Julianne Moore: "Cuando entré en la casa de Pedro Almodóvar y vi su cocina lo entendí todo"
Hablamos con la actriz sobre 'La habitación de al lado', los meses de rodaje en Madrid y cómo fue estar dentro de la cabeza de Pedro Almodóvar.
“¿Cómo voy a hacer yo una película con Pedro Almodóvar, si soy americana y no hablo una sola palabra de español? Es imposible”. Eso pensaba Julianne Moore (1960) cada vez que se cruzaba con él en un festival de cine o un desfile de moda y soñaba con encarnar el papel de Carmen Maura en ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’. Hasta que un día le llegó un correo electrónico del director que decía: ‘Hola Julianne, estoy con esta película y quiero que la hagas’. "No utilizó formalismos como: ‘me gustaría que habláramos sobre ello’ o ‘me agradaría que tuviéramos una conversación’. Era totalmente informal, e inmediatamente dije ‘sí’. Era a primera hora de la mañana porque claro, él estaba en España, y con el cambio horario me pilló con el café en la mano. Se lo conté a mi marido, porque estaba alucinada y no sabía ni qué decir. Nunca habría imaginado que rodaría en inglés y que yo podría hacer una película con él, pero mira. Le contesté al correo en el acto". Todo esto lo confiesa por Zoom desde Nueva York en un coche que la conduce de buena mañana al rodaje de la serie en la que participa ahora mismo.
¿Se reafirmó en su decisión tan impulsiva después de leer el guion?
Me quedé muy impresionada con el texto. Tengo que decir que también soy una enorme fan de Tilda, y he querido trabajar con ella desde hace mucho tiempo. Es una persona tremendamente curiosa, aventurera y que conecta mucho con la gente. Es una película sobre la amistad femenina. Normalmente cuando hay dos mujeres en una película son madre e hija, mantienen una relación romántica o son antagonistas en plan una está loca y la otra es acosada por ella. A veces hay un poco de sensacionalismo por medio. Y esto es extraño, porque explora la importancia de tener una amiga dispuesta a estar contigo en las circunstancias más difíciles. Y pensé que esto era ‘muy Pedro’, en el sentido de su mirada sobre las mujeres y sus experiencias. Creo que hay pocos directores hombres que puedan explorar esto como lo hace él.
Trabajar con él es una experiencia que, según dicen, va más allá de lo cinematográfico. ¿Cómo has vivido estos meses a su lado?
Ciertamente le gusta mucho ensayar y hacer lecturas de guion, así que empecé a viajar a Madrid bastantes meses antes de empezar el rodaje. Hablamos mucho hasta ir conociéndonos lentamente y entendí lo personal que es su cine, lo entendí todo cuando entré en su casa y vi su cocina. Pensé que ya la había visto antes en todas sus películas. Fui descubriendo gradualmente su uso del color, de la composición y el tono de todo su cine y me di cuenta de que viene de algo tremendamente personal, muy profundo de él que tiene que ver con su propia experiencia vital.
Parte del rodaje se llevó a cabo en Nueva York. ¿Qué papel jugaste, como neoyorquina, en esa adaptación a una ciudad nueva para él?
No hace falta estar físicamente en su universo, lo que debes hacer es encontrar tu sitio en su punto de vista. Se supone que somos dos americanas viviendo en Nueva York, pero no es necesariamente el Nueva York que yo conozco sino el que conoce Pedro, cómo lo ve y cómo lo vive, cómo siente ese apartamento de Washington Square, el skyline o los bosques de alrededor. Su mirada crea su universo en cualquier lugar.
Toca temas emocionalmente muy delicados para cualquiera, como es la cercanía de la muerte y el saldar deudas con los hijos y los que se quedan. ¿Cómo lo has vivido? ¿Te ha afectado?
Lo increíble del viaje de esta película es que, al principio, ellas no son amigas cercanas, se conocieron hace años y llevan mucho tiempo sin verse. Entonces una visita a la otra en el hospital casi por cortesía. Pero pronto se ven unidas de una manera muy íntima y Ingrid, mi personaje, se da cuenta de que Martha, el personaje de Tilda, no tiene a nadie más a quien pedírselo. Así que pasan de ser unas amigas no muy cercanas a ser íntimas. Es como una historia de amor donde una amiga toca la puerta de otra para ver si necesita algo y de pronto se encuentra acompañándola en el momento más crucial del final de su vida.
Tu personaje tiene una dualidad interesante, porque juega un papel fundamental pero se mantiene siempre en segundo plano. ¿Por eso has aplicado la técnica del menos es más en la interpretación?
