Village of the Sirens Paul Delvaux |
Triunfo Arciniegas
EL PAÍS DE
LAS BELLAS DURMIENTES
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Este viernes debería haber abierto en la Fundación Jumex de México DF la primera exposición en América Latina del artista Hermann Nitsch (Viena, 1938), cuyos happenings, o acciones teatrales, con sacrificio real de animales han sido el emblema de una carrera reputada y controvertida. Pero el 30 de enero el museo comunicó que la muestra quedaba “suspendida”. Días antes había empezado una campaña de defensores de los animales en contra. La Fundación ha afirmado que su decisión no ha tenido que ver con eso sino con que la sociedad mexicana “está muy sensible a cualquier expresión de violencia”.
El proyecto llevaba dos años desarrollándose y las obras ya habían llegado desde Austria al puerto de Veracruz cuando se anunció la cancelación. Son 40 pinturas negras de gran tamaño, mezcla de óleo y sangre, creadas en 1997, y otras piezas desde principios de los sesenta hasta 2013. También una particular farmacia de 60 metros cuadrados, provista de instrumentos de laboratorio, material quirúrgico, hierbas y ropas litúrgicas, que diseñó para esta exposición y cuya estructura de carpintería ya estaba terminada.
La repentina decisión ha frustrado una de las propuestas estrella de 2015 de una institución privada con dos décadas de recorrido pero que redobló en 2013 su presencia con la inauguración de una sede en México DF, obra del arquitecto inglés David Chipperfield. La Fundación pertenece al grupo Jumex –dedicado a la producción industrial de zumos– y su presidente es el heredero de la compañía, Eugenio López. La colección de López, 2.800 piezas, que nutre los fondos de la Fundación, es el mayor acopio particular de arte contemporáneo de América Latina.
La cancelación ha sido interpretada en el mundo cultural como una falta de compromiso con la libertad de expresión. “[La Fundación] debió mostrar a Hermann Nitsch, y dejar que nuestras polémicas ocurrieran. Es un día muy triste para el arte en México”, escribió en Twitter al día siguiente del anuncio uno de los principales curadores mexicanos, Cuauhtémoc Medina.
Con todo, el museo no ha ahondado en sus razones. La alusión al problema de la “sensibilidad” social ante la violencia no explica por qué la decisión no se tomó hasta menos de un mes antes de la apertura, cuando la violencia extrema es una realidad presente desde hace años –y particularmente lacerante desde septiembre por la matanza de 43 estudiantes–. La Fundación está inmersa en un proceso de reestructuración de mandos y esto ha podido influir en la tajante determinación.
El artista se encuentra en México DF, donde ayer se presentó en otro centro cultural su composición musical Sinfonía Für Mexico City. Por correo refrenda que el motivo que le expuso la Fundación fue la “actual situación social y política”, pero añade que está “bastante seguro de que hay otras razones detrás de la decisión”, fuera de lo crudo de su trabajo y de las protestas de defensores de los animales.
En un comunicado público, Hermann Nitsch ha querido dejar claro que nunca ha torturado animales sino que los ha matado con matarifes y bajo supervisión veterinaria para “representar cuestiones relacionadas con lo extremo de la vida y la muerte”.
Nitsch, definido en una ocasión como un “Calígula austríaco” por la defensora de los animales Brigitte Bardot, afirma que él se definiría también como defensor de los animales –detalla que en el castillo donde vive en Austria convive con cabras, gansos, perros, gatos “y un montón de plantas”– y subraya que jamás una exposición suya había sido cancelada.
EL PAÍS
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Monica Bellucci |
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Claribel Alegría |
Claribel Alegría (Estelí, Nicaragua; 1924) celebra a sus 91 años una producción literaria que le ha hecho merecedora de reconocimientos como el Premio Neustadt. Recientemente publicó en inglés una antología de su obra y ahora trabaja en nuevos poemas y en la traducción al español de Lao Tsé, junto a su hijo. En esta entrevista se muestra agradecida con la vida y con la poesía que, dice, la salvó tras la muerte de su esposo, el escritor y diplomático estadounidense Darwin J. Flakoll, hace 20 años.
