Entrar al cine de Lynch es tentar a lo desconocido. Cada vez que ponemos play y nos aventuramos a comprender su arte, no sabemos lo que el futuro nos depara. Tramas no lineales, personajes cambiantes, historias surrealistas y un montón más de trucos de incierto contenido, van tejiendo tramas que atraen por su hermetismo, siempre inquietante y aterrador. Porque Lynch tiene su podio entre la realidad y la ficción, y su siniestro genio creativo gusta de mantener nuestro suspenso, jugando con el lado más oscuro del ser.
Camila (Laura Helena Harring).
Mulholland Drive, sin lugar a dudas, es una de sus películas mejor logradas. Además, fue un acierto tremendo en cuanto a crítica y recepción, ganando un Cannes al Mejor Director y una nominación al Oscar en la misma mención. Como curiosidad, el proyecto piloto consistía en una serie televisiva, que fue rechazada por la cadena norteamericana ABC, quedando a la deriva hasta que Canal+ (Francia) apoyó su producción, pidiéndole al director que alargara el rodaje y convirtiera la serie en un largometraje. Y todos sabemos que la ocurrencia fue mayor, ya que gracias a la idea se llevó a cabo una de las mejores películas de Lynch, la cual explota lo más significativo de su talento, logrando un perfecto equilibrio entre lo comercialmente correcto y sus más audaces experimentos.
Betty (Naomi Watss).
La historia se centra en Betty (Naomi Watts), una aspirante a actriz que un día, después de un largo viaje desde su provincia hasta Los Angeles, encuentra a Camila (Laura Elena Harring) perdida en su habitación, totalmente desorientada y sin saber cómo llegó allí. Entre ambas intentarán descubrir el turbulento pasado de Camila, basándose en recuerdos aislados que llegan a su mente y algunas pistas que irán encontrando al pasar. Por supuesto, tomando en cuenta el retorcido genio de Lynch, el relato no avanzará de manera común, y en su búsqueda habrán detalles oscuros, personajes macabros, lesbianismo y una ambición exagerada que llevará a todos a su total decadencia y corrupción. Por esto mismo, y a pesar de las múltiples interpretaciones posibles y el afán del director por dejar abiertos sus finales, podemos afirmar que la película es una trágica alegoría de la vida en Hollywood, donde todos serían capaces de hacer lo que sea por un poco de fama y poder. El resto queda a conciencia de cada espectador.
Club "El Silencio".
Como conclusión, para todo fanático de Lynch y del buen cine en general, es indispensable verMulholland Drive. El perfecto manejo de las cámaras, la profundidad y las múltiples opciones de desenlace logran que esta película (que tiene tantos fanáticos como detractores) capte nuestro total interés desde el principio hasta su fin, a pesar de su prolongada duración. Pero, como advertencia, hay que manterse alerta a cada instante, viendo con atención el desarrollo y la importancia de cada personaje, porque cuando las tuercas empiezan a girar en sentido contrario, todos pueden ser culpables, y nada en este film está dicho por casualidad.
Al parecer, en una entrevista perteneciente a la serie The directors, David Lynch se resiste a dar una explicación sobre el argumento de Lost Highway. Aunque veremos después que enAtrapa al pez dorado parece guiar al espectador hacia hechos psicológicos concretos. Si Lynch se resiste a explicar el significado de Lost Highway, ¿debemos asumir entonces, que existe una explicación más allá de lo meramente visual y narrativo?, ¿que tiene un significado oculto?
A fin de cuentas no importa si Lost Highway tiene una lectura críptica. Lo importante es la película y las sensaciones que despierta en los espectadores. Así que no tiene sentido buscar el sentido oculto. Y como no tiene sentido voy a desvelarlo. Tengo una teoría. Temblemos.
Primero vamos a situar la película dentro de la filmografía de Lynch ateniéndonos únicamente a sus largometrajes: Eraserhead (1977), The Elephant Man (1980), Dune (1984),Blue Velvet (1986), Wild at Heart (1990), Twin Peaks: Fire Walk with Me (1992), Lost Highway (1997), The Straight Story (1999), Mulholland Dr. (2001), Inland Empire (2006) Lo que me interesa destacar, ya veremos luego el motivo, es que tras un largo paréntesis, Lynch desconcierta al público y a la crítica con el hermetismo de Lost Highway, para dos años después volver a desconcertarlos con un relato lineal inusual en el director. The Straight Story (Una historia verdadera, se tituló en España, curiosamente el mismo subtítulo que acompaña a Patrimonio, de Philip Roth), para volver a descolocar a todo el mundo con la enrevesada trama onírica de Mullholland Drive. Esa rareza en medio de su filmografía que supone The Straight Story, debe significar algo. Pensemos que la consideramos una rareza siendo la más asequible narrativamente de las películas de Lynch, una rareza “realista” en una filmografía incalificable.
