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sábado, 13 de junio de 2015

V.S. Naipaul / Una zona de oscuridad / Un método para la historia


V.S. Naipul
V.S. Naipual

Un método para la historia

En 'Una zona de oscuridad' no se salva nadie: ni la India hindú ni la musulmana, ni el Imperio Británico ni el Estado de Nehru. Mucho menos el propio Naipaul


Cuando V. S. Naipaul viajó a la India por primera vez, en febrero de 1962, ya era el autor de su novela más popular, Una casa para el señor Biswas. Al escritor, nacido en Trinidad en el seno de una familia emigrada durante la diáspora india de comienzos del siglo XX, se le reconocían el humor y la piedad con los que retrataba ese patchworkcultural llamado colonialismo. Un mundo de “signos que carecen de significado”, en sus propias palabras. Pero Naipaul era un escritor bloqueado. “La mitad del trabajo consiste en descubrir tu tema”, ha escrito, y él había agotado el suyo, su pequeña comunidad isleña. Y estaba a punto de encontrar un método que lo convertiría en uno de los pocos escritores recientes verdaderamente grandes (y polémicos y antipáticos).
El bloqueo con la ficción le llevó a tantear con la literatura de viajes. Un año antes había recorrido las islas de su Caribe natal para escribirThe Middle Passage. Allí descubrió un mundo sin historia veraz, una suma de falsificaciones: su propio mundo. Así que el viaje a la India le prometía un verdadero retorno a las fuentes de la cultura familiar, pero ¿qué encontró allí? Lo primero que Naipaul ve en Bombay, donde desembarca, es pobreza y defecación. Él lo llama “grados de degradación”. Después de la casta de las prostitutas de los pobres hay una casta más baja aún, las limpiadoras de las prostitutas de los pobres.
En Bombay, Nueva Delhi o Cachemira, Naipaul describe una India que vive de su negativa a “ver lo evidente”. Los indios se ocultan una “acción simbólica” que pretende suplantar una realidad miserable. “Es buena cosa que los indios sean incapaces de mirar directamente su país”, escribe, “pues el sufrimiento que verían los volvería locos”.
Pero Naipaul no es un escritor resentido con su origen “tercermundista”, como dice cierta crítica new age. Su desmantelamiento de las ficciones de la historia no se sostiene en la “objetividad occidental”. Aquí no se salva nadie: ni la India hindú ni la musulmana, ni el Imperio Británico ni el moderno estado de Nehru (que opone un romanticismo técnico a la invasión China y pierde). Mucho menos el propio Naipaul: el desmoronamiento de un origen familiar “que sólo estaba en mi cabeza” desintegra la personalidad del narrador mientras vamos leyendo.
O quizá se salvan todos. El siguiente movimiento de este “método Naipaul” consiste en observar con cercanía la vida, desordenada y pululante, que pueda revocar la simpleza del pesimismo. El capítulo central, dedicado a Cachemira, mundo de casas flotantes sin arraigo, da la medida de esta transformación y resiste como una pequeña joya de piedad y humor en un libro duro.
Una zona de oscuridad inventa un género: novela, ensayo, libro de viajes… Naipaul estuvo al borde de la neurosis durante casi todo el viaje y se enfrentó a posteriori a la materia del libro. El resultado, en sus palabras nunca humildes pero ciertas, es una “extraordinaria pieza de artesanía”. Sus lectores reconocerán el germen de sus mejores libros por venir (como En un estado libre o El enigma de la llegada aplicando su método a Inglaterra o África), pero es más que eso: una de las obras más arriesgadas e influyentes de los últimos sesenta años. Naipaul dedicó dos libros más a la India, pero Una zona de oscuridad “tiene una dimensión de riqueza humana de la que carecen sus libros de viajes posteriores”, dice con acierto Martin Amis.
Y así firmó Naipaul, años después, una dedicatoria: “Considero que éste es mi mejor libro: está escrito desde el dolor y la preocupación; no trata tanto sobre la India como sobre gente como vosotros y como yo”.
Una zona de oscuridad. El descubrimiento de la India. V. S. Naipaul. Traducción de Flora Casas Vaca. Debate. Barcelona, 2015. 296 páginas. 23,90 euros.



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