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jueves, 30 de abril de 2009
sábado, 25 de abril de 2009
Toni Morrison / "La escritura siempre es urgente"
Toni Morrison |
TONI MORRISON
"La escritura siempre es urgente"
Andrea Aguilar
Nueva York, 25 de abril de 2009
A lápiz y de madrugada. Así es como empezó a escribir Toni Morrison (Ohio, 1931) a finales de los sesenta cuando era una recién divorciada madre de dos niños pequeños. Pasaba el resto del día trabajando en una editorial. Han pasado 30 años desde aquello pero la escritora, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1993, se mantiene fiel a sus costumbres. "Al principio pensaba que escribía a esas horas por los niños, pero con el tiempo comprendí que me gusta. Escribo a lápiz y luego paso a ordenador los distintos trozos y voy corrigiendo", explica.
Morrison conserva no sólo sus hábitos prácticos como escritora, sino también su personal estilo y su temática. A ellos regresa con fuerza en Una bendición (Lumen), su novena novela. La autora de las aclamadas Ojos azules, Beloved y Jazz, entre otros libros, reconstruye en esta nueva y ambiciosa obra, de apenas 160 páginas, el origen de la perversa alianza de raza y esclavitud en el nuevo mundo. Pasó dos años investigando, hablando con antropólogos y trazando el paisaje que envuelve Una bendición, una historia que ha dividido a la crítica y en la que se aprecia un tono experimental en la confluencia de puntos de vista narrativos. Situada en el siglo XVII, esta historia de amor, amistad y lucha arranca con la voz de una adolescente negra, Florens, a quien su madre entregó a un granjero. "No quería hablar de clérigos, ni de comerciantes ésa es la vieja historia de los peregrinos y lo cierto es que aquí vino mucha gente normal que pensó que encontraría mejores oportunidades. Lo mismo ocurre ahora con los norteafricanos que cruzan a Europa en las pateras", reflexiona.
"Obama es reflexivo y articulado; sabe hablar, y ¡es un buen escritor!"
"El 'burka moderno' es la cirugía plástica que impide saber quién es quién"
Desde hace más de una década Morrison imparte clases en la Universidad de Princeton. Allí ha montado un taller, un curso en el que cada año invita a artistas de distintos ámbitos (desde el violinista Yo-Yo Ma hasta Gabriel García Márquez) a trabajar con sus jóvenes estudiantes.
El pelo canoso y trenzado de Morrison parece de terciopelo; lo lleva atado en una larga coleta. Sus ojos color avellana hacen juego con el tono de su piel. Cuenta que desde finales de enero anda renqueante por una ciática. "La culpa la tiene Obama", dice divertida. En la investidura del nuevo presidente estuvo caminando horas en el frío, vio la ceremonia sentada en una silla de metal "congelada" y cuando terminó y se encontraba comiendo en un restaurante recibió su llamada. Al levantarse de la mesa para contestar se cayó. A pesar de la cojera está feliz con el nuevo presidente. "Ocurrió algo trascendente. Estoy muy, muy contenta y profundamente conmovida", afirma.
Admiradora de Hillary desde los tiempos en que su esposo estaba en la Casa Blanca -fue ella quien le llamó el primer presidente negro-, la escritora empezó a fijarse en Obama. "El debate entre género y raza era algo que no me interesaba, era un lujo que este país no se podía permitir. Estábamos tan mal que este tipo de disquisiciones estaban fuera de lugar. Había que elegir a alguien con la inteligencia y el temperamento que la situación requería. Y Obama lo tiene. Es estable y mantiene la cabeza fría. Es articulado y reflexivo y sabe hablar y ¡es un buen escritor! Me encantó su libro", dice Morrison entusiasmada.
Durante la mítica campaña Morrison estaba terminando de revisar Una bendición, libro en el que toma una nueva perspectiva sobre la lacerante herida de esclavitud y segregación que han sufrido los afroamericanos en Estados Unidos. "Los pobres aquí fueron segregados entre blancos y negros. Los terratenientes se protegieron estableciendo estas divisiones. A menudo para hablar del origen de América se cita 1776 y la lucha contra los ingleses, pero ocurrieron muchas cosas antes de ese momento. La raza se fue asociando a la esclavitud progresivamente", explica.
El trauma que 300 años de esclavitud y segregación dejaron han sido un terreno fértil para la prosa de Morrison. "La gente no hablaba. Cantaban sobre ello en las canciones espirituales en las que hay muchos códigos para contar sus experiencias. Pero querían olvidar, tirar hacia delante", explica. "Incluso escritores como Frederick Douglas no lo hacían. Querían que se abolieran las leyes racistas y no hablar de su sufrimiento". Ella decidió acabar con el silencio. "No quería que otros hablaran por mí. No me parecía sano vivir con ese pasado oculto. Desde entonces mucha otra gente escribe sobre esto. Yo lo hice para entender quién era".
