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jueves, 26 de septiembre de 2024

Joshua Rubenstein: “A Stalin, la paranoia lo volvió débil, vulnerable”

 


Joshua Rubenstein: "A Stalin, la paranoia lo volvió débil, vulnerable"Stalin retratado en su despacho por el fotgrafo estadounidense James Abbe (1883_1973), el 13 de abril de 1932. EFE

Joshua Rubenstein: “A Stalin, la paranoia lo volvió débil, vulnerable”

El autor de "The last days of Stalin" sostiene que la muerte del líder fue desaprovechada por EE.UU. para distender el mundo y que solo unos pocos nostálgicos lo reivindican en la Rusia actual. Esta semana se estrena por streaming "State funeral", el documental que muestra imágenes inéditas de su faraónico velorio.

Héctor Pavón

25 de mayo de 2021

"Hablar sobre Stalin es una pesadilla para usted?”. “No. Lo disfruto. La muerte de Stalin es algo para celebrar”, sostiene unJoshua Rubenstein sonriente a través de la pantalla de Zoom. Es historiador estadounidense y en 2016 publicó The last days of Stalin (aún sin traducción en castellano). Una reconstrucción al detalle de los últimos y controvertidos días de Stalin y de esa URSS sin su líder más sangriento, componen esta biografía del académico de la Universidad de Harvard. Rubenstein fue director regional deAmnistía Internacional en su país. Es autor de libros sobre cultura y política soviéticas y también sobre el Holocausto.

En este, su décimo libro, además aborda el destino del mundo ante esta muerte determinante y puntualiza la posibilidad de distensión que EE.UU. no pudo o no quiso aprovechar. Se enfoca en el rechazo total que ejercía John Foster Dulles –secretario de Estado del Gobierno de Dwight Eisenhower– al acercamiento con la URSS.

El "hombre de hierro" de la Unión Soviética.
Foto: AFPEl "hombre de hierro" de la Unión Soviética. Foto: AFP

Stalin murió el 5 de marzo de 1953, cuatro días antes había sufrido una ACV y había quedado tirado en el piso toda la noche, sin atención médica. Al día siguiente, sus colaboradores no conseguían médicos porque Stalin había “desarmado un complot” de su equipo médico: algunos de ellos habían muerto torturados. Fue así que trajeron a un profesional, que, aterrorizado, recomendó “silencio absoluto; la aplicación de ocho sanguijuelas terapéuticas en los oídos; una compresa fría en la cabeza; un enema de leche de magnesia; y la extracción de su dentadura postiza”, según la descripción de Rubenstein en su libro.

–Stalin, cuyo apodo significa hombre de hierro, yace en el piso, sobre la alfombra con una aureola de orín. ¿Cómo se entiende que uno de los hombres más poderosos de la historia haya pasado la noche inconsciente, sin ayuda y sin medios para comunicarse?

–Recuerde que Stalin estaba en la dacha (casa de campo), no en el Kremlin, y la regla allí era que sus guardias no podían entrar a los cuartos privados sin ser invitados con el llamado de una campana. En general, oían el tintineo a las 11 o de 12, cuando se despertaba tarde. Stalin hacía sonar la campana para pedir el desayuno, el correo o los periódicos. Pero esa mañana no escucharon nada. Se hacía cada vez más tarde y tenían miedo de abrir la puerta y entrar debido a las reglas de seguridad del líder que impedían el ingreso. Stalin era paranoico, tenía miedo de que lo asesinaran y las regulaciones de la dacha lo hicieron más vulnerable. Tuvo un derrame, no podía gritar ni alcanzar un teléfono, estuvo tirado sobre su propia orina durante 10 o 12 horas hasta que una ama de llaves anciana fue enviada por los guardias. Si Stalin estaba bien, no le iba a molestar que ella abriera la puerta. Entró con el correo, lo encontró en el suelo y alertó a los guardias. El personal, los perros pastores alemanes, los guardias armados no pudieron ayudarlo.

