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sábado, 7 de septiembre de 2024

Yasushi Inoue / Mi madre / Reseña de Raúl Cuello





Yasushi Inoue
Mi madre


Raúl A. Cuello
5 de enero de 2023

En una misiva fechada el 14 de marzo de 1988 que Peter Handke le envía a Yasushi Inoue con motivo de su viaje a Tokio, descubrimos que el multifacético austríaco profesa una suerte de admiración por el maestro japonés; sobre todo se siente llamado a “seguir sus visiones”, agregando que “a sus iluminaciones no necesito creerlas: están ahí en el libro, como hechos”. Siguiendo esta línea, se podría decir que el libro Mi madre (originalmente titulado “わが母の記”, algo que podría interpretarse como “Crónica de mi madre” o “Historia de mi madre”, o, si se quiere, literalmente como “El diario de mi madre”) trata efectivamente de las diferentes visiones que el narrador tiene sobre la degeneración cognitiva de su progenitora. Acaecida quince años después de la muerte del padre, la historia de una anciana que pierde la memoria se nos presenta en un tableau tripartito; bajo los títulos “Bajo los cerezos en flor”, “Claro de luna” y “El rostro de la nieve”, seguimos un espiralado curso que avanza por retrocesos. Pareciera como si para Inoue fuese necesario recordarnos una y otra vez ciertos episodios capitales de la evolución de su madre y fuese preciso, a su vez, llevarlo a cabo a través de frases muy similares, incluso por momentos idénticas y que se asemejan a las diferentes capas de una pintura al óleo. Uno tiene la sensación de que, por agotamiento de una forma, el autor busca la vía regia para generar el efecto de verdad, la partícula clave que hace a la experiencia. Este parece ser el medio de expresión que resalta Handke en su carta, uno que no necesita de grandes proezas de la técnica, y que sin embargo tiene el poder de hipnotizar al lector a fuerza de iteraciones.



Hay algo, sin embargo, que resulta llamativo en este libro y que mencionamos al pasar aguas arriba, y es que, a pesar de su título, arranca con el deceso del padre. En esta introducción a la verdadera historia que se va a contar se encuentra una de las reflexiones más poderosas que uno podría hallar en torno a los efectos de la heredabilidad: “Aparte de todos aquellos gestos y ademanes, también me sobrevino la idea de que podía estar asimilando la forma de pensar de mi padre. Mientras trabajaba, a menudo me levantaba de la mesa para sentarme en la silla de mimbre del porche y zambullirme en pensamientos completamente ajenos a lo que tenía entre manos, con la mirada fija en las ramas del viejo olmo, que se esparcían en todas las direcciones. Entonces sentía como si estuviera contemplando un profundo abismo abierto delante de mí, sin poder librarme de la sensación de que mi padre se perdía en sus pensamientos del mismo modo en que lo hacía yo ahora”.

El resto del libro trabaja las temáticas habituales que atacan a la senectud: pérdida de la identidad, desconocimiento de los semejantes, comportamientos erráticos y/o repetitivos, abandono de toda propensión a la afectividad, etc. La madre del libro representa cabalmente el memento mori elemental que nuclea las identidades de los personajes que, en su escala coral, van construyendo un mosaico; no son sino ellos los que encarnan las diferentes facetas de un cristal que se rompió, desgajando a su paso las virtudes de un paraíso perdido: el que cotejamos como recuerdo.

 

Yasushi Inoue, Mi madre, traducción de Marina Bornas, Sexto Piso, 2022, 164 págs.


OTRA PARTE


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