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viernes, 6 de septiembre de 2024

Leopoldo María Panero: "La locura es una defensa natural, una defensa del alma"

 


Retrato de Leopoldo María Panero que ilustraba la entrevista de la revista 'Quimera'.
Retrato de Leopoldo María Panero que ilustraba la entrevista de la revista 'Quimera'. 

Leopoldo María Panero: "La locura es una defensa natural, una defensa del alma"

El poeta ingresó por primera vez en un psiquiátrico en los 70, tras desarrollar esquizofrenia estando en la cárcel. La revista Quimera le entrevistó en 1989 en el psiquiátrico de Mondragón


Tercera entrega de la colaboración de El Confidencial con la revista Quimera a través de las entrevistas que esta última publicó en los años ochenta a grandes escritores. Un rescate de la mejor tradición de las entrevistas literarias, que son también un reflejo de cómo era entonces el país y de las ideas que aparecían en los debates. Esta fue realizada por Eneko Fraile a Leopoldo María Panero cuando el poeta, fallecido en 2014, tenía 41 años y se encontraba ingresado desde hacía dos en el Psiquiátrico de Mondragón. Fue publicada en el número de octubre de 1989.

La presente charla tuvo lugar en el Psiquiátrico de Mondragón y en casa de Felicidad Blanch, madre del poeta Panero. Ella interviene en algunos momentos de la entrevista, que posee un tono especial que hemos preferido respetar porque así y no de otro modo es como se expresa este hombre que sigue escribiendo poesía, artículos y se siente acosado por bastantes cosas. En cualquier caso se trata de un testimonio. Pero de un testimonio poético. Algo que, por desgracia, no abunda. 

PREGUNTA. Leopoldo, tú, entre otras cosas, eres poeta. ¿Qué entiendes por ello, qué es ser poeta y cuál es su función?

RESPUESTA. Yo esto de ser poeta cada vez lo entiendo menos. No sé qué es ser poeta. Lo decía en un verso mío: "trovador fui no sé quién soy". La poesía ha perdido mucho de su sentido. Me encuentro con una psicocracia repelente que tortura sin piedad al que parece loco. España ha destruido lo que era yo: un poeta de minorías y punto. En cuanto a la función del poeta, dije también en el prólogo deEl último hombre que para lo único que sirve la poesía es para ser leída. Quizá sea como un juego, como un juego cursi. Es que yo leo un libro mío y no le encuentro ninguna circulación social. Bueno, es que el sentido, como decía en la última conferencia que di con Fernando Savater en la Facultad de Filosofía de Zorroaga, depende de ti, en definitiva. Si no de ti, sí de la sociedad entera, de la circulación social del discurso. El discurso en sí no es nada más que una apuesta, quiero decir que el gran poeta puteado no es un gran poeta. 

P. ¿Cómo definirías tu poesía?

R. Prácticamente podríamos decir que la definición de mi poesía es la de darle sentido a la locura, ponerla sobre el papel. Por ejemplo en el poema Ma mère yo lo que reivindico es un derecho a la locura esencial, un derecho a otra vida, a una vida alternativa, que el capitalismo –o la sociedad occidental, llámese como se quiera– no tolera. 

P. Tú siempre has sido una voz constante en contra de la sociedad capitalista...


R. El capitalismo es un poco como el panóptico, es como una cárcel con una torre en el centro desde donde se vigila el comportamiento de todos los presos. Y de esta forma en el sistema no se puede tener más que una vida, que es la que se llama "normalidad" y la normalidad, encima, es una cesación del sentido, porque, por ejemplo, normalidad en mi grupo se llama a que vuelva en sí y diga: "Todo lo demás era un error", y yo no estoy de acuerdo. Además la aventura no existe. La sociedad en el capitalismo es sin aventura. La aventura está prohibida. Y esto lo demuestra el gamberro, porque es el escándalo público permanente. Precisamente la prohibición del loco y el borracho son inventos de la burguesía porque en la sociedad medieval bebían como cosacos. Luego llega la burguesía e inventa la ética de las buenas costumbres, una ética, por lo demás, indecible, que es lo más tiránico del asunto, porque a un borracho lo echan y nadie sabe ni por qué. Si por lo menos hubiera un código, si fuera el "no matarás" cristiano... Pero el sacrificio ritual en la civilización burguesa es la cosa más correcta de este mundo. En todas las fiestecitas hay una víctima y al final el tío acaba en el manicomio, claro. Ahí está la fuente de la locura. No he descubierto Troya, pero lo importante es decirlo, lo importante es revelarlo ante toda esa mascarada psiquiátrica, que es la supersepultura. Como decía Laing, el viaje esquizofrénico empieza en una situación de jaque mate. Es una defensa natural, una defensa del alma. 