Lo mismo le ocurre a la impulsiva Florens protagonista de su novela, que con arrojo y fuerza cuenta su historia en la granja, su amistad con la leal Lina, su enamoramiento de un negro libre. "Ella escribe desde el principio y se desarrolla según va contando la historia, evoluciona a partir del propio acto de escribir, algo que le otorga un nuevo poder. Es esto lo que vuelve el mundo coherente y así ha sido también para mí. La escritura siempre es urgente". ¿Ha cambiado con el paso de los años como escritora? "Siempre me he sentido en control cuando escribo pero uso distintos lienzos. Mi escritura ahora es más arriesgada y me fío más, me gusta abrir un espacio de diálogo entre el lector y el texto; esto inyecta vida", contesta.
Feminista y luchadora, Morrison retoma con Una bendición Morrison otro de los grandes temas que han marcado su trabajo: la amistad entre mujeres. "Ni siquiera en las novelas de Jane Austen las mujeres eran amigas; de lo único que hablaban era de cómo casarse", comenta. "Esto no era así en la comunidad negra en la que yo crecí, pero en la literatura estaban relegadas. Ahora el sometimiento de la mujer continúa con el burka clásico o con lo que yo llamo el burka moderno, la cirugía plástica que me impide saber quién es quién".
Morrison enarca las cejas cuando alude a los lectores que señalan que sus obras son tristes. No está de acuerdo. "Al final de mis libros los personajes tienen una sabiduría de la que carecían al principio. Hay un rayo de clarividencia que les ilumina, pero digamos que el paraíso no existiría si todo el mundo fuera admitido".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 25 de abril de 2009
viernes, 24 de abril de 2009
Juan Marsé / 'Soy catalán y escribo en castellano, y no veo nada anormal en ello'
Juan Marsé |
Juan Marsé: 'Soy catalán y escribo en castellano, y no veo nada anormal en ello'
Madrid, 24 de abril de 2009
Abrumado por la importancia del galardón y agradecido por el reconocimiento, el escritor barcelonés Juan Marsé ha recogido de manos de Rey el Premio Cervantes, el más importante de las letras españolas, convirtiéndose así en el primer catalán que lo recibe.
La ceremonia, que ha contado con la Reina y con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha celebrado, como cada año, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.
Marsé se ha mostrado emocionado por suceder a dos de sus poetas favoritos, Antonio Gamoneda y Juan Gelman, y ha tenido unas palabras especiales para Carmen Balcells con su lenguaje directo, poco dado a las retóricas: "Mi agente literaria de toda la vida y de la de más allá. Bromeo con ella diciéndole que he dado orden de que, cuando me muera, me incineren y le den a ella un 10% de mis cenizas". Mientras el escritor leía estas frases, Balcells no ha podido contener las lágrimas.
Después de recordar sus inicios en la editorial Seix Barral, cuando sólo era un muchacho que trabajaba en un taller de joyería —"flotaba la idea de que el recién llegado a la trinchera noble mostraría los afanes y virtudes de la clase obrera"— ha asegurado que, a pesar de las miles de teorías sobre lo que es la novela, no hay una cierta. "No me considero un intelectual, sólo un narrador. Bastante trabajo cuesta hacer creíbles y veraces a los personajes".
Defiende la literatura 'sea en la lengua que sea'
También, como había adelantado a su llegada a la ciudad complutense, ha hablado del bilingüismo y ha dejado claro que él es "un escritor catalán que escribe en castellano, y no veo nada anormal en ello". Este escritor, que dejó la escuela a los 13 años, ha defendido la literatura "sea en la lengua que sea".
El premio Cervantes 2008 ha continuado diciendo que la gran dualidad cultural que tanto preocupa "nos enriquece a todos", y ha recordado que a él le obligaron a estudiar castellano en la escuela. Y, en su día a día, desde su infancia, ha estado inmerso en esta dualidad.
Además, Marsé ha aprovechado el discurso para lanzár un órdago a los medios de comunicación que, según ha manifestado, "son abrumadores y no dejan tiempo para la reflexión, en lugar de contribuir a la variedad linguística del país".
Galardonado, entre otras cosas, por su autenticidad, su sensibilidad y su carisma, el escritor de "los perdedores de la guerra civil", hubiera preferido llamarse Ramon Llull o Miguel de Cervantes, pero ha confesado que con éste nombre o cualquier otro, "nunca he querido representar a nadie más que a mí mismo".
La época dorada del cine
El cine, una de sus constantes en su vida, ha estado presente. El autor de 'Últimas tardes con Teresa' ha hecho alusión a la época en la que el cine y la novela iban de la mano, antes del "gran auge tecnológico", recordando a cineastas como Luis Buñuel, Rafael Azcona o Berlanga. También sus primeros contactos con la literatura de quiosco, la memoria histórica, los tiempos de posguerra.
Y cómo no podía ser de otra forma, Marsé no se ha olvidado de su relación con 'El Quijote' y ha recalcado la gran influencia de Cervantes en la literatura. "Si recuerdo bien, a la tercera lo leí de cabo a rabo", ha revelado en su discurso. Casi para cerrar su discurso, el escritor ha querido señalar que "nada es lo que parece". "No lo era entonces para Cervantes, ni lo es ahora para nosotros...", en este momento Marsé ha hecho alusión a "las famosas armas de destrucción masiva, que no hace mucho tiempo muchos juraban haber visto, que al final resultaron ser un par de zapatos".
Juan Marsé (Barcelona, 1933) fue designado como Premio Cervantes el pasado 27 de noviembre. El jurado valoró "la decidida vocación por la escritura" de Marsé, venciendo los elementos personales y su dura vida", además de "su capacidad para reflejar la España de la posguerra". La entrega del premio Cervantes constituye el acto central del Día Internacional del Libro, fecha que coincide con la conmemoración de la muerte de Miguel de Cervantes, el 23 de abril de 1616.
Astor Piazzolla / Otoño porteño
Astor Piazzolla
OTOÑO PORTEÑO
Sublime. Qué otra cosa puede decirse. Astor Piazzolla demuestra que la música es el arte supremo. Pocas expresiones del hombre tienen tanta capacidad de conmover, de estremecer, de revolcar el alma. Hasta las palabras sobran. Hagamos silencio para sumergirnos en la música de Astor Piazolla.
jueves, 23 de abril de 2009
Astor Piazzolla / Escualo
Astor Piazzolla
ESCUALO
Sí, es cierto, soy un enemigo del tango; pero del tango como ellos lo entienden. Ellos siguen creyendo en el compadrito, yo no. Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado, también debe cambiar la música de Buenos Aires. Somos muchos los que queremos cambiar el tango, pero estos señores que me atacan no lo entienden ni lo van a entender jamás. Yo voy a seguir adelante, a pesar de ellos.
Astor Piazzolla, revista Antena, Buenos Aires, 1954.
Vea, además
Astor Piazzolla / Vuelvo al Sur
Astor Piazzolla / Otoño porteño
Astor Piazzolla / Vuelvo al sur
Astor Piazzolla
VUELVO AL SUR
"Vuelvo al sur", un tango cuya letra pertenece al cineasta y político argentino Fernando "Pino" Solanas, fue compuesto como soundtrack de la pelicula "Sur" (1988). Evoca los sentimientos de los exiliados argentinos a causa de la última dictadura (1976-1982). La música de Astor Piazzolla y la letra de Solanas encajan de manera mágica y perfecta. Una pieza inolvidable. Una dulce melancolía. Sin melosería, sin esa cursilería tan propia de las canciones románticas, y con las palabras de cada día, se canta al amor, sentimiento esencial de la vida, que es dolor e intensidad.
Vuevo al Sur
Gotan Project
Vuelvo al sur
Tango
Música de Astor Piazzolla
Letra de Fernando "Pino" Solanas
Vuelvo al Sur,
como se vuelve siempre al amor,
vuelvo a vos,
con mi deseo, con mi temor.
Llevo el Sur,
como un destino del corazón,
soy del Sur,
como los aires del bandoneón.
Sueño el Sur,
inmensa luna, cielo al revés,
busco el Sur,
el tiempo abierto, y su después.
Quiero al Sur,
su buena gente, su dignidad,
siento el Sur,
como tu cuerpo en la intimidad.
Te quiero Sur,
Sur, te quiero.
Vuelvo al Sur,
como se vuelve siempre al amor,
vuelvo a vos,
con mi deseo, con mi temor.
Quiero al Sur,
su buena gente, su dignidad,
siento el Sur,
como tu cuerpo en la intimidad.
como se vuelve siempre al amor,
vuelvo a vos,
con mi deseo, con mi temor.
Llevo el Sur,
como un destino del corazón,
soy del Sur,
como los aires del bandoneón.
Sueño el Sur,
inmensa luna, cielo al revés,
busco el Sur,
el tiempo abierto, y su después.
Quiero al Sur,
su buena gente, su dignidad,
siento el Sur,
como tu cuerpo en la intimidad.
Te quiero Sur,
Sur, te quiero.
Vuelvo al Sur,
como se vuelve siempre al amor,
vuelvo a vos,
con mi deseo, con mi temor.
Quiero al Sur,
su buena gente, su dignidad,
siento el Sur,
como tu cuerpo en la intimidad.
Vuelvo al Sur,
llevo el Sur,
te quiero Sur,
te quiero Sur...
llevo el Sur,
te quiero Sur,
te quiero Sur...
Juan Marsé / Un narrador frente a los intelectuales
Juan Marsé Alcalá de Henares, 23 de abril de 2009 Foto de Uly Martín |
Juan Marsé
Un narrador frente a los intelectuales
23 de abril de 2009
[...] Para la famosa pregunta: ¿qué entendemos hoy por novela?, dispongo de mil famosas respuestas, que nunca [...] me han servido de gran cosa. No me considero un intelectual, solamente un narrador. Los planteamientos peliagudos, la teoría asomando su hocico impertinente en medio de la fabulación, el relato mirándose el ombligo, la llamada metaliteratura, en fin, son vías abiertas a un tipo de especulación que me deja frío y me inhibe; bastante trabajo me da mantener en pie a los personajes, hacerlos creíbles, cercanos y veraces.
