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jueves, 18 de noviembre de 2004

El fin de una tetralogía / A.S. Byatt hurga otra vez en la verdad con 'La mujer que silba'

 

AS Byatt – black and white close-up photo of author in the snow, wearing a black fedora-style hat and scarf, laughing

AS Byatt / Foto de Ian Cook

EL FIN DE UNA TETRALOGÍA
A.S. Byatt hurga otra vez en la verdad con 'La mujer que silba'

ANGEL A. GIMÉNEZ | EFE

12 de enero de 2004                                                                                                                                                                                                                                                                                

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La revisión de las protestas sociales de 1968, que convulsionaron y sirvieron de acicate para una parte de la izquierda, y el análisis metafórico del progreso tecnológico forman los hilos conductores de la última novela de la escritora A. S. Byatt.

'La mujer que silba', un libro con el que la autora, una vez más, y a pesar de ser "mujer e inglesa", procura "salir afuera a buscar la verdad". Un camino que no siempre lleva al lugar deseado.

Pero esta búsqueda es infructuosa en la mayoría de los casos, por no decir siempre, reconoció luego en una reducida conferencia de prensa que se celebró en Madrid para presentar la novela.

Enemiga acérrima de las entrevistas individuales, que prohíbe para evitar asuntos de índole personal, Antonia Susan Byatt constituye una de las voces narrativas más prestigiosas de la actualidad británica, por mucho que le moleste el término debido a una inocente aversión a los escoceses, de quienes no gusta "su modo de celebrar los goles de su equipo". 

'La mujer que silba' (Emecé) completa la historia de la alter ego de la escritora, Frederica Potter, una profesora de literatura que súbitamente se convierte en conductora de un programa de televisión. 

En el trayecto, Potter aparece atrapada en un mundo compuesto por conferencias científicas, comunas hippies, una televisión que, cuando menos, no era entonces tan "boba", matizó, y múltiples alusiones científicas. 

Último de una tetralogía

La novela es el cuarto y último título de una tetralogía que comenzó en 1978 con 'The virgin in the garden' y que siguió con 'Still Life' y 'Babel Tower', todas ellas con el protagonismo de Frederica, un personaje que la novelista no volverá a retomar. "No la echo de menos; ya ha tenido atención más que suficiente", destacó. 

Byatt señaló que su alter ego "es un personaje que se atreve a hacer cosas a las que seguramente no se atreverían los hombres, por lo que comete grandes errores, como casarse con el hombre equivocado por un extraño ideal literario".

Ninguna de las novelas que forma la tetralogía se encuentra en el mercado español, hecho que la editorial Emecé pretender subsanar en las próximas fechas con la publicación, además de 'La mujer que silba', del resto de los trabajos. 

La escritora inglesa -Premio Booker por "Posesion" en 1993- gusta de alternar en sus trabajos el pasado con el presente con el fin, aseguró, "de averiguar qué similitudes y diferencias hay entre ambos". "Este es uno de los propósitos de mi literatura", sentenció.

Revueltas sociales del 68

Así, Byatt, también profesora de Historia del Arte y de la Literatura en la Universidad de Londres durante muchos años- conoce profundamente las épocas que recorre en sus novelas y lee todo lo que sobre ellas cae en sus manos. De hecho, en "La mujer que silba" se adentra en las revueltas sociales del 68, lo que le permite lanzar algunos juicios.

"Fue -manifestó- una época tan enérgica como repleta de ideas absurdas ya que esa energía generó muchos problemas políticos", explicó la autora de 'Angeles e insectos'. 

Su obsesión por la recreación -ahora, anunció, trabaja en los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX para rastrear los orígenes del socialismo en Europa- no impide que su visión de la actualidad combine la acidez con la lucidez.

Así, indicó que le da miedo pensar que "alguien que no ha salido de Estados Unidos rija el destino del mundo" y, en alusión a Tony Blair, agregó que "le apoyaba hasta la guerra de Iraq, aunque nadie puede reprocharle que haya hecho cosas imposibles para otros, como sacar profesores de ciencia de la nada". 

Con todo, mira con satisfacción el panorama, pese a la desconfianza que le produce el llamado trío de las Azores. "Soy un ser biológico, me ha tocado vivir aquí y ahora, de modo que, qué puedo decir, me gusta manejar mi ordenador", comentó entre risas esta autora cuya hermana, también profesora y escritora, no puede nombrarse en las entrevistas bajo amenaza de marcharse.


EL MUNDO


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