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jueves, 9 de agosto de 2018

Octavio Paz por Marie José

Marie José Trimini y Octavio Paz


Octavio Paz por Marie José


CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En esta entrevista publicada el 28 de marzo de 1994, a propósito de los 80 años del poeta Octavio Paz, su esposa Marie José Tramini, quien falleció este jueves, hizo una memorable descripción personal e intelectual del Nobel de Literatura 1990: “No es machista, no es pedante, no es prudente, no es fanfarrón, no es mentiroso, no es elegante; es colérico, crédulo, divertido, leal, generoso…”.

Marie-José Paz. Marillo, como le dice el poeta, es la mujer francesa que cautivó en la India a Octavio Paz. Es su esposa y hoy, a unos días –el 31 de marzo– de que él cumpla ochenta años, devela a un Premio Nobel de Literatura que para ella es “mejor esposo que escritor”:
–¿Qué de Octavio Paz hizo que usted se enamorara?
–Fue una precipitación feliz de varios ingredientes químicos que ha probado, hasta ahora, ser una buena fórmula.
–El momento en que se conocieron…
–Nos conocimos en una fiesta en la terraza de una hermosa casa del barrio de Sunder Nagar, en Nueva Delhi, en 1962. Octavio Paz acababa de llegar como embajador de México. Yo vivía en la India desde algún tiempo y era muy joven.
“Era la hora del garden party, esa hora luminosa, dorada de la tarde india, que transforma todos los objetos, transfigura a la gente y hace tangible el instante. Los perfumes suben de los jardines y flotan mucho tiempo en el aire que los pericos (“ráfagas turquesas”: O.P.) rayan continuamente. Muchos saris encendían aún más la atmósfera. Yo estaba conversando con amigos en un rincón de la terraza y de repente surgió Octavio y se presentó él mismo.
“Recuerdo haberme fijado en su traje blanco de sharkskin y en su corbata un tanto extravagante, azul morada. En cambio no recuerdo cómo estaba vestida yo. Solamente recuerdo que tenía pulseras de jazmín porque Octavio me lo hizo notar y cuando le dije que había comprado esas guirnaldas en Connaught Place a un pequeño leproso que vivía de esa chambita, se sorprendió, no sé si de horror o de admiración. Total que siguió muy animada la conversación, Octavio, sin duda, era una presencia poco común en esa fiesta.
“Más adelante nos vimos con frecuencia en muchas reuniones donde solía acudir el cuerpo diplomático y muchos artistas e intelectuales. Siempre algo nos atraía inevitablemente.
“En esa época yo leía a Balzac, y recuerdo que cuando le hablé de una nouvelle, Modeste Mignon, me sorprendió que la conociese con tanto detalle. En esos tiempos hablábamos en francés. A pesar de que yo había estudiado el español, no me atrevía a hablarlo.
“En fin, después de dos años seguí mi camino y me fui de la India.
“En París nos volvimos a encontrar y regresé a Delhi con él y para siempre.”
–En el trato diario, ¿se hablan en francés o en español?
–Hablamos en francés y en español. Muchas veces él en francés y yo en español, pero es el mismo lenguaje.
–¿Cómo le llama a usted en el trato cotidiano?
–Me dice Marijó, pero lo pronuncia con doble ele: “Marillo”, que es como darle dos alas (ailes en francés) a mi nombre.
–Los mejores momentos que han pasado juntos…
–Eso pertenece a la vida íntima y no se lo voy a contestar.
–¿Cuál es el carácter de Octavio Paz en la casa?
–No es convencional, no es machista, no es pedante, no es oportunista, no es prudente. No es fanfarrón, no es mentiroso, no es elegante. Es colérico (igual que yo). Es crédulo, divertido, leal, generoso, detesta la mezquindad y la lambisconería. Exigente, intransigente en el trabajo y la creación, es riguroso consigo mismo y tolerante con los demás (sobre todo conmigo) pero gracias a Dios ¡no es un santo! y, a pesar de haber escrito tanto, se dice perezoso…
Su gran cualidad: la transparencia.
Su gran defecto: la transparencia.
–Qué le va a regalar de cumpleaños?
–Como no soy Penélope y que no sé tejer, no le voy a regalar un sweater hecho a mano. Como ha leído todos los libros tampoco le regalaré un libro, y si le digo a usted ahora cuál será el regalo dejará de ser una sorpresa para él.
–¿Cómo lo va a festejar?
–En téte á téte.
–¿Qué le ha comentado su esposo acerca de su próximo cumpleaños?
–Que preferiría cumplir veinte años con la experiencia de ochenta.
* * * * *
