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miércoles, 1 de mayo de 2002

Dos novelas y una película / Federico y las ficciones



Federico y las ficciones

Dos novelas y una película retoman como motivo de inspiración el asesinato del autor de 'Yerma'


Alejandro V. García
Granada, 1 de mayo de 2002

Los enigmas que planean sobre las circunstancias del asesinato de Lorca constituyen un acicate para los autores de ficción. Pero ¿hasta qué punto la mezcla de verdad e invención confunde a los lectores? ¿Puede ser verídico el contenido de una novela? Tres escritores unidos por la misma obsesión hablan de sus libros sobre el poeta granadino.



Federico García Lorca fue asesinado hace 66 años pero aquel episodio, y los enigmas aún sin aclarar sobre la autoría o el paradero del cadáver, siguen aguijoneando la fantasía de los creadores. Dos novelas han coincidido en las librerías, El silencio de los Rosales (Planeta, 2002), de Gerardo Rosales, y El hombre que delató a Lorca (Port Royal, 2002), de Fernando de Villena. Además, el realizador Miguel Hermoso comienza este mes el rodaje de La luz prodigiosa, una película basada en una novela de Fernando Marías. Salvo Marías, las restantes personas citadas son granadinas. Es su primer punto en común.



El segundo es su fijación por Lorca y, en especial, por las circunstancias de su muerte en 1936. La tesis más atrevida es la que sostiene la película de Miguel Hermoso sobre la novela del bilbaíno Fernando Marías: Lorca sobrevivió al fusilamiento y malvivió, amnésico, durante muchos años. Un problema común estriba en la dificultad que entraña mezclar realidad y ficción, sobre todo cuando la realidad ha sido investigada minuciosamente.
'Mi novela es una fábula con cierto tono poético y semejanzas con el cuento gótico. Fue una idea repentina, después de ver un documental sobre los auténticos protagonistas de Bodas de sangre. Pensé que Lorca pudo haber sobrevivido. Naturalmente se trata de una ficción pero perfectamente verosímil porque el cadáver no ha aparecido. Al lector, lo que le atrae es la posibilidad de que el protagonista sea Lorca', señala Marías.
¿Confunden las aproximaciones fantásticas a los lectores que no saben dónde empieza la invención y dónde termina? 'Mi novela no es una ofensa a los investigadores ni a la verdad histórica. Yo no toco al Lorca existente, sino al Lorca tirado y malherido en un camino de un amanecer de agosto de 1936. Sí hubiera sido un error reescribir la historia', matiza Marías.
Gerardo Rosales, miembro de la familia que escondió a García Lorca hasta su detención, ha tratado, mediante otra novela, de reconstruir los primeros días de la guerra española y 'hacer un acto de justicia con mis antecesores'. Rosales asegura que el historiador es tan subjetivo como el novelista y agrega que nunca dudó al elegir entre novela y ensayo.
'Lo más cercano a la ficción en la novela son las conversaciones entre los personajes, ya que no hay documentación fiable aunque están basados en diálogos reales. Con las anécdotas ocurre igual. Cada lector lee siempre un libro diferente, igual que cada espectador ve una película, pero mi novela tiene un rigor histórico superior incluso a algún ensayo', precisa Rosales.
Es más. Rosales afirma que ha recibido cartas de expertos lorquianos que reconocen que el relato posee un 'rigor fundamentado' en el respeto a la cronología de los acontecimientos. 'Ha habido alguna queja, pero no por distorsión de los hechos sino porque los descendientes entienden que los familiares debían quedar en una situación menos comprometida'.
Rosales asegura que el recurso a Lorca y a la guerra civil como elemento de ficción viene dado por cierto desencanto con la sociedad actual. 'La sociedad actual no nos invita a hablar de ella', alega.
Por su lado, Fernando de Villena vincula en su libro la muerte de Lorca con el asesinato de otros poetas en la Granada medieval y lanza la hipótesis de que el motivo fuera una querella literaria. 'He inventado la figura de un poeta modernista atacado por el círculo de Lorca' que se venga de él.
'El narrador o el poeta son a veces profetas y marcan un posible camino que a la larga sirve al investigador. Yo soy doctor y mi novela también es la de un investigador', dice. 'Me hubiera gustado mantener los nombres reales pero los cambié por exigencias del editor para evitar problemas. En Granada la muerte de Lorca aún tiene vigencia y no se puede hablar de ella como por ejemplo en Barcelona'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 1 de mayo de 2002

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