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lunes, 3 de agosto de 2020

Petros Márkaris / «La única vía de reforma social es redistribuir la riqueza»

La hora de los hipócritas | Librotea


Petros Márkaris: «La única vía de reforma social es redistribuir la riqueza»

Referente actual de la mejor tradición de la novela negra, esa cuyo espíritu inconformista se identifica con los perdedores del sistema, el escritor griego publica en España ‘La hora de los hipócritas’ (Tusquets) un envolvente y revelador thriller donde explora las ruinosas entrañas del Estado del bienestar.

Andrés Seone
15 de mayo de 2020
Petros Márkaris
«Mi trabajo diario frente al ordenador no ha cambiado, pero sí mi tiempo libre. Solía ​​salir todas las tardes para reunirme con amigos, conversar y tomar una copa de vino. Ahora esto es imposible, y estoy deprimido de estar sentado en casa día tras día», reconoce el novelista Petros Márkaris (Estambul, 1937), que en los últimos cinco lustros se ha convertido a través de sus novelas del comisario Jaritos en esa voz que nos recuerda desde la cuna de la democracia occidental que no habrá futuro, si no luchamos contra los que pisotean nuestra dignidad. Algo que él, que siempre afirma escribir desde el enfado y la indignación (contra los políticos, Europa, los bancos, la clase privilegiada…), no ha dejado de hacer criticando también la peor cara de su país y sus conciudadanos. Del mismo modo ve «justo decir que los griegos están lidiando excepcionalmente bien con la pandemia. Siguen estrictamente las instrucciones de los especialistas y son muy cuidadosos y disciplinados. Francamente, no creo lo que ven mis ojos«, asegura bromista.
Más allá de esta realidad de los últimos meses, sobre la que no descarta escribir, Márkaris centra su última novela, La hora de los hipócritas (Tusquets) en criticar la actual sociedad ficticia de la apariencia, de lo falso, donde las medias verdades de la política o la economía, esconden una creciente precariedad que afecta al grueso de una población que durante años asistió al banquete y no probó bocado. Y como siempre, la novela encaja en el criminal un plano distinto y más familiar, copado en esta ocasión por el nacimiento del nieto de Jaritos, ese investigador de corte maigretiano, todo sentido común y sencillez, que se preocupa, como cualquier abuelo, por qué futuro le aguarda al bebé. No obstante la edad, el escritor es tajante: “No tengo intención de escribir una novela que se publicará después de mi muerte. Prefiero, cuando sienta que se acerca mi final como escritor, jubilar a Jaritos”. Algo que, en el mundo actual, parece imposible.
Pregunta. Ha vivido con Jaritos durante 25 años, ¿cómo ha madurado la relación? ¿Cómo ha cambiado el personaje y usted mismo?
Respuesta. Como mis orígenes políticos están en la izquierda, fui muy reservado hacia él en las dos primeras novelas, pues la policía en Grecia se ha relacionado durante años con la represión dictatorial de la derecha. Lo que me ayudó a superar mi distancia con él fue su vida familiar, especialmente la relación con su esposa Adrianí. El otro personaje que me ayudó a entenderlo mejor es Lambros Zisis, su viejo amigo comunista. Ahora tengo un enfoque diferente y una relación diferente con Jaritos. Cuando algunos lectores comentan que el comisario ha cambiado con los años, mi respuesta es que él no cambió, sólo que ahora lo conozco mejor.
P. En todo ese tiempo, el gran tema de su escritura, Grecia y su sociedad, también ha cambiado mucho. ¿Qué grandes diferencias ve entre los años 90 y la actualidad?
«Los grandes novelistas del XIX ya utilizaron lo policíaco o el crimen como punto de partida para hablar sobre la realidad social de su tiempo. Nosotros volvemos a las raíces»
R. Nunca podría haber imaginado que terminaría comparando los 90 y los duros años de la crisis con estos tiempos de Covid-19. La década de los 90 fue un período de riqueza virtual y felicidad virtual en Grecia. En Francia haya un dicho: «Después de la lluvia, el buen tiempo». Pues en Grecia fue al revés. Primero vivimos el buen tiempo y luego las lluvias. Los años de riqueza virtual fueron seguidos por la insospechada dureza de la crisis. Los griegos estaban furiosos y culparon y se lamentaron de todo el mundo: sus políticos, la Unión Europea, el FMI. Ahora, en estos meses del coronavirus, los griegos se comportan de manera totalmente diferente. Quizá porque no esperan nada de nadie. Pero no esperaba este cambio y me hace feliz.
P. ¿Sigue siendo la novela negra el género por excelencia para tomarle el pulso a la sociedad, para descubrir y describir sus miserias?
R. Sí lo es. Si uno se fija, ve que la ficción criminal actual está utilizando el crimen como pretexto o como punto de partida para describir los trastornos sociales, económicos y políticos. Esta es la tarea principal de la novela negra, sea mediterránea, escandinava o latinoamericana. Por otro lado, no es nada nuevo, se trata de recoger una herencia. Si miras la novela del siglo XIX, muchas utilizaron una historia policial como punto de partida. Los miserables de Victor Hugo, Crimen y castigo y Los hermanos Karamazov de Dostoievski, así como las novelas de Balzac y Zola. Todos estos escritores utilizaron lo policíaco o el crimen como punto de partida para hablar sobre la realidad social de su tiempo. Lo que hacemos no es tan diferente. Volvimos a las raíces.

