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miércoles, 22 de octubre de 2025

Juan del Val / Justicia para el Premio Planeta




Justicia para el Premio Planeta


Diario RED

18 de octubre de 2025

El hecho de que la editorial Planeta todavía no haya encontrado un solo novelista digno entre toda la parrilla de Antena 3 no significa que no deban seguir intentándolo

Hay mucha gente que está criticando el reciente Premio Planeta a Juan del Val sin haber leído siquiera la novela ganadora, atendiendo a fragmentos de libros del propio autor o a resúmenes de la trama. Mucho más capciosos son los argumentos de quienes señalan la alarmante tendencia de los jurados a premiar a presentadores y colaboradores de Antena 3 (Sonsoles Ónega, Vicente Vallés), como si el lastre de ser bustos parlantes o de pertenecer al mismo grupo mediático de la editorial los invalidara para ser grandes escritores. No es cierto: lo que les invalida es que escriben libros igual que leen noticias: de corrido, sin nervio y sin alma, historias recauchutadas con personajes de cartón y prosa de telediario. Sin embargo, el hecho de que la editorial Planeta todavía no haya encontrado un solo novelista digno entre toda la parrilla de Antena 3 no significa que no deban seguir intentándolo. Hay que arriesgarse, cualquier día podrían descubrir que Susanna Griso es la sucesora de Virginia Woolf, que Karlos Arguiñano es el bisnieto de Galdós o que Thomas Pynchon se oculta en la Galería del coleccionista.

A Juan del Val lo están breando vivo por su ideología derechista, por su opiniones de pata de banco y por su tertulia junto a Tamara Falcó, cosas que tienen muy poco que ver con su desempeño literario. De ser así, ya me dirán a qué contenedor tirar la poesía de Ezra Pound, defensor acérrimo de Mussolini; los cuentos de Borges, quien en cuestiones políticas se situaba bastante más a la derecha; o las novelas de Torrente Ballester, que se apuntó a la Falange durante la Guerra Civil por salvar el culo y luego se le olvidó quitarse, incluso cuando ganó un Premio Planeta sin presentar ningún programa en Antena 3. En cuanto a sus comentarios machistas —eso de que “ciento veinte mujeres” iban a una de sus firmas tras echarse una tonelada de perfume— tampoco tienen la menor importancia a la hora de juzgar su escritura. Neruda dijo e hizo cosas muchos peores —violar a una criada y jactarse de ello en su libro de memorias, o abandonar a una hija gravemente enferma— y sigue siendo, al igual que Pound, un poeta con mayúsculas.

Según la nota de prensa, la novela ganadora del Premio Planeta cuenta la historia de una mujer “de la alta sociedad sevillana que rompe su matrimonio con un marqués” para iniciar una relación con un hombre “más joven que ella y de origen humilde”. Así, a bote pronto, el argumento parece una mierda pinchada en un palo, sí, pero ya me dirán ustedes lo que parece la sinopsis del Ulises, de Joyce, o de los siete tomos de En busca del tiempo perdido, de Proust. Un señor que se pasea por Dublín mientras su esposa le pone los cuernos y otro señor que va por los salones de París ganduleando, enamorado de una señorita y suspirando mucho.

Tampoco hay que pedirle a Juan del Val que escriba como Lezama Lima o como Henry Miller: con no parecer Coco, el de Barrio Sésamo, ya tendría bastante

Sin embargo, los de Proust y Joyce son dos de los mayores frescos narrativos del pasado siglo por la sencilla razón de que el tema, el argumento, el contenido y toda esa morralla política, sociológica y ética que subrayan los jurados del Nobel al describir los méritos del premiado de turno no importan un carajo en una obra literaria. Lo que importa es lo que hace un auténtico escritor con un tema cualquiera, lo mismo que lo que hace Velázquez ante unos mendigos borrachos o Cézanne ante unas manzanas pochas. Un gran músico (por ejemplo, Lester Bowie), puede coger una canción banal (por ejemplo, Two Become One de las Spice Girls) y hacerla crecer hasta la estratosfera. Una novela de Faulkner o de McCullers (Luz de agosto o El corazón es un cazador solitario) reescrita según la lógica, la estructura y el estilo de un narrador de Antena 3 sería básicamente un folletín infumable, pero la visión, el fraseo, el sentido del tiempo y del espacio de Faulkner o de McCullers la convierten en una catedral del lenguaje.

Mucho más grave es el fragmento que está corriendo por las redes sociales y que, al parecer, es obra de Juan del Val. Me da vergüenza reproducirlo entero, no porque trate de una felación lastimosa y de un polvo penoso, sino por la espeluznante torpeza y la indigencia estilística de la redacción. En efecto, parece una redacción de un alumno de la ESO no muy espabilado. No obstante, me atrevo a destacar esta frase digna de Coco, el gramático de Barrio Sésamo: “Eli entiende que es el momento y se pone encima de Luis, que la mira desde abajo”. He leído críticas a este mojón en prosa referidas otra vez al machismo explícito o a la temática sexual, como si Henry Miller o Anaïs Nin no hubieran dejado por escrito coitos sudorosos como para grabarlos en piedra. En Paradiso, Lezama Lima describió así una felación entre dos muchachos: “Farraluque sintió algo semejante a la raíz de un caballo encandilado mordida por un tigre recién nacido”. Tampoco hay que pedirle a Juan del Val que escriba como Lezama Lima o como Henry Miller: con no parecer Coco, el de Barrio Sésamo, ya tendría bastante. En cuanto a los editores de Planeta, mucho ánimo en su denodada búsqueda de otro ente televisivo capaz de emborronar páginas. Prueben con Ferreras.

JUAN DEL VAL



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