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miércoles, 30 de noviembre de 2022

Juan José Millás / Una duda




Una duda
Juan José Millás
UNA DUDA
27 de octubre de 2018
OCULTA EN EL interior del marco había una trituradora que se activaba desde afuera con un mando a distancia semejante, suponemos, al que abre o cierra la puerta del coche y del garaje. El mando a distancia es uno de los inventos más inverosímiles de la humanidad, pues rompe el vínculo físico entre el usuario y la máquina. De súbito, ya no era preciso moverse del sofá para encender o apagar la tele. Podías hacerlo a través de unas ondas invisibles, lo que proporcionaba una experiencia de poder cercana a la de la telequinesia, donde los objetos se mueven sin causa física aparente. De ahí a cambiar de canal con el pensamiento había un solo paso que aún no hemos dado, pero estamos en ello. Entre tanto, el mando a distancia se popularizó y se diversificó: lo mismo servía para hacer estallar una bomba que para programar las horas de encendido de la calefacción.
Lo que ven en la foto es un cuadro de Banksy que acababa de ser adjudicado por un millón y pico de euros en una subasta. Apenas un segundo después de que el martillero sancionara la venta con un golpe de maza, se escuchó en la sala un pitido electrónico y la obra de arte comenzó a deslizarse hacia el exterior del marco atravesando un juego de cuchillas invisibles que la trituraba al tiempo de caer. Daba la impresión de que hubiera decidido suicidarse al escuchar la cifra alcanzada. Significa que lo que se vendía no era un cuadro, sino una performance o, si ustedes lo prefieren, una acción de carácter artístico, realizada en vivo y en directo, que nos hizo dudar de la calidad de la obra y de la de los compradores.

Alex de la Iglesia / La mística del conocimiento




La “mística” del conocimiento

La isla del Tesoro es de lo mejor que se ha escrito, Lovecraft no es subcultura y El Señor de los Anillos es una obra maestra, aunque a más de uno se le rasguen las vestiduras.

Alex de la Iglesia
25 de mayo de 2013

Mi relación con lo fantástico es bastarda y cruel. Admiro la literatura, el cine y la filosofía idealista por cobardía e inoperancia, por carecer de las herramientas precisas que el realismo científico proporciona a los expertos, a la gente seria, a fin de que con ellas puedan desentrañar los misterios que la realidad, en su áspero devenir, nos presenta. No soy un fan de Bunge, por ejemplo. Esto ya me anula como interlocutor en el conflicto: no doy la talla. Propongo, por lo tanto, que leáis a Savater, que en sus libros La infancia recuperada y, sobre todo, en Misterio, Emoción y riesgo, habla sobre el tema y opina lo mismo que yo, pero habiendo leído previamente a Bunge. Gracias a Fernando puedo defender hipótesis tales como que La isla del Tesoro es de lo mejor que se ha escrito, que Lovecraft no es subcultura y que El Señor de los Anillos es una obra maestra, aunque a más de uno se le rasguen las vestiduras.

Cuál es la función de las páginas en blanco en los libros y por qué te cautivará




Cuál es la función de las páginas en blanco en los libros y por qué te cautivará

Igual nunca te habías preguntado para qué sirven estas hojas. Pues algunas contienen obras de arte

Teresa Morales García
22 de junio de 2017

libros
"Hay un valor agregado en la escritura manuscrita sobre las páginas de un libro que lo distingue de todos los demás ejemplares, lo hace único". En la imagen, Bryan Cranston en la película 'Trumbo' (2015). Cordon
“Son espacios que contienen dedicatorias, dibujos, caricaturas, anotaciones de trabajo… Estas anotaciones son un valor añadido de una trascendencia no siempre valorada. Individualizan al ejemplar, le dan personalidad y nos hablan de una historia paralela, en ocasiones, mucho más vibrante que el propio texto”. El que habla así es Arsenio Sánchez, restaurador de la Biblioteca Nacional de España (BNE), y premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales.

