Gabriel García Márquez
Tres citas de una obra maestra
PILAR TERNERA
Había perdido en la espera la fuerza de los muslos, la dureza de los senos, el hábito de la ternura, pero conservaba intacta la locura del corazón.
EL CORONEL AURELIANO BUENDÍA
Todo el mundo quedó en paz, menos Aureliano. La imagen de Remedios, la hija menor del corregidor, que por su edad hubiera podido ser su hija, le quedó doliendo en alguna parte del cuerpo. Era una sensación física que casi le molestaba parar caminar, como una piedrecita en el zapato.
ÚRSULA IGUARÁN
—¡Carajo! — gritó.
Amaranta, que empezaba a meter la ropa en el baúl, creyó que la había picado un alacrán.
—¡Dónde está! —preguntó alarmada.
—¿Qué?
—¡El animal! —aclaró Amaranta.
Úrsula se puso en dedo en el corazón.
—Aquí —dijo.
Gabriel García Márquez
Cien años de soledad
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