Segundo, aunque es algo que no me gusta demasiado hacer, debería incluir una sinopsis de la película. Probemos: Fred Madison, un saxofonista de free-jazz (es importante) vive en un estado de semifustración junto a su voluptuosa mujer. Como veremos luego, Slavoj Zizek, en The Pervert's Guide to Cinema, insiste en la incapacidad de Fred de satisfacer sexualmente a su esposa. En esas condiciones los celos y el malestar se adueñan de su vida. Una mañana a través del interfono de la calle recibe un extraño mensaje, “Dick Laurent está muerto”. A partir de ese día empieza a recibir cintas de video grabadas por un desconocido que muestran su casa desde el exterior y que día a día se van adentrando cada vez más en su intimidad. Fred no tiene videocámara, las odia porque “prefiere recordar las cosas a su manera”. En una fiesta conoce al Hombre Misterioso (Mystery Man) que le dice que se encuentra en casa de Fred al mismo tiempo que está frente a él. La última cinta de video que reciben muestra a Fred descuartizando a su esposa, Renee. En la celda en la que espera ser ajusticiado por su crimen, Fred se transforma en Pete Dayton, un joven mecánico. Liberado, pero aún confuso por su transformación ya que no tiene consciencia de haber sido Fred, Pete vuelve a su antiguo trabajo en un taller mecánico, donde entrará en contacto con Mr. Eddy, un oscuro mafioso violentamente obseso por el respeto hacia las normas de tráfico. La amante de Mr. Eddy, Alice Wakefield, idéntica a Rennee, la mujer de Fred, excepto por ser rubia, seduce a Pete, el cual, al contrario que Fred, demuestra ser un avezado e infatigable amante. Acosados por Mr. Eddy, deciden robar a otro amante de Alice para, con el dinero, desaparecer donde el mafioso no pueda encontrarles. La historia de Pete rinde tributo al cine negro más clásico, hasta que se descubre la curiosa relación que mantienen Mr. Eddy y Mystery Man. Éste al final se revelará como el hombre de la videocámara. Hay que decir que la película se cierra en una especie de bucle que repite el inicio, pero que ambas historias, la de Fred y la de Pete, en cierta manera, en sentido estrictamente narrativo, no concluyen. Lost Highway como toda película no debe contarse, debe verse y como toda película de Lynch DEBE verse.
Lo que se cuenta en la película admite varias interpretaciones. Lynch va dejando pistas falsas a lo largo de la película y jamás explicó, ni siquiera a los actores, el sentido de ésta. En primera instancia la segunda parte de la película podemos interpretarla como una repetición subconsciente o imaginaria que sucede en la cabeza de Fred, aunque no tenemos ninguna certeza de que una de ellas suceda primero temporalmente. Podemos interpretarla como ejemplo del “Caso Flitcraft”, introducido por Dashiell Hammett en El halcón maltés y rescatado luego por Paul Auster en La noche del oráculo, en la que un hombre desaparece convirtiéndose en otro para acabar repitiendo los mismos errores.
