Entrevista con Clint Eastwood

Jorge Jurado
17 de abril de 2017

A través de la mira de su fusil Chris Kyle apunta a una mujer que lleva a un adolescente de 11 o 12 años de la mano. Está tumbado pecho tierra, oculto en la azotea de una casa en Irak. La musulmana lleva una granada rusa en la mano y está a punto de lanzarla a un tanque estadounidense. Kyle le dispara y ella cae. Años después, escribiría en su autobiografía, American Sniper (2012), sobre ese episodio: “Ya estaba muerta; sólo me aseguré de que no se llevara soldados estadounidenses con ella”.
Bradley Cooper subió 20 kilos de músculo y entrenó con un francotirador militar para retratar a Kyle en el cine. Sin embargo, el reto de su interpretación —más allá de la transformación física— también fue capturar el conflicto de un hombre que dejó a su familia durante más de 1,000 días para pelear en la guerra que inició tras los atentados del 9/11. Por eso la película no es una glorificación más de la milicia estadounidense, sino una exploración de los conflictos personales y psicológicos de quien debe asesinar para cumplir con su deber.
¿Cómo se regresa a casa —a la normalidad— después de haber visto la guerra, después de haberse hecho a la idea de que uno debe matar para evitar morir? Esta es la pregunta que se repite una y otra vez en la nueva película que dirige Clint Eastwood. Basado en el libro homónimo que Kyle publicó hace dos años, este drama de acción además es protagonizado por Sienna Miller (como Taya, la esposa del militar) y llega a los cines de México este mes. Hablamos con Eastwood sobre la cinta.
ESQUIRE: ¿Qué lo convenció de aceptar dirigir esta película?
CLINT EASTWOOD: Cuando el estudio me llamó y me preguntó si me interesaba dirigir la película, estaba trabajando en otro proyecto, pero curiosamente leía el libro por diversión. Me daba curiosidad tanto la historia como el protagonista. Así que cuando me ofrecieron el trabajo, les dije: “Uf, bueno, déjenme terminar las siguientes 30 páginas y les devuelvo la llamada”. Luego tuvimos una junta, Bradley me llamó y me dijo: “Les gustaría que lo hicieras”. Y acepté.
ESQ: Antes de filmar conocieron a Taya, la esposa de Chris. ¿Cómo fue esa experiencia?
CE: Fue muy fuerte. El segundo día que la vimos se cumplía un año del asesinato de Chris [a quien le disparó un veterano de guerra en 2013, cuatro años después de que volvió de Irak], así que sobra decir que Taya no se encontraba bien. Sin embargo, se portó maravillosa. Simplemente hablamos con toda franqueza acerca de lo que pensábamos de ciertas cosas. Conocerla además fue útil para el proceso de casting, porque necesitábamos que quien la interpretara capturara su espíritu. Sienna Miller lo hizo muy bien. Desde la primera lectura hizo un gran trabajo y se deshizo de su acento británico.
ESQ: ¿Qué tan importante fue apegarse a los hechos reales al momento de transformar la vida de Chris en una película?
CE: Cuando nos tomamos alguna libertad fue porque quienes lo conocieron nos dijeron cosas como: “Bueno, no fue así, pero sí pudo haberlo sido. Tiene sentido con su vida”. Al final terminamos con algo que nos pareció realista y que consideramos que pudo haberle gustado.
ESQ: Y hablando un poco sobre Chris, ¿por qué cree que pudo haber deseado ir a la guerra en cuatro misiones distintas?
CE: Pienso que le gustaba cuidar a las personas y el liderazgo que eso implicaba. Supongo que sentía que era su deber. Trabajó mucho para convertirse en un Navy SEAL porque esos tipos son ciudadanos muy sólidos, no sólo en el sentido físico, sino también en cuanto a sus habilidades mentales. Participó en cuatro misiones incluso cuando tenía una maravillosa familia por la cual volver a casa. Es decir, pudo haber completado su primera asignación y decir: “Ya lo hice, al diablo”. Pero sintió que tenía que regresar por toda la gente que perdió en la guerra y que quería vengar. Sintió que aún tenía una misión por completar allá.
ESQ: ¿Cómo fue trabajar con Bradley?
CE: Soy admirador suyo y voté por él cuando estuvo nominado a un Óscar (en 2014). Bradley es uno de los mejores actores de su generación. Empezó a trabajar en filmes muy cómicos y fueron grandiosos. Sin embargo, es uno de esos actores que funcionan en comedia pero también en drama. Actores como él suelen tener un alcance más amplio que la mayoría. No habíamos podido trabajar juntos sino hasta ahora, y de hecho él fue quien me llamó para ofrecerme la oportunidad de dirigir American Sniper. Es estupendo porque es muy trabajador. Puede divertirse en el rodaje, pero nunca deja de pensar en la cinta. Uno podría llamarlo en la madrugada para preguntarle lo que sea y jamás diría algo como “te llamo mañana”, sino que empezaría a pensar en una respuesta en ese instante. No es que yo haya hecho algo así, claro [ríe].
Hulk ahora se llama Bradley Cooper
Había dos razones para desconfiar de las virtudes histriónicas de Cooper: sus desvaríos en comedias como The Hangover (2009) y su (maldita) cara perfecta. Porque, claro, ¿qué podría entender de drama y sufrimiento un tipo que con ese look de Ken podría invitar a Barbie al cine? Sí es talentoso e hizo un buen trabajo como un perdedor y adicto en Limitless (2011), pero esa primera oportunidad dramática fue tan absurda que no se salvó ni con la actuación de Robert De Niro.
Su mejor idea fue aprovechar que está de moda elogiar el cine independiente y aceptó interpretar a un hombre recién salido de un hospital psiquiátrico en Silver Linings Playbook (2012). Y no sólo porque la historia era una buena mezcla de drama y humor ácido, sino porque así conoció al director David O. Russell, quien le dio el empuje definitivo de seriedad cuando volvió a trabajar con él en American Hustle (2013). 
American Sniper es una gran película de acción. Y mejor aún: es el antídoto para quien todavía desconfía de Cooper y sólo se animaría a verla porque está respaldada por el talento de Eastwood. Para el papel de Kyle, Cooper se transformó en Hulk. Comía todo el tiempo para poder dar el peso. Y además está su actuación: cuando le dispara a una mujer o un niño, uno sufre y duda con él, pero cuando aprieta el gatillo queda claro que con esa misma determinación seguirá en busca de papeles para dejarnos claro que hay que tomarlo en serio.