Lectores / Cuando un libro se nos cae




Cuando un libro se nos cae

Un 19% de las obras de narrativa general se abandonan antes de la mitad


JOSÉ ANTONIO MILLÁN
17 AGO 2018 - 12:23 COT


Pilas de libros.
Pilas de libros.

¿Quién no ha tenido la tentación de abandonar una lectura comenzada? Esta acción no suele pregonarse, pero basta con que el tema surja en una red social (“No he podido terminar el libro X”) para que salten experiencias similares: “Yo tampoco pude con Y”, “A mí Z me ha resultado intragable”. La red social de lectura Goodreads hizo una de las raras encuestas que hay sobre el tema entre sus lectores (en inglés). En ella se vio cómo se habían caído de las manos de los lectores clásicos voluminosos, como Moby Dick o Ulises, aunque también se dejaron libros más breves, como Cincuenta sombras de Grey. En las redes sociales españolas se han visto recientemente lectores que anunciaban que dejaban la lectura de Solenoide, extensa novela (800 páginas) de un famoso escritor rumano, aunque inmediatamente surgían otros que manifestaban el placer que tenían con ella. También es muy frecuente que se deje una obra y años más tarde se retome para terminarla. En busca del tiempo perdido, de Proust, es un caso típico. El impulso para leer un libro puede ser su prestigio antiguo (clásicos) o su actualidad (obras de moda), pero de nada servirán si los lectores no lo encuentran atractivo o interesante. Y ese juicio puede ser muy personal.

martes, 29 de noviembre de 2022

Katherine Mansfield / El barón

Ilustración de Triunfo Arciniegas

Katherine Mansfield
EL BARÓN
Traducción de Clara Janés Nadal
The Baron by Katherine Mansfield

-¿Quién es? -pregunté-. ¿Y por qué se sienta siempre solo, dándonos la espalda?
-¡Ah! -susurró la esposa del consejero superior del gobierno-. Es un barón.
Me miró solemnemente y con algo de desdén, con esa expresión de "que-curioso-no-haber-advertido-eso-a-simple-vista".

Katherine Mansfield / Para leer despacio

Katherine Mansfield



Katherine Mansfield
PARA LEER DESPACIO

José Luis González
12 de febrero de 2011
Pocos libros publicó en vida esta cuentista de insatisfecho corazón, en cierto modo un modelo de avanzada mujer contemporánea en muchas de sus actitudes, escindida por dentro, una de las cuentistas sutiles del XX. 'Felicidad y otros cuentos' (1921), al que inmediatamente seguiría 'Fiesta en el jardín y otros cuentos' (1922), demostraron cómo podía alcanzar éxito una narrativa de exquisita sensibilidad y de novedades de estilo en aquellos años. De sus variadas cualidades para la escritura destacan su acierto en recrear diálogos cotidianos y su facilidad para conseguir que los detalles no se degraden en hechos nimios: el acto de cerrar una puerta, la desazón de tenerse reproducida en un espejo alto, mirar un esbelto frutal en flor como se mira la representación de la dicha, una mosca caída en un tintero a la que un hombre de negocios aplasta, las sugerencias de dos fichas redondas sobre un tablero que se persiguen como seres vivos... hacen el eco de actitudes, decisiones o estados que contornean la narración, y más que decir resueltamente prefieren sugerir o mostrar. O si quien lee se deja subyugar descifra en ellos apuntes de simbología. Los relatos más maduros de Katherine Mansfield -la tuberculosis la privó de vivir más allá de los treinta y cinco años- seducen por quedar el desenlace apaciblemente abierto, aunque también pueda resultar un cierre en apariencia abrupto. Cuenta más la atmósfera, la temperatura, irónica en ocasiones, que la progresión, el goteo de la intriga. Lo sumergido, más que lo que flota. Leerla te hace testigo inmediato y ciudadano de su mundo y sus difíciles paraísos. Repelida por bastantes de quienes la trataron -hasta por su propia madre, hasta por otros autores menos innovadores- pero innegablemente admirada como narradora, la sentimentalidad de Katherine Mansfield se sucede en sus relatos hipersensibles y en los altibajos de su propia vida, plasmados a veces en sus narraciones. Admirables son sus relatos menos cortos. 

