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sábado, 27 de noviembre de 2010

Hebe Uhart / “ Me gusta publicar en vida, no me importan la gloria ni la posteridad”

Hebe Uhart


Hebe Uhart

BIOGRAFÍA

“ Me gusta publicar en vida, no me importan la gloria ni la posteridad”


Fue por décadas una autora de culto y de editoriales pequeñas. Ahora Alfaguara editó sus “Relatos reunidos”.


27 de noviembre de 2010


Hebe Uhart es una escritora con un repentino y consensuado reconocimiento. Esta autora de libros inhallables, de editoriales pequeñas y/o marginales, presentó un día después de la muerte de Kirchner, en un colmado salón de la librería Hernández, sus Relatos reunidos , editado por un tanque como Alfaguara. Con la crítica y novelista Graciela Speranza entrevistándola, Uhart parecía disfrutar de la escena aún cuando el público, que la festejaba, se mostraba inquisidor. La poeta Irene Gruss la arrinconaba con preguntas para que Hebe reconociera que en su literatura hay un entramado filosófico que la sostiene; pero Hebe, risa mediante, decía que “no sabía”. Lo mismo marcaba la crítica Elsa Drucaroff, pero Hebe salió del paso metiéndose en un hormiguero: “A veces hay que hacerse la opa para que la gente se suelte y se comunique más. Cuando viajo y tengo que poner profesión, pongo docente”.

Semanas después, en la entrevista en su casa, aclara “un escritor es una cosa rara, un escritor tiene que demostrar que lo es, tiene que seguir escribiendo; en cambio si sos docente, es muy sencillo. Además yo no soy filósofa, soy profesora de filosofía”.

¿Te gusta enseñar? En la cátedra de Tomás Abraham trabajábamos mucho, estudiábamos, y yo preparaba mucho mis clases. Pero lo principal que aprendí en los últimos años fue que yo no iba a aplazar un chico sin explicarle muy bien por qué lo aplazaba y qué era lo que él tenía que aprender. Porque se me hizo presente que ese chico iba a su casa y lloraba como un chancho si yo lo aplazaba. Entendí que yo debía explicar muy sesudamente por qué lo aplazaba.

¿Sí te reconocés como escritora? Sí, aunque una obra es muy difícil de evaluar. Cualquier habitante del Río de la Plata sabe cuándo un zapato es bueno. El cuero bueno es fácil de evaluar. Pero una cosa tan compleja como la literatura, no. Me gusta publicar en vida. No me importan la gloria, la posteridad, lo que va a evaluar la gente después de 50 años; me importan mis contemporáneos. Suscribo a lo que decía el uruguayo Mario Levrero, “yo no escribo para escribir bien, yo escribo para recordar un hecho, para que se convierta en algo memorable, esto quiero que quede, que no pase”. Y suscribo a Mansilla también, “yo escribo para comunicar algo, una vivencia que resuene en otro”. Es ese decir “esto mismo me pasó a mí”, lo que pasa es que antes no sabía que fuera material literario. De repente quiero recordar y soy otra persona, quiero fijar el recuerdo. Es como una foto, se destaca algo.Crear un mundo depende de las capacidades de cada uno.

¿Definirías tu literatura como realista o costumbrista? Los ismos no me gustan, son de los críticos...

¿Y como una literatura doméstica? (Poco convencida al principio) Puede ser. Pero no domesticada.

“¿Qué sé yo!”, “¡yo qué sé!”, dice algunas veces. También registra esa muletilla en los demás. Cuenta, por ejemplo: “Las migraciones siempre me interesaron, y cuando enseñaba en el Ciclo Básico veía los apellidos de los chicos y les preguntaba: “¿tu abuelo de dónde es?” “Yo que sé”, me decían. Y repite levantando hombros: “qué se yo”, y se ríe. Y cuando dice la frase en cuestión se ríe con toda la cara.

No se sabe si es una niña la que escribe los textos Uhart, o una señora adulta, un pigmeo, o una maestra zen. Con Hebe Uhart nunca se sabe. Cuando es entrevistada tampoco. Es muy atenta y gentil, aunque distante. Sin embargo, resalta: “a la gente nunca le tuve miedo”. Y mira frontalmente sin parpadear.

¿Quién narra en tus textos? Es un yo inventado, ahora estoy escribiendo un cuento largo y la narradora es una señora que va a leer a los cafés, que tiene un cable a tierra.

¿Es un “otro yo”? ¿”Otro yo”? Maso .

¿Para quién escribís? Porque da la impresión de que no buscás cómplices.

No (enfática), cómplices no quiero. Cualquier signo de complicidad me disgusta. Hay escritores que hacen un guiño a los colegas. Las internas no me gustan, ya lo dije muchas veces.

¿Reconocés algo naif en tu escritura? Muchas veces me dicen naif y me fastidia. No soy naif, lo dicen porque no trabajo sobre las zonas tormentosas. Pero las zonas tormentosas son movibles en el ser humano. Yo trabajo sobre lo decantado, y cuando está decantado yo lo escribo. No me gusta trabajar en crudo sobre lo que temo. Como decía Simone Weil, mi maestra, “no se debe escribir sobre lo que se teme o se desea”.

¿De dónde viene tu risa? Es que tengo la alegría del sobreviviente, se murieron todos en mi familia. La alegría es un trabajo como cualquier otro. Una vez, un muchacho dijo que en todo hay que trabajar, que un amor también se tiene que trabajar. La alegría también es un trabajo, de conciliación, puede haber índoles más armonizadas, otras más peleadoras. Yo trabajo para la alegría, para la conciliación, para no estar encontrada conmigo misma, ni contrariada. Me defiendo cuando algo me duele, si estoy viendo algo en la televisión que me hace mal, me defiendo: miremos Paka-Paka, diez minutos.

CLARÍN

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