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viernes, 22 de octubre de 2021

Dennis Cooper / El creep entre nosotros

 


Foto tomada de www.bbook.com

Dennis Cooper: el creep entre nosotros 


4 de diciembre de 2014

     El post del 30 de octubre muestra los torsos, la lengua, unas nalgas, sus cuerpos. Los anuncios –que arden en fiebre y claman por el sometimiento sexual de un extraño– fueron escritos por chicos de 20, 22, 18 años: los hombres esclavos del mes. Las imágenes y los mensajes no están alojados en un portal porno. Comparten espacio en un blog en el que su autor, casi a diario, sube gifs de películas de terror, recomienda videos de DJ´s, escribe sobre Marguerite Duras o presenta otra lista con los scorts del mes. Este es el universo implosionado de un escritor que ha sido comparado, en las contraportadas de sus libros, con SadeBataille y Genet. El escritor –un gringo de cara larga, pelo cano y mirada de lobo– se llama Dennis Cooper, tiene 61 años y es, según ciertos críticos/fans, uno de los escritores estadounidenses más transgresores de las últimas décadas.

En mayo del 2013, después de salir de una de sus clases, le escribí un correo a Eloy Fernández Porta, ganador del Premio Anagrama de Ensayo 2010 por su obra €®O$. “Son textos que pueden interesar mucho a quien sea aficionado a a las “literaturas del mal” en la línea Genet/Burroughs, y que pueden disgustar bastante a quien no tenga estómago para según qué escenas. En mi opinión, la mejor novela de Cooper es Chaperos, que es la más interesante desde el punto de vista de la técnica literaria, porque utiliza el formato de los foros y los chats para actualizar el género de la metaficción”, me respondió el autor español cuando le pregunté qué pensaba sobre Cooper y cuál de sus libros me recomendaba. Los textos a los que Fernández Porta se refería eran las cinco novelas –TentativaCacheoContactoGuía y Período–, conocidas como el Ciclo de George Miles, cuyos temas orbitan alrededor de la adolescencia, la ultraviolencia, el punk, las drogas, el sexo gay, la pornografía… El deseo.

Fui a la librería La Central, en Barcelona, a buscar Chaperos. La novela parte del encuentro entre un scort gay y un cliente satisfecho. A partir de sus conversaciones, el lector conoce un cosmos de páginas webs, sadomasoquismo, fantasías necrófilas, chats…. Mentiras pixeladas. El libro se había agotado, pero quedaba un ejemplar de Cacheo. Días antes, había mirado una entrevista al escritor mexicano Julián Herbert –autor de Canción de tumba, ese trueno visceral de 206 páginas– en la que le pedían que recomendara cinco libros. El segundo de sus elegidos era Cacheo. “Es un libro –decía Herbert– sobre la manera romántica en la que puedes alucinar ser un serial killer. Y es absolutamente gay y violento. Cuando yo leí este libro me metí en un conflicto bien cabrón, porque me dije: ‘Cómo te puedo gustar un libro tan gay’. Y eso me cambió la vida, porque redefinió mi relación con lo masculino, lo femenino, lo homosexual. Fue muy chingón, muy rompedor en ese sentido”.

Me llevo ese ejemplar, le dije al dependiente.

***

El blog fue un accidente. Dennis Cooper se sintió presionado por sus amigos y conocidos para abrirlo. Era 2006. “Pero después creció y ahora es esta especie de fenómeno, que demanda una gran cantidad de trabajo. Y por suerte tiene que ver con cosas que me gustan: escribir sobre música, cine, novedades artísticas, etc. Y sí, es una versión mucho más larga de lo que hacía con Little Caesar”, cuenta el escritor desde el estudio de su departamento en París, en una entrevista para Hilda Magazine. Little Caesar era una revista, fundada en 1976, con espíritu anarquista y punk rock en la que inicialmente se publicaba poesía. El quinto número, de hecho, estuvo dedicado al héroe de Cooper: Arthur Rimbaud.

“Cuando tenía 15 años, leí una entrevista a Bob Dylan, y él mencionó a Rimbaud –relata Cooper en otro diálogo con la revista literaria The Paris Review–. Así que compré un libro suyo y quedé asombrado. Todo cambió. Su poesía, su biografía, el hecho de que haya escrito cosas tan increíbles y haya sido tan ambicioso cuando tenía mi edad… Era enormemente inspirador”. A los 15, además, otro rayo desató la calma: Cooper había dado con un ejemplar de Los 120 días de Sodoma, del Marqués de Sade. Las fantasías sexuales del escritor púber, entonces, dejaron de ser confusas.

