Donald Sutherland, retratado en Beverly Hills, California, en 2017. |
Muere el actor Donald Sutherland a los 88 años
El actor canadiense es conocido por una larga carrera de más de seis décadas, con títulos como ‘Doce del patíbulo’ y ‘Novecento’, y recientemente por la saga de ‘Los juegos del hambre’. Su hijo, el también intérprete Kiefer Sutherland, ha anunciado su muerte
Donald Sutherland, actor canadiense con más de 60 años de carrera, conocido por sus papeles en películas como Doce del patíbulo, Klute, Casanova, JFK, Novecento y, más recientemente, por el de presidente Snow en la saga de Los juegos del hambre, ha fallecido este 20 de junio. Así lo ha anunciado en redes sociales su hijo, el conocido intérprete Kiefer Sutherland: “Con el corazón encogido, os comunico que mi padre, Donald Sutherland, ha fallecido. Personalmente creo que es uno de los actores más importantes de la historia del cine. Nunca se amilanó ante un papel, fuera bueno, malo o feo. Amaba lo que hacía y hacía lo que amaba, y uno no puede pedir más. Una vida bien vivida”. El actor tenía 88 años.
Entre otras condecoraciones a lo largo de su fructífera carrera, con alrededor de 200 títulos, Sutherland recibió un Oscar de Honor en 2018 por su trayectoria (aunque nunca fue nominado al máximo premio del cine); también, en 2019, recogió el premio Donostia a toda su carrera en el Festival de Cine de San Sebastián. Se alzó con el Globo de Oro en dos ocasiones de las nueve en las que estuvo nominado: en 1996 gracias a su papel en la miniserie Ciudadano X, con la que también ganó un premio Emmy gracias a su papel del coronel Mikhail Fetisov; y en 2003 por la serie Camino a la guerra. Estuvo nominado al Bafta, al Critics Choice e, incluso, al Razzie, por Encerrado, en 1990. En 2016 fue jurado del festival de cine de Cannes. Tiene una estrella en el Paseo de la Fama desde el año 2011; la Cámara de Comercio de Hollywood, el organismo que las gestiona, ha enviado un comunicado lamentando su fallecimiento: “Su contribución a la industria del entretenimiento siempre será recordada”.
En los inicios de su carrera, cuando era adolescente, Sutherland trabajó para una radio local en su Canadá natal y tras estudiar en las universidades de Victoria y de Toronto (iba para ingeniero, pero lo compaginó con Arte Dramático) arrancó su trayectoria artística, con la que recaló en la prestigiosa escuela de Música y Arte Dramático de Londres. Eso le hizo lograr pequeños papeles en series británicas de los años sesenta y convertirse en un rostro cada vez más conocido en Reino Unido, gracias a sus apariciones en libretos clásicos llevados a la pequeña pantalla, a un episodio de Los Vengadores y, sobre todo, a un pequeño papel de un par de capítulos en la entoncestremendamente popular serie El Santo. Aquello le permitió dar el salto a algo más grande y que le convirtiría en un rostro clásico: el de Vernon Pinkley en Doce del patíbulo, el filme bélico dirigido por Robert Aldrich en 1967 y donde compartió escenas con grandes nombres del momento como John Cassavetes, Charles Bronson y Lee Marvin.
Durante toda su carrera, Sutherland interpretó a protagonistas y secundarios, en cine y televisión, pero también en el teatro, donde dio sus primeros pasos en su etapa universitaria (entre otros papeles con el de Esteban en La Tempestad, de Shakespeare) y siempre se sintió muy atraído por las tablas. “En un teatro los brazos te abrazan, te consuelan, te empujan, te aplauden. Eso alumbra a la gente que hace teatro. Los nutre. Les guía. Les libera y llevan el manto de ese teatro el resto de sus vidas”, declaraba el actor acerca de su pasión, como recoge laHartHouse de la Universidad de Toronto, donde empezó su carrera y que decidió crear un premio en su honor para honrar a los mejores intérpretes. En 1981 llevó Lolita a Broadway.