Con respecto al trabajo mantengo algunos principios, pocos, que bien podrían resumirse en dos: procura tener una buena historia que contar, y procura contarla bien, es decir, esmerándote en el lenguaje; porque será el buen uso de la lengua, no solamente la singularidad, la bondad o la oportunidad del tema, lo que va a preservar la obra del moho del tiempo. Ciertamente es un utillaje del que no puede uno presumir.[...]
"Mis principios: tener una buena historia y procurar contarla bien"
"Soy un catalán que escribe en castellano. Nunca vi en ello nada anormal"
"Siempre busqué un eco del conflicto entre apariencia y realidad"
"Un escritor no es nada sin imaginación. Ni sin memoria"
En el origen de la vocación, allá por los años cuarenta del siglo pasado, habría en la imaginación del aprendiz de escritor un famoso esqueleto de leopardo sobre las nieves del Kilimanjaro, una imagen germinal que evoca una senda recorrida, de la cual, sin embargo, no queda ningún rastro, ninguna huella. Sería algo parecido al recorrido del Minotauro en su laberinto. Nadie sabe si el monstruo podrá salir, si recuerda el trazado de su propia obra, los oscuros motivos que le indujeron a su construcción, y los meandros y detalles de su intríngulis. Nadie sabe si, en realidad, es prisionero de su obra. Sabemos, eso sí, que Teseo ha sido lo bastante ingenioso para tender un hilo que le permite rehacer el camino y salir. Pues bien, ese hilo, ese ingenioso ardid, no sería otra cosa que el relato literario, la forma inteligible que desvela la personal arquitectura monstruosa, al fondo de la cual se esconde el terrible constructor, con sus sueños y obsesiones, su verdad y sus quimeras. El escritor, en fin. [...] Frente a este misterio [...] siempre me reconfortó recordar algo que dejó dicho el gran poeta, y controvertido ciudadano, Ezra Pound: El esmero en el trabajo, el cuidado de la lengua, es la única convicción moral del escritor.
Lo suscribo, pero con la mayor cautela. Porque pienso que muchas cosas que se dicen o escriben [...] deberían a menudo merecer más atención y consideración que la misma lengua en la que se expresan. Actualmente, los medios de comunicación son tan abrumadores y omnipresentes, se siente uno tan asediado las veinticuatro horas del día por una información tan apremiante, insidiosa y reiterativa, que casi no hay tiempo para la reflexión. La televisión debería contribuir a reconocer y asumir la variedad lingüística y es de suponer que en cierta medida lo hace, pero no parece que nadie se pare a pensar en los contenidos ni en su nefasta influencia cultural y educativa. [...] Soy del parecer que más de la mitad de lo que hoy entendemos por cultura popular proviene y se nutre de lo que no merece ser visto ni oído en la televisión. En la lengua que sea.
Como saben ustedes, soy un catalán que escribe en lengua castellana. Yo nunca vi en ello nada anormal. Y aunque creo que la inmensa mayoría comparte mi opinión, hay sin embargo quién piensa que se trata de una anomalía, un desacuerdo entre lo que soy y represento, y lo que debería haber sido y haber quizá representado. [...] En todo caso [...] nunca he querido representar a nadie más que a mí mismo. [...]
La dualidad cultural y lingüística de Cataluña, que tanto preocupa, y que en mi opinión nos enriquece a todos, [...] puede que comporte efectivamente un equívoco, un cierto desgarro cultural, pero es una terca y persistente realidad. [...]Debo hacer constar que en casa de mis padres apenas había una docena de libros. Antes hubo muchos en lengua catalana, según mi madre, pero, después de una purga preventiva por razones de seguridad, sólo quedaron dos. [...] Los demás libros habían sido sacrificados en una hoguera nocturna, en el jardín de una convecina [...]. Acudieron otros vecinos, todos traían algo que pensaban debía ser quemado. Era poco después de acabada la guerra, yo debía de tener siete años, pero recuerdo muy bien la fogata en medio del pequeño y sombrío jardín, los libros abriéndose al calor como flores rojas, las páginas desprendidas arrugándose y bailando sobre la cresta de las llamas, revoloteando un instante como grandes mariposas negras. [...] Entre los que quedaron en la pequeña librería casera, salvados porque eran en lengua castellana recuerdo cuatro o cinco títulos: El libro de la selva, Genoveva de Brabante, Tarzán de los monos. [...]
La primera lectura completa del Quijote fue, por supuesto, una experiencia especial.[...] Siempre que he revisitado el libro, esa impresión germinal ha persistido. En el corazón del caballero chiflado que no distingue entre apariencia y realidad anida, como es bien sabido, el germen y el fundamento de la ficción moderna en todas sus variantes. [...] Quizá [...] de un modo u otro, consciente o no de ello, he buscado en toda obra narrativa de ficción un eco, o un aroma, de ese eterno conflicto entre apariencia y realidad, que de tantas maneras se manifiesta en el transcurso de nuestras vidas.
Porque yo soy ante todo un lector de ficciones, un amante incondicional de la fabulación. Tan adicto soy a la ficción, que a veces pienso que solamente la parte inventada, la dimensión de lo irreal o imaginado en nuestra obra, será capaz de mantener su estructura, de preservar alguna belleza a través del tiempo. [...]
