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martes, 9 de septiembre de 2014

Vargas Llosa y la tauromaquia / Justificando lo injustificable




MARIO VARGAS LLOSA 
Y LA TAUROMAQUIA
Justificando lo injustificable

Por
 Marc Pesaresi
Cruel Senectud

El paso de los años sin duda, tiene un precio. En el caso de Vargas Llosa, la tercera edad parecería, lo ha tornado antipático, quejoso y como si fuera poco, cruel.  O bien su alma siempre tuvo tintes de crueldad que disimuló con su arte o el transcurrir del tiempo y el éxito, lo ha transformado en una persona que despierta enojos por su abrasiva forma de confrontar.

No solo arremete contra todo lo que el considera “populismo” en las políticas sudamericanas, sino que además esta empeñado en defender al liberalismo económico, nefasta doctrina que ha llevado a millones de personas a sufrir padecimientos brutales y también, lo que el llama arte taurino. Tal vez el premio Nóbel lejos de darle humildad, acicateo su ego y la pedantería. O quizas no, si recordamos que ha escrito sobre la banalización de la cultura. A saber.

Inmenso Amor

Nadie ajeno a la vida de los literatos desconoce que a Vargas Llosa le gustan las corridas de toros. Tal vez por esa razón defendió durante la inauguración del Espacio de Arte y Cultura aledaño a la Plaza de Toros de las Ventas en Madrid a principios del 8 de mayo de 2012, declarando a la agencia EFE que los animales son tratados con“inmenso amor. En concreto, refiriendo al toro destinado al sacrificio dijo: “Es un animal PRIVILEGIADO, tratado con un INMENSO AMOR desde que nace y hasta su lidia en el ruedo, aunque LO IGNOREN muchos animalistas

Matar un toro en el ruedo es pedagógico

Como si esto fuera poco, tampoco se ahorro declarar necedades; ver morir a estos animales entre sangre y sudor es alta pedagogía en su calificada opinión. “Yo llevé a mis hijos (a la plaza) cuando eran pequeños y ninguno ha salido cruel, ni mucho menos, porque este es un espectáculo de creación de belleza como la poesía, la música y la novela”.

En su sentir, los defensores de los derechos de los animales “están equivocados” aunque se contradijo a continuación: “Es VERDAD que es UNA FIESTA CRUEL, porque la verdad de la vida es cruel. Pero, ay, si se impusiera el vegetarianismo. Todo lo que tiene vida, incluidas las plantas, habría que respetarlo y así terminaríamos los humanos alimentándonos con píldoras”. Sería bueno que de definiera ¿es o no cruel?

Justificar la maldad

Parece ser que su postura a favor de la Tauromaquia ha despertado reacciones inesperadas aún entre sus propios lectores –como se puede ver en los comentarios debajo de las notas donde él defiende las corridas- que en su mente quedó dando vuelta la idea de escribir algo en defensa de lo que considera amor y pedagogía.

Y sin poderse aguantar, publicó La Nación otro artículo titulado La “barbarie” taurina con fecha del 18 de agosto de 2012. Esta vez, lejos de declarar en solitario, buscó el apoyo  de figuras de autoridad que aman la tauromaquia y terminó su apología a la crueldad escribiendo que las corridas no terminarán: “mientras haya corridas que, como esa semiclandestina de Marbella de la tarde del 5 de agosto, nos hagan vibrar de emoción y gratitud ante un espectáculo de tanta perfección, y nos den tanta voluntad y razones para seguir defendiéndolas contra la prohibición, la última ofensiva autoritaria, disfrazada, como es habitual, de progresismo”.

¿Qué postura tomamos los cristianos al respecto?

La religión hebrea necesitaba de sacrificios sangrientos para expiar pecados y culpas. Hoy, cualquiera de nosotros a menos que seamos matarifes, no podríamos soportar ver miles de animales degollados y desangrados, en el templo de Jerusalén. Pero en esos tiempos, la muerte y derramamiento de sangre no solo era prerrogativa de los judíos sino de todos los pueblos del mundo. Se adoraba a los dioses con sangre derramada.

Con la llegada del Nuevo Pacto de Dios con los hombres mediante la muerte de Cristo en la cruz, el derrame de sangre de animales se tornó innecesario. Cristo fue el último sacrificio de sangre que Dios permitió para comenzar su plan de salvación basado en la fe y en el amor.

Es verdad que millones de cristianos se han comportado horriblemente con las bestias y sus prójimos. Pero eso no significa que las Escrituras del Nuevo Testamento no contengan pasajes donde se reclame compasión para las criaturas inferiores en inteligencia. 

Las únicas muertes que tolera  la Escritura cristiana son para comer. Nunca para diversión. En este punto, lo que hace y dice Vargas Llosas no solo es profundamente anticristiano sino además, indigno de una sabiduría superior. Se supone que, quien más sabe, debe ejercitar la misericordia con mayor eficacia hacia aquellos que solo tienen instinto para sobrevivir. 

Objeción
Millones de cristianos comen carne

Verdad, pero las Escrituras no están en contra de matar para comer sino que dejan entrever que todo aquel que practica crueldad con los animales esta en falta. Evidentemente, se necesita reformar mucho en los frigoríficos o plantas de procesados de animales para consumo, a fin de que la muerte sea lo menos cruel posible. 

Se de matarifes con tanta experticia que hacen su faena sin provocar excesivo dolor al animal. Se de otros, como contrapartida, que parecen sádicos. Algunos cazadores y pescadores tienen un código de conducta. Solo matan lo que se puede matar y otros, como el Rey de España, matan innecesariamente lo que no se deberia matar. 

Hay que legislar para reglamentar con eficacia y controlar que las leyes se cumplan. Aún así, matar toros en un rodeo es lo más parecido a los sacrificios a los dioses que hacían los antiguos romanos en el coliseo y sus réplicas a lo largo del imperio. Resulta vergonzante para la humanidad defensora de los derechos de los animales, observar como un anciano en vez de derramar amor y bondad al final de su vida, se dedica a pechar cuanta doctrina o práctica popular le es adversa, como un vulgar callejero.

Tal vez, si tanto gusta ver como el toro arremete al paño rojo, debieran considerarse corridas sin crueldad, sin derramamientos de sangre como ya se practican en algunas naciones.






DE OTROS MUNDOS




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