P. Entonces, si no he entendido mal, el sufrimiento y la demencia son fruto de la hipocresía...

R. Sí, sí, sí, de la hipocresía ambiental. La sociedad humana está tan maldita como el diablo. Imagínate una sociedad en la que todo el mundo es telépata y el secreto de la visión no se explica ni en manuales de psiquiatría ni en textos de filosofía. Es como la carta escondida de Lacan, que está escondida en el lugar más evidente y nadie lo dice. Los locos caen víctimas de la sociedad, que de verdad es secreta. Eso explica la paranoia. Es la sociedad del cuelgue permanente, joder. Alguien dijo que la burguesía fue la inventora de la hipocresía, de ahí la corbata, que es el "cuelgue". En lugar del salvajismo medieval inventó la dictadura psíquica. Cuanto más primitiva es una sociedad menos locos hay, porque la locura es una defensa.


"Cuanto más primitiva es una sociedad menos locos hay, porque la locura es una defensa"

P. ¿No crees que se mitifica un poco en torno a ese tema?

R. No. Los comportamientos de la locura se parecen un poco a los comportamientos mágicos. De alguna manera –y esto lo digo yo– hay una unión entre la mentalidad prelógica y la locura. Quiero decir, que es otro tipo de razonamiento. 

P. Hay un tema que me gustaría comentaras por las frecuentes alusiones que haces de él. Me refiero a la niñez...


R. La infancia da asco por la represión. Debes aprender a mirar, a vivir... La verdad es que no sé por qué insistía tanto en el niño, Lewis Carroll insistía muy macabramente, en los niños... Pero ya he superado ese tema. Ahora la infancia no me dice nada. Lo único que me dice algo es que seguramente el niño debe de tener su cuerpo entero, es decir, un mundo alucinatorio, como los animales, los insectos... Quiero decir que el cuerpo humano contiene poderes que no son precisamente normales. Lo dijo Spinoza, "nadie sabe lo que puede ser". Por eso decía lo de los animales, lo de los insectos, porque ellos tienen cuerpo, un cuerpo que de ninguna manera se parece a la gimnasia sueca. Luego hay otra dimensión del niño, la del esclavo, la del esclavo del hombre. Lo dijo Marx. 

P. ¿Y de tu propia infancia, qué recuerdas?

R. Nada. Que me gustaban los chicos y por eso tenía prohibida la piel. Yo tenía prohibida la piel, y no entendía nada porque yo transparente no he sido en la vida. Luego descubrí que mi padre era católico...


(Interviene su madre, Felicidad Blanch, que desde hacía un rato seguía expectante nuestra conversación.)

Felicidad Blanch: Siempre que le preguntan por la infancia lo elude indirectamente. Yo te puedo contar algo. Leopoldo empezó a recitar desde pequeño, desde los tres años, sin haber leído nunca poesía, porque además mi marido nunca recitaba en casa. De repente se quedaba como en trance y decía: "Estoy inspirado" y soltaba frases increíbles en un niño de su edad. Yo iba apuntándolas en este cuaderno... (Me muestra un cuaderno gastado por el tiempo.) ...transcribiendo a medida que iba diciendo.