Debo referirme también, como complemento importante a una formación muy precaria, al cine y a sus queridos fantasmas. [...] A lo largo de más de tres décadas, desde los años veinte hasta mediados los sesenta, antes del auge y el abuso de la tecnología, el cine estableció con la novelística una alianza para intercambiar formas y contenidos, palabras sabias, mitos, una sensibilidad y una estética del gesto, y hasta unos hábitos de comportamiento. La novela asumió la impronta decididamente visual de la narrativa cinematográfica. [...]
También la memoria histórica y sus vericuetos y espejismos, un asunto tan de actualidad, podría ser comparada a una cinta de celuloide sensible e inflamable, con su apagada voz en off [...].
Sabemos que el olvido y la desmemoria forman parte de la estrategia del vivir, tanto en la sociedad civil como en los estamentos del poder, sabemos que hablar de ello en nuestros días conlleva para muchos, todavía, una carga de dolor y resentimiento, suspicacias y malentendidos.[...] Hay una memoria compartida, que no debería arrogarse nadie, una memoria que fue durante años sojuzgada, esquilmada y manipulada. El lenguaje oficial había suplantado al lenguaje real. En la calle y en los papeles las palabras vivían bajo sospecha, muchas cosas parecían no tener nombre, porque nadie jamás se atrevía a nombrarlas, otras se habían vuelto decididamente equívocas y apenas podía uno reconocerlas. [...]
Este desacuerdo entre apariencia y realidad [...] no tiene nada que ver con el glorioso equívoco que propició la locura y forjó la leyenda de don Quijote. Pero son muchas, y todas vigentes, las lecciones que ofrece la obra de Cervantes. Y así, el aprendiz de escritor tomaría buena nota de la primera y más sencilla de todas ellas, esa que dice: Las cosas no siempre son lo que parecen. [...]
Y fue entonces, todavía en años de aprendizaje, cuando la imaginación echó una mirada sobre aquel expolio de la memoria, y le tendió la mano. [...] Ciertamente un escritor no es nada sin imaginación, pero tampoco sin memoria. [...] No hay literatura sin memoria. Hay que acotar nuevas parcelas de la memoria, hacer más denso el laberinto, cuidando, pues, de dejar una traza de hilo, como hizo Teseo aquella vez, para poder volver al exterior, y contarlo. Sobre todo, en lo que a mí respecta por lo menos, persistir en la búsqueda de algo, que nunca he sabido definir, pero que tiene que ver, por encima de cualquier otra finalidad, con alguna forma de belleza.
miércoles, 22 de abril de 2009
Horacio Quiroga / Las medias de los flamencos
LAS MEDIAS DE LOS
FLAMENCOS
Cierta vez las
víboras dieron un gran baile. Invitaron a las ranas y a los sapos, a los
flamencos y a los yacarés, y a los pescados. Los pescados, como no caminan, no
pudieron bailar; pero siendo el baile a la orilla del río los pescados estaban
asomados a la arena, y aplaudían con la cola.
Los yacarés, para adornarse bien, se habían puesto en el pescuezo un
collar de bananas, y fumaban cigarrillos paraguayos. Los sapos se habían pegado
escamas de pescado en todo el cuerpo; y caminaban meneándose, como si nadaran.
Y cada vez que pasaban muy serios por la orilla del río, los pescados les
gritaban haciéndoles burla.
Las ranas se habían perfumado todo el cuerpo, y caminaban en dos pies.
Además, cada una llevaba colgada como un farolito una luciérnaga que se balanceaba.
martes, 21 de abril de 2009
Horacio Quiroga / El hombre muerto
José María Párraga |
Horacio Quiroga
BIOGRAFÍA
EL HOMBRE MUERTO
El hombre y su machete acababan de limpiar la quinta calle del bananal. Faltábanles aún dos calles; pero como en éstas abundaban las chircas y malvas silvestres, la tarea que tenían por delante era muy poca cosa. El hombre echó, en consecuencia, una mirada satisfecha a los arbustos rozados, y cruzó el alambrado para tenderse un rato en la gramilla.
Mas al bajar el alambre de púa y pasar el cuerpo, su pie izquierdo resbaló sobre un trozo de corteza desprendida del poste, a tiempo que el machete se le escapaba de la mano. Mientras caía, el hombre tuvo la impresión sumamente lejana de no ver el machete de plano en el suelo.
lunes, 20 de abril de 2009
Giorgio Agamben / El paseo filosófico de Robert Walser
Robert Walser |
Giorgio Agamben
El paseo filosófico de Robert Walser
Traducción de Gerardo Muñoz
¿Por qué ha sido y sigue siendo Roberto Walser tan importante para mí? Creo ver en su obra algo similar a un experimento, un experimento muy especial, es decir, no simplemente un experimento común. No solo en la ciencia, sino también en la literatura y en la filosofía existen experimentos. Por supuesto que estos experimentos poco tienen que ver con experimentos científicos, en tanto a la factibilidad o exactitud de probar una hipótesis, sino en poner en entredicho la propia condición humana.