El mundo frágil de Katherine Mansfield


El mundo frágil de Katherine Mansfield

La dialéctica entre el interior y el exterior, entre lo psicológico y lo social y entre universos opuestos gobiernan los dos cuentos de La fiesta en el jardín'
Miguel Hidalgo
27 de junio de 2019

Disponemos de una excelente edición de los Cuentos completos de Katherine Mansfield (1888-1923), publicada por Alba con los setenta y tres relatos acabados que, recogidos en cinco libros, llegó a difundir en su breve existencia –murió de tuberculosis- la escritora neozelandesa, inserta en una modernidad literaria próxima a Virginia Woolf, con quien mantuvo una corta y no siempre cómoda relación de amistad.

Juan Villoro / Malcolm Lowry

Malcolm Lowry





Malcolm Lowry
Bajo el volcán


Turbulenta, atropellada y alcohólica, la vida de Malcolm Lowry podría merecer con justicia uno de sus títulos. Cien años después de su nacimiento y más de medio siglo después de su muerte, el ensayista mexicano apura un perfil del autor en un solo trago.

Por Juan Villoro

El centenario del nacimiento de Malcolm Lowry ha traído congresos en cantinas y abadías, algo apropiado para un autor que conoció el paraíso en alta mar y los bosques de Vancouver, y el infierno en las cárceles y los hospitales psiquiátricos. Generalmente estuvo en ambas partes a la vez. Los ambiguos favores del alcohol le permitieron mezclar cielo e inframundo.
Bajo el volcán –su novela absoluta, definitiva, inagotable– es un vasto poema narrativo y una tempestuosa exploración de la conciencia. Algunos lectores lo han visto como un libro hermético y adivinatorio, lleno de claves cabalísticas, y otros como un manual de autoayuda para abandonar de una vez por todas el mezcal o entregarse a él en busca de un resplandor suicida.
El propio Lowry padeció la fuerza de ese libro único. Cuando su casa se incendió en Canadá, sintió que lo había perdido todo. Años antes, al terminar Bajo el volcán, experimentó lo mismo: el libro que le daba cobijo había dejado de pertenecerle y lo condenaba a vivir a la intemperie. Aunque escribió poemas, novelas breves y relatos espléndidos, no encontró otro desafío como el de la novela ambientada en Cuernavaca.
Lowry ha sido objeto de dos biografías excepcionales. En 1973, Douglas Day publicó el primer recuento de la atribulada vida que comenzó en 1909, en la región de Cheshire, tierra de otro reinventor de las palabras, Lewis Carroll. Douglas Day reconstruyó la historia con aliento impar, pero dependió en exceso de una fuente de información: Marjorie Bonner, segunda esposa del novelista. Veinte años después, Gordon Bowker precisó los hechos en Perseguido por los demonios. Esta segunda biografía comienza con una escena en la que Lowry viaja en automóvil con su padre. El petulante abogado Lowry critica a un hombre que todos los días hace el mismo camino a pie, entre la nieve: “Es un borracho”, dice. El hijo no puede ocultar su admiración por ese ultrajado que se levanta a las cinco de la mañana para caminar 11 kilómetros. ¿Es justo que se insulte a alguien capaz de tal proeza? En ese momento decide lo que será de grande: un borracho.
Lowry cumplió con creces su ambición de alcanzar la más elevada dipsomanía y no dejó de reflexionar acerca del juicio injusto que se concede a los demás.
Nació en el seno de una familia acomodada, recibió una estupenda educación en Cambridge, destacó en los deportes, no le faltaron amistades ni amores, contó con la tuteladel escritor Conrad Aiken y logró que lo invitaran a numerosas fiestas, a pesar de que siempre tocaba el ukelele. Sin embargo, repudió la seguridad de su familia y de Inglaterra para vivir como extranjero, sin trabajo ni vínculos estables. En un gesto casi religioso, renunció a todo para explorar la caída del hombre desde la posición del descastado.
La inocencia vulnerada y la culpa fueron los motores de su escritura. El cónsul Geoffrey Firmin, protagonista de Bajo el volcán, tiene un pasado confuso. Se le acusa de haber permitido que unos prisioneros murieran en el barco que tuvo a su cargo durante la guerra. Aunque sueña que lo declaran inocente, se persigue a sí mismo con toda clase de reproches. El más grave es la imposibilidad de retener a Yvonne, la mujer que ama. Bajo el volcán ocurre durante el Día de Muertos de 1938. Yvonne regresa a Cuernavaca para un careo definitivo con Firmin.
Pocas cosas han sido tan fecundas como la forma en que Lowry malinterpretó la realidad mexicana. Al entrar en una fonda pensó que ofrecían “pollo espectral de la casa” y al leer un letrero en un parque público creyó que aludía a la expulsión del paraíso.
Otro malentendido dio lugar a un relato que se convertiría en Bajo el volcán. Vio a un hombre accidentado al borde de una carretera y se sorprendió de que nadie se acercara a socorrerlo. Preguntó qué sucedía y creyó entender que en México la ley prohibía que se ayudara a los heridos. Lo que en realidad le dijeron fue que la policía, ineficaz y perezosa, arrestaba a la persona más próxima a la víctima. Por eso temían ayudar al herido. Lowry sintió el cautivador espanto de estar en un país donde la ley impedía salvar a las víctimas. El cuento se expandió hasta convertirse en una inmensa parábola sobre el desplome y la búsqueda de redención a través del amor.
Una de las muchas referencias de la novela es un cartel publicitario de la película Las manos de Orlac. Lowry no refiere la trama del film, quizá por considerarla demasiado próxima a sus objetivos. Las manos de Orlac trata de un pianista cuyos dedos no le pertenecen, pues son los de un asesino. Lo más inquietante es que llevar el mal en los dedos puede ayudar en el teclado. ¿En qué medida el arte se alimenta de la aniquilación? “No es posible vivir sin amar”, reza uno de los lemas que el cónsul descubre en México. Lowry sugiere que tampoco es posible amar ni crear sin destruir.
El 19 de febrero de 1947, el editor Jonathan Cape se atrevió a publicar un libro con la forma, la intensidad y la belleza de un incendio. 
El volcán sigue activo.



