un 20% español aportado por El Deseo, la productora de Pedro Almodóvar.
A 40 kilómetros de París, en lo alto de la colina de Mezy, encontramos una gigantesca mansión racionalista levantada mediados los años veinte por Robert Mallet-Stevens para el modisto Paul Poiret. Éste, con la crisis de la alta costura subsiguiente al crack del 29, se la vendió a Elvire Popesco, una de las reinas del teatro francés anterior a la II Guerra Mundial, que se encerró en la casa como Gloria Swanson en la suya de Sunset Boulevard. Ahora, rodeada de un muro de falso hormigón la casa acoge a otros actores, a Marisa Paredes y Jean Rochefórt."Somos un matrimonio de paranoicos depresivos", dice Rochefort, mientras que para la actriz española, más allá de la clasificación médica, cuenta el orden social: "Son auténticos burgueses. Él es un hombre de negocios, se supone que una de las primeras fortunas de Francia, y yo soy una señora, de origen español, una de esas mujeres con collar de perlas, siempre bien vestida y cuidadosa con las apariencias".
La acción arranca diez años atrás, en el momento en que la pareja vive una tragedia relacionada con su único hijo. "En ese instante yo tengo un arranque de furia y mato todas las serpientes que teníamos en el vivarium", cuenta Rochefort. "Para él, luego todo consiste en refugiarse en el trabajo, pero yo me quedo sola en casa con el servicio", dice la actriz. "De ahí que haya un momento, cuando el jardín ya parece muy descuidado y aparecen fisuras en las paredes, en que yo ponga, un anuncio en el periódico reclamando otra persona para ayudar a mantener el lugar".
Quien llega es un bretón de color, un joven que no tardará en meterse en a cama con la señora y aprender todos los trucos financieros del señor. "Es una versión en clave de sátira social de Teorema. A mí me decidió a aceptar la oferta la lectura del guión y el reto que suponía para mí rodar una protagonista en francés". Jean Rochefort se atreve a hacer una definición sugerente de, la obra: "Es un objeto audiovisual inesperado, una suma de Marivaux y Tennessee Williams".
La producción del filme corre a cargo de Agata Films, una sociedad fundada por siete autores. "La única línea que nos hemos fijado es no realizar cine de encargo, sino obras personales. La productora se ha hecho un nombre realizando productos culturales para Arte, sobre todo en materia de danza y teatro. En este caso nos hemos embarcado en una coproducción, con un 20% español aportado por El Deseo y otro 10% que viene de Luxemburgo", explica el productor ejecutivo.
Marisa Paredes se ha incorporado a este rodaje parisiense procedente de Roma, donde había terminado una comedia con Roberto Beningni. "Es algo nuevo en su filmografía, porque tiene otro tono, más dramático. Sucede en la Italia de finales de los años treinta y principios de los cuarenta, cuando el fascismo se ve obligado a dar satisfacción al nazismo en la persecución antisemita. Yo hago de aristócrata intolerante". Cuando acabe este primer filme francés, Marisa Paredes se dispone a embarcarse en otra aventura internacional, en un filme en inglés. Rochefort, que ya había trabajado con la actriz española en Caídos del cielo y dice esperar hacerlo de nuevo, "porque somos el matrimonio europeo ideal", tiena ya hechas las maletas para irse a Argentina. "Voy a rodar con Ángela Molina en la Patagonia. Encarno a una vieja gloria, a un actor olvidado, que llega un día a un pueblecito argentino, aislado del resto del mundo, y descubre que allí es aún una gran estrella pero que lo es de manera inesperada. El proyeccionista es un loco que lo corta todo y lo remonta a su manera, de manera que él ha pasado a ser el símbolo de un cine poético, en que las frases no tienen un sentido realista", cuenta un entusiasta Rochefort, que baila o canta ópera para escapar al frío de la colina de Mezy, a un interior sin calefacción.
"Parece que cubro un tipo de mujer que no abunda en el cine francés", confiesa un poco escéptica pero divertida la actriz. Para el productor, eso está muy claro: "Sólo Catherine Deneuve puede dar una imagen parecida a la de Marisa, pero aquí tiene el inconveniente de que es demasiado estrella, demasiado conocida". Esa puerta europea se la han abierto las películas de Almodóvar. "Eso es indiscutible", ratifica ella, porque ha sido gracias a La flor de mi secreto y Tacones lejanos que otros cineastas se han fijado en mí". Al margen de eso, Guesnier, Raúl Rúiz u otros cineastas radicados en París que reclaman a Marisa Paredes lo hacen también porque en, ella encuentran una complicidad y atrevimiento que no es frecuente en otras actrices de su categoría.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de diciembre de 1997

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