P. ¿Y no será un mito que ha creado en torno a su hijo? Usted también escribe... 

F. B.: No, no, no. Tan es así que tratábamos de ocultarlo. Entonces había una niña francesa muy famosa que empezó a recitar poesía desde muy pequeña y giraba todo un mito en torno a ella. Todo esto nos asustaba. Mi marido decía: "No contéis esto porque van a empezar a decir que hay un niño prodigio", etc. Aquello durante mucho tiempo fue una especie de tabú. Por lo demás nunca recitaba delante de la gente, y además sólo lo hacía cuando le venía, porque tú le decías: "Haz un poema", y él "No, no puedo, no estoy inspirado". Y otras veces se ponía de repente en una actitud solemne, igual que un recitador, y empezaba a recitar. En ocasiones venía con un manojo enorme de revistas bajo el brazo y con un sombrero todo rolo, y decía: "Soy el capitán Marcial" y decía cosas absurdas, equivocadas... Esas no las apunté, claro, porque eran larguísimas, eran cosas sobre el capitán Marcial y su vida. 

(Hojeo el viejo cuaderno. Me paro sobre unas líneas. "Años y años pasaron sobre el año 69", dice, "años y años. Pero Dios iba avanzando y decía: pronto se acabará el mundo. Los libros hablaban solos y decían: Yo me enterraré.")

P. ¿De qué año es este poema?


F. B.: Del 53. 

P. ¡Es decir, que Leopoldo tenía cinco años!

F. B.: Esta otra la recitó después de un entierro: "Cuando yo me caigo siento el amor. Cuando las flores se ponen amarillentas, yo las cojo. Cuando las flores cubren al muerto, el muerto parece amarillo y azul, las violetas están sobre él y el muerto parece amarillo y azul". Leopoldotenía unas cosas estremecedoras. Estaba increíblemente desarrollado psíquicamente. Cuando lo llevamos a estudiar piano, a los pocos días nos dijo la profesora: "No aprende solfeo, pero ha escrito una pieza inventándose el código de las notas y se puede tocar perfectamente". Luego las cosas se empezaron a torcer en la Universidad. Para Leopoldo fue frustrante porque llegó con un nivel intelectual muy superior al que podían ofrecer en la Universidad de aquel entonces. Y en la Facultad de Filosofía se sintió defraudado. Y encima es cuando empiezan las detenciones, unas veces por droga y otras por lo que fuera. Entonces la Universidad estaba controladísima, los espiaban en las clases, en los váteres... La generación de Leopoldo es una generación atormentada. Una vez tuve la ocasión de ver la ficha policial de Leopoldo y allí había de todo, era marxista, trotskysta, traficante y no sé qué más. Yo creo que esto fue clave en su vida, que lo marcó muchísimo. Sobre todo la última detención, cuando lo llevaron junto con Pérez Galdós. Llevaba dos años sin meterse en nada, no iba a la Universidad para que no le detuvieran y le vinieron a buscar a las seis de la mañana. Me acordaré toda la vida de la cara de aterrorizado que tenía cuando se vestía en presencia de tres policías.


P. Sin embargo, Leopoldo, en la película de Chávarri, El desencanto, recuerdo que dijiste una cosa que me dejó helado, que la cárcel para ti fue un útero materno...

(Leopoldo nos escuchaba ensimismado, fumando, como siempre.)

P. Sí, yo en la cárcel me lo pasé bien. No había crímenes mentales ni nada. Estuve con Eduardo Haro en la cárcel. Él era maestro y yo el encargado de la biblioteca. Eduardo Haro era un chico muy cruel, joder, a ése también lo salvó la escritura, pues más borracho que él imposible.


(Le da una profunda calada al cigarrillo y luego prosigue.)

No, yo lo que empiezo a descubrir en la cárcel es la sociedad humana, yo diría que con el vaso de alcohol besándome los labios, como decía en un poema mío, y con una certidumbre conspiratoria de que todos los demás eran marcianos. Yo tengo un buen recuerdo de allí. Aparte que, como he dicho, no hay crímenes mentales ni nada, hay crímenes objetivos. Por ejemplo yo ya llevo dos años en este manicomio y si no he perdido la razón, sí el poder de hablar, porque eso es una práctica, y con los locos que hay no puedo hablar más que de cucarachas. Yo en la cárcel me hubiera pasado dos años. De hecho pasé seis meses por orden del juez. Pero aquí no voy a pasar toda mi vida descubriendo el inconsciente. 

