viernes, 20 de octubre de 2017

George Saunders / Sé hablar


George Saunders
SÉ HABLAR



Sra. Dña. Ruth Faniglia
210 Lester Street
Rochester, N.Y. 14623



Querida señora Faniglia:


Nos ha apenado mucho recibir su carta del 23 de febrero, acompañando al ¡Sé Hablar! que, con gran desilusión por nuestra parte, nos ha devuelto. En Amor de Niño creemos que ¡Sé Hablar! es una herramienta educativa innovadora y esencial que, con la adecuada dirección de los progenitores, facilita que tanto los bebés como los niños de corta edad tengan un desarrollo temprano poco común. Por consiguiente he pensado utilizar parte de mi tiempo libre (estoy almorzando) para tratar de responder a las cuestiones que nos plantea: tengo su carta delante de mí en el escritorio (¡atestado de papeles!)


En primer lugar, ¿puedo atreverme a sugerirle que su insatisfacción quizá se deba a sus propias expectativas, tal vez poco razonables? Porque, al proceder a la lectura de su carta, compruebo que lo que usted nos indica es que piensa y/o pensaba que, de algún modo, nuestro producto lee los pensamientos de su bebé. Nuestro producto no lee los pensamientos de su bebé, señora Faniglia. Nadie es capaz de leer los pensamientos de un bebé, al menos por el momento. Aunque créame, ¡estamos trabajando en ello! Todo lo que ¡Sé Hablar! hace es responder a determinadas pautas sonoras, de manera que el bebé parezca de más edad. Pongamos que el bebé ve un melocotón. Si usted o el señor Faniglia (confío en no hacer una deducción desacertada) dijeran en voz alta algo así como “¡Qué melocotón tan delicioso!”, ¡Sé Hablar!, al oírlo, a través de una pequeña ranura cerca del cuello, respondería algo así como “ME GUSTA MELOCOTÓN” o “QUIERO MELOCOTÓN”. O si usted hubiera elegido el SH2000 (eligió el SH1900, que está muy bien, perfectamente adecuado para la mayoría de los bebés), ¡Sé Hablar! respondería incluso algo así como “¿NO ES LA FRUTA UNO DE LOS GRUPOS DE ALIMENTOS MÁS IMPORTANTES?”. Lo que estaría francamente bien para un niño de seis meses como su hijo Derek, ¿no le parece?



Pero he de repetírselo: no sería, en realidad, Derek quien hablara. Derek, a decir verdad, no sabe que el melocotón es una fruta, ni que la fruta es uno de los grupos de alimentos más importantes. ¡Sé Hablar! posee esa información y, desde su posición en la cara de Derek, crea la ilusión de que Derek lo sabe al hacernos creer que habla con los SimuLabios articulados. Pero eso es todo. No pretendemos nada más.


Además, en su carta, señora Faniglia, afirma que la “máscara” (término que usted emplea) de ¡Sé Hablar! adopta una “expresión muy tensa que no es la de un bebé de verdad, sino más bien la de una mujer de mediana edad muy nerviosa”. Bien, quizá sea así, pero con el debido respeto, ¡inténtelo usted! ¡Trate de conseguir que una cara de látex tenga la apariencia, hable y se mueva como el rostro de un bebé de verdad! En su interior hay más de cinco mil circuitos distintos y trescientas noventa partes movibles. Y en cuanto a parecer una mujer de mediana edad estresada, nos permitimos disentir: no creemos que una mujer estresada de mediana edad 1) carezca de pelo en la cabeza, 2) sea mofletuda y 3) tenga una suave pelusa facial. La unidad SH1900 posee sin duda la cara de un bebé, señora Faniglia. Hicimos dos mil quinientas fotos de diferentes niños y, mediante ordenador, las mezclamos para hacer esta cara, a la que llamamos Compuesto Masculino 37 o, afectuosamente, Pequeño Roger. Pero lo que posiblemente parece desagradable para usted es que el rostro de Pequeño Roger no es el de Derek. Si he de serle sincero, señora Faniglia, muchos de ustedes, nuestros clientes, han encontrado desconcertante que su bebé parezca distinto cuando lleva puesto el ¡Sé Hablar! Lo cual nos resulta muy sorprendente. ¿Acaso no han visto, nos preguntamos con frecuencia, la tapa de la caja? En ella se muestra el SH1900 con claridad, colocado en una especie de rejilla, con un rostro como el del Pequeño Roger, aunque un poco arrugado y con el ceño fruncido.

Por esa razón hemos sacado el SH2100. Con el SH2100 su bebé parecerá simplemente su bebé. Y, como no queremos que nadie se sienta insatisfecho con nosotros, nos gustaría obsequiarla con la nueva versión SH2100. Quisiéramos trasladarnos a su casa de Lester Street y hacer en yeso un molde personalizado del rostro de Derek. Y muy pronto, por correo urgente, le llegará el rostro de Derek en una caja, y cuando coloque el SH2100 sobre la cabeza de Derek y lo fije con la tira de velero, ¡se parecerá muchísimo a sí mismo! Le ofrecemos además otra sorpresa gratuita: con ocasión de la visita a su domicilio, grabaremos la voz de Derek y la utilizaremos para componer nuestras frases, las frases que Derek dirá en adelante. De manera que no sólo parecerá Derek, sino que sonará como Derek cuando camine a cuatro patas por su casa dando la sensación de que habla.

