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sábado, 20 de enero de 2007

Haruki Murakami / Tokio blues fue sólo un experimento

Haruki Murakami


hARUKI MURAKAMI 

"Tokio blues' fue sólo un experimento"


VIRGINIA COLLERA
Madrid 26 FEB 2007

Haruki Murakami (Kioto, 1949) ha vendido cerca de cuatro millones de ejemplares de 'Tokio blues', novela convertida en 'best seller' y que difiere bastante del resto de sus obras. El escritor confiesa que le gusta crear historias que causen desconcierto en sus lectores y que se deja la piel cada vez que publica una de ellas. En 'Kafka en la orilla', la última novela publicada en España, rinde homenaje a Franz Kafka.


"Yo lo único que hago es perseguir las imágenes que acuden a mi mente y, siguiendo ese flujo, voy escribiendo"
"Soy incapaz de sentir interés en novelas que no causen desconcierto a los lectores"
"En principio me interesaba más hacer cine y teatro, pero no estoy hecho para el trabajo en equipo" "
Tardo varios años en escribir una novela larga dejándome, literalmente, la piel en ello"

"El novelista Haruki Murakami celebra hoy su cumpleaños", escuchó decir a la voz que salía de la radio. Casi derrama el agua que estaba hirviendo para prepararse el primer café del día, el que se toma al alba, a eso de las cuatro de la madrugada, cuando se sienta a escribir frente a Ryoto, su Mac. Sintió una punzada: su cumpleaños ya no le pertenecía sólo a él, era de dominio público. Y es que se dio cuenta de que se acababa de convertir en un escritor reconocido, él que alguna vez ha dicho que cuando no escribe le gustaría, simplemente, dejar de existir.
En 1978, en el estadio japonés de Jingu, Haruki Murakami (Kioto, 1949) asistía a un partido de béisbol entre los Yakult Swallows y los Hiroshima Carp. David Hilton salió a batear y, en el instante en que golpeó la bola, se dio cuenta de que quizás él también podía escribir una novela. "En principio, me interesaba más hacer cine y teatro, pero ya en la universidad me di cuenta de que son tareas de creación en grupo, y yo, dado mi carácter, no puedo estar tranquilo si no puedo asumir la responsabilidad plena y controlar hasta el mínimo detalle. Tal vez se deba a que soy hijo único, pero no estoy hecho para el trabajo en equipo", explica. Quizás esta condición de hijo único también le haya legado un carácter un tanto huraño.