"Llevo dos años en el manicomio y no he perdido la razón, sí el poder de hablar, porque con los locos no puedo hablar más que de cucarachas"

P. Es decir, que el útero materno no tiene nada que ver con esto...


R. No, esto no tiene nada de ningún útero materno. Esto es el infierno personificado. Hay un cura que cree haber pactado con el diablo, un tío que se cree Dios y cucaracha, un negro que se cree esclavo, un tío del que se rumorea que ató a una mujer desnuda a la pata de la mesa, otro que me hace beber agua jabonosa y un borracho que me dijo: "He estado en una casa de relax que se llama JESUCRISTO Y LA VIRGEN. Venga usted a follar". 

P. ¿No hay nada de voluntario en tu encierro?

R. No, no, no. No hay nada de voluntario más que el cansancio extremo y quizás dejar de beber. Pero en fin... después de lo que he pasado necesito más que nunca el alcohol.


P. Sí, el alcohol es un elemento que mencionas sin ningún pudor en toda tu poesía y en toda tu obra. 

R. Sí, el alcohol es la verdad. Yo era un escritor expulsado del mapa de la cultura y una noche me encontré con Eduardo Haro. Entonces yo no tenía piel y por lo tanto no tenía espejo. Pues me tomé unos cubatas con él y se pasó a la locura. La locura es una recreación de sí mismo. 

"Solo hay una chica con la que me acosté dignamente y para vengarme le pegaba palizones brutales. La obligaba a comer como los perros..." 

P. Casi todos tus poemas son como un disparo a bocajarro sobre la moral establecida. Sobre los códigos del poder. Y la violencia sexual es un factor clave en todo ello. ¿Lo consideras como un arma?


R. Mira, en mi caso sólo hay una chica con la que me acosté dignamente y para vengarme le pegaba unos palizones brutales, como en Portero de noche más o menos. La obligaba a comer como los perros... Al final acabó harta de mí, claro. Lo que sí quiero es que me preguntes algo sobre la homosexualidad

P. Estaba previsto para un poco más adelante, pero, ¿qué pasa con la homosexualidad?

R. Sí, al fin me he convertido en el grado super-homosexual de la masonería. (Ríe.)

P. ¿De verdad? ¿Y eso es una perversión?

R. No, no lo creo. Y si lo es, pues mejor. Se ha dicho que el acto homosexual es un acto contra la vida, en cuanto que es una cópula que no produce nada, como el onanismo. 

P. Pero la sexualidad a la que aludes, siempre es oscura, escondida, macabra a veces...


. Bueno, oscuro y macabro es con las mujeres. 

P. ¿Es una forma de buscar dentro, un camino de conocimiento?

R. Es un camino de perfección.


P. ¿Y la escritura es también un arma? ¿Se escribe para disparar «con certero dardo, con el arma dotada del más eficaz silenciador: la escritura» como decías en la introducción de aquel libro de Lewis Carroll Matemática demente, refiriéndote a Erostrato, el personaje sartriano?

R. El secreto es que, como decía Hegel, cada conciencia busca la muerte del otro. Es decir, que esta vida no es más que una guerrilla permanente, por lo visto. 

"Yo escribía para liquidar al otro; lo que pasa es que al final el otro me ha liquidado a mí"

P. Por lo tanto no eres inocente cuando escribes...


R. No. En la medida que mi poesía circulaba, cuando era un Fernando Savater más o menos, escribía para eso, para liquidar al otro. Decía que la lectura no existe, que la lectura era un acto canibálico y tal. La verdad es que escribía para liquidar al otro; lo que pasa es que al final el otro me ha liquidado a mí. 