A todo lo cual añadiremos otras opciones personalizadotas. Digamos que usted llama a Derek “rey de la casa”. (Utilizo este ejemplo sacado de mi propio hogar, dado que Ann, mi mujer, y yo llamamos “rey de la casa” a nuestro hijo Billy, por lo mucho que lo queremos.) Con el SH2100 podría usted elegir que Derek dijera, al entrar arrastrándose en una habitación: “¡AQUÍ LLEGA EL REY DE LA CASA!” o “¡NO DIGAS MÁS PALABROTAS, HA LLEGADO EL REY DE LA CASA!”. Esto lo hacemos mediante rayos láser que salen de los lóbulos de las orejas y detectan el marco de la puerta. De manera que el ¡Sé Hablar! percibe que ha entrado en una habitación desde su posición en la cabeza de Derek. Dispondrá usted además de cien frases discrecionales para personalizar aún más a Derek. Así, por ejemplo, puede usted elegir que diga el día de su cumpleaños: “MAMÁ Y PAPÁ ¿OS ACORDÁIS DE CUANDO ME CONCEBISTEIS EN ARUBA?”. Aunque es probable que no concibieran ustedes a Derek en Aruba. Eso no lo sabemos. (¡Nuestras investigaciones no son tan exhaustivas!) O pongamos que aparece su perra y da un lametón a Derek. Podría usted hacer que dijera (si su perra se llama Queenie): “QUEENIE, ¡ESTATE QUIETA!” Y ¿sabe qué pasará? Que usted querrá más a su hijo. Porque, de pronto, es capaz de expresarse. De repente no se limita a estar allí sentado haciendo bu, bu, mientras examina un trozo de sus excrementos pegado a su pulgar, ¡que es algo que hace muy poco descubrimos haciendo a Billy! A veces nos ha parecido que nuestros amigos sin hijos tienen mala opinión de nosotros por tener un bebé que hace bu, bu en un rincón mientras contempla sus excrementos. Pero ahora, cuando vienen a vernos amigos sin hijos, hemos descubierto, Ann, mi esposa, y yo que es estupendo tener un hijo que dice algo ingenioso, con aplomo, años antes de que él o ella sean capaces de decir algo ingenioso o con aplomo. Baste añadir, como colofón, lo divertido que resulta, cuando usted y sus amigos sin hijos juegan a las cartas, que su bebé anuncie de repente (con voz que en el futuro podría ser la suya): “¡ES MUY PROBABLE QUE AÚN NO ENTENDAMOS PLENAMENTE TODA LA IMPORTANCIA DE LOS DESCUBRIMIENTOS DE EINSTEIN!”.

Aquí he de admitir que en varias ocasiones hemos presenciado una dulcificación en los ojos de nuestros amigos decididos a no tener hijos, como si también ellos, de repente, estuvieran a punto de cambiar de idea.

Se queja usted, por otra parte, del susto de Derek cada vez que la voz brota de su interior. Cada vez que el altavoz próximo a su boca le resuena en los labios. Me permito decirle que no es infrecuente. Le sugiero que le ponga a Derek el SH durante un breve periodo al principio, quizá diez minutos diarios, para luego aumentar gradualmente su tiempo de uso. Eso fue lo que hicimos nosotros. Y funcionó estupendamente. Ahora Billy lleva el suyo incluso mientras duerme. De hecho, si nos olvidamos de volver a ponérselo después del baño coge una rabieta. ¡Nos lo pide a gritos! Empieza a decir, “¡Maca! ¡Maca!”, tal como lo oye. Lo que en nuestra opinión, es su palabra para máscara. Y cuando se la ponemos y la fijamos con el velcro, dice, o bien el SH dice: “¡GUTEN MORGEN, PAPÁ!”, porque estamos intentando enseñarle alemán y hemos instalado el módulo para el aprendizaje del alemán en nuestro SH2100. O, por ejemplo, si todavía está sin pantalones, dice: “¿QUÉ TAL SI ME PONES EL BUZO PARA QUE EMPIECE EL DÍA?”. (Esta frase la he escrito yo.)

Lo que quiero decir es que con el SH2100 Billy es más inteligente, muchísimo más, que con el SH1900. Hace muy poco ha aprendido, por ejemplo, que si se le cae un poco de leche en la barbilla, sus SimuLabios producen algo que se parece mucho a un mugido. ¡Lo que parece divertirle muchísimo! Estoy, por ejemplo, en el salón sacando adelante un poco de papeleo después de cenar y desde la cocina oigo, se lo imagina: “¡MUU! ¡MUU! ¡MUU!”. Llego corriendo, y me encuentro con algo así como un lago de leche por el suelo. Y allí está Billy, echándose leche por la barbilla hasta que se la quito de la mano, momento en el que aúlla: “¡NO ME METAS EN EL CERCADO!”. (Aportación de Ann, que se crió en Wyoming.)

