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domingo, 31 de enero de 2010

Charlie Chaplin le quitó la chica a Salinger


CHAPLIN Y OONA


Charlie Chaplin le quitó la chica a Salinger



EFE
31 de enero de 2010

El primer amor de Salinger, fallecido el pasado jueves en su casa de New Hampshire (EE UU), fue Oona O'Neill, hija del famoso dramaturgo norteamericano Eugene O'Neill, pero se la quitó el actor Charlie Chaplin. Según cuenta el biógrafo de Salinger, Kenneth Slawenski, en su libro A life raised high (Ed. Pomona), la ruptura de Oona con Salinger y su unión con el gran cómico británico fue "la gran tragedia romántica de la vida del primero". "No había forma de escapar de aquello: las portadas de los periódicos llevaban fotos de Chaplin cuando le tomaban las huellas dactilares en un juicio por paternidad", escribe Slawenski en su biografía, que ayer The Times publicó algunos extractos el diario. "El episodio fue también públicamente humillante para Salinger, pero su orgullo y la tenacidad impidieron que se lamentara en público".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de enero de 2010


DE OTROS MUNDOS
La venganza de Peggy Salinger
El guardián entre el centeno sigue cautivando después de cincuenta años
La biografía de Salinger escrita por su hija retrata a un iluminado entregado a sí mismo
Rodrigo Fresán / Para Jerome, con amor y sordidez
Benjamín Prado / Adoptados
La revista malagueña Zut publica dos relatos inéditos de Salinger
Salinger / Thomas Pynchon / Cormac McCarthy / El talento de la evasión
El atronador silencio de Salinger
Salinger demanda al continuador de su novela
El juez da la razón a Salinger en su denuncia por plagio
Salinger / La intimidad como arte
Salinger / El aire del New Yorker
Salinger / El miedo a hacerse adulto
Salinger / Adiós al gran enigma de las letras estadounidenses
Charlie Chaplin le quitó la chica a Salinger
El cine cuenta la vida de Salinger
David Trueba / Sin salinger
Salinger / La ternura entre el centeno
Dulce y desconocido señor Salinger
El paulatino viraje al negro de Salinger
Enrique Vila-Matas / Salinger y los nuevos tiempos
Así comienza / El guardián entre el centeno
Kenneth Slawenski / Salinger podía ser intratable
Salinger / Nueve cartas
Salinger / Las zonas oscuras
Salinger / Escribir para sí mismo
Cinco volúmenes inéditos de Salinger verán la luz a partir de 2015
Elsa Fernández-Santos / Lo nunca visto en Salinger
Eduardo Lago / Asedio a la fortaleza de Salinger
Salinger / Bioficción
Tres cuentos inéditos de Salinger, filtrados en internet
A los cuatro años de la muerte de Salinger / Este muerto está muy harto
Salinger / Todos los agujeros negros
Salinger / Si quieres que te busquen, escóndete
Ni Guerra y paz ni Cincuenta sobras de Gray / Los libros más influyentes según Facebook
One-hit wonder / Embrión de un catálogo de casos literarios
Secretos de los libros únicos de un autor / Treinta eclipses memorables
Salinger / ¿Cuándo demonios vas a crecer de una vez?
Autor de culto / Un secreto de dioses
Salinger / Cómo se engendra un monstruo
Salinger por Salinger
Salinger y otros nueve desconocidos
Oona y Salinger / Dos atractivos personajes
Frédérick Beigdeber / El escritor que odia a los viejos
Salinger / Un joven enamorado


viernes, 29 de enero de 2010

Salinger / Adiós al gran enigma de las letras estadounidenses



ADIÓS AL GRAN ENIGMA DE LAS LETRAS ESTADOUNIDENSES

Sin introducción



Ray Loriga
29 de enero de 2010

Se ha muerto sin haberse presentado, escondido en la leyenda, visible sólo en la escritura. Tan extraño y tan cercano como Seymour contado por un hermano menor, como un sándwich escondido en un bolsillo, como las raquetas de tenis de dos adolescentes amigas pero rivales. Se ha muerto sin decir más que lo que dijo, como el pez banana, envuelto en la paradoja que supone vivir y contarlo. Sofisticado y familiar, demoledor e intermitente, y ligeramente japonés.
Más allá de El guardián entre el centeno, escribió prodigios puntuales que se sujetaban en la misteriosa capacidad de la escritura para acompañar a la experiencia sin suplantarla, artefactos independientes, modelos sensatos. Literatura no metafórica, ni abrumada por la voz, elegante y precisa, propia y sin ofensa, puede que perfecta. Y lo hizo siempre como si nada. Un esfuerzo tan enorme y bien disimulado que merece sin duda la gloria.
Su familia es cualquiera, al otro lado de su ventana está el parque que no siempre vemos. Lo que hacen los patos en invierno a nadie le incumbe.
Del misterio de Salinger nunca sabremos otra cosa que lo que él mismo nos ha contado y seguramente no hay mucho más que saber. Su influencia es enorme, su camino, imposible de seguir. No pasa nada, tampoco hay quien camine derecho tras las huellas de Thomas Hardy. Lo complicado es conseguir una escritura que se acerque a su estatura, desde cualquiera de los caminos elegidos. Ese sendero en la nieve que como él mismo demostró, no esconde nada más que los pasos de un hombre solo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de enero de 2010