lunes, 28 de noviembre de 2022

Virginia Woolf / Katherine Mansfield / Una mente tremendamente sensible



Katherine Mansfield

Katherine Mansfield
Una Mente Tremendamente Sensible

Por Virginia Woolf
Prólogo a "Diario" de Katherine Mansfield


Middleton Murry dice que los más notables escritores ingleses de relatos cortos están de acuerdo en admitir que Katherine Mansfield era una narradora hors concours (fuera de concurso). Nadie la ha superado y ningún crítico ha sido capaz de definir cuál era su especial cualidad. De todos modos el lector de su diario no tiene porqué preocuparse por tales cuestiones. Lo que nos interesa en el diario no es la calidad de su escritura ni el grado de su fama, sino el espectáculo de una mente -una mente tremendamente sensible- que recibe, una tras otra, las azarosas impresiones de ocho años de su vida. Su diario fue una compañía mística. "Acércate, tú, invisible, desconocido, hablemos los dos juntos", dice al iniciar un nuevo volumen. En el diario, Katherine Mansfield fue anotando hechos -el tiempo, un compromiso-; pergeñó escenas; analizó su propio carácter; describió una paloma, un sueño o una conversación; no podía haber nada más fragmentario, más privado. Tenemos la impresión de estar contemplando una mente que se halla a solas consigo misma; una mente que piensa tan poco en un público que de vez en cuando recurre a una especie de taquigrafía particular, o tal como acostumbra hacer el pensamiento en su soledad, se divide en dos y habla consigo mismo. Katherine Mansfield habla de Katherine Mansfield.