No creo, señora Faniglia, que ningún bebé quiera pasarse todo el día haciendo bu, bu. A mi me parece que un bebé, cuando mira el mundo que tiene alrededor, piensa, aunque sea de alguna manera rudimentaria, sin palabras, ¿Qué diablos me pasa, por qué soy el único que hace bu, bu mientras toda la gente habla con frases completas? De donde es muy posible que se produzcan daños psicológicos que duren toda la vida. ¿Estoy diciendo que su Derek corre el riesgo de sentirse a disgusto consigo mismo cuando sea mayor porque de bebé notaba que no sabía hablar bien? No; no soy quien para decir una cosa así, señora Faniglia, sólo formo parte del Departamento de Ventas. Pero le voy a decir que no estoy dispuesto a arriesgarme con nuestro Billy. No me cabe duda de que cuando oye una voz competente, inteligente, que brota de la zona próxima a sus labios, se siente a gusto consigo mismo. Y yo me siento muy bien con él. No quiere eso decir que fuera antes distinto. Pero ahora podemos mantener algo parecido a una conversación. Y además –y lo que es más importante-, cuando esa voz brota de sus SimuLabios aprende algo inestimable: que cuando finalmente comience a hablar, lo hará utilizando la boca.

En estos momentos, señora Faniglia, tal vez esté pensando: “¡Un momento! ¡Claro que a este sujeto le encanta su ¡Sé Hablar!! ¡Probablemente no le ha costado nada!”. Pero no es así, señora Faniglia, a mí me ha costado dos mil, igual que a usted. No nos hacen descuentos, tan solicitados están los ¡Sé Hablar! y, además la dirección nos anima mucho para que compremos y utilicemos el ¡Sé Hablar! en casa con nuestros hijos. (O, incluso en un caso, ¡con una anciana madre senil! Baste decir, aunque tiene un aspecto extraño con la cabeza del Pequeño Roger sobre un cuerpo más bien frágil, que la familia se consuela mucho cuando oye todas las cosas ingeniosas que tiene que decir. ¡Como si volviera a ser la misma de antes!) Pero no piense que, de lo contrario, yo no lo utilizaría. Créame cuando le digo que sí lo utilizaría. Desde que pasamos al SH2100, todo ha ido estupendamente; Billy es casi idéntico a sí mismo, y no es ni mucho menos tan aburrido, para entendernos, como antes, cuando teníamos el SH1900, que (con franqueza) dice algunas cosas más bien previsibles, lo que imagino es una parte de la razón de que le haya desilusionado tanto, señora Faniglia, ya que parece usted una mujer muy inteligente. Ahora, cuando tenemos visitas, a veces no hacemos otra cosa que reunirnos en torno a Billy y esperar su próxima salida; el último fin de semana Ted Ames, mi supervisor, pasó a vernos (un tipo excepcional, realmente me ha ayudado mucho; por favor, no deje de hacérselo saber si esta carta le resulta de algún modo útil) y no imagina usted la risa que nos dio a todos cuando Billy empezó a frotarse la cara rápidamente con la alfombra para poder lanzar su grito SH2100: “¡LA FRICCIÓN ES UNA FUENTE COMÚN Y UTIL DE CALOR!”.

Señora Faniglia, estoy a punto de acabar mi almuerzo, de manera que debo de terminar esta comunicación, pero espero haberle servido de ayuda. Descendiendo un poco al plano personal, permítame que le diga que tuve más de un tropiezo antes de llegar aquí, que me metí en algunos líos e incluso en situaciones que exigieron rehabilitación, pero ahora, ¡vaya!, las comisiones llegan una tras otra, y tanto Ann y Billy como yo vivimos bastante bien. Pero el motivo de mi interés en su caso no es la posible pérdida de una comisión. No piense en eso, por favor. Si bien es cierto que, si rechaza mi ofrecimiento de la nueva versión y persiste en su deseo de devolver su SH1900, tendré que reembolsar mi comisión al señor Ames, no es un problema importante, ya he reembolsado antes otras comisiones al señor Ames, sobre todo en estos últimos tiempos. No sé qué es lo que estoy haciendo mal. Pero eso a usted no debe preocuparle, señora Faniglia. A usted le preocupa Derek. La verdadera razón para escribirle esta carta durante mi almuerzo es que aunque todos trabajamos mucho en Amor de Niño con el fin de proporcionar a familias como la suya, señora Faniglia, herramientas innovadoras y básicas para el desarrollo, puede decirse que siempre se nos parte el corazón cuando nuestros productos no son bien entendidos. Por favor, tenga la bondad de aceptar, sin coste alguno, la versión actualizada, SH2100. En Amor de Niño realmente apreciamos lo que son los hijos, señora Faniglia, y ésa es la razón de que queramos que mejoren lo antes posible. Los primeros años del bebé son del todo inestimables y no deben malgastarse, tal como nosotros estamos descubriendo, a medida que nuestro Billy crece y crece, y aprende cosas nuevas todos los días.


Su seguro servidor,
Rick Sminks
Asistencia Postventa
AmordeNiño, Inc.




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