Mickey Rourke |
Mickey Rourke persevera
y consigue un papel ganador
en El luchador
Yonkers, N.Y. - El rostro de Mickey Rourke es un desastre. Más de lo habitual, mejor dicho.
La cara que antes era juvenil y atractiva, nunca volvió a ser la misma desde que el actor decidió tomarse un descanso en su carrera en descenso, en 1991, y se dedicó al boxeo profesional.
Mickey Rourke |
Las dos mejillas están desfiguradas por flamantes hematomas y cortes, que constituyen un recuerdo doloroso de una reciente paliza en manos de otros.
Lo extraño es que él mismo lo pidió.
"Mi personaje ha estado en la cárcel, en México, y no quiere dar información acerca de dónde está enterrado el dinero que robó", dice Rourke de Jesse James Jefferson, el vaquero del oeste de Texas que él creó para hacer más jugoso su papel en 13, una nueva versión del thriller francés que actualmente el actor está filmando. "Le daban una tremenda paliza todos los días."
Con eso en mente, la gente de maquillaje se esmeró para hacer sus heridas.
El olor rancio de cigarrillo persiste en su remolque ubicado cerca del estudio de filmación, mientras se escucha de fondo una estación de radio donde transmiten clásicos contemporáneos. Estos no son aposentos de lujo.
Pero Rourke, más allá del estreno de su elogiada película El Luchador -que tendrá lugar el próximo jueves en la Argentina-, está estimulado y ansioso por hablar sobre los otros matices que soñó para su preso, quien se halla involucrado en un juego de ruleta rusa en el cual grandes apostadores realizan apuestas relacionadas con la vida de personas secuestradas. Hay un sombrero de paja especial que consiguió para el papel. Un par de dientes de oro. Una hebilla de cinturón de plata adornada y una caja, con un monograma haciendo juego, para el tabaco de mascar de Jefferson.
El abre la tapa. Adentro de la caja hay varios pedazos de regaliz de chocolate. "Probé el tabaco por un par de días", dice Rourke con una mueca de vergüenza.
Incluso con los accesorios metálicos, esa sonrisa mantiene un toque del galán duro por fuera, tierno por dentro, que deslumbró a las mujeres en los años ‘80 en Fuego en el Cuerpo, La ley de la calle, Diner, Sed de Poder y El Borracho.
Desde su triunfo en el último gran festival de cine, este otoño boreal, como un maltratado peleador decidido a alcanzar la gloria por última vez en El Luchador, la vida es más dulce, mientras Rourke continúa intentando salir del pantano de una carrera que fue su propia creación.
De repente, él encabeza una de las historias favoritas de Hollywood: el regreso de la estrella abatida, un papel que podría darle su primera nominación al premio de la Academia, a los 56 años.
El invirtió cada gramo de su ser en el papel soñado de una decadente mole hinchada de esteroides, con melena y bronceado de cama solar, llamada Randy "El Carnero" Robinson, y se dedicó a aumentar aproximadamente 14 kilos de músculo levantando pesas durante, al menos, dos horas, dos veces al día.
Así también, Rourke deja su marca de anti-héroe delgado como serpiente de cascabel en 13. Esto incluye llamadas telefónicas, muy tarde por la noche desde Roma, a Rick Schwartz, el productor de 13, para hablar sobre cómo darle más sustancia a su personaje, a pesar de haberse encontrado completamente atrapado en las primeras rondas de publicidad para El Luchador.
"Nunca vi ese nivel de compromiso antes", dice Schwartz, quien trabajó en tres proyectos de Martin Scorsese, entre ellos Los Infiltrados, y participó en la era Weinstein de Miramax. "No sé si él quiere la distracción del alboroto, porque estoy seguro de que es una locura. Especialmente para un tipo como Mickey. El sería el primero en admitir que la parte política de todo eso no es su fuerte. Por eso cae bien, porque realmente es así de auténtico."
Nada de malos hábitos, nada de Batman
Si Rourke está decidido a hacer algo, desde que consiguió una segunda oportunidad, es evitar sus malos hábitos de antaño: hacer películas sin calidad por ganar dinero, mostrar una actitud demasiado agrandada y dejar que su temperamento lo domine.
Dice acerca de su papel secundario en 13, con las co-participaciones de Jason Statham y Ray Winstone: "Prefiero hacer algo como esto antes que un trabajo por mucho dinero y hacerlo de manera relajada. Así es como me metí en problemas la última vez. Esta no es como otras películas que trae mi agente y que me dan náuseas. No estoy interesado en hacer Batman, ¿sabés?"
Incluso antes de que El Luchador ganara el primer premio en Venecia y Fox Searchlight acaparara los derechos de distribución en Toronto, los nombres Mickey y Oscar comenzaron a ser vinculados en los medios con tanta frecuencia como los nombres de Brad y Angelina.
Pero después de que varias brillantes reseñas biográficas relataron detalles de la desgarradora historia del actor, una caída pública probablemente era inevitable. Después de todo, muchos de los nominados al Oscar fueron objeto de una repercusión negativa, mientras intentaban alcanzar el oro. Rourke, sin embargo, fue golpeado de costado antes de lo usual, su película ni siquiera había llegado a los cines.