P. ¿Has perdido la guerrilla, como decías?

R. No, es que, tan chulo era que me quería meter con toda España y, total, España me ha metido aquí. (Se ríe.) No, de verdad que yo no he visto país tan subnormal en los días de mi vida. Me han deshecho la vida, joder. Me han metido en una jaulita y me tiran hierbas y cosas. Lo que ha sucedido conmigo en este país no puede suceder en ningún otro país del mundo. Al final he tenido que exiliarme de Madrid porque Madrid era invivible, no se podía ni ir en metro. Me he inventado un deporte que se llama 'La caza del español' y se juega con un Fiat pequeño y el periódico Marca. Entonces, tú vas en el Fiat y sacas por la ventanilla el periódico. El español corre hacia el automóvil y tú le disparas con un rifle de mira telescópica. Si no tienes un periódico Marca puedes enseñar una virgencita, que también sirve. Es que da asco. A veces pienso en irme a Francia porque allí la cultura se respeta.


P. Esto que me estás contando me ha recordado a un texto despiadado que encontré en algún libro tuyo, y que dice así: "Matar a un español me da tanto asco como aplastar con el pie una cucaracha. Otra cosa es Francia. Allí el culo no lo tienen tan sucio". En efecto, parece que respetas un poco más a Francia. Por otra parte está París, la vía de escape de vuestra generación, el mayo del 68...

R. Sí, yo el arte de la telepatía lo aprendí en París con una tía a la que confundí con la Virgen y más tarde con María Magdalena, la mujer de Jesucristo según el Corán

P. ¿Y qué supuso todo lo que ocurría entonces en París, la ilusión de la revolución, el mayo francés, etc.?

R. La revolución es una incógnita. En el fondo el Manifiesto Comunista de Marx habla del sufrimiento del proletariado. Lo que yo no entiendo es que me siga la corriente todo un país. Eso es alucinante, delirante. En Londres yo podía hacer el payaso en un bar y no se enteraba toda Inglaterra. ¿Si no, los periódicos para qué están? ¿Para envolver los bocadillos? Es que creo que me conoce toda España y no sé de qué. 

P. Bueno, de que eres escritor, ¿no? A los escritores se les conoce...

R. No. Es que no es eso, es la animalidad del inconsciente, la caja de Pandora. Es una X en una ecuación que no existe, porque eso es la calle, los bares, etc. Pero, en fin, si hay una revolución alcohólica, que la siga todo el país es más que delirante. Es el ejemplo del Nazismo. Y es que la sociedad humana existe de tan frágil manera que se puede derrocar el sentido con la mayor facilidad en todo un país y quizás en el mundo. Yo tengo un sueño, que es hacerme millonario, empezar por la antipsiquiatría, luego seguir con una agencia de publicidad, con el ocultismo, etc. Y hacer la revolución que no sé lo que es. Porque de alguna manera la revolución es un ideal ético, no es otra cosa. El Marxismo es el cristianismo productivo. Por ejemplo, el sueño del Comunismo es el sueño del paraíso terrenal, cada uno según sus necesidades. Pero, en fin, lo importante es que siga algo de la idea en la realidad, porque si no, ¿para qué escribir, para qué trabajar y para qué ser un hombre? Ya lo dije otras veces: el ideal para el hombre debe existir, pero no sé cuál debe ser, porque no soy tan simple como Sádaba para pensar que una ecuación vale para vivir.


Felicidad Blanc y Leopoldo María Panero, en un fotograma de 'El desencanto' (1976), de Jaime Chávarri.
Felicidad Blanc y Leopoldo María Panero, en un fotograma de 'El desencanto' (1976), de Jaime Chávarri. 

P. A aquella generación agrupada bajo el nombre de "los novísimos", se le conoce, aparte de como "la del 68", como "la de la marginación". Ahora en cambio figuran en textos escolares, algunos son profesores respetables, Gimferrer es académico. ¿Cabe pensar que eres el único en haber mantenido una postura consecuente como "marginado"?