Una clase media con cartas marcadas

P. La trama de esta novela se centra en torno a la hipocresía de los adinerados y poderosos, ¿por qué la considera uno de los aspectos más destacables del momento social actual?
«Hoy los políticos celebran la subida de un indicador económico sin pensar en su repercusión real en la vida de las personas»
R. Las dos palabras sagradas de nuestro tiempo son inversión y crecimiento, es decir, riqueza. Todo el mundo habla de inversión y crecimiento, pero nadie discute sobre la distribución de la riqueza, que fue el gran debate desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta finales de los años ochenta y es la única manera de reformar una sociedad. Hoy, los políticos y los medios de comunicación celebran cada nueva inversión y los nuevos empleos que se están creando, pero no les importa si los salarios son insuficientes incluso para la supervivencia. Es decir, se magnifica cada subida de un indicador económico sin que nadie piense cómo se traduce esto en la vida real. Además, muchas empresas tienen sus sedes en paraísos fiscales, evadiendo así el pago de impuestos, cuando los empleados y las pequeñas empresas de clase media pagan cada centavo. Jugamos con cartas marcadas ¿Cómo especificarías esta situación si no fuera hipocresía?
P. Explora la delgada línea que existe entre la ley y la justicia, pues, objetivamente, los asesinatos podrían considerarse justos aun siendo ilegales. ¿Es legítima la ira, la sed de venganza, del hombre de a pie?
R. En los últimos años ha habido un cambio capital en la cuestión principal de la ficción criminal. La pregunta clave ya no es «quién» (quién es el asesino), sino «¿por qué»? ¿Por qué este hombre se convierte en un asesino? Si se excluye el crimen organizado, la respuesta a menudo está relacionada con personas que exceden sus límites. Y esto no solo está relacionado con los problemas psicológicos del individuo, sino también, y de forma muy significativa, con los problemas sociales y económicos. Por supuesto, no todas las personas que exceden sus límites terminan como asesinas. Pero la literatura, incluida la ficción criminal, trabaja con explosiones y exageraciones.
P.  A través del personaje de Zisis, representante de esa izquierda donde usted militó, introduce el idealismo de mejorar la sociedad. ¿Dónde está hoy esa ideología solidaria, qué queda de ella?
R. Aquí debo pedirle a usted y a los lectores que por favor sean un poco paciente. Sabrán la respuesta tan pronto como llegue a España la novela que acabo de escribir. No digo más.
«Las noticias falsas son aceptadas con naturalidad porque vivimos en parte en una realidad falsa alimentada por la globalización, el nuevo liberalismo y el sistema financiero universal»
P. También habla del concepto tan en boga de «lo fake«, ¿vivimos hoy en día en una sociedad donde el triunfo de la imagen y las nuevas tecnologías nos ha empujado a un mundo de lo falso?
R. Absolutamente. No quiero sonar como un anciano cascarrabias, pero creo que la razón por la cual las noticias falsas se están extendiendo tan rápido y muchas personas las aceptan con naturalidad, es que estamos viviendo en parte en una realidad falsa. Y la globalización, el nuevo liberalismo y el sistema financiero universal, unidas al feroz componente tecnológico, son en parte responsables de esta falsa realidad.
P. Advierte en la novela de la tan comentada y estudiada desaparición de la clase media, un fenómeno común a toda Europa. ¿Qué implicaciones tendrá, está teniendo, esta situación en el futuro de la democracia?
R. Es evidente que la existencia de la clase media es fundamental para la democracia y que su declive es una amenaza directa a la democracia liberal. A nadie que razone un poco se le escapa que el aumento del nacionalismo y de la extrema derecha están directamente relacionados con el declive de la clase media y su condición desesperada. Ahora bien, ¿por qué la clase política tradicional no intenta atajar esta desaparición que puede condicionar su propia supervivencia? No tengo respuesta, pero es un juego peligroso.

