Joan Didion |
Joan Didion
BIOGRAFÍA
El centro cederá
Ovidio Parades
27 octubre, 2017
Joan Didion escribiendo, leyendo, fumando, acunando a su hija, abrazando a su
marido, tomando una copa al atardecer frente al mar, contemplando fotografías
del pasado, poniéndose unas enormes gafas, charlando con Vanessa Redgrave,
recogiendo un premio, moviéndose silenciosa por su apartamento neoyorquino.
Reflexionando con suma inteligencia sobre su vida y su obra, sobre el pasado,
sobre la escritura, sobre los comienzos, sobre épocas turbulentas y
fascinantes, sobre personajes míticos por sus trabajos (Jim Morrison, Janis
Joplin…) y sobre personajes aborrecibles (Charles Manson y su banda), sobre la
convivencia con su marido, sobre el amor a esa hija adoptada, sobre el dolor
que produce la pérdida de los seres a los que amamos (el marido, la hija). La
elegante esencia de su literatura está aquí, en ‘El centro cederá’, el
espléndido documental dirigido por su sobrino, Griffin Dunne, actor y director
de cine, que acaba de estrenarse en Netflix.
La historia comienza con unas imágenes de las calles de San Francisco, en la
década de los sesenta, y termina con su frágil imagen caminando de espaldas a
la cámara. Desde aquellas calles -recorridas por los hippies de entonces: los
cabellos largos, los torsos desnudos, la explosión de las drogas, el
descubrimiento de otras alternativas en cualquier ámbito, los bailes del amor y
de la paz, y todos aquellos inocentes planteamientos que intentaron cambiar el
mundo- hasta ese final, el de una mujer lúcida y endeble, que sigue pensando en
algún apunte guardado para tirar del hilo y seguir escribiendo, han pasado
muchos años. Años alegres y años sombríos. Muchos artículos, muchos libros,
muchas vivencias, muchos cigarrillos, mucha vida, mucho dolor. Ahí está, ella,
Joan Didion, con sus hermosas y arrugadísimas manos, con sus largos brazos,
pasando con lentitud las páginas del periódico, preparando unos sándwiches,
recordando el primer cuaderno -de tapas azules, como las noches que dieron
título al libro que escribió tras la muerte de su única hija- que le regaló su
madre cuando apenas era una niña.
Sí, hay personas que tienen un halo mágico y delicado a su alrededor, una
elegancia que va más allá de la vestimenta o del peinado, una manera de reírse
que las hace especiales. Únicas. Sólo con ese movimiento final, caminando muy
despacio de espaldas a la cámara, con esa elegancia fuera de lo común pese al
deterioro que los años han hecho en su cuerpo, podría definirse su manera de
estar en el mundo. Y esa reflexión final, tan inteligente como todo lo que
hemos visto durante la hora y media anterior: “La mayoría vamos por la vida
tratando de enfocarnos en aquello que nos gusta.”
Así la recordaremos, cuando su imagen o sus libros regresen. Más pronto que
tarde.
Joan Didion
BIOGRAFÍAOvidio Parades
27 octubre, 2017
Joan Didion escribiendo, leyendo, fumando, acunando a su hija, abrazando a su marido, tomando una copa al atardecer frente al mar, contemplando fotografías del pasado, poniéndose unas enormes gafas, charlando con Vanessa Redgrave, recogiendo un premio, moviéndose silenciosa por su apartamento neoyorquino. Reflexionando con suma inteligencia sobre su vida y su obra, sobre el pasado, sobre la escritura, sobre los comienzos, sobre épocas turbulentas y fascinantes, sobre personajes míticos por sus trabajos (Jim Morrison, Janis Joplin…) y sobre personajes aborrecibles (Charles Manson y su banda), sobre la convivencia con su marido, sobre el amor a esa hija adoptada, sobre el dolor que produce la pérdida de los seres a los que amamos (el marido, la hija). La elegante esencia de su literatura está aquí, en ‘El centro cederá’, el espléndido documental dirigido por su sobrino, Griffin Dunne, actor y director de cine, que acaba de estrenarse en Netflix.
La historia comienza con unas imágenes de las calles de San Francisco, en la década de los sesenta, y termina con su frágil imagen caminando de espaldas a la cámara. Desde aquellas calles -recorridas por los hippies de entonces: los cabellos largos, los torsos desnudos, la explosión de las drogas, el descubrimiento de otras alternativas en cualquier ámbito, los bailes del amor y de la paz, y todos aquellos inocentes planteamientos que intentaron cambiar el mundo- hasta ese final, el de una mujer lúcida y endeble, que sigue pensando en algún apunte guardado para tirar del hilo y seguir escribiendo, han pasado muchos años. Años alegres y años sombríos. Muchos artículos, muchos libros, muchas vivencias, muchos cigarrillos, mucha vida, mucho dolor. Ahí está, ella, Joan Didion, con sus hermosas y arrugadísimas manos, con sus largos brazos, pasando con lentitud las páginas del periódico, preparando unos sándwiches, recordando el primer cuaderno -de tapas azules, como las noches que dieron título al libro que escribió tras la muerte de su única hija- que le regaló su madre cuando apenas era una niña.
Sí, hay personas que tienen un halo mágico y delicado a su alrededor, una elegancia que va más allá de la vestimenta o del peinado, una manera de reírse que las hace especiales. Únicas. Sólo con ese movimiento final, caminando muy despacio de espaldas a la cámara, con esa elegancia fuera de lo común pese al deterioro que los años han hecho en su cuerpo, podría definirse su manera de estar en el mundo. Y esa reflexión final, tan inteligente como todo lo que hemos visto durante la hora y media anterior: “La mayoría vamos por la vida tratando de enfocarnos en aquello que nos gusta.”
Así la recordaremos, cuando su imagen o sus libros regresen. Más pronto que tarde.
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