El asunto radica en hacer de la existencia humana una transformación antropológica. Y aquel que lleva a cabo estos experimentos arriesga no solo la verdad de sus enunciados, sino la forma misma de su existencia. Esto exige una especie mutación antropológica, a la manera de los primates o la transformación de los reptiles, antes de transformarse en pájaros. ¿Qué tipo de transformación es la que ocurre en Walser?
Walser describe de la misma manera en que Kafka da forma a aquellos que han dejado de ser humanos, aunque continuasen perteneciendo al mundo divino o animal. El experimento que ejerce Walser es tan importante y novedoso como el experimento que Heidegger lleva a cabo en Ser y Tiempo, en tanto la esfera psicosomática es remplazada por un vacío insustancial del ser. Esto no difiere del intento de representar al ser como posibilidad a través de aquello que es imposible. De esta manera, Walser, como Kafka, es un teólogo, si entendemos la teología como lugar en el cual las nuevas figuras serán puestas a prueba.
En mi libro, La Comunidad que viene, comparé las figuras de Walser con las criaturas que habitan en el limbo. Según los teólogos, el castigo de los niños sin bautizo que perecen sin culpa alguna, no recibirán el castigo doloroso del infierno, sino la privación de la gracia de Dios. Como estas criaturas no tendrán acceso al saber supernatural, nunca sabrán que han sido privados del Sumo Bien. El peor de los castigos, o sea la retracción ante la gracia de Dios, es la forma del mal que habita entre aquellos cuyo estado natural de felicidad es el limbo.
La felicidad del limbo es el secreto de las criaturas de Walser. Éstas viven fuera de la maldición y de la salvación. Ignoran a Dios y al hombre, a la ley y al destino. Permanecen para siempre perdidos bajo el abandono de Dios. Aunque quiero apuntar otro ejemplo: pensemos en los personajes de Walser en su novela El Asistente (1907). En Kafka, los asistentes son seres mediadores entre Ángeles y burócratas. La angeología y la burocracia en Kafka son una y la misma cosa. En Walser, en cambio, estos agentes cobran un papel mesiánico.
El gran pensador Sufí Ibn al-Arab recoge figuras análogas que el llama agentes del Mesías o del "Wazara", nombre árabe, plural de Wazir. El Wuzara son aquellos agentes que habitan el tiempo-ahora, característica secular de la era mesiánica que forma parte del día que resta. De esta forma, son traductores del lenguaje divino a la lengua de los humanos. Extrañas criaturas que pasan por desapercibidas entre los árabes.
La idea de que el reino esté presente en el tiempo profano, sólo en formas discretas, evidencia que el estado final se esconde en lo que ahora solo parece usual y risible. Este profundo tema mesiánico es lo que atraviesa las enseñanzas teológicas de Walser.
Los burócratas de Walser parecen ser insuficientes: empleados que realizan un trabajo innecesario. Si se dedican al estudio, lo hacen para aprender absolutamente nada. ¿Y por que deben participar en un mundo sensato, si en realidad es en la locura donde encuentran la verdad?
Mejor dar un paseo.
En las obras de Spinoza hay solo un lugar donde se hace uso del sefardí. Trata de un pasaje donde Spinoza explica la importancia de la causa inmanente, es decir, de una acción propia del mismo agente, donde lo activo y lo pasivo coinciden en una misma persona. Para ilustrar este importante concepto Spinoza se obliga a hacer uso de la lengua materna. Caminar, en el idioma judeoespañol, pasearse es el paseo que el ser indeterminado de Robert Walser logra situar entre la acción y la inacción, entre la pasividad y la actividad, entre el ser y la nada. Este paseo es el paradigma mesiánico que las criaturas de Walser han legado a la humanidad.
Este texto fue una ponencia en la Academia de las Artes de Berlín en torno a la obra de Robert Walser en abril del 2005.
Gerardo Muñoz es estudiante de Literatura y Estética en la University of Florida. Lleva un blog sobre arte contemporáneo Puente Ecfratico.
domingo, 19 de abril de 2009
Javier Tomeo / El sargento Gutiérrez
Javier Tomeo EL SARGENTO GUTIÉRREZ
El Presidente -saltándose por las buenas el escalafón- nombró al Sargento Gutiérrez nuevo Capitán General de todos los ejércitos. Aquel mismo día Gutiérrez, con el pecho cubierto de medallas, subió a la azotea de la torre y contempló el paisaje. Aparentemente nada había cambiado. A sus pies se extendía la ciudad de siempre, con todas sus casas y monumentos, el mismo mar por el este y las mismas colinas por el oeste. Arriba, poco más o menos, el mismo cielo, aunque las nubes fuesen cambiando constantemente de forma y de posición.
Aquello no le gustó. Volvió a su apartamento, cuatro pisos más abajo, llamó por teléfono al Presidente y le dijo que no estaba contento.
-No me parece justo -le dijo- que ahora que soy Capitán General el paisaje sea idéntico al que me rodeaba ayer, cuando sólo era sargento.
