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jueves, 18 de julio de 2019

Andrea Camilleri / «Ni yo me explico el éxito del comisario Montalbano»



Andrea Camilleri: «Ni yo me explico el éxito del comisario Montalbano»

BIOGRAFÍA

El gran escritor italiano recibía a ABC en su casa de Roma en una entrevista que, por su interés, reproducimos a continuación

Angel Gómez Fuentes
17 de julio de 2019

ABC entrevistaba en su casa de Roma a Andrea Camilleri, fallecido hoy a los 93 años de edad. El escritor italiano acababa de publicar su novela, «La criatura del deseo», e iba a recibir, en el seno de del festival literario Barcelona Negra, el premio Pepe Carvalho. Por su interés, reproducimos el texto a continuación:
Andrea Camilleri (Porto Empedocle, Sicilia, 1925), creador del universal comisario Montalbano, es el escritor más leído y amado por los italianos, traducido a 35 idiomas. Su última novela, «La criatura del deseo», cuenta la atormentada historia de amor, la pasión y la obsesión sexual entre la bellísima Alma Schindler, viuda del famoso compositor Mahler, y el gran pintor austriaco Kokoschka, ambientada en el contexto histórico-social de Viena. Siempre con espíritu jovial e irónico, Camilleri habla con ABC en su casa de Roma, fumando sin parar, como un carretero, un cigarrillo tras otro.