domingo, 27 de noviembre de 2022

Paul Bowles, el cronista de la huida

 


Paul BowlesFoto de BERNARDO PÉREZ

Paul Bowles, el cronista de la huida

BIOGRAFÍA

El autor de 'El cielo protector' hizo del desplazamiento y el desamor su materia literaria



Isidoro Merino
24 de abril de 2017


"Casi todas las noches suenan los tambores. Nunca me despiertan; los oigo y los incorporo a mi sueño como las llamadas nocturnas de los muecines. Aun cuando en el sueño esté Nueva York, el primer Allah akbari borra el telón de fondo para trasladar lo que sea a África del Norte, y el sueño sigue...". Viajero permanente, anfitrión en Tánger de William Burroughs y Jack Kerouac, personaje esquivo y mítico de la generación beat, el escritor y compositor Paul Bowles supo encarnar como nadie el "sueño de Tánger".

Paul Bowles bajo el cielo protector

 

Paul Bowles


Paul Bowles bajo el cielo protector

BIOGRAFÍA

En la primavera pasada, sonaba la música de Paul Bowles en el Instituto Municipal del Libro de Málaga durante unas jornadas consagradas a recordar a quien fuera su larga compañera, la también escritora Jane (Auer de soltera).



TONI MONTESINOS
22 de diciembre de 2010


Una exposición fotográfica, un retrato pintado por Barceló, una serie de conferencias –«El mundo de los Bowles»– y la reedición de varias de sus obras venían a celebrar la presencia de esta autora, que pasó sus últimos años en Málaga (de 1967 a 1973), donde está enterrada. Ahora, el recuerdo conmemorativo corresponde a su marido, Paul Bowles, el compositor y narrador neoyorquino que hizo de Tánger su hogar desde muy joven hasta su muerte en 1999 (sus restos no acompañaron a los de Jane, su mujer, sino que fueron trasladados a la ciudad de Nueva York, junto a los de sus padres).

Juan Goytisolo / Tánger, Burroughs y la ‘beat generation’


 

Tánger, Burroughs y la ‘beat generation’

La atracción de lo vedado es un ingrediente esencial del mito tangerino creado en por el cine y la literatura. El Estatuto Internacional de la ciudad brindaba a los creadores la posibilidad de una vida más libre y auténtica


Juan Goytisolo
4 de julio de 2014

En su excelente ensayo titulado Librerías,el novelista Jorge Carrión traza la historia de las que fueron un faro cultural en el siglo que dejamos atrás en las cinco partes del mundo. Como no podía ser menos en sus páginas figura en buen lugar la Librairie des Colonnes de Tánger con el círculo de escritores y artistas que la frecuentaron en la época de su Estatuto Internacional y los años subsiguientes a la independencia de Marruecos: el capítulo que le dedica da buena cuenta de la imantación que ejerció en ellos. Recuerdo que la primera vez que puse los pies en la ciudad me detuve a contemplar su escaparate con un incentivo muestrario de la mejor literatura en francés y en inglés pero también de algunas obras en castellano publicadas no en España sino fuera de ella: las de la editorial Ruedo Ibérico cuya difusión estaba prohibida en la Península.

sábado, 26 de noviembre de 2022

Paul Bowles / Déjala que caiga / Geografía y hastío

 



Autorretrato de Paul Bowles.



Geografía y hastío

Déjala que caiga, de Paul Bowles

Pero éste no es un halago fácil o rebuscado de esos que encumbran la obra de escritores que se han vuelto leyendas —si es que las leyendas todavía tienen peso en una época como la actual—. Es más bien una forma de decir que su escritura no es para todos y, definitivamente, no para mí.




