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lunes, 8 de abril de 2024

María Isabel Rueda / ¿Tiro en el pie?

 



¿Tiro en el pie?



Nos vamos acercando a la estatización de la salud, una pesadilla que creímos superada hace 30 años.


María Isabel Rueda

7 de abril de 2024


Luego de que se hizo el feliz anuncio de que la reforma de la salud había sido archivada; de que vimos al ministro de Salud tomándose la cabeza a dos manos; de que escuchamos al del Interior confesando que faltó concertación, pues poco duró la fiesta: ya había comenzado la predicción de Petro de que las EPS caerían como fichas de ajedrez, unas encima de otras.

Primero se tomaron a Sanitas. Muestra de la improvisación es que en la resolución que ordena su intervención se les fueron escritos los datos de la Nueva EPS. ¡Hubo que hacer correcciones a mano!
Con respecto a esta última, existe la gran contradicción de que siendo el Estado propietario del 50 por ciento menos una acción (el resto les pertenece a las cajas de compensación), pues como tal estaba representado proporcionalmente en su junta que tomaba las decisiones. Ahora, el Gobierno resuelve intervenirse a sí mismo y la exministra Corcho denuncia que se han “embolatado” seis billones en la entidad. Su junta pidió hace más de mes y medio una auditoría forense para investigar las cuentas. Nunca se hizo. Y para completar, la caja Compensar, socia, anuncia que ya no seguirá funcionando como EPS, porque las cuentas no le dan más.
Petro podrá decir ante este y los casos que vengan: advertí que el sistema no era viable. Pero en el mundo entero, cualquiera que sea su modelo, la atención de la salud es deficitaria; pero, además, este gobierno se propuso ahondar esa inviabilidad, al no pagar a tiempo y en las cantidades debidas los dineros con los que las EPS cuidan a sus pacientes, cuya atención, por distintos motivos, se ha encarecido, al igual que en el resto del mundo; la gente vive más y la tecnología es cada día más exigente. Veremos qué dice al respecto en los próximos días la Corte Constitucional, que estudia el tema con gran seriedad.
Total, nos vamos acercando a la estatización de la salud en Colombia, una pesadilla que creímos superada hace 30 años; y aunque por ahora no se note, porque el Gobierno es el dueño de la chequera, el deterioro de la atención en nuestra salud se irá evidenciando gradual, pero creo que rápidamente, porque el Estado no es por sí solo buen gestor de nada y menos bajo este gobierno, que ha mostrado su gran incapacidad para ejecutar.
Me pregunto si cuando los colombianos estén comenzando a sentir de verdad el rigor de la mala calidad de su sistema de salud creerán las narrativas de Petro de que había que pagar este alto costo para quitarle este botín a una parranda de ladrones, o si la gente finalmente se dará cuenta de lo que perdió e incrementará su descontento contra el Gobierno.
Aquí los únicos que pierden son los pacientes. EPS como Sanitas terminarán al final del día, probablemente, metiéndole al Estado colombiano una multimillonaria demanda, entre otras cosas por la discusión de que su intervención fue en realidad una expropiación de sus bienes, haberes y negocios, así se diga que solo será por un año. Nunca la intervención de una EPS ha tenido final distinto a su liquidación. Luego es poco probable que al término de esta intervención, si queda algo en pie, los pacientes de Sanitas terminen recibiendo una atención mejor o por lo menos igual a la que recibían.
Por eso resulta extraño que, distinto a una motivación y terquedad ideológicas, Petro, azuzado por Corcho, esté dispuesto a meterse este tiro en el pie, cuando se encuentra en plena campaña política, bien para la convocatoria de su constituyente, bien para la elección de un presidente heredero de su “progresismo”. O ambas. Pero claro, a él también le gusta el caos. Ahí nada en su sopa; y sabe, con ese instrumento, cómo gobernar “paraconstitucionalmente”.
Ronald Reagan solía decir en su campaña que el problema era el gobierno, no la solución. Petro piensa que es todo lo contrario: que la solución es el gobierno, cuando es el gobierno el que está convirtiendo en un problema casi todos los temas nacionales. Además de la salud, a los cafeteros, a las pensiones, a las generadoras de energía –con las que se asoman las orejas del lobo: posible racha de intervenciones, como veremos próximamente–. Para no hablar de la inseguridad nacional, en la que Petro nos embarcó mediante el inviable invento de la paz total, que hasta hoy no tiene nada de paz y mucho menos de total.
Por lo pronto, es bastante improbable que si el Estado termina por asfixiar hasta a la última EPS y se echa la salud de los colombianos a los hombros, podamos decir como epílogo de este proceso que ahora sí los colombianos gozamos del feliz ejercicio de nuestro derecho a la salud.
Queda hecha la advertencia del expresidente César Gaviria: “Se viene una catástrofe social. Habrá miles de muertos, porque el Gobierno no está preparado para atender a los 50 millones de pacientes de nuestro sistema de salud”.

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