Sutherland nunca pensó en la retirada. De hecho, sus últimos papeles le dotaron de una popularidad global ante un público muy distinto, gracias al taimado presidente Snow en la saga de películas de Los juegos del hambre, una taquillera distopía protagonizada por Jennifer Lawrence. “No puedo jubilarme, tengo todavía bocas que alimentar”, contaba en una entrevista con este periódico en 2019, cuando acudió al Festival de San Sebastián para recoger su premio Donostia y presentar la película Una obra maestra, dirigida por Giuseppe Capotondi. De hecho, el pasado 2023 estrenó tres proyectos: una película, una miniserie y el doblaje de un largo de animación. Estaba prevista su participación en Heart Land, una película postapocalíptica que aun no ha comenzado a rodarse.
También durante toda su carrera fue un comprometido activista; tanto que llegó a estar vigilado por la inteligencia estadounidense a principios de los años setenta, como se conoció en 2017 gracias a unos documentos desclasificados. En esa entrevista de 2019 en San Sebastián habló no solo de cine, sino también de clima y medio ambiente y de sus preocupaciones por el futuro del planeta. “Tengo hijos y nietos y les vamos a dejar un mundo en el que no van a poder vivir. Han desaparecido 2,5 millones de especies de pájaros y los chinos se han visto obligados a polinizar las plantas con individuos ante la escasez de insectos. ¿Es este el mundo que queremos? Lo que está haciendo las Naciones Unidas con el cambio climático es una mierda”.
Su vida privada fue tan agitada como las de las estrellas del viejo Hollywood. Su primera esposa fue Lois May Hardwick, a la que conoció cuando eran estudiantes universitarios, y con quien se casó en 1959 y hasta mediados de los 60. El mismo año en el que se divorció, en 1966, volvió a casarse con Shirley Douglas, hija de un célebre político canadiense. El matrimonio apenas duró cuatro años, pero juntos tuvieron dos hijos, mellizos, Rachel y el conocido Kiefer, ahora de 57 años, que desde joven siguió los pasos de su padre, aunque desde que empezó su carrera estuvo distanciado de él.
Sus padres se divorciaron cuando él tenía cinco años. Mientras que Kiefer se quedó con su madre en Toronto, Donald se marchó a Hollywood, donde vivió un romance de dos años con Jane Fonda y luego se volvió a casar. Padre e hijo trabajaron juntos en alguna ocasión. El joven debutó en Hola, Mr. Dugan, que su padre protagonizaba, en 1983, y volvieron a coincidir en Tiempo de matar, en 1996, pero fue ya en el western Forsaken, en 2015, cuando compartieron más planos juntos, y donde finalmente interpretaron a padre e hijo. “Bueno, decir que nunca hubo conflicto entre nosotros a lo largo de nuestra relación sería simplemente falso”, concedía Kiefer, conocido por su papel de Jack Bauer en la serie de acción 24, en una entrevista en 2016 con The Globe and Mail. Cuando Kiefer inauguró su estrella en el Paseo de la Fama en 2008 Donald estuvo junto a él.
Sutherland encontró la estabilidad en su tercera esposa, la actriz franco-canadiense Francine Racette, a quien conoció rodando Alien Thunder y con quien contrajo matrimonio en 1972. Tuvieron tres hijos, todos llamados así por distintos directores con los que trabajó el actor y que han hecho carrera en el cine: Roeg (por Nicolas Roeg, de ahora 50 años, agente de talentos), Rossif (por Frédéric Rossef, de 45 años y que ha seguido sus pasos como actor) y Angus Redford (como Robert Redford, hoy productor de 41 años). En una entrevista en 2005 con The Guardian, Sutherland reconocía que a lo largo de su vida había cometido algunos traspiés, en lo personal y lo profesional. “Todo ha sido mi culpa. Fui muy tonto. Pero si no hubiera cometido esos errores, no habría conocido a la maravillosa mujer con la que me casé hace más de 30 años, así que supongo que los errores son aceptables”.
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