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jueves, 5 de agosto de 2021

«El pie de la letra» / El suicidio poético de Gil de Biedma Gil de Biedma

 


«El pie de la letra», el suicidio poético de Gil de Biedma

En «El pie de la letra», el autor barcelonés reunió sus ensayos poéticos y textos críticos. Supo crearse una verdadera autobiografía intelectual. Aquí quedaron patentes sus gustos, sus lecturas y sus ideas


Diego Doncel
4 de enero de 2018

Toda la obra de Jaime Gil de Biedma (Barcelona, 1929-1990) es un continuado retrato de sí mismo, es decir, la creación de un personaje que coincida y exceda los datos de su DNI. Retrató ese personaje en poemas, en notas de diario y, cómo no, cuando reflexionó en un puñado de notas críticas. «El pie de la letra» habla de lo otro, de los otros como forma de representarse a sí mismo. Con el tiempo vamos viendo que la imagen de Jaime Gil está lejos de ser una imagen fosilizada, unívoca. Jaime Gil es múltiple porque él, como diría Pessoa, arrastra a su manera un drama «em gente». El diálogo con los distintos personajes que tuvo el acierto de crear.

El interés editorial por su obra no ha cesado en las últimas décadas. El interés lector, tampoco. Como prueba de ello, esta edición ampliada de «El pie de la letra», el volumen en el que Jaime Gil reunió sus ensayos y textos críticos, y con el que supo crearse una verdadera autobiografía intelectual, es decir, una autobiografía de sus gustos, sus lecturas y sus ideas sobre poesía, incluidas filias y fobias.

Publicado por primera vez en 1980, dos años después de anotar en su diario que había abandonado la escritura de poemas para no engañar al lector ni engañarse a sí mismo, y reeditado en 1994, recogiendo la labor crítica de la última década de su vida, la edición actual se basa en esta última y rescata textos inéditos dedicados a José Agustín Goytisolo, Claudio Rodríguez o la presentación de «La muchacha de las bragas de oro» de Marsé; y algunos ya publicados como el que trata sobre la figura de Lord Byron.

Como hizo Auden con la poesía inglesa, Jaime Gil de Biedma intenta someter a la poesía española a un ejercicio de limpieza. Si Bécquer supo librarse del elemento retórico del romanticismo, él intenta desprenderse del existencialismo y el casticismo que veía enraizados en la dinámica de la poesía española de postguerra. Como ocurre en «The Movement», nuestro autor realiza en el poema una creación de experiencias verosímiles y una escritura alejada de artificios ostensibles.

Las fundamentaciones teóricas de esa posición, las búsquedas, los encuentros quedan de manifiesto en estos ensayos. En ellos, Jaime Gil se convierte en un pensador literario de primer orden. Frente a la estilística de Dámaso Alonso o los métodos orteguianos de percepción, construye los presupuestos y la tradición de su voz poética. Es recurrente, cuando se habla de ello, citar a Eliot o a Cernuda, pero, desde mi punto de vista, el salto cualitativo se da cuando relaciona todo esto con la poesía medieval.

Jaime Gil se alza «contra la autonomía estética del lenguaje, contra quienes reservan la poesía para sus estupefacciones, contra el exceso de estilo, contra la identidad de fondo y forma, contra la abstracta formalización de la experiencia». Y percibe en la poesía medieval «la notoria ausencia de casi todos los presupuestos convencionales con que de antemano cuenta el lector de poesía moderna». Un paso más y hubiera reparado en conceptos tan estimados por él como la dramatización del texto poético, la impersonalidad y el diálogo con el otro que es uno mismo, tan presentes en el medievo.

¿No aspiró Gil de Biedma a crear otro discurso dentro de la modernidad, a crear una forma de poesía alejada de ciertos estereotipos poéticos que guiaron el siglo XX? Un juego trágico en cualquier caso que terminó con el suicidio poético de un personaje llamado Jaime Gil de Biedma. La estimación de que hoy disfruta la debe exclusivamente a su inteligencia.


«El pie de la letra». Jaime Gil de Biedma

Ensayo. Edición: Andreu Jaume. Lumen, 2017. 697 páginas. 23,90 euros


ABC


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