Joshua Rubenstein en Moscú 1993, durante una protesta contra el gobierno de Boris Yeltsin.Joshua Rubenstein en Moscú 1993, durante una protesta contra el gobierno de Boris Yeltsin.

–¿Es posible que alguno de sus colaboradores cercanos lo haya envenenado, según fue la leyenda durante años ?

–¿Si lo envenenaron? Siempre es posible, pero muy improbable. En primer lugar, hubo una autopsia completa y los médicos habrían comprendido que había algo más que un sencillo derrame. En segundo lugar, los médicos que llevaron a cabo la autopsia continuaron en libertad, nadie los arrestó y algunos viajaron al exterior. Si ellos hubieran sabido de algo sospechoso habrían sido presionados; no hubieran podido viajar, tal vez ni siquiera los hubieran dejado vivos. No hay ninguna razón objetiva para creer que fue asesinado. Tenía presión alta y no existían medicamentos para controlarla. Había tenido derrames, también habría tenido un infarto después de la guerra.

–¿Murió de paranoia, digamos?

–Bueno, su paranoia lo hizo más vulnerable a lo que ocurrió. Si los guardias hubieran podido entrar lo habrían encontrado antes. Pero es difícil de creer que los médicos podrían haberlo salvado. Tuvo un derrame muy severo, la medicina occidental, los médicos europeos, no hubieran servido de mucho. La paranoia lo expuso mucho a sudebilidad física.

Velorio gigantesco en Moscú. Imagen del documental State funeral.Velorio gigantesco en Moscú. Imagen del documental State funeral.

–¿Los soviéticos sabían que eran gobernados por un hombre física y mentalmente enfermo?

–En absoluto. Siempre que veían imágenes de Stalin, él siempre estaba vestido con su uniforme inmaculado de general, vigoroso, le retocaban el pelo en las fotos. Nunca se veía la verdadera imagen, la de un hombre viejo. Incluso cuando aparecieron las primeras noticias de que había sufrido un derrame, la gente decía: “Nunca pensamos que fuera humano, nunca pensamos que tenía presión sanguínea, era un Dios”. Para los soviéticos era muy raro pensar en él como alguien que había colapsado y era vulnerable, frágil. Nunca tuvieron información objetiva sobre su salud.

–¿Cómo se entiende que el gobierno de EE.UU., al mando de “Ike” Eisenhower, no supieran con certeza quiénes eran los sucesores de Stalin?

–Bueno, seamos honestos. No es que hubiera un sistema constitucional en la URSS que estableciera que si el Premier moría, o está demasiado enfermo, el vice tomaba su lugar, como ocurre en EE.UU. o en otros países. La URSS nunca tuvo planes de sucesión. Nadie podía hablar sobre eso. Se suponía que Georgy Malenkov era el número dos. Cuando Stalin se enfermó, Malenkov, Nikita KruschevViacheslav MólotovLázar Kaganovich, Nikolái Bulganin, empezaron a discutir… “Usted se convierte en tal ministro, usted en tal cosa y gobernaremos juntos”. Para ser justos con Eisenhower, nunca hubo una señal muy clara sobre quién estaba al mando en Moscú. Por otro lado, conocían a Mólotov (artífice del pacto con Hitler sobre las Repúblicas Bálticas, además de creador del cóctel explosivo), que era muy famoso. Y a Malenkov porque había dado discursos, pero no tenían idea de quién era Kruschev. Aunque había presión sobre Eisenhower para que se encontrara con los nuevos líderes soviéticos, no podían estar seguros de quién estaba al mando. Y ellos no querían decir: “Bueno, vamos a ver a Lavrenti Beria”, comisario del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) durante 15 años, porque eso elevaría a Beria; o “vamos a encontrar con Malenkov”, porque eso elevaría a Malenkov. Podrían haber dicho “reunámonos en GinebraHelsinki, vienen Eisenhower y el secretario de Estado John Foster Dulles, ¿ustedes a quién van a mandar?”. Todavía existía la oportunidad de un diálogo útil que Eisenhower evitó. Lamentablemente fue una oportunidad perdida.