R. No. Mi marginación no se debe a una posición coherente. 

P. ¿Entonces es un destino?


R. Tampoco. Hay que decir ante todo que estar loco está prohibido, precisamente porque te descartan la vivencia a la menor sospecha de loco. O la ridiculizan. La psiquiatría, que es la objetivación del sujeto, consiste en descartar vivencias y ridiculizar vivencias. Antes he hablado de Francia pero la verdad es que esto ocurre en todas partes. Una vez estuve exiliado un día en Hendaya para ver qué tal se vivía en Francia, y total que entré en un bar que había y dije: "Je suis un fou" y me contesta un tío: "Par terre". De manera que en esta cuestión no creo que haya ninguna diferencia en ningún país del mundo. Yo creo que nos maltratan sistemáticamente. 

P. ¿Por eso decías que "la locura es peor que la muerte"?

R. Desde luego, si significa el maltrato social sistemático... Pero el psicoanálisis de Lacan pone en cuestión el Yo. Lo que Lacan llamaba "sujeto" era el sujeto normal. El sujeto dividido entre el YO y el SUPER YO, el loco de la carta del tarot, de la carta número 0, que representa a un hombre normal con los ojos vendados, mordido en el culo por un perro y que va camino al abismo en cambio, de lo que se rebela Laing es de que exista un tipo homogéneo de luz. Que el ser humano no tiene estructura lo prueba la historia, pues hay muchas civilizaciones, y punto. Cada cual es como es.


P. ¿Crees que la ciencia es el mundo de la luz?

R. No creo que la ciencia signifique ninguna luz. Esto me parece importante, pues en la ciencia hay una prohibición de la subjetividad, del papel de experimentador, del papel "físico" del experimentador. 

"El psicoanálisis es la cosa más atroz que he visto en mi vida. A veces se tiene delirio de confesar, pero para eso están los bares de camareras"

P. Es decir, no crees en la psiquiatría...


R. No. Yo de la psiquiatría paso. Los calmantes los he tirado en San Sebastián. 

P. ¿Y en el psicoanálisis? Citas a Freud, Lacan, Laing...

R. No creo en la psiquiatría y en el psicoanálisis menos. El psicoanálisis es la cosa más atroz y malvada que he visto en mi vida. Como decía un poeta psicoanalista norteamericano: "Miserable insecto que en mi diván te recuestas, de aquello que hemos hablado y callado nadie sabrá mañana". Precisamente el delirio de confesar del esquizofrénico no es otra cosa que el psicoanálisis. Hombre, a veces se tiene delirio de confesar, pero para eso están los bares de camareras.


P. Aún no hemos hablado de tus influencias. ¿Cuáles fueron tus primeras lecturas?

R. Sí, lo primero que leí fue Agatha Christie, me leí todas sus novelas, Un gato en el palomar y todos ésos. 

P. ¿A quién le debes tu vocación literaria? ¿Quizás al ambiente familiar? ¿A Leopoldo padre?


R. No, a él no le debo nada. En todo caso a Pound o a Mallarmé. Alestair Crowley era un mago que se creía el Anticristo. Pero eso te lo crees tú, y me lo creo yo, no hay problema. Yo me creo Leopoldo María Panero y punto. Lo otro es lo que Lacan llamaba "sujet", bueno eso es un acto sacramental algo absurdo, pero, en fin, también la vida es un poco teatro. 

"Yo no considero que el alcohol sea ninguna perdición. En todo caso la homosexualidad"

P. Detrás de tus cuentos se adivina la influencia de Poe...

P. Pues sí, a Poe lo querían mucho Baudelaire, Mallarmé...


P. En tu poesía hay también un color de Las flores del mal.

R. La verdad es que me gusta más Mallarmé. Baudelaire a veces es cursi. Esto es importante, porque se busca ante todo un malditismo poético. Porque si se llama «poeta maldito» a un borracho... Para eso estaba Verlaine, que estaba alcohólico todo el día. De todas formas yo no considero que el alcohol sea ninguna perdición. En todo caso la homosexualidad. Me parecen juegos de niños, como la autodestrucción... Pero estaba todo pensado como un juego, no era de verdad. 

P. Ahora que has hecho mención de la autodestrucción, permíteme citarte La canción del cruppier de Mississippi. «Es tan bella la ruina, tan profunda, sé todos sus colores y es como una sinfonía, la música del acabamiento».