DE OTROS MUNDOS
La venganza de Peggy Salinger
El guardián entre el centeno sigue cautivando después de cincuenta años
La biografía de Salinger escrita por su hija retrata a un iluminado entregado a sí mismo
Rodrigo Fresán / Para Jerome, con amor y sordidez
Benjamín Prado / Adoptados
La revista malagueña Zut publica dos relatos inéditos de Salinger
Salinger / Thomas Pynchon / Cormac McCarthy / El talento de la evasión
El atronador silencio de Salinger
Salinger demanda al continuador de su novela
El juez da la razón a Salinger en su denuncia por plagio
Salinger / La intimidad como arte
Salinger / El aire del New Yorker
Salinger / El miedo a hacerse adulto
Salinger / Adiós al gran enigma de las letras estadounidenses
Charlie Chaplin le quitó la chica a Salinger
El cine cuenta la vida de Salinger
David Trueba / Sin salinger
Salinger / La ternura entre el centeno
Dulce y desconocido señor Salinger
El paulatino viraje al negro de Salinger
Enrique Vila-Matas / Salinger y los nuevos tiempos
Así comienza / El guardián entre el centeno
Kenneth Slawenski / Salinger podía ser intratable
Salinger / Nueve cartas
Salinger / Las zonas oscuras
Salinger / Escribir para sí mismo
Cinco volúmenes inéditos de Salinger verán la luz a partir de 2015
Elsa Fernández-Santos / Lo nunca visto en Salinger
Eduardo Lago / Asedio a la fortaleza de Salinger
Salinger / Bioficción
Tres cuentos inéditos de Salinger, filtrados en internet
A los cuatro años de la muerte de Salinger / Este muerto está muy harto
Salinger / Todos los agujeros negros
Salinger / Si quieres que te busquen, escóndete
Ni Guerra y paz ni Cincuenta sobras de Gray / Los libros más influyentes según Facebook
One-hit wonder / Embrión de un catálogo de casos literarios
Secretos de los libros únicos de un autor / Treinta eclipses memorables
Salinger / ¿Cuándo demonios vas a crecer de una vez?
Autor de culto / Un secreto de dioses
Salinger / Cómo se engendra un monstruo
Salinger por Salinger
Salinger y otros nueve desconocidos
Oona y Salinger / Dos atractivos personajes
Frédérick Beigdeber / El escritor que odia a los viejos
Salinger / Un joven enamorado




Salinger / El miedo a hacerse adulto



ADIÓS AL GRAN ENIGMA DE LAS LETRAS ESTADOUNIDENSES

El miedo a hacerse adulto

JOSÉ MARÍA GUELBENZU
29 ENE 2010


En 1978, el libro de Bolsillo de Alianza Editorial lanzó en España, con una magnífica traducción de Carmen Criado, El guardián entre el centeno (The catcher in the rye, 1951, anteriormente traducida como El cazador oculto en Argentina). No ha habido generación nueva de lectores que no haya sido sacudido por la historia del joven Holden Caulfield. Durante casi 30 años he sido testigo del impacto produce en lectores jóvenes y en lectores maduros, y uno se pregunta qué tiene esta novela, buque insignia de todas las historias de la familia Glass, protagonista de un total de cuatro libros antes de sumirse su autor en el silencio.
Holden Caulfield es una figura tan mítica como Frodo el Hobbit, aunque bien distinta de él. En una primera aproximación, puede decirse que el más inmediato motivo de su éxito es la propia expresión, el habla del personaje, tan bien reproducida, tan sugerente, tan distinta de la de todos los adolescentes literarios conocidos hasta ese momento; Holden Caulfield es un adolescente que rechaza el mundo de los adultos (y el de los compañeros que no son como él) y se encierra en ese habla para defenderse de un mundo exterior que no le comprende. Ese habla es el que ha permitido a tantos lectores identificarse con él.
Tal mérito no pasaría de ser un estupendo retrato pintoresco si no fuera acompañado de un asunto de mucho más calado. El gran tema de la novela es el miedo (recogido en el miedo a hacerse adulto, y tener que entrar en el mundo de los adultos que rechaza) del protagonista. Es un miedo latente, que respira suave por debajo del habla, salta a primer plano y se manifiesta de manera admirable cuando Caulfield se encuentra a escondidas con su hermana pequeña en la casa familiar en plena noche. Ahí es donde un segundo miedo se sobrepone al primero: el miedo a la responsabilidad, a tener que ocuparse de su hermana que lo idolatra; ahí es donde descubre a su pesar que ser adulto es también ser responsable; y entonces elegirá huir y obligar a su hermana a volver a casa, pero quedando desnudo ante sí mismo, ante su verdadera realidad. Cuando este momento genial aparece, la maestría narrativa de Salinger ilumina la novela y toda ella manifiesta su verdadero y más completo sentido, de atrás adelante, como una pista de aterrizaje de un aeropuerto que se enciende en mitad de la noche; y entonces es cuando todo el discurso de Holden alcanza una hondura formidable, única.
Novela tan mítica como su personaje, ha acompañado y seguirá acompañando a los lectores españoles como lo ha hecho durante más de 30 años. El sueño de cualquier lector. El sueño de cualquier escritor.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de enero de 2010


