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viernes, 27 de septiembre de 2024

'Intermezzo', lo nuevo de Sally Rooney: la novelista de la generación (demasiado) autoconsciente




'Intermezzo', lo nuevo de Sally Rooney: la novelista de la generación (demasiado) autoconsciente 

La cuarta y esperada novela de la escritora irlandesa, es una exploración sobre la (in)comunicación de dos hermanos llena de ternura, diálogos ingeniosos y buenas escenas de sexo, pero lastrada por la necesidad de explicitarlo todo


La cuarta novela de la escritora irlandesa Sally Roone (Castlebar, 1991) se ha publicado a la vez en España y en el mundo anglosajón. El lanzamiento global, con embargo editorial hasta la fecha de salida del libro, confirma y refuerza la conversión de la escritora en un fenómeno. La novela se llama Intermezzo, la traducción al español es de Inga Pellisa, que hace un trabajo impecable, al menos desde el punto de vista de la fluidez y la naturalidad del resultado. 

Dónde estás, mundo bello, el anterior trabajo de la escritora, tuvo una acogida quizá más fría de lo deseado: los intentos de la escritora por elevar su literatura por la vía de las conversaciones por mail sobre filosofía no terminaban de cuajar.


Intermezzo

Traducción de Inga Pellisa. Random House. 416 páginas. 22,90 ¤ Ebook: 10,99 

Intermezzo vuelve al terreno en el que Rooney se mueve bien: las relaciones afectivas y la incomunicación, que se plantea aquí como una especie de barrera que hay que romper, pero que siempre está presente.


EL PESO DE LA IMAGEN SOCIAL

Peter e Ivan son los protagonistas, dos hermanos con una considerable diferencia de edad y de carácter, pero un poco espejados, como veremos, que se enfrentan al duelo de su padre. La novela comienza en el funeral, el padre ha muerto tras años de tratamiento contra el cáncer. Peter, el mayor, es abogado, adicto a los ansiolíticos y al alcohol, y su corazón, por otro lado, está entre dos mujeres. Ivan es un cerebrito del ajedrez, con ciertas limitaciones en cuanto a las relaciones sociales. Aquí viene el espejo: Peter, de 32 años, tiene una relación con Naomi, una chica de 22; Ivan, de 22, empieza a verse con Margaret, de 36 años y separada.

Además está Sylvia, la primera novia de Peter, con la que era feliz hasta que ella sufrió un accidente: sobrevivió, pero las secuelas que le dejó le impiden hacer una vida normal, también en el aspecto íntimo, o sea, sexual, y esa es una de las razones por las que rompió con Peter. Sylvia es profesora de Literatura en la universidad; Peter da algunas clases en Derecho y trabaja como abogado, pero su situación no es nada desahogada, a pesar de las apariencias.

Aquí entra en juego otro elemento al que Rooney presta bastante atención: lo que piensan los demás. Eso tiene un peso determinante, casi agobiante, en el caso de Margaret, atormentada por la relación con Ivan y los catorce años de diferencia; pero todos y cada uno de los personajes -salvo quizá Sylvia- tienen en cuenta su imagen social.

VERBORREA (SENTI)MENTAL

Intermezzo está contada con una voz narradora en tercera persona que se adentra en la conciencia de los personajes, sobre todo en los hermanos, pero no sólo. Los personajes femeninos van creciendo en complejidad, casi robando el foco: están Margaret, Naomi y Sylvia, las novias, y está Christine, la madre, que se divorció del padre cuando Ivan tenía cinco años y a la que sus hijos llaman por el nombre de pila. Peter le reprocha que los abandonara; Ivan cree que los hijos de su marido le caen mejor que ellos. Completa el cuadro Alexei, el perro de Ivan que vivía con el padre y que ha acogido temporalmente y a regañadientes Christine, sólo hasta que Ivan y Peter busquen una solución o den con un casero que les permita tener mascotas.

Los conflictos que atenazan a Peter y a Ivan tienen que ver con las expectativas no satisfechas: Peter ha fracasado en lo sentimental (Sylvia) y tiene una relación con una mujer mucho más joven que él mismo cuestiona; Ivan no es el genio del ajedrez que estaba llamado a ser. A Peter le importa mucho más que a su hermano el aspecto social de la vida, pero en ambos casos, lo que va a marcar su felicidad o su infelicidad es el asunto sentimental, aunque empiece por lo sexual.


Sally Roney escribe muy bien las escenas de sexo, da con el equilibrio entre lo explícito y lo no dicho para que la imaginación complete y se divierta también. Es una buena exploradora de los instantes de intimidad compartida y fugaz: la complicidad y la comprensión total del cerebro del otro termina con el orgasmo, como si de repente se apagara el bluetoothcerebral y los cerebros no sólo dejaran de estar simultaneados sino que ni siquiera estuvieran en la misma frecuencia. Es decir, hay un choque entre lo que se comunican los cuerpos y lo que comunican las palabras.

Pero así como en la exploración de la intimidad, Rooney deja aire, en la exploración de la mente de los personajes y de sus sentimientos es de una verborrea a veces cargante: las cosas suceden, se cuentan desde el punto de vista de un personaje, luego se cuentan desde el punto de vista del otro, que se lo cuenta a otro personaje que a su vez da su punto de vista y trata de mostrarse empático y elucubra hipótesis sobre las posibles motivaciones del otro. 

FALTA DE SILENCIO

Sorprende un poco la autoconciencia de todos los personajes, que analizan cada acción, cada frase del otro y también las suyas, que además lastra un poco la novela y genera el efecto contrario al deseado: no se empatiza más con el personaje ni con el conflicto. Hay un sobreanálisis de los personajes hacia sus propios actos, como si se hubieran caído en la marmita del elixir de la teoría de la mente.


 Rooney parece querer explorar los problemas a los que se enfrentan los jóvenes, que van desde la vivienda, la precariedad, la falta de expectativas, las ideologías, las redes sociales, pero lo hace no sólo con una cierta superficialidad sino con planitud.

Un ejemplo: "Alguien tiene que estar explotando a alguien aquí, da la impresión. Pero ¿quién?, y ¿cómo? Él a ella, económica, sexualmente. O ella a él, económica, emocionalmente. Puede ser explotación dar dinero; también aceptarlo. El dinero es, en general, una sustancia muy explotadora; crea, se diría, nuevas formas de explotación en cada vínculo relacional por el que pasa. Engrasa con explotación las ruedas de la interacción humana". Rooney hace explícito todo: no deja silencios en los que el lector pueda proyectarse, y a veces el enfoque de los asuntos es un poco naíf.

Intermezzo, cuyo título hace referencia a ese entretiempo, que aquí es el duelo, es una novela también sobre dos hermanos que parecen vivir encerrados en escafandras impenetrables para el otro. La novela cuenta también cómo se hace la grieta en ellas y tiene momentos de ternura, hay diálogos ingeniosos y escenas de sexo muy bien escritas. Quizá con eso baste.


EL MUNDO

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