¿De dónde viene esta sensación de hastío? Irónicamente, de la que es aclamada como una de sus mejores obras: Déjala que caiga (Alfaguara, 1980). La novela está trazada de principio a fin por el tema central en la escritura del neoyorquino por nacimiento y tangerino por antonomasia: un personaje que se siente vacío con su vida cotidiana de pronto se da cuenta de que su existencia carece de sentido, por lo que se asume perdido y derrotado. A partir de este descubrimiento se entrega, con los brazos abiertos y los ojos cerrados, a una aventura que le da un giro abismal a las cosas.

Paul Bowles / La vida es algo peor




Paul Bowles
La vida es algo peor

El verano pasado fui por una semana a Tánger. ¿Mi propósito? Conversar un rato con Paul Bowles (New York, 1912-1999), un santo contemporáneo que recibe en el Immeuble Itesa, lugar donde vive el iluminado. Entre las gente que veo entrar a su casa están Helen Strauss, Eduardo Urculo y Bernardo Bertolucci, a quien no veía desde 1978, luego de una tremenda curda en el Harry´s Bar de Venecia.

Paul Bowles / La soledad es un estado perfecto

Paul Bowles
Foto de Dora Carringdon

Paul Bowles 
"La soledad no tiene sorpresa, 
es un estado perfecto"

Marcos Rosenzvaig
Página 12, 7 de marzo de 1999


Paul Bowles (1910-1999) nació en Nueva York. Hijo único de un odontólogo, siendo muy joven publicó algunos poemas en la revista literaria internacional "Transition" antes de viajar a Francia donde se relacionó con diversos literatos e intelectuales. Luego decidió dedicarse a la música, por lo que regresó a su ciudad natal para tomar clases de composición con el compositor Aaron Copland (1900-1990) durante los años '30. Como músico experimental, durante los siguientes veinte años escribió partituras para numerosos ballets y compuso la música de muchas películas y obras de teatro. Simultáneamente recorrió diversos países como Marruecos, México, Colombia, Guatemala y Costa Rica junto con la conocida dramaturga y novelista Jane Auer (1917-1973), con la que se había casado en 1938. En 1947 el matrimonió se instaló en Tánger, ciudad que se convertiría en el escenario de gran parte de sus novelas y relatos. La primera novela de Bowles, "The sheltering sky" (El cielo protector), se convirtió en un éxito de ventas y fue llevada al cine en 1991 por Bernardo Bertolucci (1941). A ésta le siguieron "Let it come down" (Déjala que caiga), "The spider's house" (La casa de la araña), "Up above the world" (La tierra caliente) y "Too far from home" (Muy lejos de casa). Entre sus varios volúmenes de relatos se destacan "The delicate prey" (Delicada presa), "The time of friendship" (El tiempo de la amistad), "The hours after noon" (Antes del amanecer) y "A distant episode" (Un episodio distante). Además de libros de poemas y traducciones de cuentos populares africanos, también publicó crónicas de viajes, memorias y una autobiografía. La obra de Bowles se revalorizó en la década de los '80, traduciéndose y publicándose en todo el mundo y en numerosos idiomas. En la edición del 7 de marzo de 1999 del diario "Página/12" apareció la siguiente entrevista realizada por Marcos Rosenzvaig en la casa de Paul Bowles en Tánger. Por entonces, el escritor contaba con ochentiocho años de edad y vivía en un viejo edificio descuidado cerca del centro de la ciudad, acompañado por una doméstica y un chofer, rodeado de libros desparramados por los dos únicos ambientes y cientos de cartas que ya no podía leer debido a su parcial ceguera. Poco después, un mes antes de cumplir los ochentinueve años, falleció en el Hospital Duque de Tovar de la ciudad marroquí. Su cuerpo fue trasladado a Estados Unidos para ser incinerado y sus cenizas reposan junto a sus padres cerca de Nueva York.