Slavoj Zizek, en el documental dirigido por Sophie Fiennes, The Pervert's Guide to Cinema, sostiene una tesis psicoanalítica de la película:
"Lost Highway" y "Mullholland Drive" son dos versiones del mismo film. Lo que hace a estos films tan interesantes, especialmente a "Lost Highway",es cómo sitúan ambas dimensiones, la realidad y la fantasía una al lado de la otra, horizontalmente. Aquí tenemos el típico héroe gris de clase media alta casado con Patricia Arquette quien se encuentra aterrorizado por el enigma de su mujer, que no responde a sus avances. Cuando tienen sexo él fracasa miserablemente y lo único que obtiene de ella es una palmada en la espalda, un gesto de humillación absoluta. Luego de asesinarla, en un acceso de frustración, el héroe ingresa a su espacio fantasmagórico en donde se reinventa no sólo a sí mismo, sino, además, a todo su entorno, y lo traslada al universo típico de un film noir. La esposa del héroe, morena, se vuelve rubia. Aquí, en el espacio fantasmagórico, ella alaba al héroe su potencia sexual, etc... De manera que parece que el sueño es la realización de lo que buscaba. En la realidad el obstáculo era inherente: la relación sexual sencillamente no funcionaba. En el espacio fantasmagórico, el obstáculo está situado fuera de la relación: Mister Eddy, el amo de Patricia Arquette en el espacio fantasmagórico, se convierte en el obstáculo de la relación sexual. Los momentos más extraños ocurren cuando el espacio fantasmagórico se desintegra pero aún no hemos vuelto a la realidad. Este espacio intermedio, que no corresponde ni al espacio de la realidad ni al espacio fantasmagórico. Es un espacio gobernado por una violenta dispersión, por una confusión ontológica. Este es el momento más subversivo, aquí se expresa el verdadero horror de estos films. Hacia el fin de este episodio fantaseado, cuando vemos el acto sexual, entonces también la mujer elude al héroe. Le susurra..."nunca me tendrás". Y en ese punto traumático somos arrojados nuevamente a la realidad, y el héroe se encuentra en el mismo callejón sin salida. Aquello de lo que el film trata realmente no es el héroe sino, por supuesto, el enigma del deseo femenino. Slavoj Zizek; The Pervert's Guide to Cinema (2006)
Aunque es interesante lo que cuenta Zizek, y el documental es altamente recomendable a causa, sobre todo, de la socarronería del autor, y la posibilidad de contemplar ciertos clásicos famosos desde otra perspectiva, creo que lo que se cuenta en Lost Highway, que admite varias interpretaciones, no tiene mayor importancia que la de servir de base a Lynch para realizar un ejercicio metacinematográfico en el que enfrenta a dos tipos de narraciones. Las dos historias que se suceden en el tiempo de la película, no necesariamente el tiempo “real”, la de Fred y la de Pete, son prácticamente especulares. Lynch emplea elementos, objetos y situaciones, pero sobre todo de tipo musical, que se repiten en las dos historias, indicándonos que en el fondo, dejando aparte cual de ellas pertenece a la “realidad narrativa” y cual, como dice Zizek, a la “realidad fantasmagórica”, ambas son la misma historia pero contadas de distinta manera. La diferencia entre ambas radica en el personaje guía de cada uno de los relatos: Mystery Man para Fred, Mr. Eddy para Pete.
Mystery Man, como le demuestra a Fred en la fiesta es ubicuo, prácticamente omnisciente, capaz por tanto de irrumpir en la historia de Pete.
Por su parte, como queda claro en la escena en la que se enfrenta violentamente a un infractor de tráfico, Mr. Eddy respeta obsesivamente las reglas, el código escrito que rige la circulación o una organización criminal como la que representa o, extrapolando, el que rige la narración clásica, inteligible y respetuosa con el tiempo. El respeto por la linealidad del relato que defiende Mr. Eddy acabará enfrentándose al relato psicológico que representa Mystery Man. En Lost Highway, Fred-Pete, Renee-Alice, son personajes pasivos. La verdadera tensión dramática se produce por el control del relato entre las dos fuerzas opuestas que representan Mr. Eddy y Mystery Man: lineal-clásica frente a atemporal-psicológica, inteligibilidad contra onirismo. La elección de Lynch queda clara desde el inicio, desde el misterioso mensaje a través del interfono que anuncia que “Dick Laurent está muerto”, desde que Fred comparte con el propio Lynch su aversión hacia las videocámaras que captan la realidad: “Prefiero recordar las cosas a mi manera” No contaremos el final, pero, efectivamente, Dick Laurent está muerto, y la narración no ha hecho más que empezar.
Creo, aunque parezca un contrasentido, que el que la siguiente película de Lynch sea The Straight Story, atípica en la filmografía del director precisamente por su clasicidad, por su linealidad, confirma esta especie de teoría. Para desechar un tipo de narración, la que representa Mr Eddy, Lynch debe demostrar que la domina, que su elección no obedece a una incapacidad creativa, sino a un conocimiento profundo del medio. Si esta lectura de Lost Highway resultase acertada nos encontraríamos ante un ejercicio cinematográfico que sólo puede encontrar referentes en el campo de la literatura, abriendo un camino cinematográfico que, en vista de las dificultades para exhibir Inland Empire, será un camino que se inicie y muera en la misma obra de Lynch.