El adolescente que desde niño sentía fascinación por las fuerzas magnéticas entre el sexo y la violencia encontró amigos en ambos autores. Eran cómplices que, a diferencia de los del colegio, no le hacían sentir que era un enfermo, el tipo raro de la clase. “Con Sade me di cuenta de que la ficción era un lugar en el que podía liberar, formular y tratar de representar esa parte de mí que había pensado que era un aspecto horrible que me separaba del resto”.

Rimbaud y Sade, dos colegas muertos, le habían hecho descubrir a Cooper lo que quería hacer por el resto de su vida.

***

El protagonista de Cacheo se llama Dennis, tiene 13 años y es gay. Un día, después de ir al cine, Dennis va a la tienda de películas XXX que frecuenta y Pete, el dueño, le entrega un paquete de fotos que podrían interesarle. Dennis se dirige a la bodega del local, corre la cortina y observa. Las imágenes muestran el cuerpo muerto de un chico delgado, guapo, de pelo liso y negro. Tiene las muñecas y los tobillos atados con una cuerda tan gruesa como la que aprieta su cuello. La fórmula del deseo de Dennis, desde esa tarde, se completa: belleza, sexo y muerte.

Los cinco capítulos restantes de la novela son los relatos que Dennis, ya adulto, le envía desde Francia y Holanda a un examante. En las cartas, él cuenta cómo escoge a los chicos, en qué poses fornican, si mutila primero sus brazos, la pierna o si les taja la ingle. Describe si esos hombres anónimos gritan aterrados mientras los descuartizan o si el pie de una sus víctimas le cabe en… Un par de veces –no sé si por pudor, asco, culpa; o las tres a la vez– tuve que dejar de leer la novela. Hubo otra gente que, sin contar hasta tres, quiso quemarla.

A partir de la publicación de esta obra, la organización estadounidense QueerNation amenazó de muerte a Cooper, por ser un “virulento antigay” con una “homofobia internalizada”. Él, sin despeinarse, respondió: “De acuerdo a las leyes no escritas de la comunidad gay, si eres artista estás obligado a ser vocero. Y entonces deja de ser arte y se convierte en propaganda. No tengo ningún interés en la identidad colectiva. Mi propio lado gay jamás me ha interesado especialmente ni creo que sea una parte importante de mi identidad”.

Por no utilizar sus libros para “promover los maravillosos aspectos de ser gay” Dennis Cooper fue tratado, una vez más, como el freak, el peor de la clase.

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Pensé, esnob y estúpido, que era el único, que por acá nadie sabía de él. Pero el año pasado, en una reunión por el norte de Quito, Elías Urdánigo lo nombró. El cronista y escritor había leído dos novelas y unos cuantos poemas sueltos de Cooper. Y le habían gustado.

Por mail, Urdánigo me confirmó que le interesaron “las atrocidades que cuenta, cierta liviandad en su estilo directo, una vaga ternura”. Dijo que Cooper le parece un monstruito pop y naif, un esteta del gore, un escritor más para escritores que para lectores en vacaciones. El estadounidense William Burroughs, después de leer Cacheo, opinó: “Cooper es escritor por naturaleza, que Dios lo ayude”.

Ni Dios ni nadie, él se defiende solo. “La razón por la que tengo tanto interés en los chicos jóvenes y la manifiesto en mis ficciones –dice Cooper en la entrevista con The Paris Review– es porque a los quince años empecé a desarrollarme como escritor. El hecho de que los adolescentes hayan sido rutinariamente irrespetados, cosificados, explotados y desposeídos era un asunto de importancia para mí en ese entonces, y ha permanecido como una preocupación fundamental incluso ahora que soy adulto”.

Desde la adolescencia ha cavilado acerca de la muerte como un acto de amor genuino. “En mi obra, matar es una manera de detener el dolor que provoca no ser capaz de entender y poseer a la gente que amas. Nunca funciona, pero es el único método que mis personajes creen tener para unirse con el objeto de su obsesión. Ven una lógica en eso: si no son suyos de una forma completa, al menos pueden congelarlos cuando los poseen. La destrucción es una manera de borrar el pasado y el futuro, y así la víctima queda suspendida en la eternidad con su amante”.

En la eternidad. Con su amante. Fue tal como él lo hizo. Con la pentalogía de las novelas, publicadas entre 1989 y el 2000, Cooper se acercó –y se alejó, por fin– de uno de sus primeros amores fuera de órbita: George Miles. Cooper lo conoció en la secundaria y años después, cuando él tenía 30 y Miles 27, tuvieron una historia de amor.

Y todavía hay parejas que piensan que estarán juntas solo hasta que la muerte los separé. ¡Ja!

Publicado en la edición 162 (23 de noviembre) del suplemento CartónPiedra

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