Me gusta que veas eso en mi actuación, lo agradezco. Ingrid es una testigo de lo que está viviendo Martha y cuando estás en ese lugar tienes que ser como la depositaria de todos sus pensamientos y sentimientos. Es lo que ella hace. Literalmente, está cuidando de ella, porque esa persona está muriendo y está allí para lo que necesite. Si lo que le hace falta es hablar, ella está allí para escucharla. Lo que me gusta de ella es que en ningún momento antepone sus propias necesidades. Martha no es capaz de hacerlo sola y Ingrid está allí para ayudarla. La razón por la que quiero a Ingrid, mi personaje, es que es muy fuerte y muy generosa porque es capaz de absorber la pena, el dolor y las dudas de su amiga para hacer el final de su vida soportable.
En 'Magnolia' (Paul T. Anderson, 1999) ya interpretabas a una mujer que acompaña al final de su vida a un ser querido. ¿Sueles establecer conexiones entre los personajes que has interpretado a lo largo de tu carrera?
Cada personaje tiene una vida propia. En el caso de 'Magnolia' mi personaje no era una buena cuidadora, estaba bloqueada, con muchos conflictos y tenía que delegar su responsabilidad en el personaje que interpretaba Philip Seymour Hoffman y el de Jason Robards. La Ingrid de 'La habitación de al lado', sin embargo, es tremendamente madura y capaz de contener todo eso ella sola.
En la cabeza de Almodóvar
Has trabajado con directores como David Cronenberg, Todd Haynes, Ridley Scott… ¿Qué hace diferente a Pedro Alomodóvar del resto?
Su punto de vista tan particular, tan intenso, y lo consciente que es de ello. Lo comunica constantemente y de un manera muy fuerte a través del lenguaje, la composición, los colores, la música y también en la elección de Tilda y de mí. Fue mágico ver desplegarse todo eso ante mis ojos. Hubo un momento en el que estaba con Tilda en el set, yo llevaba el jersey verde de cuello alto y el abrigo morado encima, y estábamos las dos sentadas ante el marco de la ventana, analicé todos los ángulos a mi alrededor y pensé: ‘Estoy absolutamente dentro de la cabeza de Pedro’. Y fue precioso.
Pedro Almodóvar me dijo que hace años quiso rodar lo que habría sido su primera película en inglés. Era 'Las horas', en la que curiosamente estabas tú. ¿Habéis tenido la oportunidad de hablar de eso?
Vaya, no sabía eso. Nunca me lo ha dicho, pero entiendo por qué le atrajo esa historia. Tiene que ver con muchos de los temas que le interesan normalmente y con los que toca en esta que hemos hecho. A mí me encantó el libro cuando lo leí, y puedo entender por qué a él le gustó también.
¿Recuerdas la primera vez que viste una de sus películas?
Fue 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'y resultó revelador. Nunca había visto algo tan vivo y tan divertido. Me dio una lección de compromiso con la comedia. Ver a Carmen Maura desolada, llorando en el taxi y que eso, sin embargo, resultara divertido para el espectador fue increíble. Me encanta esa yuxtaposición. Pienso también en 'Volver', en la relación de todas esas mujeres, en esos sentimientos tratados con esa ternura y esa verdad. Y en 'Dolor y gloria', que la vi en Cannes en un día libre y acabé llorando. Ese final, cómo condensa todo, y la manera en que Penélope toca la cabeza al niño y se sientan en el banco… Es final me resulta siempre tan impactante.
Ha hablado de tus visitas a unos célebres grandes almacenes. ¿Qué otros lugares disfrutaste del Madrid de Pedro?
Es cierto que El Corte Inglés me encanta. Cuando estoy en una ciudad me gusta alojarme en un barrio que me guste, en el que pueda salir a pasear e ir a hacer la compra para llenar la nevera del apartamento. Y allí encontré el supermercado más bonito que he visto nunca. Me encantaba salir a cenar a restaurantes como Cannibal, especializado en cosas crudas, y en Numa Pompilio, un italiano al que llevé a mis hijos cuando vinieron a visitarme un par de veces. Además, me encantaba pasear por el parque de El Retiro, y los museos son increíbles. Me habían hablado muchas veces del Prado, pero me quedé alucinada cuando fue no imaginaba que tenía unos fondos tan maravillosos. Pedro nos levó también a un tablao flamenco. Me encantó estar con él, ver cómo le quiere la gente aquí, lo acogedor que es todo el mundo en Madrid.
Has trabajado tanto en películas de gran presupuesto como en proyectos independientes y has tocado prácticamente todos los géneros. Sin embargo, no te has prodigado nada en el cine europeo. ¿Por qué?
Imagino que porque soy americana. También porque tengo dos hijos que ya son mayores, tienen 22 y 26 años, pero mientras eran pequeños estuve trabajando solo en Nueva York y alrededores. No quería viajar mucho ni pasar temporadas largas fuera de casa. Ahora es otra cosa y la verdad es que estoy trabajando muchísimo. Puedo decir que estoy bastante cansada porque voy encadenando proyectos muy seguidos, pero me siento afortunada de poder hacerlo y de haber podido hacer tantas cosas con directores interesantísimos.
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