Celebremos la victoria del hombre misterioso. Nos anuncia que el futuro es ahora… desde 1997, al menos.
Todos aquellos que necesitan explicaciones por parte del autor quedaron aliviados cuando años más tarde David Lynch afirmaba en Atrapa al pez dorado:
En la época que estaba escribiendo el guión de Lost Highway con Barry Gifford, andaba algo obsesionado con el juicio a O. J. Simpson. Aunque Barry y yo nunca hablamos en estos términos de la película, creo que está relacionada con aquel juicio. Lo que me sorprendió de O. J. Simpson fue que fuera capaz de sonreír y reírse. Aparentemente, era capaz de jugar al golf sin que nada de lo ocurrido le planteara el menor problema. Yo me preguntaba cómo era posible que pudiera seguir con su vida después de lo que había hecho. Y descubrimos un término fantástico que se emplea en psicología: fuga psicogénica, referido al modo en que la mente se engaña a sí misma para escapar del horror. Eso es de lo que, en cierto modo, trata Lost Highway. Y también del hecho de que nada puede esconderse eternamente.
David Lynch, Atrapa el pez dorado, Ed. Mondadori
Fuga psicogénica puede ser un concepto anotado a posteriori, aunque tenido en cuenta desde el principio. El término psiquiátrico justifica el tránsito de Fred a Pete en la película y tranquiliza a los espectadores que buscan por todas partes coherencia narrativa.
Y aunque toda explicación busca en el fondo la coherencia que impida que nuestra mente sea absorbida por un agujero negro, no creo que la noción de “fuga psicogénica” desmienta mi descabellada teoría sobre la lucha de narradores. Y aún así, a pesar de que parece que algunos espectadores pueden quedarse tranquilos con la teoría de la fuga psicogénica, tal vez no se den cuenta que la frase que cierra el texto añade un nuevo e inquietante horizonte: Lost Highway trata “(…) también del hecho de que nada puede esconderse eternamente”.
Siempre hay un narrador y, finalmente, es descubierto.
Cine clásico y actual Pantalla de SueñosTerciopelo azul David Lynch
Título original:Blue Velvet Dirección y guión: David Lynch Producción: Fred Caruso para De Laurentiis Entertainment Group Fotografía: Frederick Elmes, en Technicolor y CinemaScope Montaje: Duwayne Dunham Música: Angelo Badalamenti Intérpretes: Kyle MacLachaln (Jeffrey Beaumont); Isabella Rossellini (Dorothy Vallens); Dennis Hopper (Frank Booth); Laura Dern (Sandy Williams); George Dickerson (detective Williams); Hope Lange (señora Williams); Dean Stockwell (Ben) Nacionalidad: EE.UU. Año: 1986
Vestía terciopelo azul Más azul que el terciopelo era la noche Más suave que el satín era la luz De las estrellas
A David Lynch yo lo conocía única y exclusivamente por haber llevado a la gran pantalla la novela de Frank Herbert Dune. Y vale que la película tiene sus defectos, le falta cerca de una hora de metraje, y todo lo que quieras, pero aun así logró ser muy superior a la serie de televisión Frank Herbbert's Dune, que contaba con más horas, más efectos especiales y más presupuesto. Vamos, que a mi me gustó, a pesar de todo.
El otro día, viendo un documental sobre Dino de Laurentiis (el productor de Dune), éste hablaba largo y tendido sobre David Lynch, y reconocía que tras el error de cortar su película Dune, le dejó hacer lo que le diese la gana con Terciopelo azul, y por eso salió una película tan buena. Así que me picó la curiosidad, sobre todo porque Kyle MacLachaln (que ya había sido Paul Atreides) tambien era protagonista de esta película.
¿Y qué nos encontramos en esta película de Lynch? Pues de todo, la verdad, pero sobre todo calidad, saber hacer y una historia muy bien contada.
Lynch nos presenta un pueblecito tranquilo, de casas unifamiliares, con niños cruzando seguros la carretera, con jardines de vallas blancas y con rosas rojas y amarillas. Los bomberos saludan al pasar en sus inmaculados camiones, que parecen no haber sido utilizados nunca para apagar un fuego, y los hombres riegan el jardín mientras sus señoras preparan el almuerzo y una suave melodía suena en la radio. Es la América idílica, pero tras esa ilusión de perfección y felicidad, todo está a punto de estallar. Películas como Pleasantville o American Baeuty repetirían, una década después, ese mundo plácido y dulce que de repente se quiebra.