–Y por qué la muerte de Stalin no trajo suficiente distensión en la relación con EE.UU.?

–Hubo un relajamiento de las tensiones. Cuando Stalin murió, se desarrollaba la guerra de Corea. Dos semanas después los nuevos líderes soviéticos les dejaron en claro a los chinos y norcoreanos, que necesitaban terminar la pelea. Eso trajo el armisticio en julio, que todavía impera en la península de las Coreas y fue iniciativa de los líderes soviéticos, no de Eisenhower. En segundo lugar, hubo una reducción de tensiones en los países socialistas, pero luego vino la revuelta en Alemania, en junio de 1953, y los soviéticos intervinieron. Para tener una distensión más amplia tendría que haber habido una cumbre. Los estadounidenses, en particular, no estaban listos para eso.

–¿La muerte de Stalin fue un alivio para Occidente, entonces?

Dwight Eisenhower, en Filadelphia, 1948.
Foto: AP/First City Troop, File.Dwight Eisenhower, en Filadelphia, 1948. Foto: AP/First City Troop, File.

–Sí, por supuesto. Pero fue un shock, una sorpresa. Eisenhower fue elegido presidente en noviembre de 1952: era el primer presidente republicano en 20 años. Planteó su candidatura con un discurso contra el comunismo: iban a hacerlo retroceder. Eso era el discurso de Dulles. Eisenhower asume el 20 de enero de 1953 y el 1° de marzo, Stalin se desploma en la dacha y los estadounidenses lo saben recién el 4 de marzo. Durante esos tres días nadie sabe que Stalin tuvo un derrame. Nada se anuncia públicamente. En mi libro transcribo una cita famosa: Stalin le hizo a Dulles el favor de morirse, y Dulles le devolvió el favor haciendo de cuenta que Stalin no había muerto. La muerte de Stalinfue un punto de inflexión muy importante para todo el mundo, pero Dulles se negó a reconocerlo y ver que esto era una oportunidad. En la primavera de 1953, Eisenhower dio su discurso presidencial y fue publicado en el diario Pravda sin ningún comentario crítico, sin ninguna enmienda. Eisenhower incluso culpa a Stalin por la división de Europa. Para mí eso fue una señal. “Hablemos”, le estaban diciendo. Estamos dejando que nuestra gente lea tu discurso, y ellos pueden pensar por sí mismos al respecto, pueden pensar dónde está la verdad. Stalin había muerto hacía solo seis semanas. Para mí, ese fue un gesto del Kremlin a Occidente y a los estadounidenses. Y Eisenhower no estaba preparado. Fue una oportunidad desperdiciada.

–Usted escribió una biografía sobre Trotsky. ¿Qué hubiera sido de la URSS, si Trotsky no hubiera sido asesinado?