Marie-José Paz se ha dedicado, desde hace más de 19 años, a las artes plásticas. Practica el collage. Exhibió su obra, por primera vez, en una exposición colectiva, en 1990, con el objeto de mostrar “la importancia que tiene para Europa y América la obra de los últimos cincuenta años del escritor y poeta Octavio Paz”, según describió en el catálogo Robert R. Littman, director del Centro Cultural Arte Contemporáneo de la Ciudad de México, en donde se montó la muestra.
–¿Cómo son los ojos y la mirada de Octavio para la artista que lo ama?
–Los ojos ven, la mirada juzga. Confío bastante en el juicio de Octavio sobre lo que hago. Por fortuna, no siempre estamos de acuerdo. En cuanto a sus ojos y a su mirada desde el punto de “vista” físico, es ciertamente su atout con más poder seductor. Su retrato (ensamblaje) que hice en 90 para la exposición “Los privilegios de la vista”, se titula: Eros tu mirada, o los ojos azules de la máquina de escribir.
–¿Tiene alguna influencia Paz en la carrera de Marijó como artista?
–La primera influencia del poeta sobre mí fue un desastre: yo escribía poemas por influencia suya ¡y fue el fin de mi carrera! Preferí buscar otros caminos. No me arrepiento.
–¿Cuáles son los artistas plásticos preferidos de Marijó?
–En un viaje a Italia, hace unos años, descubrí en la Villa Julia, en Roma, el arte etrusco y quedé fascinada. Para mí el ideal de la belleza masculina es el Apolo de Veio. La perfección del cuerpo y la sonrisa misteriosa son una mezcla indefinible de lo más terrestre y lo más espiritual.
–Marie-José como artista y esposa.
–Eso pregúntale a Octavio. O lean sus poemas.
–Las obras de usted que a él más le gustan.
–Le pregunté la otra tarde y me dijo que le gustaba una Caja-objeto que se llama Los ojos de la noche, la serie, abstracta, de homenaje a Proust intitulada Personajes saliendo de un libro y la del telescopio volante Hubble… Pero mañana puedo hacer cosas que le interesen más, lo importante es seguir el diálogo…
–Las obras de Paz que a usted más le gustan.
–Es una pregunta difícil, pero creo que escogería su poesía.
Uno de los poemas largos, como Nocturno de San Ildefonso o Viento entero, o muy corto como:
Fuego dormido en la noche
Agua que ríe despierta
* * * * *
Ladera este (1962-1968) está dedicado a Marie José. Su primera edición se publicó en mayo de 1969. En Viento entero, parte de la antología, el poeta describe a la mujer francesa con quien ha vivido desde hace tres décadas. Quien le inspiró que El presente es perpetuo:
…Juntos atravesamos
Los cuatro espacios los tres tiempos
Y volvimos al día del comienzo
El presente es perpetuo
21 de junio…
Octavio Paz ha definido los collages y ensamblajes de Marie-José, como “resultado insólito del trabajo y del juego”, como un “diálogo entre el aquí y el allá”. Y Marie-José acerca a Octavio Paz en el aquí y en el allá:
–¿Qué opina de Octavio Paz con barba?
–Se ve como otra persona y eso me ha dado la sensación, no del todo desagradable, de tener un nuevo marido. Como diría Octavio: “soy el mismo, pero soy otro”.
–Costumbres de Octavio Paz que a usted le fascinen…
–Su pasión por la poesía. Todos los días lee un poema como otros se beben un tequila.
–¿Qué hacen Marijó y Octavio Paz en sus horas libres?
–Tratamos de “ganar tiempo”. Nos gusta mucho el cine. Octavio tiene debilidad por las películas de ciencia-ficción. También oímos música, clásica, jazz, de la India (citar, tablo) y rock.
–¿Qué platillos suyos le gustan más al poeta?
–Un plato de Marruecos (donde viví de niña) llamado Tagine, hecho con ciruelas pasas y varias especies. También muchas ensaladas exóticas, con hinojo y yerbas finas en todo.
–¿Cuáles son los hábitos de Paz para escribir? Para escribir ensayos, para escribir poesía… ¿A qué horas, de qué forma?
–No tiene hora, ni hábitos. Cualquier hora y cualquier lugar es bueno. ¡Lo he visto escribir un poema durante una tempestad a la mitad del océano!
–Sus horas favoritas con Paz.
–Todas.
–¿Amigos de ambos cuya muerte más resintió él?
–Desgraciadamente son muchos. Luis Buñuel, Julio Cortázar, Kostas Papaioannou, Elizabeth Bishop, Severo Sarduy…
* * * * *
Marie-José y Paz festejan este año, además del cumpleaños del poeta, 30 de matrimonio.
–¿Cómo veía Marijó al Octavio Paz embajador en la India, cuando se produjeron los sucesos del 68 y cuando él tomó la decisión de renunciar a la embajada mexicana? ¿Cómo se reflejaba su ánimo en la relación con usted, con sus amigos?
–Fueron días de gran tensión y noches de insomnio que resultaron en una decisión que aprobé totalmente. Habíamos seguido con pasión los acontecimientos de Mayo en París y cuando empezaron a llegar noticias de México, Octavio se inquietó mucho. Al conocer la terrible verdad quedó claro que para Octavio no había otra solución que dejar la embajada. Fue doloroso, porque nos conocimos en la India, ahí había empezado nuestra vida, habíamos vivido como en una isla, fuera del tiempo. Pero ni él ni yo dudamos un instante. Entendí al compromiso moral que era para él y me lo hizo admirar aún más.
