Chopin
Balada No. 1 en Sol menor, op. 23
Una de las grandes dificultades de esta pieza es ante todo la sonoridad. Se necesitan unos dedos de terciopelo para frasear la queja del comienzo, que debe ser tocada sin rubato, pero también sin sequedad. Esta exposición del tema, que parece tan sencilla, es temible: ¡cuatro compases bastan para juzgar a un pianista! Niecks piensa que "ninguna obra de Chopin produce tanta sensación de novedad y de sorpresa".
Dedicada al barón de Stockhausen. Ésta era la obra favorita de Robert Schumann, un día se lo dijo a Chopin y éste después de un momento de reflexión, le contestó "Me alegra mucho porque yo también lo creo así". En su origen, la balada era una pieza vocal, épica y lírica a la vez, en la que se mezclaba la leyenda y la fantasía. Sería muy difícil averiguar la idea literaria que siguió al músico en la composición de este "cuento poético". En cambio, no lo es descubrir en él la intensa expresión dramática y la más original técnica pianística. La forma de esta obra es muy libre. Los dos temas, desarrollados alternativamente, están cortados por transiciones, ora llenos de una exquisita gracia, ora llenos de fogosidad.
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