-George Orwell dijo algo muy agudo, muy inteligente sobre Trotsky en 1939, poco antes de ser asesinado en México. Dijo que comparado con Stalin, era mucho más inteligente, una mente mucho más interesante, pero la verdadera pregunta es qué se hace con los valores democráticos. Cuando se suspenden los valores democráticos, Stalin, u otro, se vuelve inevitable. Lenin y Trotsky fueron responsables por renunciar a los valores democráticos en 1917, ellos tomaron la iniciativa de desechar la asamblea constituyente en enero de 1918, instituyeron la censura, establecieron la policía secreta, usaron el terror. Ellos estaban al mando, no Stalin. No quiero romantizar a Trotsky, pero creo que si él hubiera estado a cargo, habría habido una mejor política respecto de la Alemania nazi. Stalin cometió un error muy grave en 1932, cuando no les permite a los comunistas alemanes que cooperaran con los social demócratas. Y dijo: “son tan malos como los fascistas”. Y esto le abrió la puerta a Hitler, para su victoria electoral en enero de 1933. No creo que Trotsky hubiera aceptado eso. En segundo lugar, Trotsky siempre entendió la amenaza de la Alemania nazi y no creo que Trotsky hubiera destruido elEjército Rojo en los años 30. Y en tercer lugar, Trotsky nunca habría purgado al partido comunista como lo hizo Stalin. Pero no confundan a Trotsky con un demócrata. Trotsky creía en la dictadura del proletariado, no en la democracia parlamentaria. Sólo tuvo poder entre 1917 y 1921 y una vez que estuvo en la oposición, empezó a hablar de la democracia dentro del partido comunista. Y como muchos miembros de su familia fueron destruidos por Stalin. Es fácil empatizar con Trotsky porque fue muy valiente, un escritor fabuloso. Merecía simpatía, Stalin asesinó sus dos hijos, a su hermana, a su hermano; sus nietos desaparecieron. Pero, Trotsky era un fanático. Y es tan responsable de la Revolución Rusa, como cualquier otro.

Joshua Rubenstein, académico de la Universidad de Harvard.Joshua Rubenstein, académico de la Universidad de Harvard.

–¿Cómo fue posible que Stalin se equivocara en su interpretación política para terminar confiando en Hitler y firmar el tratado Mólotov Ribbentrop?

–Stalin hizo un error un de cálculo. El tratado creó una frontera común. La línea pasaba por el centro de Polonia, entre Alemania y el territorio soviético. Hasta ese momento Polonia era un “estado tapón” entre ambos países. No se podía invadir la Unión Soviética sin pasar miles de kilómetros por Polonia. Stalin cometió el error de crear una frontera común. Pero sabía que necesitaba tiempo porque Alemania era más fuerte. Stalin había hecho una purga en el Ejército Rojo, entre 1937 y 1941, unos 30 000 oficiales fueron ejecutados o enviados a prisión. Además habían combatido muy mal contra Finlandia en la Guerra de Invierno de 1939 -1940. En síntesis, el Ejército Rojo no estaba preparado para pelear a la Alemania nazi. Desde un punto de vista pragmático y un punto de vista cínico, Stalin necesitaba crear el pacto, pero confió demasiado en Hitler y le dio muchas ventajas. Le permitió a Japón que mandara recursos y bienes materiales a Alemania pasando por territorio soviético. Permitió la reparación de buques alemanes en Murmansk, y el Mar del Norte, la base naval más nórdica del mundo. Le dio información a la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana, durante la batalla de Britania, en el otoño de 1940. Entonces Stalin apoyó activamente a Hitler para conservar vivo el pacto, porque necesitaba tiempo. Pero Hitler lo traicionó. E incluso hasta el día de la invasión, Stalin obtenía informes de inteligencia de su propia red, de Churchill y otros, advirtiéndolo de que los alemanes iban a invadir. Y lo ignoró. Lo que fue criminal de su parte. El disidente y premio Nobel Alexánder Solzhenitsyn escribió años después que Stalin sólo confiaba en una persona, Hitler. Y Hitler lo traicionó. Es una exageración, pero hay algo de verdad en eso.


William Harriman, fotografiado en 1942 en Moscú, en medio de Churchill y Josif Stalin.William Harriman, fotografiado en 1942 en Moscú, en medio de Churchill y Josif Stalin.

–Sobre Israel también hay una política ambigua. Por un lado, Stalin apoyó la creación del Estado de Israel, y por otro, años después, demostró su antisemitismo...

