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miércoles, 20 de abril de 2005

Dennis Lehane explora las fronteras de la locura en la novela 'Shutter island'

Dennis Lehane, en Barcelona.
Dennis Lehane, en Barcelona.
FOTO DE JOAN GUERRERO



Dennis Lehane explora las fronteras de la locura en la novela 'Shutter island'

"He querido que el lector se sienta como drogado", dice el autor de 'Mystic river'


ROSA MORA
Barcelona, 20 de abril de 2005
Dennis Lehane (Dorchester, Massachusetts, EE UU, 1966) se adentra en Shutter island (RBA) en un mundo escalofriante: el del tratamiento y experimentación con enfermos mentales con antecedentes penales. El autor de Mystic river se aleja de la ciudad de Boston, escenario de todas sus novelas, y sitúa la acción en una isla, casi arrasada por un huracán, durante cuatro días de septiembre de 1954. A ella llega un agente federal, Teddy Daniels, para investigar la extraña desaparición de una presa. Pero, en realidad, Daniels busca algo más.
Shutter Island (NOVELA POLICÍACA): Amazon.es: Lehane, Dennis, VIA GIMENEZ,  MARIA MONSERRAT: LibrosExisten rumores de que en ese hospital penitenciario se trata a los presos con narcolépticos, que se practican lobotomías y de que la mayor parte de su financiación procede de un fondo creado por el Comité de Actividades Antiamericanas. Se menciona el macartismo. Son tiempos de la guerra fría. "La primera regla de un escritor es que no debe explicar el trasfondo de una novela", afirmó Lehane durante la presentación de la obra. "Como pista puedo decir que las narraciones nunca tienen que ver con la época en que suceden, sino en que se escriben. Ahora bien, si lo que preguntan es si existen similitudes entre los Estados Unidos de 1954 y los de ahora, les diré que no andan desencaminados".
Pronto el lector se encuentra entre aguas tan pantanosas como las de la isla, inseguro, con una sensación de peligro inminente. ¿Qué está pasando realmente? ¿Quiénes son los locos y quiénes los cuerdos? "Ésa es la intención, que el lector se sienta también drogado".
Shutter island es otra vuelta de tuerca en su narrativa. Juega con el lector y busca su complicidad. La sorpresa final es mayúscula, aunque también es cierto que da pistas a lo largo de la novela. Es una construcción de riesgo, pero atractiva. "El objetivo es servir a la idea principal de la novela". Y el tema es la delgada frontera que separa la locura de la cordura y los experimentos que se hicieron en Estados Unidos. "Un crítico de mi país me acusó de habérmelo inventado, pero tanto el uso de fármacos como las lobotomías son reales. Los experimentos de la CIA son conocidos, pero me documenté en el Colegio de Psiquiatría".
Lehane está muy satisfecho de la adaptación cinematográfica de Mystic river, su anterior novela, que significó su salto a la fama. Y eso que al principio no quería saber nada de la película. "Despedí incluso a mi agente de Hollywood, pero cuando me llamó mi agente literario para decirme que Clint Eastwood quería hablar conmigo, fue otra cosa. En Mystic river intenté contar todo lo que sabía sobre violencia. El mundo no es bueno y a veces la violencia es necesaria, pero no es sencillo. Eastwood entendió perfectamente la novela".
Wolfgang Peterson (La tormenta perfecta, Troya) esta interesado en llevar al cine Shutter island. Lehane no lo ve claro. "Se pueden tomar libertades y no me importa, pero esta novela es muy compleja y si le falla una pata se desmorona todo. A no ser que trabajes con alguien como Eastwood es imposible controlar a los estudios".
El escritor, que tuvo varios oficios -descargador, librero, chófer, consejero sobre malos tratos a la infancia-, se inició en el género negro con una serie, que comenzó en 1994, de cinco novelas protagonizadas por una pareja de detectives, Patrick Kenzie y Angela Genaro. En España se han publicado dos, Desapareció una noche y Plegarias en la noche, ambas en RBA. "Tenía la idea de Mystic river en la cabeza desde 1993, pero entonces no tenía la suficiente fortaleza para escribirla. Si hubiera fracasado con ella, habría continuado con Kenzie y Genaro hasta que se hubieran hecho viejecitos". Los dos investigadores se sirven de métodos nada ortodoxos y no desdeñan utilizar la violencia. "Los echo de menos. A Kenzie, sobre todo, que me permitía una voz humorística y lúdica, pero en la quinta novela dejó casi de hablarme. Si vuelven los acogeré. De hecho, me ayudaron a comprar mi primera casa y a amueblarla".

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