Comienza Camilleri hablando de la alegría que le produce viajar a Barcelona para recoger el 6 de febrero el IX premio Pepe Carvalho, galardón que honra la memoria de Manuel Vázquez Montalbán: «Él presentó un libro mío la última vez que estuve en Barcelona. Me hubiera gustado encontrarme ahora de nuevo con Manolo… Entre los no italianos, Vázquez Montalbán es mi autor preferido. He leído toda su obra. Con la literatura española me sucede algo curioso. Aparte de Cervantes y el Quijote, del que he escrito alguna cosa, he amado especialmente a sus poetas: Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca…»
–En su última novela, abandona el tradicional ambiente siciliano del comisario Montalbano y viaja a Viena para contar una historia de amor, compuesta de eros y sensualidad. Algunos dicen que tiene usted coraje para abordar esos temas a su edad…
–Sí, algunos se sorprenden y comentan: «Escribir del eros a su edad…» Pero, ¿qué significa eso de la edad? ¡Como si escribir de ello fuera algo impropio! El eros forma parte de la vida del hombre, desde el nacimiento hasta la muerte. Es importantísimo. Su pérdida sería el final del hombre.
–Ha escrito una veintena de novelas protagonizadas por el comisario Montalbano que le han dado fama mundial, vendiendo en Italia más de 22 millones de ejemplares. Libro que escribe, se convierte de inmediato en éxito de ventas. ¿Cuál es la fórmula que emplea para lograr ese éxito?
–La única regla a la que obedezco es la necesidad, es decir, me pongo a escribir de una historia cuando tengo la absoluta necesidad de contarla. Necesito un punto de partida que sea real, y alrededor de esa realidad puedo construir todo lo que quiero. Si no hay ese estímulo inicial, no logro escribir.
–La serie televisiva del comisario Montalbano se ha visto en infinidad de países y sus novelas se han traducido en 35 idiomas ¿Como se explica el éxito arrollador del comisario Montalbano?
–Es muy difícil explicarlo. Ni yo me lo explico. Al crear el personaje me propuse que no fuera un policía americano, porque no hubiera funcionado; que no fuera un policía privado, porque hubiera estado limitado en sus funciones; escogí un comisario institucional, es decir, de la seguridad pública. El modelo inmediato es el inspector Maigret, de Georges Simenon. Creé un personaje que no fuera inquietante, al que pudieras invitar a comer o cenar y estar tranquilo charlando con él; un personaje leal que respeta la palabra dada y que se rebela a las órdenes cuando son absurdas. Los lectores han encontrado estos datos positivos y por eso gusta Montalbano.
–Usted está considerado como uno de los padres de la novela negra del Mediterráneo. Así lo celebrarán en su próximo viaje a Barcelona a la edición BCNegra. En Italia puso de moda este género y ahora es un «boom», un redescubrimiento.
–La novela policial refleja las cosas como son. Hoy es insoportable una novela negra que solo tenga el enigma policial. Se convertiría en una banalidad. En cambio, la novela policial es realmente social.
–Siendo siciliano, y conociendo la mafia, ¿porqué no ha escrito sobre ella?
–Hago referencias a la mafia, pero no como tema central de ninguna de mis novelas. Sencillamente, porque he pensado que sería dar un honor y hacer héroes a personajes que no se lo merecen. El riesgo es hacer de los mafiosos personajes simpáticos y héroes. Siempre digo que en «El Padrino» cae simpático Marlon Brando, pero no se puede olvidar que el Padrino es un asesino.
–¿Se derrotará algún día a la mafia?
–No lo veremos mientras exista colusión entre mafias y política. La mafia está cada vez más aislada de la sociedad civil, pero no de la política. Ese es un camino largo. Hace falta tiempo, paciencia y una buena inyección de honestidad. Desgraciadamente, la corrupción está muy extendida en Italia, es una epidemia contra la que no hay una vacuna.
–Una característica fundamental de sus novelas es la continua invención lingüística. Tiene fama de metódico y ordenado. ¿Cómo organiza su trabajo?
–Soy como un empleado del oficio de escribir. Me levanto muy temprano, me afeito y me visto bien, como para ir al trabajo. A las siete de la mañana ya estoy escribiendo. Soy hombre ordenado y cuidado, por respeto al lector y a mi mismo, y porque temo que el desaseo pueda repercutir en la escritura. Luego, cada página que escribo la releo en voz alta para sentir el ritmo del discurso y así corregir lo que no funciona. Me gusta escribir porque siempre es mejor que descargar cajas en el mercado central (ríe abiertamente). Mientras pueda escribir, hay vida.
–¿Cómo vive el éxito? ¿Cuál es la relación con sus lectores?
–Les estoy muy agradecido. Esta es una de las cosas que me da verdadera alegría Me conmueven las muestras de afecto de la gente corriente que me encuentro en la calle. Recibo centenares de letras y respondo a todas. Algunas me conmueven como ésta que le recito: «Me llamo Rita. Tengo treinta y dos años. Me estoy muriendo. Solo me quedan pocos meses de vida. Le doy las gracias porque he disfrutado con sus novelas y me han hecho reír. Gracias. Rita». Con cartas así, me emociono y me viene la fiebre.
–Usted está considerado como un feminista. Ha llegado a decir que daría todo el poder a las mujeres.
–Se le debería dar más espacio a la mujer. El hecho de su capacidad para concebir le da a la mujer una capacidad de comprensión que yo he llamado el amplio seno de Venus, que es todo: madre, amante, hija, esposa… Creo que la mujer tiene una capacidad extraordinaria de afrontar los problemas.
–El llamado «sexo débil» en realidad es más fuerte.
–Yo creo que las mujeres tienen una capacidad de comprensión, de amor y de organización superior al hombre.
–Pero siguen sufriendo discriminación y a menudo maltrato…
–Conforme las mujeres conquistan más espacio en la sociedad, algunos «machos» empiezan a tener miedo. Reaccionan como las bestias feroces, agrediendo cuando sienten miedo. Desgraciadamente, continuará esta agresión de aquellos que consideran a la mujer como un objeto de su posesión.
–¿Cuáles son las ventajas de la edad?
–Yo no las tengo. Todo el mundo dice que las ventajas serían una especie de pacificación en todos los campos, un cierto distanciamiento. Pero yo no logro separarme de nada. Se dice también que la paz de los sentidos se logra con la vejez. Eso es una equivocación. Los sentidos están siempre vivos en el hombre. La paz de los sentidos se logra solo con la muerte. Sí hay una gran cosa en la vejez: el ser abuelo. Descubrir la belleza de ser abuelo es algo único. Tengo ya cuatro nietos y desde hace un mes un biznieto.
–Con la edad que avanza, ¿se tiende más al optimismo o al pesimismo?
–Algunos dicen que cuando se envejece viene el humor negro del ocaso. Pero yo soy optimista y sigo teniendo un gran amor por el hombre.
–¿Cómo afronta la vejez, la acepta de buen grado?
–Acepto la vejez física, pero no la mental. Continuo diciendo, como cuando tenía treinta años, ¡qué bella es la vida!
–¿Cuál es la clave de su buen humor y buena forma?
–El tener una enorme confianza en uno mismo y en las personas que te circundan y que amas. Es necesario tener siempre confianza. Un mínimo de sabiduría te hace también estar mejor. Ayuda también la ironía y estar siempre abierto a la curiosidad.
–Usted ha estado rodeado siempre de mujeres: su esposa y tres hijas. ¿Cómo ha sido como padre?
–No he sido un buen padre porque he estado siempre fuera, viajando por Italia por mi trabajo. Eso me pesa. Pero en compensación, creo que soy un buen abuelo.
–En el umbral de los noventa, ¿cuál es hoy su mayor preocupación?
–En esta edad a menudo hago balance y me avergüenza ver a una generación de jóvenes sin futuro. Y yo me digo: he equivocado toda mi vida si dejo sin futuro a mis nietos. Parece como si hubiéramos hecho una guerra, en la que mueren dos o tres generaciones. No las hemos matado físicamente, pero hemos matado su futuro. Esta es una gravísima responsabilidad y me angustia el no haber hecho más por los jóvenes, pero la crisis ha llegado demasiado tarde para mis fuerzas. A pesar de todo, tengo gran confianza en el hombre y estoy seguro que superaremos la crisis.
–De todas formas, el desánimo es cada vez mayor en la gente…
–La única cosa que me da miedo en la Italia de hoy es la resignación entre la gente. Con un desempleo superior al 40 por 100 entre los jóvenes, eso habría provocado hace treinta años un conflicto social enorme, monstruoso. La gente ya ni busca ya trabajo porque piensa que le será imposible lograrlo. Me da miedo esa resignación.
–Es usted no creyente y se define de izquierda. ¿Qué le parece el Papa Francisco?
–No soy creyente, pero debo decir que el Espíritu Santo ha acertado plenamente al elegir este Papa. Respecto a la distancia sideral de la gente en que se mueven los políticos, él mantiene una relación directa, de tú a tú. Ha sabido infundir esperanza a quien la había perdido, al estar entre la gente de cara a cara.
–Si usted se viera cara a cara con él, ¿de qué le gustaría hablar?
–Estaría en silencio o hablaría poco. Con mis ochenta y ocho años, tengo mucho que aprender todavía. Y la Iglesia tiene una larga experiencia de vida: dura ya dos mil años. ¿Hay algún reino o institución que haya durado tanto?
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