R. Sí. Eso está muy bien. 

P. También decías en El desencanto: "Yo me destruyo para saber que soy yo mismo y no todos ellos".

R. Yo, la soledad a cien mil pies de altura. (Se ríe.)


R. Recurres mucho a la soledad...

R. Bueno, el trip de Antonio Gala empezó por la soledad. 

"A mí lo que me desespera es que la literatura está acabada. Se ha acabado en Pound la poesía y en Joyce la novela"

P. Has escrito que sólo hay dos pecados: la soledad y la creencia en el pecado.


R. La soledad y la muerte. 

P. ¿Y la magia?

R. No, a mí lo que me desespera, y de donde surgió todo eso, es que la literatura está acabada. Se ha acabado en Pound la poesía y en Joyce la novela. Eso es lo que habíamos planteado yo y unos amigos míos al mismo tiempo que lo de la magia. Pensábamos que este mundo estaba acabado, en definitiva. Y era una ilusión ¿no? Es un poco lo que he descubierto ahora. El otro día estuve en un bar con una tía que creía que estaba en una casa de muñecas y por lo demás estaba perfectamente normal, ahí en el bar. Lo hacía para poder manejar los vasos con alguna ilusión. Si yo pudiera soñar todos seríamos frases de Jacques Lacan y eso es algo ¿no?, porque ser frases del Santolayá éste... Cuadro esquizofrénico, cuadro paranoico etc., etc. Y zanjado. El diagnóstico es como un exorcismo, zanja y liquida una situación en lugar de comprenderla y abarcarla como lo haría Sigmund Freud. Otra duda que tengo es si la palabra sirve de algo...


P. Precisamente era otra cuestión que quería que tocaras, aquello de la palabra vacía y la palabra plena que explicabas en el prólogo del libro de Lewis Carroll, Matemática demente.

R. No... Lo expresaba muy mal... Mallarmé decía: "La palabra vacía es una moneda cuyo cuño se ha borrado y los hombres se pasan de mano en mano en silencio". Un ejemplo de palabra vacía sería "He ido a la lavandería", o "Me he peinado". Son cosas que no quieren decir nada, a mí no me importan. Yo cuento anécdotas o sueños o delirios, porque hablar de sí mismo porque sí... Los nombres deben tener un significado. Quiero decir que, por ejemplo entre los druidas "Dagolitus" es muy dado al rito. O "Oso Rojo", "Pluma Azul", tienen más sentido que llamarse "Pepito". 

P. Otra vez Mallarmé...


R. Sí, es que Mallarmé me gusta mucho. Lo decía en un artículo que hice sobre Gimferrer, Mallarmé es un himno al poema mismo. Y Gimferrer lo mismo –lo decía en el artículo– cuando dice: "Tiene el mar su mecánica como el amor su símbolo" que es la mejor definición de la poesía que he visto en la vida. 

P. ¿Qué significado tiene el silencio?

R. Muchas cosas. El silencio tal y como lo entendía Mallarmé era negarse a participar de la vida.

P. La mentira.

R. Un acto valeroso. 

P. La vergüenza.


R. En España debería ser una angustia muy sana. (Ríe.) 

P. La madre.

R. El orden doméstico, el orden del cuerpo, la penitenciaría del cuerpo.


P. El miedo.

P. La gente en general me tiene miedo, pero toda la culpa la tiene la locura, el mito de la enfermedad mental, porque si me comprendieran... Una vez me encontré con Félix Rotaeta en Madrid y le llené la cabeza de insultos y no sabía ni por qué. Entonces el tío, muy noblemente, a pesar de todo, me invitó a un whisky, y me propuso hacer una película... 

P. Por cierto, y perdona que te corte, has demostrado un interés bastante marcado por el cine, ¿no?, me esta ba acordando de los guiones de Peter Pan, del poema de Marilyn...