“Me animó mucho la reacción de la gente. Apenas se hizo pública la decisión de Octavio, nos rodeó la simpatía no sólo de los amigos, sino de desconocidos que se presentaban en la casa: intelectuales, estudiantes, artistas, y en fin… de todas partes. Decidimos poner tiempo entre la India y lo que vendría, de modo que salimos por ferrocarril a Bombay, después por barco de Bombay a Europa. En la estación de Delhi nos emocionó la cantidad de gente que fue a despedirnos y lo mismo ocurrió en las estaciones del largo camino a Bombay: estudiantes y gente común que expresaba su solidaridad a Octavio con guirnaldas de flores y dulces como si fuese un gurú, un poeta-gurú.”
–El retorno de Paz a México con Marijó…
–No regresamos a México inmediatamente por las dificultades políticas de esos años. Fuimos nómadas por una temporada. Estuvimos en París unos meses y después en Estados Unidos. Octavio dando clases en distintas universidades. Lo invitaron a inaugurar la Cátedra Simón Bolívar en Cambridge, Inglaterra –que después han ocupado Vargas Llosa, Fuentes y otros–. Nos quedamos un año entero y allí escribió Octavio El mono gramático. Regresamos a México hasta fines de 71. Como no teníamos casa, vivimos en un departamento minúsculo, en una casa de San Ángel. Fue la época en la que se fundó Plural, en el Excélsior de Julio Scherer. En 1972 Octavio fue invitado por la Universidad de Harvard a dar los Norton Lectures, de las que salió otro libro y… seguimos en la vida errante.
“Vine a México por primera vez en 1967, veníamos de la India, para que Octavio ingresase en El Colegio Nacional. Como siempre, los mexicanos fueron muy hospitalarios y amables (Octavio añadiría: “sobre todo con los recién llegados”) y recibimos muchas invitaciones a cenar y a comer. Era el verano. La primera cena a la que asistimos fue en casa de Lupe Rivera; la gran sorpresa culinaria fueron unos chiles en nogada, un platillo que no conocía y que me encantó visualmente. Al día siguiente, en otra comida, en casa de Fernando Gamboa, de nuevo nos sirvieron chiles en nogada y seguimos así cerca de un mes pues cada uno de nuestros amigos me querían hacer conocer lo mejor de la cocina mexicana, era la época de los chiles en nogada. Estaba a punto de enfermarme cuando Rufino Tamayo nos invitó a pasar unos días en Oaxaca. Nos hospedaron en un hotel con los Xirau, Ramón y Ana María. Cada mañana, muy temprano, Olga pasaba por nosotros para ir a desayunar juntos al mercado de Oaxaca. Descubrí otra “delicateissen” mexicana: los chapulines fritos y rociados con limón. Había que comérselos después de un buen trago de mezcal. También tomamos atole y chilaquiles. Después de unos días de este régimen empecé a echar de menos desesperadamente mis queridos chiles en nogada.
“A fines de 1965 pasamos una temporada con Kostas Papaioannou, en un rest-house (una especie de posada de la época del British Raj), cerca de las ruinas espléndidas del Templo de Mahabalipuram, en el sur de la India, al lado del mar.
“Una mañana Kostas nos contó, muy extrañado, que era la tercera vez que desaparecía un calcetín de su closet. Siempre uno y de color diferente. Al día siguiente se repitió el fenómeno, de modo que el pobre Kostas se quedó sin calcetines, devorado por los mosquitos. Durante varias noches discutimos lo que pronto se llamó El Misterio del Calcetín. Kostas decidió que se trataba de los ritos de una secta religiosa, que había visto en el calcetín una nueva encarnación del Dios Vishnu y Octavio creía que se trataba de los manejos de un grupo político que consideraba al calcetín como un atributo del odiado imperialismo occidental. Una noche, mientras conversábamos en la Veranda, a la luz de la luna, vimos atravesar el corredor, silenciosamente, un encantador ratoncito jalando un enorme calcetín rojo, probablemente el último que quedaba. Fue maravilloso descubrir al adorable ladrón del calcetín, pero todavía me pregunto ¡porqué rayos el ratón nunca se llevó un par completo! Alejandro Rossi diría: Era un ratón coleccionista.”
* * * * *
La última pregunta y la última respuesta, tras las cuales Marie-José fecha la entrega del cuestionario el 17 de marzo:
–Octavio Paz como esposo…

–¡Es mejor esposo que escritor!
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