Pregunta. Ernesto Cardenal dijo durante la celebración de su cumpleaños que “es muy desagradable tener esta edad”, llegar a los 90 años...
Respuesta. ¡La carga es difícil! Yo sigo amando la vida. No le temo a la muerte en absoluto. O vamos a ser sólo cenizas que van a ayudarle a las plantas a crecer, o nuestra energía se convertirá en átomos de luz, o va a ser un viaje inesperado, que me guste. Me gusta pensar en eso. Aunque, mira, los achaques de la vejez te molestan. ¡Pero ahora estoy aquí alegre y encantada de la vida! ¡Me fascinan mis plantas, me fascina la gente inteligente, me fascina leer.
P. ¿Qué lee ahora?
R. Una novela maravillosa de Thomas Hardy, Jude the Obscure. Siempre estoy leyendo y releyendo, porque me parece fantástico eso de releer. Yo era una gran viajera, aunque ahora ya no puedo viajar, conocí los cinco continentes y cuando iba a una ciudad por tercera o cuarta vez me fascinaba más que cuando la descubrí. Así me está pasando con los libros. A Thomas Hardy lo conocí cuando era estudiante de la universidad, en Estados Unidos. ¡Los años que han pasado! Y ahora me dio la curiosidad de volver a él y me está gustando muchísimo.
P. ¿Qué le inspira?
R. Cualquier cosa. Es como un misterio. Algunos lo llaman La Musa, pero a veces yo me siento en este jardín sola, a escuchar música, a ver a mis plantas y de repente ¡tas! veo una libélula que está colgada de una hoja y eso me inspira. Y también me pasan cosas raras. El doctor me dijo que tenía que caminar en mi casa por lo menos 15 minutos en la mañana y otros 15 en la tarde para no quedar tullida. Lo hacía cuando se me vino un poema, que se llamó Testamento, en el que digo que dejo a mis hijos una escalera con peldaños rotos, podridos, que algunos están intactos, y que la reparen, que la eleven, que suban por ella. Media hora más tarde me siento en mi computadora y veo un mensaje de mi nieto mayor, que es pintor y vive en Estados Unidos, y me dice: “Lala, porque así me llaman mis nietos, estoy pintando una cosa que no sé por qué se me vino, es una escalera con peldaños rotos, podridos, algunos buenos, y pensé en ti”. ¡Decime si eso no es para erizar el cuerpo! Salió hace como un año en Estados Unidos una antología mía muy completa, como de 400 páginas, y le pedí que para la tapa se usara esa pintura.
P. ¿Trabaja ahora en algún nuevo proyecto poético?
R. ¡Estoy como poseída! Yo siempre escribo poemas cortos. Los poetas somos meros instrumentos de este oficio, y como todos los oficios es una maravilla y hay que hacer lo mejor que uno puede. Siempre he tenido la dicha de haber podido seguir mi oficio, porque creo que eso da felicidad.
P. ¿Qué se podría hacer para alentar a esos jóvenes, para que la poesía nicaragüense siga siendo una producción de vanguardia en América Latina?
R. Aconsejarles que lean, que escriban y que no se apresuren a publicar, porque eso es muy malo. Si tenés éxito se te puede subir a la cabeza y repetirte; si no tenés éxito te podés aflojar y decir ‘esto no sirve de nada’. Que no sea por esas cosas que escriban, sino por la necesidad de expresarse, de comunicarse contigo mismo y con los otros. Para mí la poesía es mi pasión y no sé qué hubiera hecho sin ella cuando murió mi marido. Es la manera más directa de comunicarme conmigo y con los que amo. Yo aspiro a que mi poesía les llegue a todos.
P. ¿La poesía fue su salvación?
R. Una salvación total. Mi marido y yo tuvimos una amistad enorme, y cuando él murió, hace ya 20 años, creí que el mundo se me venía abajo y que ya no iba a escribir. Hice un viaje sola al Asia, donde no conocía a nadie y nadie me conocía, para buscar. Y vino la poesía y la poesía me salvó.