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lunes, 14 de octubre de 2019

Jorgelina Soulet / Dos poemas

Women in the wind
Escultura, bronce
Stig Blomberg
Jorgelina Soulet
DOS POEMAS


Leí en diarios y revistas
que practicar deportes
genera endorfinas
moléculas de felicidad.
Entonces ansié
salir a correr bajo la lluvia
o subirme a la bici
y rodar
hasta que se haga la sonrisa
pedalear
para ver el mundo
con los ojos chinos de reír.
Quise además
hacer boxeo
saltar con garrocha
lanzar la bala
la jabalina
con arcos y flechas
dar en el blanco.
Anhelé zambullirme
en una pileta olímpica
romper el agua
hacer burbujas
de alegría submarina.
Correr maratones
que me devuelvan
el viento en la cara
la gota que cae por la sien
y el trotecito al corazón.



Women in the wind
Escultura, bronce
Stig Blomberg

La ferretería era
el paraíso de mis amigas
la envidia tal vez.
Llegaban y querían
abrir las puertitas
revisar los cajones
escudriñar los estantes.
Pero la atracción cumbre era
subir a la escalera con rueditas
elemento cardinal del universo ferretero.
Cuatro armazones de madera robusta
prolijamente lustrados
macizos
imponentes.
Una guía de hierro
las mantenía suspendidas en la altura.
Era un ritual
correr por el pasillo
apoyar un pie
y con el otro dar uno, dos
cuatro enviones.
Trepar los peldaños
mientras se deslizaba
era un desafío
y cerrar los ojos
la prueba máxima.
Un ir y venir
una hamaca celestial
un trapecio.
Soltar las manos
sentir el aire oxidado
la cal y el cemento
la pintura penetrando las narinas
pero seguir rodando.
Cuándo fue
que dejé de jugar
y bajé las escaleras
para asentarme en la tierra.
Cuándo empecé a resbalar
peldaños abajo
y abandoné la costumbre
de sonreír en la cúspide.
Cómo fue que preferí
el alambre de púas
a las escaleras flotantes.

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