En la historia, el detonante de todo es el señor Beaumont, que sufre un ataque y es hospitalizado. A partir de ahí, las casualidades se van a ir sucediendo. Su hijo Jeffrey tiene que volver de la univesidad para ocuparse del pequeño negocio de su padre. En uno de sus paseos, Jeffrey va a descubrir la oreja cortada de un hombre. Tras informar a un inspector de policía amigo de su padre, la trama se dispara. Jeffrey y Sandy, la hija del inspector, empiezan a investigar lo sucedido y a involucrarse en un mundo miserable (que representa Dennis Hopper como Frank) y a la vez sensual y misterioso (de la mano de Isabella Rossellini como la cantante Dorothy).
Desde el mismo comiezo de la película, Lynch nos desborda los sentidos. Las escenas están muy bien construidas, y la música se hace imprescindible para transmitirnos lo que está ocurriendo. Lo bizarre, lo extremo, se introduce de inmediato en la película. La mezcla del placer y del dolor, la humillación física, el deseo sexual... todo ello se nos va mostrando, y va haciendo mella en nosotros. Y es que Lynch sabe cómo hacer que el espectador reaccione, que no se distancie de la película, sino que se introduzca dentro y se sobresalte o se sienta seducido a la par que lo hacen los personajes.
Destaca sin duda Kyle MacLachaln en su papel de Jeffrey Beaumont, que nos hace sentirnos identificados con su personaje, consiguiendo que el protagonista no sea un superdetective a lo Bruce Willis, sino una persona corriente, con una forma de ver el mundo muy similar a la que tú y yo podemos tener.
Y cuando uno ya creía que la película era simplemente genial, Lynch nos la juega y nos demuestra que por interesante que sean la trama y la investigación, no todos son partícipes y la vida sigue adelante: Sandy Williams soñando con el amor verdadero que la salve del tedio del pueblo ("El amor puede solucionarlo todo"), su ex-novio con un ataque de celos, o la tía de Jeffrey viendo siempre películas de misterio y metiéndose en lo que no le importa.
Terciopelo azul tiene un final soberbio, no tanto por los diálogos o los descubrimientos que se puedan hacer, sino por la sensación de "regreso a lo cotidiano". Un final que es la guinda para una película que en 1986 fue rompedora, provocadora, y eso sin llegar a mostrar realmente momentos de violencia extrema, ni tiroteos, ni sangrías. Es una película que pide mucho al espectador, pero que recompensa con creces. Pero ante todo, a pesar de lo extrañas que nos llegan a parecer algunas situaciones, es una peícula realista. Con diálogos, sentimientos y personajes que todos hemos dicho experimentado o conocido alguna vez, aunque quizá de forma no tan extrema.
Siguiendo con el tema de la deformidad y la marginación,El hombre elefante(de la primera etapa de Lynch) es una película imprescindible. La intensidad con que el director enfoca la historia, y su preocupación por la veracidad y los detalles fidedignos, crean un film difícil de eludir, imposible de olvidar.
Lynch nos cuenta la historia de Joseph Merrick (John Hurt), un hombre que a pesar de sus notables malformaciones, es portador de una bondad y una inteligencia sin igual. Pero el autor no crea el personaje, lo recoge de la realidad misma, lo rescata de lo más profundo de nuestros desastres sociales. Merrick es un hombre íntegro, pero es tratado como un animal. ¿Cuál es su problema? No ser igual al resto, ser víctima de una enfermedad que lo obliga a exponerse ridículamente en circos y situaciones embarazosas. ¿Hasta dónde llega la corrupción del espíritu humano, el egoísmo, nuestra perversión? Eso es precisamente lo que se plantea Lynch. Eso es lo que busca demostrar.
Fuera de tener un tono de denuncia, la película es un retrato de nuestras bajezas. Uno acaba por preguntarse: ¿Que será mejor? ¿Una persona de apariencia negativa pero de cualidades innatas, amable, sincero, educado? ¿o un tipejo con pinta de modelo pero vacío por dentro, que traiciona la apariencia con una interioridad asquerosa? La duda persiste luego de ver la cinta, pero creo que la respuesta es clara. Lo triste es que no todos piensan lo mismo.