R. Hombre, si me obligan a ver una película en televisión para que no beba, pues me molesta cantidad. Pero si participo de la aventura, ya es otra cosa. Por ejemplo, tengo un guion hechoque se llama La extraña historia del doctor Jeickil y mister High donde míster High es un niño. Entonces empiezan a aparecer viejos con una cruz clavada en el pecho y al final linchan al niño y al morir se descubre que era un escritor hundido. 

"Esto de la muerte ya lo expliqué en un verso: 'No es bella la muerte pero sí el acto de matar"

P. ¿Qué es la muerte?

R. Yo me cargué cuatro tíos en Palma de Mallorca, y encima sospecho que algunos están vivos, porque yo los cadáveres no los he visto.


P. ¿Y eso se puede poner?

R. Y por qué no. Ya lo dije otras veces. En aquel entonces fue en defensa propia. Lo que pasa es que luego se convirtió en un vicio. Además esto de la muerte ya lo expliqué en un verso: "No es bella la muerte pero sí el acto de matar". Y si no ahí está Jean Genet. Si quieres te lo explico mejor. Todo empezó en Mallorca porque se metieron conmigo los guerrilleros de Cristo Rey. Yo no tenía culpa de nada, lo que pasa es que estaba como una cabra, es lo único que he intentado decir. Era un borracho y un homosexual y me creía Jesucristo. Y esto los fascistas lo consideraron como una blasfemia y me intentaron matar por eso. Fue la primera vez que me intentaron matar y me defendí de milagro; es que a mí no me gusta morir. La verdad es que no me extraña que se quieran liberar de Cristo porque es una tiranía cerebral. Si por lo menos fuera sólo sexual... vale. Pero es una tiranía total. A los curas les he deshecho toda la fe y entonces se han hecho misteriosamente de una secta que se llama Los Bigardos, que se creía que eran adoradores del demonio pero que en realidad en sus herejías, aunque malamente, al que adoraban era a Dios, como los Dulcinistas, que se cargaban a los ricos, los Donatistas, que renegaban de la penitencia y los sacramentos... Pero en fin, ésos en España son muy peligrosos. Por eso se adora tanto al Anticristo, es que llevan intentando liberarse de Dios desde hace siglos. 

P. Quizás el Anticristo es otra forma de Dios.

R. Es su Dios. Unos se lo imaginan de esa forma y otros con barba. 

P. Ya en la recta final, quisiera que comentaras algo de la traducción, de lo que llamas versión y perversión.

R. No sé justificar mis traducciones libres. Una vez hice una traducción del inglés sin saber inglés, sin mirar siquiera el diccionario, me lo inventé todo. Hay un texto de Walter Benjamín sobre la traducción –o más bien en contra de la traducción– que explica muy bien todo esto. Como ya dije en el prólogo de Dos relatos y una perversión: "Toda literatura no es sino una inmensa prueba de imprenta y nosotros, los escritores, somos correctores de pruebas". Es decir, que está ya todo hecho. Como decía Borges "Un clásico es estar una página delante del día 6 de junio de 1803". No creo que la literatura sea una masa compacta.


"Yo me cargué a cuatro tíos en Palma de Mallorca, y encima sospecho que algunos están vivos, porque yo los cadáveres no los he visto"

P. ¿Escribes algo últimamente?

R. La verdad es que escribo poco. Algunos textos y algunos artículos en el ABC, pero poca cosa más. La verdad es que tampoco leo mucho. ¡Es que le veo tan poca utilidad a los libros! Me aburren. 

P. ¿Y qué es de La antología de la locura de próxima publicación en Hiperion?


R. Sí, ya debe de estar en imprenta. 

(Me ayuda Felicidad Blanch viendo que Leopoldo no estaba con ánimos de extenderse sobre esta cuestión.)

F. B.: Son textos de una revista que publican en el sanatorio que se llama Globo rojo, y hay de todo, hay poemas, pequeños cuentos, ideas... Hay cosas preciosas.

Yo lo que estoy esperando es que venga Georgi Dan y que nos pongan a hacer lo de «mami, qué será lo que tiene el negro». 

(La entrevista se acaba con una larga carcajada)


QUIMERA

EL CONFIDENCIAL



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