DE OTROS MUNDOS
La venganza de Peggy Salinger
El guardián entre el centeno sigue cautivando después de cincuenta años
La biografía de Salinger escrita por su hija retrata a un iluminado entregado a sí mismo
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Benjamín Prado / Adoptados
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Salinger demanda al continuador de su novela
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Salinger / La intimidad como arte
Salinger / El aire del New Yorker
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David Trueba / Sin salinger
Salinger / La ternura entre el centeno
Dulce y desconocido señor Salinger
El paulatino viraje al negro de Salinger
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Así comienza / El guardián entre el centeno
Kenneth Slawenski / Salinger podía ser intratable
Salinger / Nueve cartas
Salinger / Las zonas oscuras
Salinger / Escribir para sí mismo
Cinco volúmenes inéditos de Salinger verán la luz a partir de 2015
Elsa Fernández-Santos / Lo nunca visto en Salinger
Eduardo Lago / Asedio a la fortaleza de Salinger
Salinger / Bioficción
Tres cuentos inéditos de Salinger, filtrados en internet
A los cuatro años de la muerte de Salinger / Este muerto está muy harto
Salinger / Todos los agujeros negros
Salinger / Si quieres que te busquen, escóndete
Ni Guerra y paz ni Cincuenta sobras de Gray / Los libros más influyentes según Facebook
One-hit wonder / Embrión de un catálogo de casos literarios
Secretos de los libros únicos de un autor / Treinta eclipses memorables
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Salinger / Un joven enamorado




Salinger / El aire del New Yorker


Salinger

ADIÓS AL GRAN ENIGMA DE LAS LETRAS ESTADOUNIDENSES

El aire del 'New Yorker'

ANTONIO MUÑOZ MOLINA
29 ENE 2010


En una medida que tal vez no pueda calibrarse fuera de los Estados Unidos, el estilo y el tono narrativos de J. D. Salinger tienen mucho que ver con el aire editorial de The New Yorker, la revista semanal en la que se publicaban sus relatos antes de ordenarse en libros. La preferencia por el laconismo sobre la abundancia, por la ironía sobre la gravedad, por situar sus historias en los ambientes de una clase media cultivada, que en realidad se parecía mucho al público lector de la revista, son marcas de estilo que están en los cuentos de Salinger igual que en los de John Updike y John Cheever, aunque cada uno las adaptó a su propio carácter y se vio afectado de manera diversa por sus ventajas y sus limitaciones. En la narrativa americana hay una tradición de desmesura, no siempre ajena a los aspavientos de la arrogancia masculina: Hemingway, Faulkner, Thomas Wolfe, Mailer, Roth, Bellow. Frente a semejante torbellino de imaginaciones desatadas, dispuestas a contarlo y a nombrarlo todo incurriendo si hacía falta en el desgarro, en el exhibicionismo y la obscenidad, los escritores del New Yorker se ciñeron más o menos voluntariamente a una poética de la contención y la sugerencia, que en el caso de Updike equivalía a su manera natural de escribir, pero que Salinger y Cheever sometieron con frecuencia al máximo de tensión posible y permitida. Less is more podía ser el principio editorial del New Yorker, igual que el de Mies van der Rohe, pero también puede suceder que menos sea, simplemente, menos, al someter el talento narrativo a presiones tan fuertes que lo malogren o lo vuelvan estéril. Detrás de la superficie limpia de cada historia de Salinger hay esa negrura que lleva a su héroe Seymour Glass al suicidio en un día perfecto de playa o al Holden Caulfield al psiquiátrico: una negrura no muy alejada de la que nos sobrecoge en los cuentos de joviales matrimonios de John Cheever devorados por dentro por un resentimiento del fracaso alimentado de alcohol y exasperación. Pero Cheever acabó transgrediendo las normas de decoro del estilo New Yorker y escribió con una verdad y una desvergüenza que hicieron posibles sus mejores obras tardías, el largo cuento El nadador, la novela Falconer, en la que se atrevió a contar con magnífica libertad la pasión homosexual que había escondido durante toda una vida. Salinger eligió otro camino. Menos fue más durante algunos años, pero luego fue más y más siendo menos, hasta acabar en el silencio. Pero está bien callarse cuando uno no tiene nada más que decir.



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Salinger / Cómo se engendra un monstruo
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