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martes, 4 de febrero de 2014

La muerte de Philip Seymour Hoffman pone rostro al resurgir de la heroína en EE UU

Seymour Hoffman, dos semanas antes de morir. / VICTORIA WILL (AP)


La muerte de Hoffman pone rostro 

al resurgir de la heroína en EE UU

La policía encontró a Philip Seymour Hoffman con la aguja en el brazo y cinco papelinas de droga en la basura

    La repentina muerte del oscarizado actor Philip Seymour Hoffman por una supuesta sobredosis de heroína ha puesto rostro al alarmante resurgir de esta droga en Estados Unidos, cuyo consumo creció un 79 por ciento entre 2007 y 2012, según los últimos datos oficiales. La heroína, una droga que causó estragos en los años 1970 y 1980, vuelve a las calles de Estados Unidos como alternativa barata y accesible a los analgésicos con receta derivados del opio, a los que son adictas miles de personas y que causan 15.000 muertes al año.
    El abuso de estos medicamentos se disparó a partir de la década de 1990, una "epidemia" que las autoridades han tratado de contener con un control más severo de su venta y la ampliación de los requisitos para obtener una receta médica.
    La impactante imagen del aclamado Capote, un exitoso actor de sólo 46 años, hallado muerto este fin de semana en calzoncillos y con una aguja en el brazo ha puesto en primer plano un problema social y sanitario del que las autoridades llevan meses advirtiendo. A falta de que se conozcan los resultados de la autopsia, la Policía trabaja sobre la hipótesis de una sobredosis de heroína como causa de la muerte del actor, en cuyo apartamento de Nueva York encontraron 50 bolsas de esta droga.
    En este resurgir, la heroína ha dejado de ser una lacra principalmente urbana, para extenderse a zonas del extrarradio y rurales. No obstante, cifras como las de la ciudad de Nueva York son un evidente termómetro de las dimensiones del problema: las muertes provocadas por esta droga aumentaron un 84 % entre 2010 y 2012, según los últimos datos oficiales.
    La heroína es la alternativa a la que recurren miles de estadounidenses adictos a los analgésicos que se ven privados de estos medicamentos, con un precio mucho mayor y un acceso más restringido. Un frasco de fármacos opiáceos como el OxyContin o Vicodin, que necesitan receta médica, son muy adictivos y se prescriben para dolores severos, cuesta cerca de 120 euros en EE.UU., mientras que una dosis de heroína se puede conseguir en las calles por menos de seis euros.
    Esto explica, según las autoridades sanitarias, realidades tan alarmantes como que el número de nuevos consumidores de heroína -personas que se inyectan esta droga por primera vez- haya aumentado casi un 60 % en la última década. Otras causas que se aducen para entender el rebrote del consumo de heroína en EE.UU son las producciones récord de esta droga en los últimos años en Afganistán y el aumento de la calidad y el tráfico de la que llega al país a través de la frontera con México.
    Al problema del repunte en su consumo, se suman las muertes provocadas en las últimas semanas por su versión adulterada con otros componentes, lo que hace a esta droga cien veces más potente. A finales de enero trascendió que al menos 22 personas murieron en la región occidental de Pensilvania por consumir una mezcla de heroína con el fármaco Fentanyl, un opiácedo que se utiliza para la anestesia general, una combinación letal. La investigación de la repentina muerte de Hoffman, que ha sacudido a Hollywood, a toda la nación y a los cinéfilos de todo el mundo, ha puesto todos los focos sobre los estragos que causa en Estados Unidos una droga que en el imaginario colectivo pertenece a otra época





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