‘La mujer condenada’ de Octave Tassaert, Francia, 1859 |
Octave Tassaert
LA MUJER CONDENADA
Una Venus se retuerce de placer. Flota, liberada en el cielo. Está siendo ‘devorada’ por tres figuras andróginas. Bien podrían ser ángeles asexuados, dándole un placer místico a la diosa. O bien podrían ser mujeres, lo que añade a esta obra de Octave Tassaert una razón más para que fuera tan escandalosa en una época de extremo puritanismo burgués.
Unos tonos pastel tiñen este cuadro para potenciar en el espectador la sensualidad que ya de por sí supura esta oda a la estimulación femenina. No le queda una terminación nerviosa sin espolear a esta mujer condenada. Condenada quizás por la sociedad, que no puede permitir que una mujer sea tan libre.
Eso de “mujer condenada” es un título irónico, por supuesto. Tanto placer, tanta felicidad merecería la condenación eterna. Este cuadro es en muchos sentidos una pintura religiosa, muy diferente a otros ejemplos de arte erótico de Tassaert, cuadros de lo más explícito en los que no hay tanta elegancia.
La obra de #Tassaert siempre fue incómoda para aquellos ojos burgueses de la Francia de mediados del siglo XIX. Quizás por ello su carrera no acabó de despegar y, ninguneado, acabó dejando el mundo del arte, para morir alcoholizado y enfermo tras un trágico suicidio en su casa de Paris.
Este malditismo que rodea al cuadro y a la propia figura del artista hizo que pintores posteriores como Gauguin o Van Gogh idolatraran a Tassaert.
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