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miércoles, 11 de septiembre de 2024

Presos amontonados en el suelo y en las letrinas, heridos sin tratar y muertos a diario: así es la vida en la mayor cárcel del Congo





Captura del mensaje que Stanis Bujakera publicó en la red social X.


Presos amontonados en el suelo y en las letrinas, heridos sin tratar y muertos a diario: así es la vida en la mayor cárcel del Congo

El periodista Stanis Bujakera, que estuvo preso seis meses, publica vídeos del interior de la prisión de Makala, que alberga a unos 15.000 internos pero que fue concebida para 1.500


José Naranjo

Dakar, 22 de junio de 2024

“Es la antesala del infierno, un campo de concentración donde mueren tres o cuatro personas cada día”. Así describe el periodista Stanis Bujakera la cárcel de Makala, en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo (RDC), donde estuvo preso seis meses. El pasado viernes, subió a su perfil de X unos vídeos grabados por él mismo y otros prisioneros en los que se pueden ver las condiciones de vida de los reclusos en una cárcel construida en 1957 para 1.500 personas, pero que alberga a unas 15.000: duermen amontonados en el suelo y en los baños, sin espacio para moverse, comen una vez al día una pasta seca de maíz y no reciben atención médica, según el periodista.

Stanis Bujakera, colaborador deJeuneAfrique y Reuters en la RDC, ingresó en la cárcel de Makala el 14 de septiembre de 2023 y fue posteriormente condenado a seis meses de prisión por falsificación y propagación de falsos rumores. Esta acusación le relacionaba supuestamente con la aparición de un artículo en JeuneAfrique, no firmado por él, en el que se implicaba a los servicios de inteligencia congoleses en el asesinato del opositor Chérubin Okende en julio de 2023. Bujakera defendió siempre su inocencia y asegura que esta acusación era “falaz e inventada”. Tras cumplir su condena, fue liberado el 19 de marzo pasado.

Sin embargo, siguió ejerciendo su oficio en el interior de la cárcel. “Vi las condiciones de vida de este lugar y no podía quedarme cruzado de brazos. Si no recogíamos las imágenes, nadie me iba a creer y, conociendo las prácticas del Gobierno, se iba a limitar a negarlo”, asegura en conversación telefónica desde Estados Unidos. Los teléfonos móviles están prohibidos en la prisión, pero Bujakera se las arregló para que le hicieran llegar uno desde el exterior y comenzó a grabar, asumiendo el riesgo de ser castigado por ello. Al mismo tiempo, habló con otros presos que también tenían teléfonos para que le fueran mandando vídeos, incluso después de su salida de la cárcel.

Las imágenes hablan por sí mismas. Aparecen decenas de hombres hacinados en el suelo de un estrecho pasillo o en las letrinas. Algunos incluso intentan dormir encaramados en los muros o sentados dada la falta de espacio. “Todo ello es consecuencia de la superpoblación de la cárcel. Cada día mueren tres o cuatro internos, un día recuerdo que fallecieron seis. Hay un pequeño centro de salud, pero no tienen medicinas, solo reparten calmantes. No existe la atención médica. Las letrinas están inutilizables, muchos hacen sus necesidades donde pueden, al aire libre”, explica Bujakera, “yo estaba en el pabellón VIP, donde éramos 100, y solo había un baño con cuatro letrinas y una ducha. Imagínate las condiciones del resto de presos”.

Uno de los aspectos en los que hace énfasis el periodista y que aparece también en un vídeo es el de la alimentación. “Solo se come una vez al día, casi siempre a partir de las cinco o las seis de la tarde. Siempre es lo mismo, una especie de pasta de maíz que cocinan los propios presos con fuego de leña desde por la mañana. Cuando llega la hora del reparto está totalmente seca”, comenta. Según su versión, algunos presos, sobre todo los que tienen familia en Kinshasa, tienen la suerte de recibir visitas que les traen comida, pero muchas veces los guardias retienen estos alimentos y les piden dinero a cambio. “Es un lugar sin piedad”, asegura.

Este lunes, el ministro de Justicia, Constant Mutamba, se apresuró a responder a través de X y aseguró que los vídeos son “imágenes antiguas”. Según dijo, “no hemos esperado a su publicación para iniciar el proceso de reducir la congestión carcelaria y mejorar las condiciones de detención. Somos un estado soberano. Los prisioneros congoleños comen de dos a tres veces al día. ¿Qué pasa con las condiciones de detención en Guantánamo?”. En declaraciones a Radio France International, Mutamba aseguró que “las condiciones no son malas, creo que somos un país modelo en la cuestión de atención de prisioneros”.

Para Bujakera, el Gobierno está instalado en la negación de la realidad. “Los vídeos fueron grabados por mí mismo y por otros presos en las últimas semanas, uno de ellos el jueves pasado. No es verdad que coman dos o tres veces al día, logísticamente es imposible con los recursos que existen”, asegura. El periodista congolés, quien primero denunció sin imágenes estas condiciones de la cárcel, se decidió a publicar los vídeos cuatro meses después de su liberación, “ante la inacción del Gobierno y cuando sentí que estaba seguro en EE UU”.

Las denuncias sobre la situación de la cárcel de Makala, la más grande de la RDC, no son nuevas, aunque nunca antes se habían filtrado vídeos tan contundentes del interior. En diciembre de 2023, la ONG congolesa Fundación Bill Clinton por la Paz (FBCP), que no está relacionada con la del ex presidente de EEUU, publicó un informe en el que recogía que más de 500 prisioneros habían muerto en esta prisión ese mismo año debido al hacinamiento y la falta de atención médica. En respuesta, el Gobierno reconoció la cifra de unos 300 fallecidos.

Uno de los principales problemas recogidos en dicho informe es que apenas unos 2.000 del total de prisioneros estaban condenados en firme, el resto eran internos en prisión preventiva. Bujakera lo confirma: “La mayoría han cometido hechos banales o sufren acusaciones fabricadas, como yo mismo. No han asistido a ningún juicio. Conocí a presos que llevan 10, 15 o incluso 20 años sin condena. Para que se entienda la situación que sufren: un muchacho cuya liberación fue ordenada por un juez en 2018 no salió de prisión hasta 2023. Nadie le informó de la decisión y la administración no hace su trabajo”, comenta el periodista.

“Es un lugar al que va la gente a morir, la antesala del infierno. No podía ser cómplice de esto, quedarme callado. Lo que deseo es que la situación cambie en su interior y que se busquen métodos alternativos para que los presos preventivos no estén ahí, hay otros sistemas como los brazaletes electrónicos”, concluye Bujakera, quien asegura que en la noche del sábado al domingo, horas después de la difusión de los vídeos, se produjo una operación policial en el interior de la cárcel para localizar y retirar todos los teléfonos móviles de la prisión.


EL PAÍS 



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