"El pasó toda su vida adulta no actuando papeles de ficción, sino mostrando una delirante fantasía idealizada de sí mismo"; de este modo lo describió el periodista deportivo Pat Jordan en la revista de The New York Times.
La desfavorable reseña también puso en tela de juicio varias de las afirmaciones del actor sobre su agitado pasado. Eso incluyó una llamada al padrastro de Rourke, Eugene Addis. El octogenario negó haber abusado de él cuando era niño y afirmó que su hijastro "nunca dijo la verdad en su vida". Varios de los familiares de Rourke salieron a defenderlo.
Sea cual fuere, el efecto del artículo para desacreditar a Rourke parece haberse disipado. Pero incluso él admite que si hay algo que podría obstaculizar su camino al Teatro Kodak, en febrero, es su incapacidad para censurarse. Como él dice: "Mi abuela siempre dijo que tengo la boca sucia, y es cierto".
Se escucharon duras críticas cuando Rourke, acosado por los paparazzi fuera de un club en Los Angeles, tildó de homosexual a un escritor que hizo comentarios despectivos sobre Evan Rachel Wood, de 21 años, quien actúa como la hija que vive separada de él (su padre) en El Luchador.
Un caso de caballerosidad que salió mal, dice. "Tengo más amigos homosexuales que cualquiera de los 20 tipos heterosexuales que conozco. No podría estar más alejado de la homofobia. El tipo dijo sobre ella algo realmente feo, que yo no quiero decir, y lo hizo durante bastante tiempo. Perdí la paciencia."
Asimismo, admite que él podría ser un poco más ilustrado sobre el sexo opuesto. "Usé la palabra con ‘c’ mientras hablaba con alguien de Fox Searchlight y no me di cuenta de que podría ser ofensivo para una dama", revela Rourke. "Le escribí una carta y le dije: ‘Lo siento. A veces hablo así’. Le pedí disculpas y nos hicimos amigos."
Muchos fanáticos de Rourke y "muy cercanos"
Así como puede enajenar, con más frecuencia hace que la gente se encariñe con él. Eso, sumado a su talento aún potente, siempre fue el rasgo más valioso de Rourke, y su legión de admiradores en lugares importantes se sigue multiplicando.
Nicolas Cage amablemente abandonó El Luchador después de que el director Darren Aronofsky, quien fue forzado a conseguir un nombre más taquillero, cambió de opinión y regresó a su elección inicial. Alec Baldwin, quien apenas conoce a Rourke, organizó una exhibición de la película. Su cuatro veces co-estrella, Christopher Walken, sólo lo entrevistó para una revista. Sean Penn, un potencial rival para obtener el galardón como mejor actor por Milk, quien dirigió a Rourke en Código de honor, ofreció su apoyo. Bruce Springsteen contribuyó con un tema para los créditos, gratis. Luchadores retirados como Rowdy Roddy Piper y Duane "La Roca" Johnson, lo elogiaron.
"Una de las cosas más locas que experimenté es la cantidad de fanáticos ocultos de Mickey Rourke", dice Aronofsky.
"Muchos lo habían percibido como una broma, un talento desperdiciado. Pero tan pronto como oyen que va a regresar a trabajar una vez más, todos los recuerdos de sus grandes actuaciones surgen otra vez. Cuando muchas personas llegaron a la mayoría de edad, él era el hombre. Todos querían ser Mickey", continúa el director.
A pesar de su apariencia para nada refinada, el tipo todavía sabe cómo encender su encanto para las hembras de la especie.
"El es encantador, ¿no?", dice Marisa Tomei, quien se desnuda física y emocionalmente al interpretar a la desgastada stripper (nudista) cuya debilidad es el personaje de Randy, que encarna Rourke. "Sentí una conexión callejera en común. Él es como el chico más lindo del barrio que sabe cómo coquetear mejor."
Después está su otro lado, el de "no te metas conmigo". Le preguntan a Rourke qué pasaría si, de alguna manera, no obtiene una nominación al Oscar. ¿Acaso importaría?
Su rostro se endurece y su tono se vuelve rudo, mientras la temperatura en el remolque parece descender algunos grados. "Sí importaría. El trabajo habla por sí mismo. Sé el trabajo que hice. Fin de la historia. Mi forma de ser es no desaparecer. No lo voy a intentar, lo voy a hacer. Y lo estoy haciendo esta vez."
Se relaja un poco y sigue. "Las cosas cambian todos los días. Volver fue una pelea difícil. Antes de abandonar la actuación por el boxeo, ya había cerrado muchas puertas, para reparar todo eso, para recuperar la confianza de todos y el respeto. Pasó mucho tiempo. Hay personas con las que me peleé o con quienes no fui muy amable y sé que no me van a perdonar. Acepto eso. También hay personas que ven que cambié, que trabajé duro para cambiar. Al final, el trabajo va a hablar por sí mismo. Si no es este año, será el año próximo. Yo no me voy a ninguna parte ahora."
Además, él ya hizo el pedido de un nuevo smoking. "Va a tener un poco de rosa", dice con esa sonrisa de nuevo. "No me van a ver nunca en blanco y negro."
Traducción de Angela Atadía de Borghetti.
LA NACION
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