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jueves, 30 de junio de 2011

Alejandra Pizarnik / Diarios / Paris, 1960


Abrazo de luz
Fotografía de Flor Garduño
Alejandra Pizarnik
BIOGRAFÍA
PARÍS, 1960

1 de Noviembre
FALTA mi vida, falto a mi vida, me fui con ese rostro que no encuentro, que no recuerdo.

24 de noviembre
Ampararme en la imagen de mí dibujada por mis ojos mudos. La pieza se cerró y la luz se amaba en la soledad. Todas las cosas estaban de parte mía. Tensión insoportable de los colores y las formas.
La luz se abrió como una herida. El cuerpo sin cabeza entró apartando con un gesto brusco la cortina inexistente. Me hundí en la cama y el cuerpo me siguió. Las cosas hicieron un seco ruido como un músculo al distenderse. Me hundí en lo oscuro del abrazo y no vi más que sus labios.

11 de diciembre
Soñé:
Un bosque, me adelanto hacia mi enemigo que está apoyado contra un árbol y sonríe. Aterrorizada me doy vuelta y me encuentro con el mismo árbol y el mismo hombre. Todo se desdobló: el sol, el árbol, el hombre. Todos excepto yo que no sé si avanzar o retroceder.
Al despertar pensé en Nerval y me dije:
¿Por qué no haré también yo un esfuerzo por ordenar y aclarar mi obsesión? Y decidí anotar lo que se refiere a mi sentimiento de orfandad.

15 de diciembre
No sé cuándo empecé a buscar a esa persona. No sé quién es esa persona. No la conozco. Es raro cómo y cuándo la busqué. Soy dos ojos, me decía (me dije, me digo). Yo ya no soy yo, yo soy mis ojos. Busquen. Entre las hojas muertas, en los árboles filosos, en el sí y en el no, en el revés y el derecho, en un vaso de agua y en mi sed de siempre. Buscaba entre las multitudes, ello no quiere decir que miraba todos los rostros. Procedía por eliminación, yo sabía el color de sus cabellos, la forma de su cabeza, y con una mirada veloz volaba por sobre todas hasta convencerme de que la buscada faltaba. He mirado. He visto. Y no encontré a esa persona que me dirige desde su cueva de invisibilidades.

18 de diciembre
Noche crucial. Noche en su noche. Mi noche. Mi importancia. Mí misma. La asfixiada ama la ausencia del aire. Memorias de una náufraga. Sueños de una náufraga. Qué puede soñar una náufraga sino que acaricia las arenas de la orilla.

21 de diciembre
Anoche tomé agua hasta las tres de la madrugada. Estaba un poco ebria y lloraba. Me pedía agua a mí como si yo fuera mi madre. Yo me daba de beber con asco.

23 de diciembre
El bosque estaba oscuro. Por eso las hojas suspendidas de las ramas amenazaban con un color negro, no verde. "Es mentira todo", pensé, "hasta lo que me decían del color de las hojas". Tenía tanto miedo que no sabía si avanzaba o retrocedía.

24 de diciembre

Desperté viéndome como un cuerpo sin piel, una llagada.

25 de diciembre
Aún el sueño de anoche, aún la visión de G. iluminado como un santo, erigido en mi confusión como el dios de la lluvia en el cerebro de un salvaje. Más que nunca sé que G. no corresponde a esta imagen que me delira. Y más que nunca quiero llamarlo, al verdadero, y pedirle que venga.
Comme un fou, je vis penché sur un visage que j’adore secrètement et dans je planterais volontiers un couteau.
Ces imaginations me tuens.
CENDRARS

31 de diciembre
Cuando entré en mi cuarto tuve miedo porque la luz ya estaba prendida y mi mano seguía insistiendo hasta que dije: Ya está prendida. Me saqué los pantalones y subí a la silla para mirar cómo soy con el suéter y el slip; vi mi cuerpo adolescente; después bajé y me acerqué nuevamente al espejo: Tengo miedo, dije. Revisé mis rasgos y me aburrí. Tenía hambre y ganas de romper algo. Me dirigí a la mesa y quise escribir un poema pero temí aumentar el desorden de los libros y papeles. Me mordía los labios y no sabía qué hacer con las manos. Me asustaba saberme andando por la piecita desordenada, con la boca devorándose y la memoria petrificada.

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