–Stalin apoyó el establecimiento del Estado de Israel. Y el bloque soviético, los países deEuropa del Este votaron a favor del plan de partición, el 29 de noviembre de 1947, para crear un estado judío, uno árabe y una zona internacional alrededor de Jerusalén. Ese fue el voto clave. Con eso concluyó el mandato británico en Palestina. Y Stalin quería que Gran Bretaña se fuera de Medio Oriente. Entonces por razones puramente pragmáticas, el gobierno soviético votó en Naciones Unidas el establecimiento de un estado judío: Israel. Y fue el primer país en reconocerlo. Desde febrero de 1948, Checoslovaquia era un país comunista y Stalin autorizó la venta de equipo militar de Checoslovaquia a Israel, durante la guerra de independencia de Israel. Eso fue muy importante para Israel. Stalin ayudó activamente a Israel. Nadie sabe con certeza por qué lo hizo, pero la sensación era que porque Israel estaba gobernado por el gobierno de Ben Gurión, socialistas europeos de izquierda, que podrían haber simpatizado con la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Pero por supuesto eso era una ilusión, Ben Gurión no quería tomar partido en la Guerra Fría, Israel era un pequeño país vulnerable, todavía había millones de judíos en Europa del Este que habían sobrevivido al Holocausto. Quería buenas relaciones con Stalin, buenas relaciones con los Estados Unidos, no quería tomar posición en la Guerra Fría. Pero después que Golda Meir fue a Moscú en septiembre de 1948, como la primera diplomática israelí, miles y miles de judíos fueron a saludarla, muchas veces, en las calles, Stalin entendió que Israel no iba a ser muy empático, le preocupó esa alianza con un país judío. Siempre fue antisemita, pero tenía que ser discreto al respecto. La ideología de Marx era una ideología internacional y los bolcheviques se organizaban contra el zar, y el del zar era un régimen completamente antisemita. Stalin tenía que cuidarse mucho de ejercer su antisemitismo, lo usó discretamente contra Trotsky. Incluso durante la Segunda Guerra, cuando el gobierno soviético estaba jugando un rol crucial contra Hitler, el gobierno soviético empezó a tener acciones antisemitas contra judíos en la cultura soviética, en la burocracia, en la industria, en los periódicos, en una purga que los removió de sus posiciones importantes. La decisión de apoyar a Israel fue pragmática de política exterior. No tenía nada que ver con la actitud empática hacia los judíos, aunque, hay que recordar, Andrei Gromyko, el famoso diplomático soviético, fue el embajador soviético en Naciones Unidas. Y él dio dos discursos muy fuertes pro-sionistas, en la ONU en 1947, refiriéndose al Holocausto, al hecho de que los judíos necesitaban un puerto seguro, después de la Segunda Guerra Mundial. Y esto alentó a los judíos de Moscú, a pensar que su gobierno los estaba apoyando en la construcción de un nuevo estado, este nuevo estado vulnerable en Medio Oriente. Entonces hay muchas corrientes de ideas y emociones en juego en 1947 y 1948 en relación al gobierno soviético y a los judíos soviéticos. Y estaban atrapados en medio de todo eso.

Tazas decoradas con imágenes del presidente ruso Vladimir Putin y Joseph Stalin se ven a la venta entre otros artículos en una tienda de regalos en Moscú el 11 de marzo de 2020. 
Foto: Dimitar DILKOFF / AFP)Tazas decoradas con imágenes del presidente ruso Vladimir Putin y Joseph Stalin se ven a la venta entre otros artículos en una tienda de regalos en Moscú el 11 de marzo de 2020. Foto: Dimitar DILKOFF / AFP)

–Yendo al presente, ¿encuentra algo en común entre Stalin y Vladimir Putin?

–Déjeme hacerle esta pregunta. ¿Cree que hay algo en común entre Videla y Stalin?

–Puede ser, en otra escala: la paranoia, los secuestros, las desapariciones y muertes sistemáticas...