A Murakami no le gustan las entrevistas, ésta se realizó vía correo electrónico y hubo de traducirse al japonés -a pesar de que su manejo del inglés es excelente-, se niega a ir de promoción y, cuando lo hace, protagoniza situaciones como la siguiente: en una firma de libros en Londres, Murakami sólo accedió a firmar un libro por persona y advirtió que nada de dedicatorias, sólo autógrafos.
Un pequeño baile de números nos transporta hasta 1987, fecha de publicación de Tokio blues (Norwegian Wood) en Japón. Hasta entonces, Murakami no había rebasado el umbral de los 100.000 libros, pero con Tokio blues llegó a los cuatro millones. Entonces huyó. Dejó Japón y se instaló primero en Europa y luego en Estados Unidos.
En 2005, la editorial Tusquets publicó el best seller murakamiano, que repitió éxito en España: ya va por la undécima edición y sigue acaparando los mejores lugares en las librerías y logrando efectos como el siguiente: "Tokio blues dejó una huella imborrable en mi memoria y en mis sentidos... Estoy a punto de salir a comprar Kafka en la orilla", escribe un entusiasmado internauta en la web(www.tusquets-editores.es/murakami/) que la editorial Tusquets ha habilitado precisamente para ese libro, Kafka en la orilla, el último de Murakami en España, que ya va por las cuatro ediciones desde su publicación en noviembre de 2006.
La cronología de las obras de Haruki Murakami en España es la siguiente: Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (2001), Sputnik, mi amor (2002), Al sur de la frontera, al oeste del sol (2003), Tokio blues (Norwegian Wood) (2005) y, finalmente, Kafka en la orilla, en 2006. La cronología de creación es bien distinta: escribió primero Tokio blues y luego todas las demás novelas, a las que gradualmente fue restando realismo y agregando las suficientes dosis de fantasía.
"No tengo interés en escribir novelas largas con estilo realista, pero decidí que, aunque sólo fuera una vez, iba a escribir una novela realista. Tokio blues fue un simple experimento. Personalmente, a mí me gusta esa novela, pero no he vuelto a leerla desde hace casi 20 años. De momento, no tengo ninguna intención de volver a escribir algo parecido. No tengo interés en el pasado. Ya no puedo sentir interés en el llamado estilo realista porque, si escribo una novela así, acabo aburriéndome", aclara.
El trabajo creativo de este peculiar escritor es cuando menos curioso. Trabajó sin pausa durante seis meses para escribir el primer borrador de Kafka en la orilla. Luego descansó durante un mes, reescribió durante otros dos, volvió a descansar y, por último, tomó impulso para emprender la reescritura durante otro mes más. En total, 11 meses hasta finalizar las 584 páginas de Kafka en la orilla. Aunque del cómputo final habría que descontar las horas que dedicó a la traducción del clásico El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger. También ha realizado traducciones de obras de Scott Fitzgerald, Truman Capote, John Irving o Raymond Carver.
-¿Está en deuda Kafka Tamura, protagonista de Kafka en la orilla, con Holden Caulfield?
-No -tajante.
-¿Y con Franz Kafka [que es uno de sus autores favoritos]?
-Claro, toda la novela es un homenaje a Franz Kafka.
-Dicen que le gusta abrir el apetito de sus lectores.
-Me gusta escribir sobre comida. Quiero provocar una reacción física de los lectores al escribir sobre la comida o la bebida. Poder hacerlo con frases es uno de mis placeres como escritor. Tengo la convicción de que si puedo conseguir hacerlo bien, seré capaz de hablar con más claridad, con más fuerza, sobre el amor o la tristeza, o el sentido de vivir.
"Yo lo único que hago es perseguir las imágenes que acuden a mi mente y, siguiendo ese flujo, voy escribiendo la historia. No sabría explicar la trama, todo viene en un paquete llamado historia, que yo presento envuelto en un texto". Sin embargo, no le parecen mal los términos huida y búsqueda para esbozar esa trama en la que ni puede ni quiere profundizar: Kafka Tamura se va de casa el día de su decimoquinto cumpleaños; es una fuga meditada, ya no soporta más que su destino esté unido al de su siniestro padre. Y emprende un viaje que, espera, termine en su madre, que desapareció cuando él tenía cuatro años.
Aunque, en general, se resista a diseccionar las historias de sus novelas, Murakami ha tenido que claudicar y hacer una excepción con Kafka en la orilla: el libro ha causado tal desconcierto entre sus lectores que su editor japonés tuvo que crear una web para dar respuesta a los miles de preguntas que le enviaron. En sólo tres meses, Haruki Murakami ha dado respuesta a más de 1.200 cuestiones.
-¿Era su intención provocar un desconcierto tan general?
-Soy incapaz de sentir interés en novelas que no causen desconcierto a los lectores. Esto no quiere decir que intente desconcertarles o escribir algo difícil. Lo que quiero decir es que las novelas largas que no hagan cuestionarse a los lectores el sentido de la historia, el flujo de su conciencia o la firmeza de la base de su existencia, no deben escribirse ni leerse. Yo tardo varios años en escribir una novela larga dejándome, literalmente, la piel en ello. Si no fuera capaz de escribir una novela con una fuerza como esa, la escritura no sería más que una pérdida de tiempo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de febrero de 2007

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