Mijaíl Shishkin, escritor y opositor a Putin: “El alma rusa es un invento de Occidente”
El autor repasa la historia de su país y de su familia en el ensayo ‘Mi Rusia. La guerra o la paz’ para tratar de aclarar la visión que se tiene del Kremlin fuera de su país. “Ni Biden ni Trump van a poder vencer en esta guerra para salvar la democracia”, afirma.
Andrea Aguilar
Madrid, 7 de junio de 2024
Más de 35.000 ejemplares vendidos en Finlandia y nuevas traducciones a 20 idiomas —entre ellas al español por Pablo Alejandro Arias para el sello Impedimenta— han dotado de un nuevo empuje al libro Mi Rusia. La guerra o la paz, que Mijaíl Shishkin (Moscú, 63 años) publicó hace cinco años. Cansado de comprobar que los especialistas occidentales en Rusia “no se enteraban de nada o decían aquello por lo que les pagan desde Rusia”, decidió escribir por primera vez en una lengua que no es la suya materna, el alemán, para mostrar su visión de la historia de su país de origen y de su familia.
Shiskin llegó a Suiza en 1995 y hoy tiene también la nacionalidad helvética. Su trabajo como novelista ha sido distinguido con el Premio Booker ruso y el premio Strega europeo, entre otros reconocimientos. En el prólogo a la edición española de Mi Rusia se refiere al ataque ruso a Ucrania en 2022 como “la continuación de una guerra infinita que durante siglos viene librando el sistema autoritario de Moscú contra su propio pueblo y contra el mundo entero”, y lamenta que lo que esbozó en ese ensayo en 2019 “cada día que pasa se vuelve más actual”. Contundente y claro en su crítica al Kremlin, Shiskin se pregunta: “¿Cómo lavarse el silencio? ¿Dónde está la frontera entre el silencio para salvarse y la infamia?”
El pasado 2 de junio Shishkin ofreció una charla en la Feria del Libro de Madrid, y unas horas antes concedió esta entrevista en la Residencia de Estudiantes. Vestido con polo blanco y pantalón claro, con un hablar pausado y torrencial, Shishkin parecía más dispuesto al formato conferencia que al de una conversación. “Con este libro traté de describir el futuro de Rusia y ahora vivimos en ese futuro monstruoso”, explicaba.
La guerra de 2014 le hizo sentir que era urgente escribir el ensayo. “Occidente no lo estaba ni viendo ni entendiendo. Traté de impulsar el boicot a los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, pero ¿quién le hace caso a un escritor? Tras aquellos Juegos se produjo la ocupación de Crimea. Luego vino el Mundial de fútbol en 2018. Volví a pedir el boicot en televisiones y radios, pero los países occidentales no querían verlo, aunque había miles de muertos, heridos y desplazados”, recordaba. “Todos se presentaron y aquello sirvió a Putin para dar por hecho que se aceptaba su agresión. Así llegamos a 2024″.
Shishkin detecta la incomprensión por parte de Occidente cuando trata de acercarse a Rusia en asuntos tan dispares como la literatura o la perestroika. “Al mirar la literatura de los autores del siglo XIX pensaban que los libros eran un espejo, sintieron que el trabajo de Tolstói y Dostoievski era tan distinto a todo lo demás que se inventaron el alma rusa, un concepto occidental”, afirmaba. Sobre los años del Gobierno de Gorbachov y la caída del régimen soviético recordaba una charla que le invitaron a dar en una universidad en Suiza en aquellos primeros noventa y lo poco que gustó que les dijera a los estudiantes que no saldría nada de aquellos grandes planes de negocio en Rusia. También hablaba de su experiencia como traductor para bancos suizos a finales de los noventa y principios del siglo XXI y cómo se aceptaban “miles de millones de dinero negro ruso” sin que nadie planteara objeciones.
“Si conoces la historia del país puedes trazar una línea hasta el futuro. Hoy estamos en ese lugar y ante la tremenda masacre cualquier cosa relacionada con Rusia tiene una imagen negativa. Por eso hay que dejar claro que la lengua rusa no pertenece a Rusia, hay muchos escritores rusoparlantes, como la premio Nobel bielorrusa Svetlana Alexiévich. Hay autores en Israel y en Alemania que también escriben en ese idioma. ¿A quién pertenece?”, planteaba.
Desde 2013 él se ha negado a representar a su país de origen en ferias y eventos literarios internacionales. “No quiero representar una dictadura criminal, sino una Rusia libre”, subrayaba. Shishkin considera que la literatura rusa siempre ha estado llamada a servir al Estado: una y otra vez se empleaban los libros para “educar a la gente en el llamado patriotismo, en esa conciencia patriarcal o tribal que se intenta inculcar”.
En Rusia solo se toma el poder por la fuerza: [a Navalni] lo mataron y con él se fue la idea de una transición política pacífica”
En el líder de la oposición Alexéi Navalni, fallecido en prisión este febrero, el escritor veía “un tipo de político absolutamente nuevo para Rusia porque quería jugar con las normas de una democracia europea, ganarse a las masas y llegar al poder de una manera justa y limpia en unas elecciones”. Pero, recordaba, “en Rusia solo se toma el poder por la fuerza: lo mataron y con él se fue la idea de una transición política pacífica”.
Durante 2011, Shishkin vivió en Rusia y participó en todas las manifestaciones que hubo. Hoy considera que la protesta política no tiene ninguna oportunidad. “Rusia se encuentra en un círculo diabólico porque la oposición pacífica ha sido destruida y es imposible que funcione, y la protesta violenta solo llevará a otra dictadura”, estimaba y se refería a los batallones de rusos que están luchando en el frente con el bando ucranio.
La guerra de Putin, según Shishkin, es total y va contra Occidente. “Apoya tanto a la extrema derecha como a la extrema izquierda porque quiere desestabilizar la UE. Su arma principal es el dinero, que en Francia y Alemania va dirigido a los extremos. Y el terrorismo islámico es otra de sus armas. Sabemos de sus vínculos con Hamás y con los grupos que han actuado en Europa”, afirmaba.
¿Se está reescribiendo el fin de la Guerra Fría? “Hubo líderes blandos que quisieron apaciguar a Hitler y gracias a aquello llegaron otros fuertes capaces de frenarle. Hoy no veo esos líderes, ni siquiera Macron. Ni Biden ni Trump van a poder vencer en esta guerra para salvar la democracia”, respondía. A la vista de todo esto, ¿hay algún margen para el optimismo? “Sí, yo lo soy. La humanidad pasó del canibalismo al Estado de Derecho, simplemente algunos países han seguido un camino más recto que otros. En Rusia ha habido dos intentos de democracia: en 1917 y en los años noventa. Confío en que la próxima vez dure un poco más”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario