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sábado, 9 de octubre de 2021

Kjell Askildsen / El arte de la desdicha

 



KJELL ASKILDSEN 

El arte de la desdicha


Winston Manrique Sabogal
29 de diciembre de 2006

"NOTÉ DENTRO de mí una especie de desgana por volver a casa, y de repente pensé, y fue un pensamiento nítido y claro: Ojalá estuviera muerta". "Yo me quedé sentado, reflexionando sobre la distancia entre un pensamiento atrevido y un acto concreto". Son dos frases de dos relatos conectados sólo por la inmersión que hace el autor noruego en la cotidianidad y rutina del ser humano. Dos frases que retratan el objetivo temático y estilístico de Kjell Askildsen. Uno de los más respetables escritores noruegos vivos que lleva más de medio siglo como aséptico notario de la soledad y del solitario. De aquello que acecha a las personas solas, en pareja o en compañía. Su último libro de relatos editado en España, Los perros de Tesalónica, así lo confirma.

Askildsen logra mostrar los miedos agazapados y la hibernación de los rencores, del cinismo de la maldad, de la infelicidad de la rutina y de los sentimientos que el ser humano esconde bajo bellas y formales palabras y gestos. Arrostra con pulso firme y elegante los fantasmas interiores que arrastran las personas en las situaciones normales. Da cuenta del tictac del desaliento emocional hasta convertirse en un gran escritor del relato. Minimalismo, asfixia, vacío, soledad, sombrío o despiadado son palabras que suelen acompañar las reseñas y críticas sobre la obra de este autor narrador noruego. Mientras que Hemingway y Carver, por el estilo, y Kafka, Beckett y Camus, por el contenido, son los nombres con los cuales se les suele comparar. Y habría que añadir a Dylan Thomas. Porque las historias de Askildsen recuerdan el ambiente y la tensión creadas por el poeta y narrador británico en sus relatos. No son los mismos temas, pero sí la maestría con la cual crea esa atmósfera en la que se sabe que la historia narrada está emboscada por fuerzas y vibraciones impregnadas de infortunio. La historia contada avanza sin prisas, pero el lector tiene la seguridad de que se avecina una pequeña catástrofe personal, íntima. Sabe que el horror de la vida está a punto de desenmascararse. En cualquier instante.


La mirada de Askildsen es nítida y clara. Sincera. Y contundente y despiadada como el personaje del cuento al que se hace referencia al comienzo de este artículo. Askildsen sabe, y nos recuerda, que son más lúcidos y nítidos los sentimientos no positivos, al ser menos impuros en cuanto al sentir en la medida en que no generan dudas. De la misma manera que esos sentimientos y pensamientos inhibidos están invadidos de ambivalencias a la hora de actuar. Una ventaja para la convivencia. Es el precio, viene a decir el autor. Y el lector lo reconocerá al sentirse observado por resquicios que creía secretos.


Kjell Askildsen es autor de Los perros de Tesalónica, Un vasto y desierto paisaje y Últimas notas de Thomas F. para la humanidad (Lengua de Trapo).


EL PAÍS


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