Toda la obra cinematográfica de este director norteamericano puede recaer bajo el título de películas confusas, sobre todo para cierto sector de la población cinéfila que lo tiene ya enmarcado como un bicho raro, a pesar de que es probablemente uno los directores de cine más afables con los que es posible encontrarse (enigmático en sus respuestas a periodistas, pero muy entrañable). Nada en su crianza hacía pensar que su obra artística, y ahora sí englobo toda la misma, fuera a tener tal grado de complejidad, oscuridad, duplicidad, etc. Pero lo cierto es que una vez que uno se adentra en su mundo y se deja llevar, todo tiene sentido. Ahora, hay que estar dispuesto a sumergirse en lugares llenos de laberintos, clubes de dudosa moralidad, corrupción, muerte y mucho comportamiento aparentemente extraño.
5) “TWIN PEAKS: FIRE WALK WITH ME” (1992). En algo que va a transformarse en marca registrada de su cine, vemos los últimos días de la vida de Laura Palmer, la chica con cuyo homicidio empieza la famosa serie que le da nombre a la película y lo vivimos desde su percepción de la realidad. Repleto de momentos retorcidos y explícitos, rescato cada escena en la que aparece BOB, la señora de la rosa azul, David Bowie y Chris Isaak y Kiefer Sutherland como los investigadores iniciales de un caso con similares características al de Laura tiempo después.
4) “ERASERHEAD” (1977). Obviamente una metáfora sobre el miedo a la paternidad. Se centra en Henry, que debido al embarazo de su novia se ve obligado a comprometerse. Pero el bebé que nace de esta unión no es normal y luego de que su pareja lo abandona porque no soporta la forma en la que el “niño” llora constantemente, todo empieza a ponerse muy, muy raro. Tenemos al hombre del planeta (que parece controlarlo todo), la dama dentro del radiador, los gusanos, los pollos crudos. Todo esto hace que la película permanezca un enigma incluso inspirando una canción de Pixies.
3) “LOST HIGHWAY” (1997). En una película que sin lugar a dudas formó parte de inspiración para la obra del también genial Haneke, Caché, los protagonistas (Bill Pullman y Patricia Arquette) empiezan a recibir en su casa extrañas cintas de video que han sido filmadas desde el interior de la misma. No voy a contar la trama pero la historia se divide claramente en dos: la primera termina con el personaje de Pullman, Fred, siendo acusado del homicidio de su mujer, de la cual era particularmente celoso. La segunda parte es la más confusa ya que en cierto momento Fred se convierte en otra persona y la película se transforma en una realidad alternativa, una historia de cambio de cuerpo, una entrada a la psique enferma del protagonista, o cualquier otra cosa que el espectador quiera interpretar.
2) “INLAND EMPIRE” (2006). Aunque de hecho ésta sea su película más compleja a la hora de intentar recomponer una trama, no puede ir en primer lugar simplemente por un tema de empatía con el público (a esta altura SU público). La magistral actuación de Laura Dern sostiene toda la película, interpretando a una actriz que es contratada para hacer la remake de una película europea que aparentemente ni siquiera existe en su totalidad porque fue maldecida ya que los protagonistas fueron asesinados. No voy a entrar más en detalles, los dejo sorprenderse o confundirse por ustedes mismos. De repente entramos en otro mundo (tema recurrente en Lynch), vemos a los conejos de Rabbits, prostituas muy extrañas, etc, etc, etc. Se trata de una película de 3 horas de duración, densa, atmosférica, hermética y poética.
1) “MULHOLLAND DRIVE” (2001). Imposible no situarla en primer lugar. Hay algo en ella que ha provocado miles de páginas web y ensayos dedicados a su análisis, más que cualquier otra película del director. La historia comienza con una aspirante a actriz recién llegada a Hollywood (Naomi Watts) que se encuentra con una mujer, Rita, que luego de escapar de un accidente automovilístico sufre de amnesia (Laura Elena Harring). En medio de esto un director de cine trata de hacer su película sin que los jefes del estudio le impongan una actriz. Todo gira en torno al intento de homicidio de Rita y a su verdadera identidad. La película da un giro drástico cuando uno menos se lo espera y replantea todo lo que vimos antes para dejarnos sumergidos en una angustia increíble y hacer que no podamos parar de verla inmediatamente de forma casi compulsiva. Como bonus de rareza tenemos a Billy Ray Cyrus, el Club Silencio, el Cowboy, el enano en cuerpo normal, el hombre detrás del callejón y la caja azul. Todos tenemos una teoría.