Matthew Sharpe / Contra Paul Bowles

Breviario

La falla de Paul Bowles


Matthew Sharpe

El Malpensante N° 41

Septiembre 16- Octubre 31 de 2002



Cuando le preguntaron cómo le gustaría pasar sus vacaciones de verano, el hijo de dieciséis años de Libby Holman, una amiga de Paul Bowles, respondió: “Quiero ir a África con Paul Bowles a que me corten la lengua”. El muchacho se refería al relato breve más famoso de Bowles, “Episodio lejano”, en el que un lingüista estadounidense viaja al Sahara con el propósito de aprender la lengua de cierta tribu nativa, sólo para descubrir que no puede hablarse lengua ninguna sin lengua en la boca. Bowles decía que había escrito este y otros relatos tras leer transcripciones de los mitos de los aborígenes norteamericanos y decidir que quería “inventar mis propios mitos, adoptando el punto de vista de la mente primitiva. La única manera que se me ocurrió de simular ese estado fue el viejo método surrealista de abandonar el control consciente y escribir cualesquiera palabras que salieran de la pluma”. En otras palabras, Bowles partió de la premisa de que la “mente civilizada” —es decir, la mente de Paul Bowles, hijo de un dentista de Queens— contenía, como una especie de substrato, la indiferenciada “mente primitiva”, cuyo punto de vista el hijo del odontólogo podía “adoptar”, cual si de un expósito se tratara, mediante un sospechoso truco de salón.

viernes, 25 de noviembre de 2022

En defensa de Paul Bowles ante las acusaciones de Mohammed Mrabet

 

Paul Bowles


En defensa de Paul Bowles ante las acusaciones de Mohammed Mrabet

  BIOGRAFÍA


Rodrigo Rey Rosa responde a Mohammed Mrabet, quien la semana pasada acusó a Paul Bowles en una presentación celebrada en Madrid de no pagarle "un franco" por sus libros conjuntos y le calificó de "hijo de la gran puta"

Rodrigo Rey Rosa
28 de noviembre de 2019

Como heredero literario de Paul Bowles me entristece leer las acusaciones de Mohammed Mrabet, que no tienen ningún fundamento, publicadas el viernes pasado en este diario.

Viví varios años en Marruecos, entre 1980 y 1994, y fui testigo de la amistad y la prolífica colaboración entre Mohammed Mrabet y Paul Bowles. Sé que Bowles estaba orgulloso de ser una especie de transmisor de historias y de música de Marruecos a Occidente. Como muchos sabrán, Bowles grabó y tradujo el trabajo de varios narradores marroquíes además de Mrabet, como Ahmed Yacoubi, Driss ben Hamed Charhadi, Choukri y Abdeslam Boulaich (Five Eyes, Black Sparrow Press, Santa Barbara, 1979), y es responsable de la colección de música tradicional marroquí Music of Morocco (The Library of Congress, 1959). Algunas narraciones de Bowles tienen el influjo de la tradición oral marroquí, pero decir que Bowles «robó» sus historias a Mrabet o a Choukri es incurrir en una difamación.

Mohamed Mrabet / "Paul Bowles fue un hijo de la gran puta. No me pagó ni un franco"

 

Paul Bowles y Mohamed Mrabet hacen ejercicio en los años 60. Shepard Sherbell CORBIS


Mohamed Mrabet: "Paul Bowles fue un hijo de la gran puta. No me pagó ni un franco"

BIOGRAFÍA DE PAUL BOWLES

Cabaret Voltaire recupera los 13 libros, incluido uno inédito, que publicó el escritor estadounidense con las historias que le relató el cuentacuentos marroquí


Manuel Llorente
Madrid, 22 de noviembre de 2019


«Conocí a Jane Bowles en una fiesta de americanos. Estaba sola, con un vaso en la mano, fumando y debajo de un árbol. Le pregunté por qué estaba sola y me dijo que su marido se había ido a Argelia a grabar música. 'Aquí las mujeres sólo hablan de jóvenes guapas, y los hombres de jóvenes guapos'. Le conté una historia y luego otra, y se rio. La ayudé a incorporarse porque estaba muy enferma. Bebía dos o tres litros de vino al día y fumaba cuatro o cinco paquetes de cigarros. Él [Paul Bowles] no se preocupaba por ella, la trataba como a un trapo de cocina».