–La tortura, la censura… Entonces, siempre hay alguna similaridad entre un dictador y otro. En el caso de Stalin, uno encuentra directamente el terror. Y a millones de víctimas. Cuántos desaparecidos hubo en la Argentina? ¿30.000? Estimamos que las víctimas de Stalin fueron 18 millones. Mirá, yo fui director regional de Amnistía Internacional durante 37 años, desde 1975 hasta 2012. Seguí todos esos asuntos, la guerra sucia, el caso Jacobo Timerman, todas las denuncias sobre la dictadura en tu país. También trabajé con las violaciones a los derechos humanos en Chile, con Pinochet, en Sudáfrica. Siempre hay similitudes. No creo que Putin esté interesado en el puro terror, no lo necesita, no es necesario. Necesita que el país esté integrado con Occidente, el comercio, necesita mandar gas a Alemania, por ejemplo. No puede aislar al país como sí lo hizo Stalin. Pero si ve la necesidad de asesinar a alguien, como en los casos de la periodista Anna Politkóvskaya, o el político opositor y físico Borís Nemtsov, o el abogado y político Alekséi Navalni (en prisión), lo va a hacer. Si necesita detener un centenar de manifestantes, lo va a hacer. Pero permite que un periódico liberal esté online, uno lo puede leer, hay una estación de radio liberal, EcoMoscú. La gente puede viajar; las Pussy Riot viajan, salen del país y regresan. Nada de eso era posible con Stalin. Alguien hizo la pregunta: “¿Puede Putin restaurar el terror a Rusia?” y lo ilustraba con la imagen de un auto abandonado al que se le sacaron las ruedas y lo ponen sobre bloques de cemento. Tiempo después, le vuelven a poner las ruedas. ¿Va a seguir funcionando? No sabemos. Pero Putin no es Stalin, no lo necesita. Es un mundo diferente el de hoy.

–Por supuesto. ¿Qué piensa sobre los rusos que recuerdan a Stalin y lo homenajean en su cumpleaños y otras fechas clave?

Una mujer exhibe un retrato de Stalin y lleva flores a la tumba del líder el 21 de diciembre de 2019, en su 140° cumpleaños
Foto: AP/Pavel Golovkin.Una mujer exhibe un retrato de Stalin y lleva flores a la tumba del líder el 21 de diciembre de 2019, en su 140° cumpleaños Foto: AP/Pavel Golovkin.

-Solo gente muy mayor recuerda a Stalin. Murió hace casi 70 años. Con la Perestroika, bajo Mijail Gorbachov, se publicó mucho material del pasado y la reputación de Stalin se vio afectada porque por primera vez, la gente podía leer la verdad, sin barnices. Pero ahora, bajo Putin, hay cierta propaganda pro stalinista que recuerda la Unión Soviética poderosa. Ese país unitario, el más grande del mundo, ahora está desintegrado en 18 países. Hay gente que extraña la grandeza de la URSS. Pero también hay falta de comprensión, porque el régimen promueve la idea de un Stalin como un gran líder efectivo. Hay un museo sobre los crímenes de Stalin, libros, puede verlo en internet, etcétera. Si uno quiere esa información, está ahí. Existe Memorial, una organización que reúne información sobre el estalinismo y defiende los derechos humanos en el presente. Sigue existiendo, por suerte. Pero que alguien como Stalin mantenga ese apoyo y respeto es parte de la tragedia rusa.

Imagen de la comedia negra "La muerte de Stalin". En primer plano Steve Buscemi como Nikita Kruschev.Imagen de la comedia negra "La muerte de Stalin". En primer plano Steve Buscemi como Nikita Kruschev.

–Además del documental State funeral, en 2017 se estrenó la comedia negra La muerte de Stalin. ¿Cuándo se empezó a ver este capítulo terrorífico en clave humorística, prohibida en Rusia y otras dos repúblicas ex URSS ?

Armando Iannucci hizo esta comedia basándose en una novela gráfica satírica francesa. Hasta entonces Stalin no era objeto de comedia. Putin no lo pudo tolerar. Se exhibió en Moscú antes de que la censuraran. Luego, la gente la vio en cds, online, es decir. La muerte de Stalin está basada en lo que realmente ocurrió, salvo que Kruschev, Malenkov y Mólotov no eran payasos. Eran personas demasiado serias.


CLARIN



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