Páginas

sábado, 1 de febrero de 2020

El gran amor de Graham Greene


Graham Green
Ilustración de T.A.

El gran amor de Graham Greene

El escritor se retiró a Saigón a escribir 'El americano impasible' poniendo tierra de por medio a su relación con una amante

Olga Merino
21 de junio de 2019


Si a Oscar Wilde lo detuvieron en la habitación 118 del Cadogan, en Londres, Graham Greene se atrincheró durante largas temporadas, entre 1952 y 1955, en la número 214 del Hotel Continental Saigon, en la rebautizada Ciudad Ho Chi Minh. Un placa de latón lo recuerda en el pasillo del segundo piso: “El famoso escritor británico Graham Greene se alojó en esta habitación mientras escribía su novela ‘The Quiet American’”, ambientada en la Indochina del ocaso francés, cuando el Tío Sam comienza a hacer de las suyas para detener el avance del comunismo.
Ignoro si desde la ventana del cuarto alcanzaba a ver el Mekong, pero pongamos que sí, que el escritor atisbaba tras los cristales los meandros turbios del río, en cuya orilla aparece muerto el joven Alden Pyle, el agente encubierto de la CIA. Por unos segundos, el escritor contemplaba el Mekong con sus ojos azulísimos (“como los de un husky siberiano”, a decir de su biógrafo) y regresaba enseguida a la concentración en sus cuartillas, 300 disciplinadas palabras cada mañana. Ya habría tiempo después para el despacho de la correspondencia, el paseo y el Glenfiddich, su whisky favorito. ¡Ah, el hábito! Nada se construye sin él.

Acabó sus días en Antibes

Greene se retiró a Saigón a escribir 'El americano impasible', resuelto a poner tierra de por medio para sobreponerse a un gran amor, la tortuosa y prolongada relación que mantuvo con la norteamericana Catherine Walston, una dama rica, inteligente, liberal y, sobre todo, casada. En realidad, ambos lo estaban con sus respectivos cónyuges. A la bella Catherine dedicó, con un discreto “A C.”, la espléndida novela ‘El final del affaire’ (1951), que acaba de reeditar Libros del Asteroide. Qué digo espléndida; es la mejor novela de Greene.
El aclamado autor acabó sus días en Antibes, en la costa Azul francesa, junto a otra señora que nunca llegó a divorciarse del exmarido: Yvonne Cloetta. Greene, que de jovencito jugaba a la ruleta rusa con la pistola del hermano, tenía querencia por las situaciones al límite, y solía repetir que el peligro es la cura del aburrimiento. Algo debía de tener el caballero británico, desde luego. Hasta la superagente Carmen Balcells llegó a confesar al periodista Xavi Ayén que Graham Greene fue “el único escritor que he representado del que me he enamorado”. Ooops, qué gran historia.
EL PERIÓDICO




RETRATOS AJENOS

FICCIONES

Graham Greene / La vida del espía es tan solitaria como la del escritor
Jornada novelesca para Graham Greene
Graham Greene / Detesto todos los dogmas
Green, Borges, Sciascia y Naipaul, entre los probables Nobel de este año
Graham Greene / Espías en el laberinto
Las evasiones de Graham Greene
Admirables sombras de Graham Greene
Graham Greene escupe en la sopa
El libro "Yo acuso", de Graham Greene, prohibido por dos tribunales franceses
Graham Greene celebra sus ochenta años publicando un libro sobre Torrijos
Graham Greene / El impasible
Graham Greene publica El décimo hombre, su novela inédita
El Cónsul Honorario / Historia mayor, película menor
El Gobierno nicaragüense condecora a Graham Greene
Graham Greene / Señor de los espíritus
Graham Greene / Católico agnóstico
Graham Greene / Una lealtad compartida
Graham Greene pone en cuestión el catecismo y se aparta de la doctrina de Juan Pablo II
Muere Graham Greene, un autor crítico con la sociedad del siglo
Los pecados secretos de Graham Greene
Un nuevo libro sobre Graham Greene destaca la pasión religiosa unamuniana del escritor
El enigma de Graham Greene continúa descifrándose
DRAGON
RIMBAUD

No hay comentarios:

Publicar un comentario