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viernes, 5 de abril de 2024

Maryse Condé / Historia de la mujer caníbal / Reseñas

 




Maryse Condé
HISTORIA DE LA MUJER CANIBAL
Traducción de Martha Asunción Alonso
El marido de Rosélie acaba de ser asesinado. Abandonada a su suerte en Ciudad del Cabo, se siente una extranjera en tierra hostil, una sombra dibujada en el rostro de un país cuyas heridas siguen cicatrizando. Querría volver a su casa, pero ¿dónde está su casa? Nacida en Guadalupe, educada en Francia, el color de su piel la ha perseguido por cuatro continentes, y no hay lugar en el mundo que le haya dado tregua. Tras la misteriosa muerte de su marido, a su alrededor se desata una tormenta de habladurías, rumores y sospechas, y ella, que se ganaba la vida como pintora, ya no se ve capaz de pintar. Tampoco puede dormir, cuando siempre ha tenido el don de devolverle el sueño a los demás. Por primera vez, duda: ¿quién fue realmente su marido? En este relato de supervivencia, Maryse Condé desentierra una existencia de desarraigo y lucha, y demuestra una vez más que en la vida, por mucho que a veces lo parezca, nada es seguro ni definitivo.
IMPEDIMENTA

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Una novela sobre la soledad y la resistencia, donde la gran Maryse Condé vuelca la sabiduría, la belleza y la rabia de toda una generación. Una historia que explora la identidad y la exclusión con una perspectiva única, solo al alcance de una de las voces más respetadas de la literatura actual.
IMPEDIMENTA

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«Historia de la mujer caníbal», una historia de consternación
ABC Cultural, 14 de marzo de 2024

Rosélie es de Guadalupe, esa pequeña isla caribeña que es parte de los ‘Departamentos de ultramar’ franceses. Stephen es inglés, un carismático y erudito profesor de literatura. Los dos viven aparentemente felices en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. A Stephen le encanta la música clásica y las reuniones literarias. Rosélie no tiene grandes intereses culturales y evita participar en los saraos de su marido.
Su gran pasión es la pintura, aunque tampoco posee formación artística alguna. Son un matrimonio mixto, ella negra, él blanco. Y esto es una continua fuente de problemas.
Es un problema en Sudáfrica y también lo ha sido en todos los países donde han vivido, especialmente en Estados Unidos, donde el expansivo y sociable Stephen no paraba de hacer amistad con parejas blancas que, al ver el color de la piel de su mujer, palidecían espantadas. Lo mismo sucede en Sudáfrica. Cuando Stephen presenta a Rosélie como «mi mujer» todo el mundo la mira con consternación.
Una noche Stephen sale de casa para comprar tabaco. Apenas puede llegar a la esquina cuando unos maleantes le asaltan y le matan. Nadie se explica por qué Stephen ha sido tan temerario en un país donde los atracos, violaciones y asesinatos son habituales. Un inspector de policía comienza a investigar, convencido de que hay algo oscuro e inexplicable en la muerte de Stephen.
A pesar de este misterio, solo resuelto en las últimas páginas, la novela no tiene una verdadera trama. Se desarrolla más bien como un recorrido. Un recorrido que nos lleva por la vida de Rosélie y nos invita a conocer su mundo. Como todas las vidas, la de Rosélie está llena de pequeños misterios, contradicciones, absurdos, milagros, sorpresas y es un verdadero placer ir descubriéndolos uno a uno.
Hay en el libro una organización secreta: en cada capítulo aparece un personaje o un grupo de personajes nuevos, como si estuviéramos explorando las diversas partes de una planta. Algunos no vuelven a aparecer. Otros se quedan pegados al tallo principal y nos siguen acompañando. Tras la muerte de su marido, Rosélie se pone a trabajar como «médium», aunque en realidad lo que hace es dar masajes y hacer terapias a sus clientes, muchos de los cuales mejoran notablemente.
Lo cierto es que Rosélie es una mujer llena de capacidades y habilidades, entre ellas una capacidad sorprendente para la amistad y las relaciones humanas, que nunca ha tenido ocasión de conocer del todo ni de desarrollar. Parece que es capaz de curar porque sería capaz casi de cualquier cosa que se hubiera propuesto de no haber vivido siempre a la sombra de novios o maridos abrumadores.
Se dice muchas veces que el estilo de Maryse Condé es «brutal», «implacable», «desnudo» y todos esos adjetivos que, quién sabe por qué, cierta clase de críticos consideran las alabanzas más grandes que se le pueden hacer a un autor. No es cierto. El estilo de Condé es plácido, sereno, lleno de sensaciones y de imágenes, y leerla es un verdadero placer. Su denuncia del machismo, de la violencia y sobre todo del racismo que existen en tantas sociedades no es menos implacable y demoledora por eso. ¿Por qué los negros causan tanto miedo? ¿Por qué en cuanto vemos a alguien de raza negra nos sentimos incómodos? Difícilmente se podría escribir sobre estos conflictivos temas con mayor sensibilidad e inteligencia.
—Andrés Ibáñez
ABC CULTURAL

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