El Presidente había cumplido ochenta años y no estaba en edad de dar explicaciones a nadie. Le colgó el teléfono y se quedó tan tranquilo.
-¿Para qué sirve ser nombrado Capitán General si luego nos dejan con la palabra en la boca? -se preguntó Gutiérrez-. ¿Para qué sirve ser general, si a nuestros pies el mundo continúa como siempre?
Se consoló pensando que tal vez las cosas fuesen cambiando poco a poco. «Eso es lo más probable», se dijo. Se fue a dormir y a la madrugada siguiente volvió a la terraza y esperó que se hiciese de día.
Cuando salió el sol todas las cristaleras de las casas orientadas hacia el este centellearon por un momento con reflejos sangrientos.
«Eso también sucedió ayer», se dijo.
No perdió la paciencia y siguió esperando, pero media hora después las cosas continuaban como siempre. Las mismas iglesias, las mismas cúpulas, los mismos campanarios y los mismos palacios. Las mismas casas apretadas en torno a la catedral. Las mismas antenas sobre las azoteas y los mismos pararrayos. Los mismos canarios encerrados en las mismas jaulas. Los mismos cretinos de costumbre yendo y viniendo por las calles.
«No tengo más remedio que recurrir a la aviación», se dijo entonces Gutiérrez.
Y eso es lo que hizo, sacar a los cuarenta bombarderos que se estaban oxidando en los hangares. Ésas fueron las órdenes que dio a su lugarteniente primero, para que luego las transmitiese al lugarteniente segundo, y así sucesivamente. Los grandes aviones alzaron el vuelo, pasaron cuatro veces por encima de la ciudad y soltaron todas sus bombas.
Al cabo de un par de horas, Gutiérrez abandonó el refugio, regresó a la terraza y se encontró con la ciudad ardiendo. Posiblemente en el bombardeo hubiesen muerto bastantes ciudadanos. Cuando se disipó el humo de los incendios constató que el paisaje era el mismo. La ciudad había perdido algunas casas pero se la podía reconocer fácilmente.
«Algunas veces las cosas no salen a la medida de nuestros deseos», pensó entonces.
Quiso presentar la dimisión, pero el Presidente, que estuvo a punto de morir en el bombardeo, no se la aceptó. Gutiérrez, por lo tanto, no tuvo más remedio que seguir representando su papel de Capitán General y continuar viendo el mundo con sus ojitos de sargento poco ilustrado y brutal.
Lea, además BIOGRAFÍA DE JAVIER TOMEO |
sábado, 18 de abril de 2009
Javier Tomeo / El asesino
EL ASESINO Javier Tomeo
Cuando terminó aquella película de miedo no se encendieron las luces de la sala. Todo continuó a oscuras. Sólo se veía la bombilla roja que señalaba la puerta de los servicios. Algunos espectadores se armaron de valor y no tuvieron problemas para encontrar la salida. Otros, pensando en el asesino de la película, tuvieron miedo y continuaron en sus asientos. Juan K., por ejemplo, fue de los que no se atrevieron a moverse. Cerró los ojos -uno, por cierto, era más grande que el otro-, se cruzó de brazos y trató de animarse pensando en su novia francesa, que era lo más contrario a la muerte entre todas las cosas que conocía.
Media hora después, al abrir otra vez los ojos, advirtió que los demás espectadores le habían dejado solo y que el asesino estaba sentado a su lado.
-Vamos a ver -le preguntó aquel canalla, mientras su mano derecha acariciaba la empuñadura del puñal-, dígame cuáles son los motivos que tiene usted para continuar vivo.
-Tengo una novia francesa -le contestó Juan, procurando que no le temblase demasiado la voz.
El asesino no esperaba una respuesta como aquélla y se quedó pensando. Luego le pidió que le explicase un poco cómo era la chica y Juan le dijo que era rubia y tenía los ojos azules.
-Eso no es suficiente -masculló el asesino, sin apartar la mano del puñal-, dígame, por lo menos, cómo se llama.
Juan le dijo que se llamaba Jacqueline y que, además de los ojos azules, tenía una vocecita de niña perdida en el bosque que le ponía cachondo.
-Me parece que es usted bastante guarro -le dijo entonces el asesino.
Y levantó el puñal con las peores intenciones. Juan pidió auxilio y se acercaron corriendo los acomodadores, que hasta aquel momento habían estado en el vestíbulo jugando a los chinos. Se abalanzaron sobre el asesino y le redujeron en un abrir y cerrar de ojos.
Lo malo fue que luego no supieron qué hacer con él, si llevarle a la comisaría, que estaba dos calles más arriba, o devolverle a la ficción de la que procedía.
-Reconozco que no es fácil encontrar el camino que conduce desde la realidad hasta la fantasía -les dijo el Subdirector General de Política Hidráulica, personado en el lugar de los hechos.
Pidieron consejo por teléfono al Director General y decidieron encerrar al psicópata asesino en un cuarto trastero y tenerle quince días a pan y agua.
