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lunes, 10 de julio de 2000

Los pecados secretos de Graham Greene


Graham Greene
Ilustración de T.A.

Los pecados secretos de Graham Greene

Dos biografías sobre el escritor británico desvelan los amores con una bella millonaria



LOLA GALÁN
Londres 10 JUL 1994

La memoria de Graham Greene ya no tiene secretos. Dos reveladoras biografías, que se publicarán en otoño, pero sobre las que ya se han adelantado algunos detalles, han levantado la polémica: ¿Es el pecado, y el subsiguiente sentimiento de Culpa, un motor de incalculable potencia para la inspiración creadora? A juzgar por lo que cuentan sus biógrafos, sí. La etapa de máxima y más rica producción literaria del escritor católico británico, uno de los grandes nombres del siglo, se produjo durante los 13 años -entre 1946 y 1958- en los que vivió entregado a una devoradora pasión adúltera. La que le inspiró la bella y liberal millonaria norteamericana Catherine Walston.
La historia de Graham Greene (1904-1991) ha pasado a ser del dominio público. Ya no queda secreto alguno de la peripecia personal de uno de los autores de más éxito de su generación,' con varias de sus novelas convertidas en auténticos clásicos de la pantalla cinematográfica (El tercer hombre, Nuestro hombre en La Habana, El americano impasible, entre otras).Además de las dos biografías, -Graham Greene: el hombre, de Michael Shelden, y La vida de Graham Greene, por Norman Sherry, su biógrafo oficial-, que narran sus amores con la esposa del millonario terrateniente laborista Harry Walston, Sotheby's subastará este mes las cartas en las que la bella Catherine contó los pormenores de su pasión por Greene a su hermana Brontë Duran.
Para muchos de los admiradores de Greene, el espectáculo de sus pasiones aireadas en letra impresa, es cualquier cosa menos una buena noticia. El editor Max Reinhardt, se lamentaba de la carnicería sentimental sufrida por Greene en unas recientes declaraciones al diario The Guardian: "Mucha gente se está aprovechando de estas cosas. Greene fue un escritor notable. Ahora que está muerto pueden escribir lo que les dé la gana sobre él. Me parece francamente triste".
¿Qué otra cosa se puede esperar de un tiempo que ha apostado por la destrucción de cualquier clase de mitología humana?
Catherine Crompton Walston y Graham Greene construyeron, entre ambos, una relación de naturaleza casi literaria que resultó extraordinariamente rentable para la obra del escritor. Catherine era una fuente inagotable de inspiración. Sin embargo, y pese a que Greene se separó de su esposa en 1948, nunca llegaron a vivir bajo el mismo techo, salvo en escapadas ocasionales. Catherine vivió siempre con su marido, aunque fuera su amante el que le abrió las puertas de una subsidiaria fama.
Para Vivien, la esposa del escritor, la presencia de Catherine alteró por completo la personalidad de Greene. "Antes de conocerla Graham era un hombre muy dulce. Pero ella tuvo una pésima influencia sobre su carácter. Se volvió irritable, indiferente con los niños. Ella era la culpable. Una mujer extraordinariamente poderosa, con un gran gancho sexual, no es que yo no lo tuviera, pero ella había tenido muchos amantes y con todo ese dinero...".
Catherine Walston murió alcoholizada en 1978. En su escritorio guardaba todas las cartas enviadas por su famoso amante. Su marido, en un gesto de generosidad para la posteridad y con su propio bolsillo, las vendió a la Universidad de Georgetown (Washington).






ADULTERIO Y SANTIDAD


Cuando Catherine Walston y Graham Greene se conocieron, a finales de 1946, él era ya un escritor reputado; ella una belleza de 30 años, extravertida y aficionada a usar sus armas de mujer con todos los hombres que se cruzaban en su camino. Demasiado dinero y demasiado tiempo libre, probablemente. Las relaciones con su marido -con el que había contraído matrimonio a los 18 años- habían entrado en un capítulo de estricta camaradería.Catherine Walston lo tenía todo para seducir a los hombres y Greene no fue una excepción. Cuando se conocieron, después de que Catherine le escribiera para pedirle que fuera su padrino de bautismo al convertirse a la fe católica, el autor de El poder y la gloria quedó deslumbrado. "Estoy enamorado de una mujer tipo Bacall" diría después.
En años de penuria económica, cuando el escritor vivía en Londres, mientras su esposa, Vivien Dayrell-Browning seguía en Oxford con sus dos hijos, la exhibición de vitalidad y riqueza de la señora Walston, para entonces madre de cinco hijos, era casi una provocación.
Según el biógrafo Michael Sheldon, los tortuosos caminos del placer pasaban, para la joven madre de familia numerosa, por una divertida inclinación a la corrupción de sacerdotes católicos. Pero era la propia noción católica de pecado la que le resultaba extremadamente excitante. El pecado y la redención, la posibilidad de caer, para elevarse más tarde hasta una altura casi mística.
Catherine Walston no fue la primera amante de Greene, pero su llegada arrasó completamente el paisaje de su vida. Entre finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta, Greene le escribió casi diariamente, mientras daba forma a algunas de sus novelas más famosas. La amaba y al mismo tiempo detestaba su pecado. Su vida alcanzó ese punto de angustia morbosa que le hacía tocar el cielo con las manos un día y al día siguiente desear ardientemente la muerte. Durante todos esos años la idea del suicidio no se apartó de su cabeza.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 10 de julio de 1994
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