No habrá ganadores

P. Con la complicidad de Jaritos, ha hecho libro tras libro una profunda radiografía de las consecuencias de la crisis de 2008 en su país. Ahora que parecía que iba siendo historia, llega el coronavirus, ¿qué consecuencias tendrá para Grecia?
R. No podría detallar cuáles fueron las lecciones de la crisis financiera para mis compatriotas griegos. Sin embargo, su reacción a la pandemia de coronavirus ha sido una gran y muy agradable sorpresa para mí. El gobierno reaccionó muy rápido y dejó la iniciativa a los médicos. Los griegos siguieron estrictamente los consejos y las reglas del comité de profesionales. Fue una experiencia única. Por otro lado, se espera que las consecuencias de la pandemia en la economía griega sean muy duras, especialmente hasta finales de año. No tuvimos tiempo para recuperarnos de la crisis anterior y estamos entrando en la próxima. ¿Cómo reaccionarán los griegos? Aún no sé la respuesta, pero soy optimista.
P. incluso en Grecia, ¿esta crisis acrecentará más la desconfianza y el rechazo hacia las instituciones políticas, nacionales y europeas, y hacia sus representantes?
«No habrá ganadores después de la pandemia. La prueba de fuego para el sistema será la respuesta de gobiernos y UE a las consecuencias económicas»
R. Aunque es cierto que algunos gobiernos, como el mío, reaccionaron de manera más eficiente y, como se ha ido viendo paulatinamente otros subestimaron el impacto del virus, como el caso de Reino Unido, creo que la desconfianza y el rechazo crecerán no tanto debido a las medidas sanitarias y de seguridad tomadas y a sus consecuencias, sino que sí lo harán, y mucho debido a las consecuencias económicas y a la forma en que los gobiernos nacionales y la Unión Europea reaccionarán ante ellas. Ahí está la prueba de fuego, porque la crisis anterior puso más qeu en duda la llamada austeridad.
P. Siempre ha sido muy crítico con Europa. Primero vino, como apunta, la austeridad, luego el rechazo a los migrantes y ahora la insolidaridad con el coronavirus. Tras todo esto, ¿sobrevivirá la Unión Europea?
R. Hay un poema de Bertolt Brecht que me gusta mucho. Se llama «Leyendo a Horacio»: Ni el diluvio / duró eternamente. / Un día se retiraron / las negras aguas. / Eso sí, ¡qué pocos / duraron más tiempo! La pregunta es, ¿si la UE durara más, bajo qué condiciones y circunstancias?
P. Su generación vivió guerras, dictaduras, crisis… De cara al futuro, ¿cree que esta pandemia obliga a repensar el mundo tal y como lo conocíamos o, más allá de su gran dramatismo, es una molestia pasajera para el orden social habitual?
R. Hasta donde puedo recordar, el único momento en que los países y las personas reformaron el mundo fue después de la Segunda Guerra Mundial. No creo que la pandemia tenga el impacto de obligarnos a repensar el mundo. No habrá ganadores después de la pandemia. Pero habrá perdedores que tratarán de obtener ganancias y serán apoyados por el sistema para cubrir sus pérdidas y otros que continuarán sufriendo las consecuencias de la pandemia. Ya lo sabemos por la crisis de 2008 cuando los bancos fueron rescatados y las personas empujadas a la austeridad. Sé que algunos lectores dirán que soy pesimista. Mi respuesta a esto es una cita del famoso escritor alemán Heiner Müller, quien dijo que «el optimismo es solo falta de información».
EL CULTURAL




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