Una semana más tarde el asesino consiguió escapar y regresar por su cuenta y riesgo a la ficción. No pudo, de todas formas, recuperar su papel de asesino porque mientras estuvo fuera la película de terror se había convertido en una dulce historia de amor, protagonizada por otra Jacqueline de ojos azules y un Juan asimétrico que también tenía miedo de la oscuridad, pero que no podía oír la vocecita de su enamorada sin que se le revolucionasen todos los sentidos.
Javier Tomeo Cuentos perversos Anagrama, Barcelona, 2002 Lea, además BIOGRAFÍA DE JAVIER TOMEO |
viernes, 17 de abril de 2009
Mick Jagger y otros amantes de Carla Bruni
Mick Jagger |
Mick Jagger y otros amantes
de Carla Bruni
Mick Jagger, Eric Clapton y Kevin Costner,
entre los amantes de Carla Bruni
La primera dama francesa, Carla Bruni, tiene su propio catálogo de sus 30 amantes. Así lo dice una de las canciones que ella misma ha escrito en su último álbum: "Soy una niña, a pesar de mis 40 años, a pesar de mis 30 amantes".
por Agencias25 de Junio de 2008 | 11:25
El lanzamiento del nuevo trabajo discográfico de Carla Bruni, "Como si nada hubiera pasado", está programado el 21 de julio, aunque ya ha trascendido la letra más controvertida del disco: "Je suis une enfant, Malgré mes quarante ans, Malgré mes trente amants, Je suis un enfant" ("Soy una niña, A pesar de mis 40 años, A pesar de mis 30 amantes, Soy una niña").
Carla Bruni Foto de Helmut Newton |
La pregunta del millón es quiénes son los integrante de la lista de los treinta amantes. Excluidos los anónimos, puede establecerse una lista en la que ese encuentran políticos y actores; jóvenes y ancianos; ricos y pobres.
Louis Bertignac. Ocupa el primer lugar porque fue probablemente el primero. Conoció a Bruni cuando era adolescente. Y la sedujo porque él era guitarrista en el grupo de culto en los ochenta: Téléphone.
Arno Klarsfeld. Abogado, 43 años, sexyman y voluntario en el ejército israelí. Protagonizaron un idilio intenso y mediatizado. Mediatizado por los paparazzi, se entiende. Y es que Bruni había acudido a los brazos de Arno en 1994 después de haber roto su relación con Vincent Perez.
Vincent Perez. Actor suizo de origen español, 46 años y sin acento en la é. Se enamoró de la top model en 1993 y consiguió retenerla varios meses en los términos de una pareja formal. Estudiaron la posibilidad de casarse, aunque un repunte del lío de Carla con Mick Jagger malogró el proyecto.
Mick Jagger. El líder de los Stones se amancebó con la turinesa en el club Bains Douches (1991). Era un mito personal y el icono de una época que Carla Bruni recuerda como «loca y trepidante».
Jean Paul Enthoven. Editor y periodista casi 20 años mayor que ella. Mantuvieron unos amores efímeros hasta que la top se encariñó con su hijo. De nombre, Raphael y de profesión, filósofo tenebroso. Con Raphael tuvo un hijo que se llama Aurélien y ha cumplido cinco años.
Donald Trump. Carla Bruni se ha ocupado de definir al tycoon yanqui en un memorial apócrifo: «Creía que podría comprarme con sus dólares. Pero se equivocaba. El dinero nunca me ha interesado».
Laurent Fabius. Primer ministro socialista y cachorro prodigio de Mitterrand. Buen orador, amante reputado y coartada del izquierdismo de la Bruni. Que nunca hubiera votado a Sarkozy.
Leos Carax. Realizador francés, artista polifacético. Escribió a pachas con Bruni el mayor éxito musical de la cantante: Quelqu'un m'a dit. E hicieron juntos otras cosas.
Eric Clapton y Carla Bruni |
Eric Clapton. Le regaló cinco canciones que nunca se han editado. Bruni las conserva como un tesoro. Y todavía no se ha atrevido a divulgarlas. Sería como abrir la caja de Pandora.
Kevin Costner. El intocable se enamoró de Carla y mantuvieron un romance desigual. Por la edad y por las pretensiones. Ya se sabe que la primera dama abomina(ba) de la monogamia.
Dimitri de Yugoslavia. Un anacronismo atractivo y divertido. Sin trono ni reino ni nadie que le comprenda. Diseña joyas.
Christopher Thompson. Hijo de la realizadora Danièle Thompson. Bien plantado, más joven que Carla. Tuvo su papel como epígono de Ken Brillos, aunque flojeaba en las conversaciones.
Charles Berling. Actor francés que divide sus pasiones entre los coches deportivos y las modelos. Bruni pertenecía a la segunda categoría, aunque le adelantó por la derecha.
Florent Pagny. Cantante. No está claro si Carla Bruni acudió a consolarlo cuando rompió con Vanessa Paradis o si rompió con Vanessa Paradis después de haberlo consolado. Temporada 1991-92.
Nicolas Sarkozy. El último. Se conocieron en noviembre de 2007, formalizaron la relación un mes después y se casaron en febrero de 2008. Carla Bruni buscaba a un hombre "de poder nuclear". Y lo ha encontrado, publica el diario español El Mundo.