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viernes, 3 de julio de 2020

Justo Navarro / Málaga, punto de llegada


La calle Marques de Larios, de Málaga, el 13 de marzo.
La calle Marques de Larios, de Málaga, el 13 de marzo. JESUS MÉRIDA

PASEOS LITERARIOS 

Pasear sin rumbo fijo es un ejercicio que durante siete semanas ha estado prohibido. Autores como H. D. Thoreau, Walter Benjamin, Guy Debord o Rebecca Solnit sostienen que es una forma de pensar.

Málaga, punto de llegada


Justo Navarro
1 de mayo de 2020


Imagino que subo desde el malecón por el paseo de la Farola de Málaga hace seis meses y dejo a mi derecha el antiguo gobierno militar y a mi izquierda el muelle 1 y el muelle 2 del puerto, fondeadero de tiendas y bares restaurantes y un cubo-museo de cristal y vinilos de colores, y busco la sombra de los plátanos del Paseo de los Curas, porque el palmeral del puerto siempre me recuerda a Miami aunque nunca haya estado en Miami. Hay coches, incluso coches de caballos, pero no tanto tráfico como otros días. Es sábado y estoy ya en la Plaza de la Marina, un día espléndido, de noviembre. O no he llegado desde el malecón por el Paseo de los Curas y es otro sábado de hace seis meses y acabo de bajarme del autobús en la parada del puerto.
Da lo mismo: estoy en la Plaza de la Marina, lo primero que ven los que acaban de bajar del crucero por el Mediterráneo o por el Atlántico-Mediterráneo, la aparición de Málaga: un parking de 440 plazas a la entrada del área comercial, la fuente, el monumento al vendedor ambulante de pescado, los edificios burocráticos y financieros al fondo de la plaza, el gran hotel que tanto me gusta, cuña clavada entre la Cortina del Muelle y la calle Molina Larios, doce plantas más ático y piscina en las alturas, arquitectura de los años veinte o treinta para los años sesenta del siglo pasado. Y ya estoy en la calle Larios, peatonal. Si la cubrieran se convertiría en una galería comercial como la Vittorio Emanuele de Milán.
Hay gente, más gente cada vez, es sábado, mediodía, la multitud de un sábado de shopping, hace seis meses, noviembre prenavideño, navideño, pronto se encenderán las 180.000 luces festivas, y se expande el árbol de bares que surge de la calle Larios, en flor la feliz, callejera multitud bebedora, el tapeo feliz, el mercadeo feliz y en masa, como en el módulo de embarque de un aeropuerto, pero al aire libre, sin la angustia del vuelo y los controles intimidatorios, y el cielo tan alto y tan celeste como la pantalla iluminada de mi ordenador, y ruido de la calle en el hilo musical, sound of the streetbruit de la rue, bruscio della strada, Strassengeräusch, som da rua, todos los idiomas de los cruceristas en la ciudad llana como una playa asfaltada, con indígenas haciendo de turistas un sábado al mediodía y turistas haciendo de antropólogos, unidos todos por el citymarketing, tiendas de lujo y de no lujo, marcas globales y glocales, gente fluente y dinero fluente y cada vez más invisible, dinero-tarjetas, dinero-teléfono.
Me muevo por el crucero expandido y el aeropuerto expandido, hospitalidad y seguridad, videocámaras y vigilancia policial visible. Estoy en la Plaza de la Constitución, entre la catedral, si sigo por el pasaje de Chinitas y la calle Fresca, a la derecha, y el río Guadalmedina, si voy por la calle Compañía, a la izquierda, pero siempre shopping mall, tome una vía u otra, siempre tiendas y bares y museos, todos abiertos todavía, iglesias y gimnasios, espectáculos, una catedral, un río, una ciudad entera picassiana, bendito sea el citybranding, ciudad aeropuerto, crucero varado, el mundo de las compras recreativas. Y hay cada vez más gente, como preparándose para el encendido de las luminarias navideñas monumentales, miles y miles y miles de personas, apretándonos unas con otras, no falta mucho ya esta mañana de noviembre. Estoy viendo todo lo que fue y todavía no es. Veo el pasado como si fuera el futuro, ciencia ficción.






UN LIBRO: Málaga monumental. A vista de este ejemplo, de Elo Vega y Rogelio López Cuenca (coordinadores). Una manera crítica y entretenida de andar por la historia de la Málaga de hoy a través de sus monumentos.


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